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Sin ternura, sin velo: La crueldad

22/11/2018- Por Olga Cuadra - Realizar Consulta

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El amor es efecto de la eficacia de la castración y la castración es producto de la operación del Nombre del Padre. Actualmente en nuestra clínica nos encontramos cada vez más a menudo con figuras paternas y maternas tan egoístas como carentes de afectos hacia sus hijos. A medida que vamos ahondando luego en las historias de los progenitores comenzamos a entrever de qué modo fueron enlazándose los fantasmas y cuál es el lugar al que los hijos advinieron […] En la película rusa “Sin amor” vemos cómo […] ninguno de los dos quiere a su lado a este niño-adolescente (Alyasha, de 12 años) ni muestran el menor interés por él.

 

 

 

                   

 

 

 

Ficha técnica y artística

Título: Sin amor

Título original: Loveless

Dirección: Andrei Zvyagintsev

País: Francia, Rusia

Año: 2017

Duración: 127 min.

Género: Drama

Reparto: Aleksey Rozin

Distribuidora: Golem Distribución

Productora: arte France Cinéma, Senator Film Produktion, Why Not Productions, Les Films du Fleuve, Non-Stop Productions, Fetisoff Illusion

Compositor de la música original: Evgueni Galperine

Dirección: Andrei Zvyagintsev

Director de fotografía: Mikhail Krichman

Diseño de producción: Andrey Ponckratov

Guionista: Andrei Zvyagintsev, Oleg Negin

Producción: Alexander Rodnyansky, GlebFetisov

 

 

  El amor es efecto de la eficacia de la castración y la castración es producto de la operación del Nombre del Padre. Actualmente en nuestra clínica nos encontramoscada vez más a menudo con figuras paternas y maternas tan egoístas como carentes de afectos hacia sus hijos.

 

  A medida que vamos ahondando luego en las historias de los progenitores comenzamos a entrever de qué modo fueron enlazándose los fantasmas y cuál es el lugar al que los hijos advinieron. Pensamos entonces en aquello que se trasmite de generación en generación como así también en lo que se repite en cada una de ellas.

 

  ¿Qué sucede cuando el goce no se enlaza al amor?, y cuando esto no acontece, ¿no hay freno posible? Es allí donde surgen los hechos de cierta crueldad, del más crudo maltrato hacia los hijos o en algún hijo en particular.

 

  En aquellos tiempos de la lucha entre Titanes, cuando el común de los mortales nunca se inmiscuía, Urano y Gea (el cielo y la tierra) engendran a Cronos y a sus hermanos. Este, con el apoyo de su madre, se alza contra su tiránico padre sentándose en el trono de los dioses, luego de una guerra sin cuartel. Cronos es un Titán: un ser extremadamente poderoso, que controla las fuerzas naturales. En el mito de Cronos, este controlaba el caos y el desorden.

 

  Al destronar a su padre Urano dios, Cronos toma el control del planeta en su totalidad. Pero no todo fue felicidad: un oráculo predijo a Cronos que, así como él destronó a su padre, un hijo suyo lo destronaría. Alarmado por esta predicción, Cronos toma medidas para evitar tan grave acontecimiento. De esta manera, devora a sus hijos.

 

  El tiempo de la invalidez infantil (concepto tomado de Fernando Ulloa) es el escenario donde actúa la ternura parental, pero no confundamos aquí invalidez con incapacidad, con cosificación del niño ni con nada que niegue su condición de sujeto. “La ternura sería una instancia psíquica fundadora de la condición humana”.

 

  Podemos decir que es merced a la invalidez infantil que el niño no sólo recibe su historia sino la humanización misma. De no existir ese período de invalidez que coloca a un infantil sujeto en necesaria dependencia de sus mayores, no se podría transmitir el aporte acumulado de nuestra historia.

 

  La ternura es instancia típicamente humana, siendo de hecho una instancia ética, es inicial renuncia al apoderamiento del infantil sujeto. “La ternura es la coartación –el freno– del fin último, fin de descarga de la pulsión”.

 

  Esta coartación del impulso de apoderamiento del hijo, genera dos condiciones propias de la ternura: 1) La empatía que garantizará el suministro adecuado (calor, alimento, arullo-palabra), y 2) como fundamental, el miramiento que es mirar con amoroso interés a quien se reconoce como sujeto ajeno y distinto de uno mismo.

 

  Esto genera un sentimiento de confianza que en el sujetoestructura una relación de contrariedad con lo que daña, con el sufrimiento y a la vez la facultad de discernir que él mismo puede ser causa externa del sufrimiento para el otro.

 

  El fracaso de la ternura cuando no existe esa coartación por parte de los padres, cuando no hay miramiento del hijo en función de cierta autonomía, cuando se carece de algunos de los suministros tiernos que nunca tuvo ni tendrá, determina que el hijo se verá enfrentado a elaborar un tipo de duelo particularmente difícil, quedando atrapado en ciertas encerronas trágicas. Tal es el caso de la película que elegí.

