“Belle de jour”. Una mirada en el deseo

30/07/2017- Por Mauricio de la Torre C. - Realizar Consulta

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Se abordará el tema del deseo desde varios puntos de vista pasando desde su concepción cultural, como desde una visión filosófica del concepto de deseo. Para llegar al psicoanálisis y poder bosquejar este gran significante por medio de un recorrido breve de la película “Belle de Jour”, buscando una interesante ilustración.

 

 

 

                              

 

Ficha técnica y artística

 

Título: Bella de día

Título original: Belle de jour

Dirección: Luis Buñuel

País: Francia, Italia

Año: 1967

Duración: 101 min.

Género: Drama

Reparto: Catherine DeneuveJean SorelMichel PiccoliGeneviève PagePierre ClémentiFrançoise FabianMacha Méril, Muni, Maria Latour, Claude Cerval, Michel Charrel, Iska Khan, Bernard Musson, Marcel Charvey, Francisco RabalGeorges MarchalFrancis Blanche

Productora: Robert et Raymond Hakim, Paris Film Productions, Five Film

 

 

Se abordará el tema del deseo desde varios puntos de vista pasando desde su concepción cultural, como desde una visión filosófica del concepto de deseo. Para llegar al psicoanálisis y poder bosquejar este gran significante por medio de un recorrido breve de la película Belle de Jour, buscando una interesante ilustración.

El deseo, se dice del anhelo de saciar un gusto. La agradabilidad que conmueve nuestros sentidos, sea por encauzamiento, o motivado por vivencias pasadas, o por neto reflejo corporal, ya sea por objetos materiales, por saber, por personas o por afectos”.[1]

El deseo es la consecuencia final de la emoción inducida en origen por la variación del medio. La cadena causa-efecto que le corresponde es la siguiente: Emoción Sentimiento Deseo”. (2)

A cada deseo le precede un sentimiento, se puede decir que al deseo sexual le precede un sentimiento de atracción: Las normas sociales actuales hacen imposible que esta frase sea de uso cotidiano, sobre todo por el miedo al rechazo. No obstante, el deseo —sea del tipo que sea— y su satisfacción, forman parte de la naturaleza humana. Satisfacer los deseos de forma adecuada implica el uso de la empatía para evitar agredir, y en consecuencia, provocar respuestas violentas en personas que, adecuadamente estimuladas, accederían sin problemas”. (2)                          

En este punto, podemos observar que el deseo es considerado como una consecuencia por determinadas causas y dirigidas a un determinado destino, pero sin llegar a discernir lo que lo provoca, bordeando de forma insípida y superficial la causa, aseverando la causa a una suposición sentimental.

En la teología cristiana, se llama concupiscencia a sentir deseos (o exceso de deseos) no gratos a Dios. De acuerdo con su etimología de concupiscencia, de cupere, (del latín desear, reforzado con el prefijo con) a la propensión natural de los seres humanos a obrar el mal, como consecuencia del pecado original”. (2)

“La especial insistencia de la enseñanza moral cristiana en centrarse en las cuestiones de conducta sexual, ha producido un cierto sesgo en el significado, dotándolo de ese contenido, que se observa en expresiones como «miradas concupiscentes». Sin embargo, el concepto es más general, y atañe a todas las dimensiones de la conducta. Según el Diccionario de la lengua española (de la Real Academia Española) la concupiscencia es, "en la moral católica, deseo de los bienes terrenos y en especial, apetito desordenado de placeres deshonestos". (2)

“Por lo general, en la lengua castellana el término es aplicado a enseñanzas morales católicas, pero cabe destacar que es un término bíblico y, por ende, más propio del cristianismo en general que exclusivamente católico”. ([2])

En la religión, se ha desplazado o desterrado el deseo a su ética del bien y del mal, produciendo algo que se requiere abolir, se plantea como un exceso de deseos no gratos a Dios, ya que estos llevarían a los seres humanos a obrar mal como una consecuencia de algo que se heredó y en lo cual no se participó.

Para entender esta determinada postura nos ayudaría remontarnos un poco en la historia para deducir que si de alguna manera ha tenido éxito la religión sin duda ha sido por el uso de una de las formas en que los seres humanos se han podido encadenar o amarrar en una dialéctica, la del amo y esclavo de Hegel, para ser esclavos y obedecer las normas dictadas. Sería a través del cuerpo, de ahí la insistencia de la religión por la sexualización del deseo.

