Los mismos distintos lugares. Acerca de Antes no, ahora sí

05/03/2017- Por Hugo Dvoskin - Realizar Consulta

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El pequeño pueblo coreano, su plaza, sus bares, su gente son el escenario para esta película que sería un bocatto di cardinali para Heráclito: siendo los mismos, somos otros. Esta vez, nos enfrentamos a dos sujetos a partir de los cuales podríamos afirmar que “somos nuestra posición subjetiva”. Estas dos historias están construidas por los mismos personajes, en los mismos lugares, casi dentro de las mismísimas situaciones pero teniendo en cada una, ambos -especialmente el director de cine-, posiciones significativamente diferentes.

 

 

 

                    

 

 

Ficha técnica y artística

Título: Ahora sí, antes no

Título original: Right Now, Wrong Then

Dirección: Sang-soo Hong

País: Corea del sur

Año: 2015

Duración: 121 min.

Género: Drama

Reparto: Jae-yeong Jeong, Min-hie Kim, Ju-bong Gi, 

               Ah-sung Ko, Jun-Sang Yu

Distribuidora: Good Films S.L.

Productora: Jeonwonsa Film

Dirección: Sang-soo Hong

Guionista: Sang-soo Hong

 

 

 

Un día

 

El pequeño pueblo coreano, su plaza, sus bares, su gente son el escenario para esta película que sería un bocatto di cardinali para Heráclito: siendo los mismos, somos otros.

Efecto de algunas tramas e historias hemos concluido -o hemos postulado- que un modo de definir a los sujetos sería: somos lo que deseamos. En alguna otra oportunidad pudimos arribar a la formulación “somos lo que fantaseamos o lo que hemos hecho”. Esta vez, nos enfrentamos a dos sujetos a partir de los cuales podríamos afirmar que “somos nuestra posición subjetiva”. Estas dos historias están construidas por los mismos personajes, en los mismos lugares, casi dentro de las mismísimas situaciones pero teniendo en cada una, ambos -especialmente el director de cine-, posiciones significativamente diferentes.

Nos centraremos en él porque es a quien se le presenta una situación pequeña -a nuestro gusto singularísima- en la que podremos pensar algunos detalles del fin de análisis, lo que se supone que de él deviene o –hay que decirlo- lo que en algún sentido como analistas esperamos que advenga.

Se trata de un sujeto, el director coreano que se encuentra con un día más, un día fuera de las coordenadas de la cotidianidad, un “día que sobra” en su existencia. Ha sido mal informado sobre el inicio de sus actividades y por ese motivo se presenta un día antes al dictado de su seminario. Nos adentraremos en las coordenadas subjetivas que lo llevan a decidir, en cada una de las dos situaciones, qué hacer con ese día fuera de agenda.

Un cambio nada sutil en cuanto a la pregunta cliché sobre qué querríamos hacer con el resto de nuestras vidas. Es simplemente qué haríamos con un día más, no con el último, sino con uno cualquiera. Con uno que se nos otorga por fuera de lo planificado. Sobrevuelan los fantasmas de Hladick -el personaje borgeano- pidiéndole a Dios ese tiempo en el cual poder escribir su obra no publicada Los enemigos o de la mitológica Medea pidiendo un día más al rey Creonte -rey de Corinto y padre de Glauce- a quienes dará muerte junto a sus propios hijos con el día concedido. Podría ser también el día en la vida de la Sra. Dalloway en esa versión en la que cada día es la vida o bien la travesía de Leopold Bloom en el Ulises de Joyce. Un día.

La película será entonces dos versiones de cada uno de estos sujetos, versiones físicas y laborales idénticas, a los que se les da ese preciado tesoro, capaz de desencadenar tragedias griegas, encuentros absolutamente significativos o la posibilidad de darle sentido y brillo a una vida mediocre. Ham Cheon-soo está en ese día en el que se decidirá cómo sigue su vida. Una versión precisa, dramática de El día de la marmota. Si tomáramos esa versión diríamos que mientras el sujeto retroceda frente a su deseo, la repetición miserable será su destino.

