» Arte y Psicoanálisis

Saber-nada-r

23/04/2019- Por Ana Clara Benítez - Realizar Consulta

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

Desde las performances de Abramovic a las palabras que son marcas en los cuerpos de las mujeres retratadas por la artista Iraní Shirin Neshat; me encuentro interpelada a pensar la relación psicoanálisis y arte. ¿Cómo es que el arte logra conmover, allí donde no logramos comprender? ¿Cuál es el valor de la obra para el espectador y para el creador? ¿Nos corresponde a nosotros analizar la obra? ¿Qué le enseña el arte al psicoanálisis?

 

  

                 

 

                               James Joyce junto a Lucía – Fotografía de 1924*

 

 

“La única ventaja que un psicoanalista tiene derecho

 

de sacar de su posición […] es la de recordar con Freud que,

en su materia,el artista siempre lo precede,

y que no tiene por qué hacerse entonces el psicólogo

allí donde el artista le abre el camino”.[1]

 

                                      Jacques Lacan

 

 

  Somos llamados a abstenernos de una posición interpretativa, como bien expresa la cita de Lacan con la que comienza este escrito, donde reconoce que Marguerite Duras revela saber, sin él, lo que él enseña. Debemos recordar, entonces, que el artista siempre nos precede, él nos señala el camino con su hacer.

 

  Podemos decir que Lacan se interesa en el arte porque éste es inanalizable. El arte no concierne al sueño, ni al lapsus, ni a los actos fallidos, no es una formación del inconsciente.

 

  Miller [2] expresa que al interpretar una obra siempre se yerra lo nodal, puesto que no es el efecto de sentido lo que constituye el arte. En realidad, toda interpretación psicoanalítica del arte fracasa, porque el arte comienza donde lo que no puede ser dicho puede ser mostrado.

 

  Por eso la tesis de Lacan es que el arte siempre se construye en torno al vacío de goce; lo que es ilustrado en su seminario sobre la ética del Psicoanálisis, a partir de la colección de cajas de fósforos de su amigo Jacques Prévert, cajas de fósforos vacías que danzan en el espacio como guirnaldas, que, al estilo de Marcel Duchamp, muestran algo más allá de la utilidad del objeto y su función cotidiana.

 

  Como vemos el arte se encuentra estrechamente relacionado con el registro real, y esto es lo que implica la fórmula sobre la sublimación que establece en el seminario VII: “[...] eleva un objeto [...] a la dignidad de la Cosa” [3]. Ese objeto presentifica el vacío y señala así el más allá del principio de placer.

  Pero ¿qué sucede, entonces, cuando un objeto de arte se acerca tanto al goce incandescente de la Cosa, que el velo se trastoca y la escena se vuelve horrorosa tanto para el creador como para el espectador?

 

  Vilma Coccoz nos ofrece una interesante conferencia titulada “La dimensión del cuerpo en el arte y el psicoanálisis” [4]. Allí realiza un recorrido por la historia del arte, desde el Barroco hasta el arte contemporáneo.

 

  Siguiendo esta línea histórica podemos decir que con el movimiento artístico llamado Accionismo Vienés se inaugura el papel activo del artista y su responsabilidad política; despertar a la sociedad de su adormecimiento, gritar y mostrar que el progreso no existe, atacar a los semblantes de la iglesia católica haciendo uso de sacrificios poniendo en conexión la iglesia con rituales paganos. Todo corresponde a un intento de crear a través del arte una liberación del discurso religioso, del discurso del amo.

 

  Las mujeres también se suman a estos movimientos, y llaman la atención sobre el ser humano reducido a nada por la modernidad, tomando a su cargo mostrar el sufrimiento de las mujeres con acciones en las que se muestra la mujer herida.

 

  Este arte establecido como acción y reacción frente a las injusticias sociales, el capitalismo y la modernidad, es un estilo de producción enmarcado en el arte conceptual que trabaja con el cuerpo como material visual. Algunos de estos accionistas vieneses son recordados por lo grotesco y lo violento de sus trabajos, donde frecuentemente se realizaban sacrificios a animales, rituales orgiásticos o prácticas sexuales sangrientas, como simulaciones de mutilaciones genitales o violaciones.

 

  Allí el uso del cuerpo del artista en la obra puede acercarse tanto a la Cosa que produce horror, la Cosa sin ningún tipo de velo se acerca más a lo mortífero, que a lo vivificante que puede ser una obra artística para el sujeto creador y el ojo espectador.

 

  Entonces, como vemos, algunas creaciones artísticas pueden tener la intensión de comunicar, siendo utilizadas como una herramienta de reacción frente al sistema o también puede ser aquello que queriendo señalar el sin sentido, se hunde en él.