 

  En la película rusa Sin amor vemos cómo el virus se hereda de la abuela, de quien se dice que es un Stalin con faldas. Los padres: Boris y Zhenya, de clase media alta, con buen nivel económico, están en medio de un proceso de divorcio, a la espera de la venta de su departamento.

 

  El amor se ha terminado entre ellos, se desprecian mutuamente y ambos han encontrado otras personas que conforman sus parejas actuales. Aunque separados tienen discusiones violentas, se gritan e insultan, prima entre ellos la falta de comunicación y de respeto.

 

  Ninguno de los dos quiere a su lado a este niño-adolescente (Alyasha, de 12 años) ni muestran el menor interés por él, que vive aterrado y llorando por la falta de cariño y atención por parte de sus padres. Su madre le dice que “es un Enclenque”, le suele pegar en la cabeza, no lo saluda, lo insulta y le tira la comida sobre la mesa.

 

  Es a partir de la desaparición del niño que la pareja se ve forzada a unirse en su búsqueda. A medida que transcurre el tiempo se incrementará el esfuerzo y la preocupación. El film nos confronta con un mundo sin velos ni reparos ante el sufrimiento del prójimo, con los peores entramados de la sociedad actual.

 

  El mundo del padre (Boris) está trastornado y tomado por su egoísmo en la búsqueda del placer inmediato, o mejor dicho de un goce desenlazado. Sólo cuenta para él el sexo y acomodarse en la escala laboral y social a expensas del engaño, negando su actualidad familiar, otra mujer embarazada, otro embarazo que tampoco fue deseado. Mujer caprichosa que se embaraza para satisfacer el ideal de su propia madre.

 

  En el camino no importan los medios, personas o métodos para lograr sus fines. Lo único que lo mueve es el interés propio.

  La madre (Zhenya) por su parte, se embaraza para poder huir de su casa con una madre paranoica y muy maltratadora, de la cual sólo recibe insultos y rechazo. Se aíslan con su actual pareja y le demanda amor, porque nunca se sintió amada por nadie ella dirá “nunca he amado a nadie sólo a mi madre”. Se entregan juntos acierta gula económica, social y sexual, incluso aún durante la búsqueda de su hijo.

 

  A las demás personas les llama la atención la crueldad y la desinformación que ambos padres tienen con relación al hijo. Transcurren dos días cuando se dan cuenta de que su Alyasha ha desaparecido. Entre ellos se apañan.

Tanto el padre como la madre parecen dos niños que reclaman atención y cuidados. No están dispuestos a renunciar a nada por un hijo.

 

  Desde el comienzo aparecen algunos fotogramas de un bosque ruso, gélido y estático, no muy diferente al paisaje del seno familiar. Alyasha es no deseado e ignorado, él lo sabe. Escucha discusiones entre sus padres donde él aparece como una pesada carga para ellos.

 

  Asiste a la escuela donde tiene un solo amigo, el resto del día transcurre en soledad, interactuando con sus aparatos tecnológicos. No media el diálogo con ninguno de ellos. Llora casi todo el día. Padece de problemas intestinales, según su madre es un “problemático montón de mierda”. Relación perturbada y hostil muy lejana a ser una relación con una cierta pincelada amorosa.

 

  El problema no es únicamente la desaparición de cualquier índice de amor, respeto o afecto (que nunca existió en esta pareja) sino la agresión y el maltrato entre ambos. Las miserias o locura familiar se repiten de generación en generación.

 

Y aunque parezca curioso en la búsqueda de Alyasha se ve el panorama ético que presenta también la sociedad, cruel en todos los ámbitos, desde la gélida burocracia policial hasta la voracidad sentimental de las mujeres, la incompetencia de los hombres y el desorientado adolescente.

 

  Para nuestro asombro y afortunadamente, hay voluntarios preocupados e implicados en la búsqueda sin espera de lucro alguno.

El final es una tragedia donde podemos ver a los dos padres nuevamente peleando e insultándose, aunque ahora lo hacen en la morgue, unidos por el dolor.

 

  El film termina con una imagen metafórica: una abuela echando a su hija, junto con su esposo y bebé de la casa, porque le queda chica. Un padre Boris, golpeando y arrojando al bebé recién nacido en su cuna que llora a los gritos, para él poder seguir mirando la televisión. Una mujer, Zhenya, que corre y corre en una cinta sin avanzar demasiado, mejor dicho detenida en el mismo lugar, para olvidar su pasado, para construir un presente y un futuro que no es sino su propio pretérito.

 

  Generación tras generación que evocan el olvido, abandono y la indiferencia marcados por la crueldad, fracaso de la ternura.

 

 

“La ternura será el abrigo frente a los rigores de la intemperie, alimento frente a los de hambre y escudo protector ante las violencias inevitables del vivir”.

                                          

                                                        Fernando O. Ulloa

 


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