 

 

Nota de traducción

 

El “ahora sí” en español remite a la vez a cuestiones de corrección y de temporalidad. Por ello no debemos soslayar el valor de “right now” en inglés que subraya la inmediatez, cierto vértigo que da lugar al tiempo pero no acentúa lo correcto. Es válido que hay mucho de “ahora sí” en la segunda parte del film aunque no nos hubiera disgustado que se titule en español “así sí”. Esta modalidad de la segunda versión es particularmente interesante porque se alinea con algunas ideas tabú con relación a qué pensamos sobre el fin de análisis y es a la que remitiría el “right now”. Deberíamos, sin embargo, estar precavidos del término “right”, correcto, pues podría direccionarse en forma moralista. Debe notarse que hay algo de “right now” -en su sentido en inglés que remite a “en seguida”- en la primera parte del filme y que caracteriza a Ham Cheon-soo. Hacerlo rapidito. Quizás entonces el “right now” nos permita pensar algunos elementos de la posición subjetiva de un sujeto en los inicios de su análisis. Digámoslo paradójicamente, la segunda versión es “ahora sí” pero la primera tiene mucho de “right now”.

 

 

Con un día en la mano

 

La película tiene varias escenas que podrían considerarse como ese foco que, en La decisión de Sophie, propusimos como el punto desde el cual cabe pararse para comentar la película y que nos permitirá detectar la evolución de los personajes. “Nuestro método consiste en primer lugar en situarnos en el punto de la película que resulta ser, a nuestro entender, el capitón –la última puntada que da el colchonero para que los hilos no se deshilvanen-.”[1]

Para no pocos este punto podría ubicárselo en el modo en que Ham Cheon-soo responde, en cada una de las dos versiones, a la pregunta sobre su actual estado civil. Mientras que en la primera versión miente, en la segunda contará que está casado desde hace ya varios años. En rigor, se sobreentiende, era para él –al menos ahora- demasiado joven para casarse. Dicho de otro modo, frente a la presencia de una mujer que le gusta, no se arrepiente pero se lamenta. Es un momento decisivo del encuentro entre ellos porque al público se le hace notar que en el primer caso es desconsiderado, juega con ilusiones, la lleva a decepciones y frustraciones que luego quedarán en evidencia en el cansancio y el llanto de Yoon Hee-jeong. En el segundo caso, no sólo es sincero, detalle que valora Occidente, sino que arriesga no tener espejos de colores para su supuesto objetivo de acostarse con ella.

Desde la perspectiva de Ham Cheon-soo, que es aL que hemos elegido para ubicar nuestro panóptico, creemos que la situación decisiva que define su posición subjetiva está jugada desde antes aunque recién en esa escena termine de tomar formato fenomenológico. Es una escena menor, poco significativa para el desarrollo de la acción -no la hay mucha- y que responde a la pregunta en la que nos hemos situado, el día de más.

Estamos en el comienzo de la película. Ham Cheon-soo mira por la ventana. El largo día lo encuentra rápidamente con una mujer, la cual le resulta relativamente atractiva, a la que encara con su casi infalible chapa de “Director Famoso de Cine visitando pueblo chico”. Para este Ham Cheon-soo, el día necesariamente tendrá nombre de mujer. El encuentro con esta joven, quien resulta ser su asistente, tiene todos los condimentos de un ‘‘prêt a porter’’ que Ham Cheon-soo deja en un tupper para la noche. Ella queda a la espera –así lo piensa él- por si otros programas, aún inexistentes, no funcionaran. Subjetivamente para Ham Cheon-soo la asistente queda stand by a la espera de los fracasos de intentos con otras chicas. No afirmamos que ella quede esperando sino que él supone que si otros planes fracasan, acudirá a ella. A él no le ha gustado mucho, sino a la distancia. Quizás le haya resultado incluso ligeramente aburrida. Son detalles que no alteran su única ocurrencia, tener sexo. Dicho así puede resultar exagerado. Habría que contentarse con decir que no imagina otra actividad que acercarse a una mujer, intentar estar con ella. “Levantársela”, podría afirmarse. Tener sexo podría ser un nombre de ese estar con.

 

 

                 

 

 

Programático

 

En esta primera versión Ham Cheon-soo escenifica el mundo masculino. Su día estereotipia la cultura de los hombres, de la virilidad compulsiva, evidentemente no sólo de Occidente. No iremos por ese lado sino por el de los goces que le son pensables, imaginables, organizables. No tiene otra ocurrencia que producir una escena que lo encuentre acompañado por alguien del otro género, que eventualmente le procure un coito, una eyaculación, un orgasmo. Acaso como el único modo de llenar el vacío de sentido, de llenar ese día. El día “libre” se constituye en paradigma de aquello que el Otro no (se) consume, o no (nos) demanda. Si hay un vacío en los planes del Otro para con uno, ese lugar ha de llenarse fálicamente, reproduciendo la demanda del Otro, con sus propias tácticas y estrategias machistas: un conjunto de actividades que conducen a la vía eréctil y luego a alguna forma de encuentro sexual. No se trata solamente de la puesta a prueba de la virilidad. Es una protagonista que no falta pero creemos no es la principal. Aquí se trata del sujeto y sus grietas.