Para Platón, los placeres o dolores son estados que acompañan ciertas afecciones corporales o psíquicas. En el primer caso, el placer es la consecuencia del buen funcionamiento del organismo o de su restauración mientras que el dolor, de sus contrarios.

Las afecciones del alma son, en un primer análisis, consecuencia de las expectativas positivas o negativas de placer o dolor corporal.

La realidad de las pasiones, entendidas como afecciones placenteras o dolorosas, se abre en una doble dimensión temporal: recuerdo de vivencias anteriores y previsión de su presencia o ausencia futuras.

“El deseo (επιθυμια -'epithymia') se instala como arco tendido entre pasado y futuro, entre experiencia y expectativa, entre recuerdo y previsión”. ([3])

“La memoria, y su correlato el olvido constituyen el núcleo central del deseo, del apetito que, a su vez, es el principio motor de la vida animal (cfr. Filebo, 35, d), porque no concibe Platón que el cuerpo mismo tenga deseos, puesto que desear es impulso hacia aquello que en el cuerpo es carencia, como ya en el Fedro había señalado, al analizar el concepto de amor/deseo: no se desea lo que ya se tiene, sino justamente lo que no se tiene. La primera gran consecuencia de este planteamiento parece clara: el cuerpo tiene solo afecciones, si éstas se entienden como carencias, como vacíos, o, si se quiere, como ausencia de algo capaz de restituir la sensación de plenitud, de normalidad, de armonía, por decirlo más platónicamente”. (3)

“Por tanto, todo deseo es una afección anímica y todo ser viviente es tal en cuanto se encuentra animado por tendencias y deseos capaces de orientar al individuo hacia los objetos que producen plenitud, que llenen el vacío y la carencia. Deberíamos añadir, además, que ser vivo se expresa en una relación temporal, como hemos dicho, porque pasado, experiencia de "aquello capaz de llenar una carencia" y futuro, imagen de la plenitud recuperada, se encuentran en el presente como deseo, cruce e intersección de memoria e imaginación”. ([4])                                             

Platón plantea 2 tipos de afecciones: del alma y del cuerpo, en donde las afecciones del cuerpo producirán placer o dolor dependiendo del funcionamiento del cuerpo. En cuanto a las afecciones del alma, serían las expectativas positivas o negativas de placer o dolor en el cuerpo; lo cual nos llevaría a una dimensión temporal de recuerdo de vivencias anteriores y previsión de su presencia o ausencia futuras. Y es aquí, donde Platón propone que el deseo se instala como arco tendido entre pasado y futuro, entre experiencia y expectativa, entre recuerdo y previsión.

Considero, que hay un esclarecimiento con la siguiente frase de Platón: “no se desea lo que ya se tiene, sino justamente lo que no se tiene”. En donde podríamos vislumbrar ya la falta como causa de deseo.

“El deseo, es la esencia misma del hombre en cuanto es concebida como determinada a hacer algo en virtud de una afección cualquiera que se da en ella”. (4)

Como podemos observar, para Spinoza; el deseo es dirigido hacia un objetivo determinado debido a alguna afección cualquiera que esta sea. Lo interesante aquí, es dónde Spinoza coloca al deseo, en “la esencia misma del hombre”, mientras esta pulsión busca embestir su objeto de deseo, como si por un instante la esencia del hombre buscara asomarse a lo real.

“Deseo, es un movimiento hacia algo que no tenemos: el deseo se manifiesta ante una falta, una carencia, y la satisfacción del deseo reside en la posesión de aquello que nos falta. Por lo tanto, pensamos que lo satisfactorio es no desear, que es más feliz quien no desea porque eso significa que no le falta nada”. (5)

“El inconsciente es una fábrica y el deseo es producción”. (5)

Deleuze afirma que, por ejemplo, no se desea a una mujer sino a esa mujer y todos los paisajes, todos los encuentros, todos los libros, todas las ciudades que se dan en ella, que están enrollados en ella: amarla es desear desenrollar, desarrollar lo enrollado.

En este punto, Deleuze habla del deseo como reflejo de una falta, y propone lo satisfactorio que sería no desear, ya que si no se desea, es porque no falta nada.