 

                      

                                       “Suspensiones” Stelarc *1

 

  Por otro lado, la artista Marina Abramovic despierta interés y sus acciones conmueven, producen emociones en el espectador. Haga lo que haga, dice, “esto es arte”. Ella reconoce que su propio cuerpo es una herramienta capaz de hacer cualquier cosa.

 

  Desde el principio ha explorado los límites del cuerpo sometiéndose a exigencias impresionantes. Los dichos de la artista refieren que gracias al uso del cuerpo en el arte, se ha curado del sufrimiento, ella expone a través de sus performances las marcas del lenguaje sobre el cuerpo, y se ha autodenominado “la madrina del arte de la performance”. Lo que Coccoz ha llamado el éxito de hacerse un cuerpo con el arte, de hacerse un nombre y darlo a conocer.

 

  Si seguimos el recorrido que nos brinda la enseñanza de Lacan encontramos un rastro del arte vinculado a la escritura y al hacerse un nombre propio en el seminario XXIII, titulado “El sinthome” (1975-1976).

 

  Lacan se siente atraído por la escritura de James Joyce y la transformación que sufre la literatura en manos de este escritor, pues su producto no es analizable y es por esto que se ha convertido en una obra de arte. Establece el paradigma del término sinthome no con el caso de un analizante, sino con el de un escritor, un artista.

 

  Piglia en su escrito Los sujetos trágicos [5], nos recuerda que mientras Joyce estaba escribiendo el Finnegans Wake era su hija, Lucía Joyce, a quien él escuchaba con mucho interés. Lucía terminó psicótica, murió internada en una clínica suiza en 1962. Joyce nunca quiso admitir que su hija estaba enferma y trataba de impulsarla a salir, a buscar en el arte un punto de fuga.

 

  Le recomendaron a Joyce que fuera a consultar a Jung. El escritor fue entonces a verlo para plantearle el dilema de su hija, y le dijo: “Acá le traigo los textos que ella escribe, y lo que ella escribe es lo mismo que escribo yo”. Joyce estaba escribiendo el Finnegans Wake, que es un texto totalmente psicótico: es fragmentado, onírico, mezcla idiomas, altera la composición silábica y compone neologismos.

 

  Entonces Joyce le dijo a Jung que su hija escribía lo mismo que él, y Jung le contestó: “Pero allí donde usted nada, ella se ahoga”. Entonces mientras Joyce “supo hacer” a través de su arte, Lucía tropieza, escribe y hasta escribe a semejanza de su padre pero no logra levantarse.

 

  Esto nos da algunas pistas para pensar los efectos que tiene el “para todos”, la universalidad que sostienen algunas terapias en las que se trabaja con actividades artísticas, ubicando el arte como aquel que brinda posibilidades para que todo sujeto pueda armar una solución a su malestar.

 

  Por el contrario, debemos poder pensar cuál es la función que cumple el objeto creado para cada sujeto, con qué herramientas cuenta cada uno y qué otras variables están en juego en cada caso, el objeto artístico será un elemento que se juega en cada estructura de una manera singular.

 

                      

                          “Imponderabilia” Ulay y MarinaAbramovic *2

 

  Es en la primera clase del seminario XXIII que Lacan anuncia lo que será ese año su interrogación sobre el arte, y se pregunta “¿De qué modo el artificio puede apuntar expresamente a lo que se presenta primero como síntoma? ¿Cómo el arte, el artesanado, puede desbaratar […] lo que se impone del síntoma?” [6].

 

  Es justamente el arte de Joyce el que puede brindar alguna respuesta. Lacan establece que el síntoma en Joyce parte de que su padre era radicalmente carente. De esta manera marca cuál fue el mal comienzo del escritor irlandés en la vida, y dice “él tenía el pito algo flojo si puede decirse así, su arte suplió su firmeza fálica” [7], y continúa especificando que es el arte el verdadero garante de su falo.

 

  Aquello que falla en Joyce es la función paterna, un padre que nunca lo fue, que no sólo no le enseñó nada, sino que descuidó casi todo, lo que significa que el padre no pudo transmitirle ningún saber hacer respecto de las problemáticas que presenta el mundo del ser hablante. Sin embargo, Lacan nos recuerda que el padre de Joyce descuida casi todo, salvo su valorización del saber diplomático de los padres jesuitas.

 

  Podemos preguntarnos en este punto, si el deseo de Joyce de hacerse un nombre entre los universitarios no encuentra su raíz en aquello que el padre sí supo transmitirle sobre la valorización de un saber.

Entonces, lo que provoca las epifanías o las llamadas palabras impuestas, es decir los síntomas del escritor, es lo que Lacan llama una “dimisión paterna”.