No nos referimos tampoco al no lugar que le da a ella, que no la escucha o que no le importe. Tanto los comentarios sobre su obra pictórica, que realiza sin haber tenido interés por el cuadro que le muestra y repitiendo lo que dice sobre su producción fílmica, como algunas mentiras y algunas omisiones que tienen la notoria intención de alentar falsas ilusiones, serían ejemplos suficientes. Empero, no es el punto que nos interesa subrayar porque se trata, fundamentalmente, de la relación de Ham Cheon-soo con él mismo, con ese día al que paupérrimamente condena a la búsqueda de algún objeto más o menos bello para que esté con él. Una belleza femenina que ponga la estética que su subjetividad no aporta. Podríamos decir que entre la primera y la segunda versión la diferencia no es que él la escucha, sino que él está en la escena, con sus deseos, su presencia, sus dificultades y no con sus objetivos, de “rapidito” llegar al acto.[2]

Ese modo bajo el cual el sujeto se pierde no es sino el modo en que se presenta. Tampoco nos gustaría que supusiera una especulación resultadista porque de hecho en la primera versión, la “rapidita”, los resultados no han sido muy efectivos: le va mal con la chica, le va mal con el curso, no queda bien con el público, se va sin las expectativas de volver ni de tener nuevos encuentros. Sin embargo, y dada la condición de mujeriego que se le atribuye, no hay duda de que en otras oportunidades mal no le ha ido. Ha tenido sus mujeres, ha sido exitoso en sus cursos y ha recibido seguramente aplausos de los concurrentes. Esta vez falla y quizás también por eso el sistema se pone en cuestión. Nos gustaría pensar que no sólo por eso, que hay algo propio en el sistema que lo dificulta. Lo “rapidito” paradojalmente implica una pérdida de tiempo porque el tiempo se quema, nada de lo que sucede tiene importancia porque se está a la expectativa de que un pequeño goce le quite vacuidad al Universo. En la segunda versión, en su interés hacia la obra de ella, en sus diálogos y en la escena final en el auditorio -donde nos detendremos- aparecen –como siempre con cuenta gotas- pequeñas grandes satisfacciones.

 

 

Enamoramientos

 

Sin creer en el “amor a primera vista” y que allí se haya generado un vínculo de pareja, no nos cabe mucha duda de que en ambos encuentros se produce una fuerte atracción, un fuerte interés, un enamoramiento por el otro. Sin saber bien por qué y sin saber qué hacer con eso, en ambos caso Ham Cheon-soo lamenta no estar disponible para estar con ella. La pregunta es qué hace con eso en cada caso. En la primera versión, simplemente trata de utilizar alguna estratagema para ir a la cama. El cumpleaños de la amiga de ella y el hecho de que una de las amigas supiera de él y conociera sus declaraciones, lo ponen al descubierto. Finalmente todo concluye en grandes distancias, decepciones. Su interés amoroso naufraga sin atenuantes.

En la segunda versión, intentará entrar en relación con ella. Cuando dice estar casado pasa a ser realmente creíble que lamenta –en ese momento, singularmente en ese momento- no estar disponible para ella. También su relato de que se ha casado joven es creíble en tanto supone que fue apresurado y que en algún sentido ahora ya es tarde. Este hombre es de interés. No sólo porque cada uno podrá saber qué está haciendo con el otro sino también porque podrán buscar aquello que pueda haber entre ambos con la condición de entender que no está en los planes de Ham Cheon-soo separarse de su mujer. Sin embargo, o mejor dicho, por tal razón, tienen ese encuentro final, amoroso, rozándose apenas y abrazados a la vez, íntimos. Ella le cuenta que se ha interesado en sus películas -y va a ver una de ellas- y él sabe que ese encuentro ha sido con consecuencias para ella, la ha inoculado de ganas por su obra. Él se va. Ahora sí, deseando algún contacto más próximo con ella. Ella sabe que a él le ha gustado y ella ha gustado de él. Ella deseante y él, aunque solo, acompañado. Próximos. Se conocieron aun cuando no lo haya sido en sentido bíblico. No es poco para un día.

 

 

 

 

 



[1] Dvoskin, Hugo. 2017. Libro a editarse.

[2] “Rapidito”. Tal como dijimos en el apartado “nota de traducción” el término es paradojal porque en inglés referiría a “right now”, aunque “rapidito” en el film refiere notoriamente al tiempo de “wrong then”. 


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