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Cuadro de familia en el Siglo XXI. Velázquez, Goya: telas, pantallas

03/01/2019- Por Silvia Beatriz Bolotin Kogan - Realizar Consulta

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Desde un lenguaje pictórico en el que se representan múltiples modos del amor, intentamos mirar los “Cuadros de Familia” en un intento de visualizar la ideología en cada época. Una búsqueda sin respuesta sobre el tema de los complejos familiares.

                               

 

“Ahí hay algo que inventar. Se requiere una figura paterna que diga como Kipling: ‘Tu debes hacer eso, ser así’. Hoy un joven se quejará de que nadie le ha dicho: ‘Tu debes ser un hombre, hijo mío’. Y, el psicoanálisis subyace en el corazón de esa cuestión.”

 

                      Alain Badiou [i]

 

                   

                   

                    "Cuadro de familia", primer nombre. "Las meninas" 1660. *

 


 

[i] Bolotin, S, Entrevista a Alain Badiou. www.elsigma.com, 2014. (Ante la pregunta -¿De qué teoría y clínica se trata cuando en esta época, los sujetos no se posicionan con relación a una organización del Ideal del Yo?) http://www.elsigma.com/entrevistas/entrevista-a-alain-badiou/4294.

 

 

 

 

I Cuadro de familia en el Siglo XXI

 

  Entre telas y pantallas, una búsqueda sin respuesta sobre el tema “Complejos familiares” hace que este ensayo comience por esa estructura tan compleja. Desde un lenguaje pictórico en el que se representan múltiples modos del amor intentamos ubicarnos directo frente a una unidad horizontal diezmada en “Cuadros de Familia” porque parece en búsqueda de la puerta de salida en un juego de la mirada, con intento de visualizar la ideología en cada época.

 

  Un estado burgués llama la mirada desde una problemática contradictoria en lo social. Primaba el estilo de hacer callar o excluir lo extraño, como en esas figuras que hacen que la imagen se convierta en un autorretrato de Velázquez, alcanzando la solemne realeza estática del “Cuadro de familia”. La magia de Velázquez es lograr una pareja que parezca representar a la familia con la potencia de figuras como el rey y la reina, atrapando la mirada para dejar emblemas de la familia ideal.

 

  La pregunta que todos se plantean es: ¿qué estará pintando Velázquez? ¿Quién será su modelo? Se suele contestar que Velázquez está pintando un modelo en el lugar segundo porque se mira el cuadro. La mejor prueba es que enfrente, en la pared del fondo, el espejo nos devuelve su imagen. Es decir, él está pintando a la pareja real mirándola. El espejo del fondo da la ilusión de resolver el enigma, y el rey y la reina dan sentido al cuadro.

 

  “El imaginario del observador hace creer que es para que lo vean, como se sostiene en un mundo de la representación”[i]. Porque en una sociedad el Estado y la familia demandan esa representación de mirarse y ser exitoso. Al tiempo, el hombre posee en sus manos la carga del propio destino frente a la ausencia del referente: “un Estado” a veces ausente, como en la Revolución Francesa de 1789[ii].

 

  En el Buenos Aires de la pequeña burguesía se discutía sobre psicoanálisis, literatura, política, como valores tradicionales: la familia, la educación, el horror a la violencia, y el miedo a perder seguridad económica.

 

  En 1808 Cosme Argerich hablaba sobre teóricos europeizantes: Condillac, Cabanis, iluministas, racionalistas, todos pensadores de la Revolución Francesa. Desde 1789, la lucha de clases era un tema primordial; y el goce cambió su sentido. El antiguo régimen era una promesa del Paraíso luego de la muerte.

 

  Después de la Revolución, la tierra era la promesa para aprovechar. Esta antinomia hace que una guerra comenzara entre los que debían aprovechar de los bienes terrestres y aquellos que debían someterse a una privación[iii].

 

 

                 Retratos oficiales y de familia.[iv] *

 

 

  Desde otra óptica, Ingenieros en su obra Tratado de amor, publicado póstumamente, argumenta que las rebeliones del amor vienen de la estructura familiar y es por influencia del evolucionismo darwiniano[v].

 

  Tratados de amor[vi] adquiere este título de ensueños ungidos por la emoción del enamoramiento. Ese sentimiento aparta lo erótico para aceptar luego que una disolución de la familia tradicional es para ser y avanzar. Este lienzo oficial detenta el equilibrio colectivo estático de la imagen y en esa simulación la familia se encuentra con una clave del destino propio de un cuadro de familia[vii].