A diferencia de otros filósofos, Deleuze plantea al inconsciente como una fábrica y el deseo como producción, menciona que no existe un objeto de deseo determinado como objeto en sí mismo, sino como la totalidad de los elementos que bordean a aquello, esa totalidad es lo que se desea.

Otra forma de entenderlo sería como Lacan expresa el deseo de posesión de las mujeres; debido a la imposibilidad del hombre de poseer la totalidad, se busca asumir esta posesión en cada una de sus partes.

Y Deleuze lo resume así: “c’est toujours avec des mondes que l’on fait l’amour”

Esto quiere decir: Es Siempre con los mundos que nosotros hacemos el amor.

“La próxima vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así establecido se suscitará una moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera”. (6)

“Una moción de esa índole es lo que llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento de deseo, y el camino más corto para este, es el que lleva desde la excitación producida por la necesidad hasta la investidura plena de la percepción. Nada nos impide suponer un estado primitivo de aparato psíquico en que ese camino se transitaba realmente de esa manera, y por lo tanto; el desear terminaba en un alucinar”. (6)

“Esta primera actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad perceptiva, o sea, a repetir aquella percepción que esta enlazada con la satisfacción de la necesidad”. (6)

Freud menciona algo que a mi parecer es de suma importancia. Dice que en el deseo se busca restablecer la situación de la satisfacción primera y la reaparición de esa percepción es su cumplimiento, pero ante esta imposibilidad el camino es la alucinación.

El deseo para Lacan es la tendencia a lograr acomodar la falta inscripta en un sujeto concreto en otro individuo que representa para el primero una estructura lingüística concreta, remedo de aquella que inscribió el deseo en su más tierna infancia.

“El deseo carece de objeto, es siempre una articulación lingüística. Los elementos que imprimen el deseo en el sujeto en su estructuración lingüística, que para Lacan son la figura de la madre, el padre real y el padre simbólico”. (7)

“Ahora bien, repetición no significa reencontrarse de nuevo con lo mismo. Escribe Lacan (S14-1966-1967: 1): “[...] cette sorte de retour bien spécial que nous avons vu – déjà l'année dernière – inscrit dans la structure et qui est proprement... dans tout ce que découvre la pensée freudienne ...fondamental. Ce retour s'appelle « répétition ». Répéter ce n'est pas retrouver la même chose”. (8)

 

Podemos observar a continuación, por medio de un recorrido por 10 escenas de la película Belle de Jour, adaptada al cine en 1967 por Luis Buñuel, que “el desear termina en un alucinar”. Como comenta Freud debido a la imposibilidad de la repetición de una situación determinada.

Lacan lo expresa de la siguiente manera:

«Ce retour s'appelle "répétition"». Répéter ce n'est pas retrouver la même chose

Esto significa: este retorno se llama “repetición” y repetir no es encontrar la misma cosa.

 

Escena # 1

Pierre Serizy y su esposa Séverine pasean por el bosque en un carruaje conducido por dos cocheros, donde se confiesan su amor, aunque él la acusa de ser muy fría, por lo que, tras parar el coche, hace que los cocheros la aten a un árbol, la golpeen con látigos y la violen.

La escena es solo un sueño recurrente de Séverine.

Se puede apreciar la puesta del deseo de Séverine en esta escena, la cual englobará toda la película, resumiéndose con Deleuze: “Es Siempre con los mundos que nosotros hacemos el amor”.

Me parece que, en este punto, podemos hacer una intersección interesante entre Freud, Deleuze y Lacan. En donde el deseo, según Freud, busca restablecer la situación de la satisfacción primera; una situación que no exigiría precisamente un objeto de deseo en sí mismo como elemento, sino como lo menciona Deleuze: como la totalidad de los elementos que bordean a aquello. Esa totalidad que exige la satisfacción primera.

Y la reaparición de esa percepción es su cumplimiento, pero ante esta imposibilidad el camino es la alucinación. Para Lacan el deseo carece de objeto, es siempre una articulación lingüística la cual no podría no ser introducida al sujeto, si no es a través de la figura de la madre, el padre real y el padre simbólico. Sin dejar atrás el rasgo femenino que menciona Lacan, el “no toda”, lo cual poseerla es totalmente imposible, es un ser de misterio, “inaprensible”.