 

  Es por la vía de hacerse un nombre a través del deseo de ser un artista entre los universitarios, que Joyce logra suplir la falla. Sin embargo, el escritor no era conciente de ello, y es por eso que Joyce “es un puro artífice, un hombre de saber hacer, lo que también se llama un artista” [8].

 

  Miller plantea en “Piezas sueltas” [9] que lo único que puede pescarse en el texto Finnegans Wake es el goce. Aquel por el cual se supone que Joyce estuvo impulsado a escribir. Es el goce lo que la obra pone en juego, y no la comunicación, no una verdad a ser interpretada, por lo cual el escrito se convierte en el gran enigma de la literatura mundial.

 

  Es interesante interrogarse, en este punto, si en la escritura de Joyce se puede distinguir lo que proviene de la palabra impuesta y lo que conforma su arte, entendido como el tratamiento que transforma y convierte esa palabra impuesta. La escritura puede ser un fenómeno elemental, donde el sujeto gozaría solo.

 

  En referencia a esto podemos citar el recuerdo de Nora, la mujer de Joyce, quien cuenta la anécdota en la que el artista escribía por la noche en la habitación contigua en la que Nora intentaba dormir, impedida por las risas interminables de James quien escribía y reía ininterrumpidamente. Pues bien, como vemos en el nivel en el que la palabra se le impone, Joyce está solo, lo que se llama el goce autístico del síntoma.

 

  Mientras que en el nivel del sinthome tenemos el lazo con el Otro; Joyce hace lazo social cuando por medio de la publicación de su obra, bañada de enigmas, se enlaza al Otro. Joyce hace lazo no desde el sentido sino desde el sin sentido que transmiten sus escritos.

 

  Es el psicoanálisis el que se acerca al arte no por un ideal estético, sino por una ética en común, ya que tanto en un análisis como en el arte se trata de saber crear con lo que no se puede decir, con aquello que no entra dentro de los desfiladeros del sentido y de la imagen.

 

  No es casual entonces, que Lacan presente como paradigma del sinthome, el saber hacer de un artista, ya que el arte mantiene una relación particular con lo real, señala al sin sentido, pudiendo crear desde allí un objeto estimado socialmente.

 

  Sin embargo, la creación artística tendrá para unos una función de alivio, para otros será la puerta al desencadenamiento. Son estas variables clínicas las que el psicoanálisis nos va a permitir leer en cada caso; la creación de un objeto de arte será para algunos sujetos una oportunidad para nadar entre los atolladeros de la vida, para otros será el hundimiento en el mar.

 

 

Imágenes:

 

*Joyce junto a su hija (1924), tomada de https://www.pinterest.es/pin/291326669639073896/?lp=true

* 1 Suspensiones: http://www.scottliveseygalleries.com/artists.php?ar=1565

* 2 Imponderabilia: http://www.tropismi.it/2012/11/30/marina-con-ulay/

 

 

Nota: El presente artículo se desprende de mi tesis de grado titulada “El problema de la sublimación en psicoanálisis. Un acercamiento al concepto de sinthome”.

 

 

 


 

[1] LACAN, J. Homenaje a Marguerite Duras por el arrobamiento de Lol V. Stein. En Otros Escritos. Buenos Aires, Argentina: Paidós, 2012

[2] MILLER, J.A. Los signos del goce. Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Buenos Aires, Argentina: Paidós, 1998.

[3] LACAN, J. Seminario Libro VII La ética del Psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Paidós, 2007.

[4] COCCOZ, V. La dimensión del cuerpo en el arte y el Psicoanálisis. En URL: (https://www.youtube.com/watch?v=7dKWt8H4LBI&feature=youtu.be), 2016.

[5] PIGLIA, R. Los sujetos trágicos. (Literatura y Psicoanálisis). Virtualia Revista Digital de la EOL, N° 7. En URL: (http://virtualia.eol.org.ar/007/default.asp?notas/rpiglia-01.html), 2003.

[6] LACAN, J.; Seminario Libro XXIII, El sinthome. Buenos Aires, Argentina: Paidós, 2015.

[7] Ibidem; pág. 16.

[8] Ibidem; pág.116.

[9] MILLER, J.A. Piezas sueltas. Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Buenos Aires, Argentina: Paidós, 2013.

 

 

 

 

 


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas

La Tercera: Asistencia y Docencia en Psicoanálisis

Programa de Formación Integral en Psicoanálisis
Leer más
Realizar consulta

Del mismo autor

No hay más artículos de este autor

Búsquedas relacionadas

» Abramovic
» arte
» psicoanálisis
» Joyce
» Lacan
» cuerpo
» sinthome
» suplencia
» psicosis