 

  Con mirada telescópica se reconstruye otra dimensión del destino en el que la génesis de familias complejas se presenta. José Ingenieros alude a Edipo Rey[viii] cuando un ciego se transforma en clarividente por develar cosas, aunque ignora que se trata de la tragedia de Edipo.  

 

 

II Función central paterna: “La voz”

 

  El siglo XX conlleva decididamente el concepto de inconsciente siendo la vía por la que se ingresa en la disgregación de la familia. En medio, otras formas de guerras con atentados en todas partes del universo estallan, no se alcanza a configurar una voz central que ilumine el andar de un hijo.

 

  La relación del hijo con la autoridad paterna se encuentra en una fuga desesperada[ix]. ¿Cómo reinventar una lengua que le ahorre el desaliento? Las negligencias de la familia son esas fugas que se desprenden de la función paterna siendo el epicentro de la organización psíquica del ser.

 

  Esta función alcanzaba una instancia organizadora en la subjetividad desde el Imperio Romano[x]. El fenómeno más relevante del siglo XX era esa manera de organización psíquica y que contiene la declinación de la Función Paterna con la erosión universal de la función del padre como Ideal del Yo. Momentos de angustia, depresión en el siglo XXI con familias disociadas, amores imposibles, desocupación y precariedad, como efecto de una encerrona social.

 

  De pronto, las coronas en frescos son eclipsadas por esta nueva angustia del hombre, señalando jóvenes vacilantes. Entonces se trata de enfrentar el malestar en aras de apartar las depresiones, como el “gran malestar” de los siglos, porque, además es una repetición de lo idéntico que recuerdan una vuelta al medioevo con el uso de medicamentos promovidos por las neurociencias.

 

  Ese gran malestar del siglo encuentra adolescentes rebeldes prestos a denunciar la falsedad del adulto. Porque la adolescencia es una etapa intermedia entre los sueños de infancia y las realizaciones del adulto, etapa que intenta develar aquello que fue un fracaso en las generaciones precedentes[xi].

 

  Mientras, en una vorágine dentro del espacio cibernético con objetos y máquinas que ceden a la resignación y conformismo, el psicoanálisis intenta una perforación de la pantalla que oficia de muro entre una máquina y un sujeto, un fresco, una imagen. ¿El psicoanálisis habla entonces de efectos científicos?

 

  El inconsciente delata la importancia analítica. Recordemos que, en el siglo pasado, el de las grandes comunicaciones, se dio el mayor desarrollo científico y técnico acompañado de la barbarie política y moral que destruyó la idea de progreso.

 

  Los jóvenes esperan una respuesta en esa idea de progreso, y, si no la tienen, la respuesta es una violencia creciente. El adulto también transita una construcción en simultáneo con la idea del progreso del siglo XXI, aunque sean progenitores que a su vez ambulen en el espacio incierto.

 

  ¿De qué teoría y clínica trata entonces, cuando es una época en la que los sujetos no se posicionan con relación a una organización del Ideal del Yo? Porque la verdad es que una figura que contiene ese Ideal debiera ser la figura paterna que diga como Kipling: "Tú debes hacer eso, ser así". En cambio, nadie ha dicho: "Tú debes ser un hombre, hijo mío".

 

  Ningún padre en la realidad es detentor, y a priori fundador de la función simbólica que él representa, sino que es el vector[xii]. Probablemente esta sociedad espera vectorizar una investigación hacia ciencias sociales aunadas a estudios psicoanalíticos respecto de emblemas, como en la disgregación de fundamentos sobre la institución familiar, buscando en esa institución espejos que devuelvan una imagen aunque se asemeje a ese segundo plano, a la izquierda del cuadro de Velázquez, en el que el personaje sale detrás de la tela dada vuelta; y, es Diego Velázquez, enfrentando el encuentro de varios significados e interpretaciones.

 

 

III Surgimiento de enigmas: “Crisis ante el espejo”

 

  Surge entonces el enigma, aunque todo enigma alcanza una voluble certitud, porque en este caso se trata de un tercer plano, es decir en la pared del fondo se ve un hombre en una puerta. Ese personaje primo del pintor: Nieto Velázquez, “aposentador” del rey. Pero la clave pareció develar un inconsciente que desliza la mirada hacia la puerta abierta. Intuye quizás un fondo luminoso quitando oscuridad a un espejo[xiii].

 

  De esa forma nostalgias de espejismos iluminando la humanidad con mira metafísica en la armonía, según Lacan, aunque advenga ese abismo místico que es propio de la obsesión en espera del paraíso. Aunque sea una oscura aspiración de la muerte[xiv].