 

Escena # 2

Séverine acudirá a una dirección, donde tras la apariencia de una casa de modas hay un prostíbulo de lujo dirigido por Anaïs, al que irá cada día de 2 a 5, bajo el seudónimo de Belle de Jour.

“Se puede apreciar una clara escisión en la protagonista que oscila entre: Una posición de objeto para el goce del otro […] posición que adopta cuando se prostituye”, y “El rechazo hacia esa posición al mostrar en su comportamiento el rasgo típicamente femenino señalado por Lacan, cuando afirma que una mujer es “no toda” [...] (9)

Me parece importante añadir al comentario del Mtro. Daniel Gerber, un tercer rasgo importante que se pone en juego en la protagonista y que es la demanda en cuanto a su deseo, como menciona Lacan: la mujer tiene un rasgo típicamente femenino que es el de “no toda” y ante la imposibilidad de ser poseída en su totalidad, se escinde para mantener la falta.

 

Escena # 3

Su primer cliente es Adolf, un fabricante de caramelos poco atractivo al que se resiste hasta que él se muestra duro con ella, momento en que se vuelve sumisa y acepta la situación, aunque a su regreso a casa se ducha y quema la ropa interior y no regresa en una semana.

En esta escena, se puede apreciar cómo el primer enfrentamiento de Séverine ante su deseo, desplazando lo que se vivía en lo imaginario a la realidad, permitiendo una visión clara entre su deseo y la culpa. (Fantasma que ayudará a narrar los eventos de esta película).

Dice Lacan: “la realidad se organiza a partir del fantasma”.

Es a través de este fantasma que Séverine trae a la luz dos reminiscencias de la infancia.

Una en donde el plomero la toca bajo sus vestidos y la segunda en donde ella se niega a recibir la hostia.

 

Escenas # 4 y # 5

Séverine no logra satisfacer a un cliente al que le gusta vestirse como mayordomo de una marquesa y que esta lo maltrate.

Su siguiente cliente es un duque, en cuya mansión, y tras vestirla con un velo negro, debe introducirse en un ataúd donde debe simular estar muerta mientras él se excita al verla.

Aquí, se puede notar ese aspecto de la subjetividad que Lacan desarrolla con tanta amplitud: el papel que juega el fantasma para la construcción de la realidad.

 

Escena # 6

Se negará a recibir a Husson, aunque vuelve a imaginarse haciendo el amor con él bajo la mesa de un café en la que están también Renée y Pierre.

Al parecer, esta escena es una analogía de la relación que Séverine tiene con Pierre y la alteridad que mantiene de “no toda” yendo al prostíbulo. En donde de alguna manera busca representar la impotencia de Pierre por poseerla, pero a la vez, manteniendo el status de “no toda”, lo acerca a él. Idea que se reforzará en la última escena de la película, en la cual a través de la impotencia de Pierre mantendrá la falta.

Asignándole como sujeto una identidad “estable”, evitando “lo que para una mujer supone el peligro de diluir su alteridad hasta hacerla inclusive desaparecer”. (9)

 

Escena # 7

En otro de sus sueños aparece nuevamente atada, siendo esta vez Husson quien la humille lanzándole barro a la cara e insultándola.

Como se puede observar en esta otra ensoñación, se mantiene la alteridad, solo que esta vez se desplaza del prostíbulo a Husson.

 

Escena # 8

Su doble vida la hace sentirse más cercana a Pierre, hasta que aparece Husson, al que le pide que no cuente nada a su marido. Este, pese a haberla cortejado antes, no se acostará con ella, pues lo que lo atraía de ella era su imagen virtuosa.

Se puede notar cómo Husson adopta así el rasgo que Freud describe como típico de la vida amorosa masculina, que es la división entre dos mujeres, la idealizada (que remite a la madre), y la degradada al rango de prostituta en la dimensión puramente fálica.

Por otro lado, se puede notar un tipo particular de elección de objeto en Husson, Freud alude al caso de ciertos hombres que solo pueden elegir como objeto sexual mujeres que tienen algún lazo, como el del matrimonio, con otro hombre. Ser “la mujer de otro”. Buscando apropiarse de lo que se escapa en el Edipo como “ilegítima” queriendo recuperar de ese resto de goce perverso la falta.

