Arte y Psicoanálisis
por Juan Coulasso
Más allá de la angustia (Angst) que adviene en el sinsentido de la desesperación que sobrevuela al enfrentarse con la falta, con la propia y con la del otro, prefiero a veces considerar la ausencia, como la causa misma de la creación y por lo tanto como un fenómeno liberador, activo, en el sentido que le adjudica Nietzsche a lo largo de su obra. Entonces, deconstruir la autobiografía, o bien el propio síntoma (la creación mayor del neurótico), se transforma potencialmente en el paso previo al hallazgo de un nuevo goce, fundado en una nueva historia, dentro de la cual pueda sentirse un poco menos sujeto, una poco más absuelto. Aquí reside, si se quiere, la verdadera subversión que cada cual debe realizar, si acaso es posible, con su Pasado.
por Silvia M. Mizrahi
Es claro que, cuando en un atisbo, parece encontrar la clave, la llave, la respuesta, ésta irremediablemente se diluye en falsedades, olvidos o confusiones, que la vuelven inútil. Sus soluciones están condenadas al fracaso, por lo que apela a las ficciones literarias para comunicar el drama o la magia del destino humano. Me parece interesante la insistencia en una revelación presentida, que parece querer manifestarse, pero que no se concreta y que es según él la esencia del hecho estético. Mensaje que esperamos y que nos agita por su condición de inasible.
por Ana Güemes, Jorge Turrillo,Carlos Weisse, Mario Antmann y Gabriela Trapero
¿Cuál es la posibilidad del arte frente al discurso de la época? Su posibilidad estará en poder reflejar, subvertir o al menos dejar al descubierto las categorías dominantes de dicho contexto histórico, su límite será el que ese arte sea capaz de atravesar. Su capacidad de atravesar ese límite estará en relación al modo que esa época tiene de ocultar la Cosa, el das Ding, de intentar mostrarlo en demasía en un afán fracasado de velarlo, o quizás a la manera de la anamorfosis en causar la mirada desde otra perspectiva.
por Liliana Mauas
Hay que establecer, como corresponde en el caso de todo arte, que el teatro piensa. El acto teatral es una complementación singular de la idea-teatro. Toda representación es un acabamiento posible de esta idea. Cuerpo, voz, luz, etc. Si el teatro debe pensar su propia idea, sólo nos puede guiar la convicción de que, hoy más que nunca, el teatro en la medida que piensa, no es un dato de la cultura, sino que es arte.
por Luis Noé
¿Cuál puede ser la idea de cuerpo social del hombre que se vive a sí mismo ante todo en soledad y dimensiona al otro en la distancia? ¿Y cuál puede ser la idea de cuerpo social cuando este hombre trasladado a lo urbano de pronto vive en las más sórdidas condiciones apretujado con otros? Las consecuencias de la primera situación son rigidez, ensoñación, afirmación de lo único que puede tener certeza: ser en la distancia, ser que lo impulsa por nostalgia a tratar de tener una imagen para poder dialogar consigo mismo. En cambio la segunda –el hacinamiento urbano- produce la natural inadaptabilidad y rebelión
por Diana Sperling
La distinción spinoziana en dos atributos de la sustancia –extensión y pensamiento-, tanto como la prohibición de representar no niegan el cuerpo sino que lo despliegan. En lugar de despreciar la materia, tal prohibición señala la multivocidad, la riqueza y la complejidad del cuerpo, aquello que no puede adoptar jamás una forma icónica, ya que ésta implicaría aquietar su dinámica y fomentaría esa “ilusión representante” que Benjamin refuta. lo que puede un cuerpo, o: el cuerpo no es reducible a un saber ni a una representación.
por Carlos Faig
En cuanto a su circulación en el mercado sexual –el término, hoy relativamente usado, fue útil a Lacan – y para entrar en tema sin más dilación: los heterosexuales son un grupo no marcado. Nada los identifica, aunque se identifiquen todo el tiempo. Son el común y lo que abunda. Esto resume en buena medida sus desventuras.
por Álvaro Couso
Del mismo modo que en el Louvre, donde los turistas orientales pasan corriendo delante de los Botticelli, Gioto o David en pos de detener su frenética carrera ante la celebrísima Gioconda, me vi siguiendo el deseo que despertara un libro leído en mi juventud buscando, por las salas del Mauritshuis, La vista de Delf, de J. Vermeer. En ese entonces llamaba mi atención exclusivamente ese “pequeño borde de muro amarillo” que había hecho escribir a Proust que era “de una belleza tal que basta por si mismo”, -aún si en aquel momento no hubiera podido distinguir exactamente cual era la referencia a la que hacia mención Bergotte, ya que había más de uno, la pared a la izquierda de la torre, la azotea a la derecha del otro campanario o la parte superior del puente levadizo, las telas sin observar que dejaba detrás nada me decían, debió pasar un tiempo prudencial para que esas otras obras fueran adquiriendo el sentido que hoy tienen para mi.
por Olga Mabel Mater
Las risas por amorosas, odiosas, burlonas, contagiosas, gratas o antipáticas, presentes en la vida cotidiana, como en los consultorios, por oportunas, ausentes, excesivas, estereotipadas, vacías o conmovedoras ,ambiguas ellas, comunican o alivian; en ocasiones denuncian del humor de quienes las portan, como otras, “puertas de la vida” que pue-den comenzar a abrirse o cerrarse intervenciones de un analista, con o sin efectos posi-bles; negadoras o defensivas, ahí las risas.
por Claudia Lorenzetti
La poesía se emparienta con el psicoanálisis en tanto comparten un saber-hacer con la lengua por el cual el silencio que anida en la palabra queda resguardado. Así, diferencia de la cultura de la llamada “globalización” en donde se advierte “una fascinación por lo universalmente traducible”, el psicoanálisis y la poesía recuperan a la palabra como aquello que al mismo tiempo dice y calla. Y es justamente en ese temblor entre lo que la palabra dice y calla que situamos lo que hemos dado en llamar la experiencia del vacío que ambas comparten