 

  En la crisis de la adolescencia corresponde en espejo la crisis parental. En esos cuadros se trasciende a toda representación en Goya, como denuncia de la crueldad y la familia aspirada por la oscuridad, como en Brueghel, Goya.

 

  El siglo XIX deja atrás el Romanticismo. En ese Cuadro de familia legendario de Velázquez se van sacando espejos identificatorios con una mirada que devuelve otras multiplicadas por su imagen de sí.

 

  En realidad sería esa etapa de una adolescencia en la que se produce una propagación de los sueños de la sinrazón que generaba monstruos de deseos inacabados, tal como la serie Los caprichos de Goya, del año 1799[xv].

 

  En esta obra en donde todo es rebelión; empezando con la religión por donde parece acercarse a Freud con su propuesta de un trabajo consigo entre las rebeliones del deseo inconsciente.

 

 

Imágenes*:

 

Las Meninas” http://www.nationaltrustcollections.org.uk/object/1257140

 La mirada que transforma el autorretrato de Velázquez en imagen de la familia real. "Cuadro de familia" fue el primer nombre. En primer plano se ve a la infanta doña Margarita, hija del rey Felipe IV y de la reina Mariana. "Las meninas", 1660. Óleo sobre lienzo de Juan Bautista Martínez del Mazo. Es la obra de mayor tamaño de Velázquez y en la que puso un mayor empeño para crear una composición compleja y creible, y al mismo tiempo encerrara una densa red de significados, interpretaciones.

Con Michel Foucault y el posestructuralismo nace la última corriente interpretativa, de carácter filosófico. Foucault descarta la iconografía y su significación y prescinde de los datos históricos para explicar esta obra como una estructura de conocimiento en la que el espectador se hace partícipe dinámico de su representación.

 

“La familia de Carlos IV de Goya”

http://www.rtve.es/alacarta/videos/mirar-un-cuadro/mirar-cuadro-familia-carlos-iv-goya/1879538/

 



[i] Bernaurd Nominé, Barcelona, 2006.

[ii] López, M. Affaire Dreyffus: Honor y deber de la III república francesa. (Prof de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada).

[iii] Pommier, G. Féminin de la Révolution sans fin. Ed. Pauvert. p. 214

[iv] Retomando la fecha de 1789, cuando Goya fue nombrado pintor de cámara por Carlos IV y en 1799 ascendió a primer pintor de cámara y se convirtió en el pintor oficial de Palacio. Goya disfrutó de una posición especial en la corte que determinó su herencia dejada en el Museo del Prado de Madrid entre las que se incluyen retratos oficiales y de familia. 

[v] Panesi. J. Idem 3, Conferencia sobre el amor. Bs As.

[vi] Ingenieros, J, Tratado del Amor (Texto ordenado por Aníbal Ponce), Bs. As., Ramón J. Roggero Ed., 1950. (Tomado del último libro de Jorge Panesi).

[vii] Vezzetti, H, La locura en la Argentina, Buenos Aires, Folios Ed., 1983, p.203.

[viii] Idem, 3.

[ix] Badiou, A.                                                                                       

[x] Idem 1. 7

[xi] Petry, Ph. La crise de l’adolescence. Ed. Denoël. 1984. Paris. p. 77

[xii] Dor, J. Le père et sa fonction en psychanalyse. Ed Point Hors Ligne. 1989. Paris. p 19

[xiii] Un espejo colocado al fondo refleja las imágenes del rey Felipe IV y su esposa Mariana de Austria, medio del que se valió el pintor para dar a conocer ingeniosamente lo que estaba pintando, según Palomino, aunque algunos historiadores han interpretado que se trataría del reflejo de los propios reyes entrando a la sesión de pintura o, según otros, posando para ser retratados por Velázquez: en este caso, la infanta Margarita y sus acompañantes estarían visitando al pintor en su taller. Como sucede con la mayoría de las pinturas de Velázquez, la obra no está fechada ni firmada y su datación se apoya en la información de Palomino y la edad aparente de la infanta, nacida en 1651. Se halla expuesta en el Museo del Prado de Madrid, donde ingresó en 1819, procedente de la colección real.

[xiv] Lacan, J. Les complexes familiaux. Ed. Bibliothèque des Analytique Navarin. Paris. p. 35.

[xv] Goya, relacionado con los ilustrados, compartía reflexiones sobre los defectos de su sociedad. Contrario del fanatismo religioso, de las supersticiones, la Inquisición, como algunas órdenes religiosas, y pretendió leyes más justas y un nuevo sistema educativo. Todo ello lo criticó humorísticamente y sin piedad en estas láminas Siglo XVIII, XIX.

 


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