 

Escena # 9

A pesar de todo vuelve a soñar con Husson, en cómo se bate en duelo con Pierre. Tras vencer, este va a rescatarla al árbol en que permanecía atada.

A estas alturas, se denota un grito desesperado en el deseo de Séverine de ser salvada por su marido, desplazando su alteridad hacia otro lugar. Lo cual la hace sentirse más cercana a Pierre. Dando pie a la última escena, en la que manteniendo su falta se puede entregar a su marido.

 

Escena # 10

En la última escena se muestra a Pierre herido de bala por Marcel en silla de ruedas. Aparece otra ensoñación, colocando a Séverine como finalmente entregada a Pierre.

“Ya su fascinación con que Pierre observa la silla de ruedas en una escena anterior, venía a anunciar esta posición de impotencia”. (9)

Solo a través de la impotencia presentada ahora por Pierre, se puede notar que Séverine coloca en el Otro la imposibilidad de ser poseída, para poder ella cambiar de posición para poder entregarse finalmente a Pierre, no sin antes mantener el rasgo de “no toda” característico de la histeria, en donde está puesto su deseo.

“Esta alteridad es lo que ella trata de resguardar, rebelándose siempre de un modo u otro ante la eventualidad de un sometimiento absoluto. Rebelión ante las exigencias del orden simbólico que asigna a todo sujeto una identidad “estable”, lo que para una mujer supone el peligro de diluir su alteridad hasta hacerla inclusive desaparecer”. (9)

« Il est du veritable amour comme de l´apparition des espirits: tout le monde en parle, mais peu de gens en ont vu.»

(La ROCHEFOUCAULD. F. Maximes).

«Es el verdadero amor cómo la aparición de espíritus: todos hablan de él, pero pocos lo han visto»

(La ROCHEFOUCAULD. F. Maximes).

Es así como el amor, el deseo, todos hablan de él, pero pocos saben lo que en verdad desean.

 

 

Nota: texto remitido por la corresponsal mexicana de elSigma Isela Segovia

 

 

 

Bibliografía

 

Domínguez Atilano, La Ética de Spinoza: fundamentos y significado, Ed. Estudios

Gerber Daniel, Deseo historia y cultura. México, Navarra, 2016.

 

Referencias electrónicas

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Deseo

https://[5]es.wikipedia.org/wiki/Concupiscencia

http://www.ub.edu/practicafilosofica/arxius/d_r_aristoteles.pdf

http://www.microfilosofia.com/2010/11/definicion-de-deseo-spinoza.html

https://revistas.ucm.es/index.php/ASEM/article/viewFile/ASEM8585110021A/18098

http://carmeperformer.weebly.com/uploads/5/2/9/6/5296680/deseodeleuze.pdf

http://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/130921/FJGC_TESIS.pdf?sequence=1&isAllowed=y

http://www.tecuentolapelicula.com/peliculas0d/belledejour.html

 



[1] (es.wikipedia.org/wiki/Deseo, 2017)

2 (es.wikipedia.org/wiki/Concupiscencia, 2016)

[2] (es.wikipedia.org/wiki/Concupiscencia, 2016)

3 Mascaró Pons, Jaume, Deseo y razón en Aristóteles, Universidad de Barcelona, 1986. [http://www.ub.edu/practicafilosofica/arxius/d_r_aristoteles.pdf]

 

3 Ibid.

[4] Atilano Domínguez, Basalo, Spinoza en fundamentos y significado, Universidad de Castilla-La Mancha, Actas del Congreso Internacional, Almagro, 24-26 de octubre, 1990, Ed. Estudios, pág. 147.

5 Larrauri, Maite cita a Deleuze, El deseo según Deleuze, España, [4]Ed. Editorial Tándem, 2014, pág. 11.

 

6 García Collado, Francisco José cita a Freud en Análisis del concepto de Deseo en Platón, Freud y Lacan frente a la crisis del sujeto contemporáneo, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2013, pág. 158.

7 Ibid., pág. 238,

8 Ibid., pág. 158.

9 Gerber, Daniel, Deseo historia y cultura, “Bella de día o la (inevitable) división femenina”. México, Navarra, 2016, pág. 229.

 

9 Ibid., pág. 231.

 

9 Ibid., pág. 231.

 

 

 

 

 

 

 


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