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La organización genital infantil en aspectos estructurales en discapacidades motoras, sensoriales y cognitivas

14/09/2018- Por Leandro Noir - Realizar Consulta

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El autor propone pensar el proceso de la organización sexual infantil en la discapacidad. Sugiere que en ese caso la misma queda ligada a lo simbólico que legaliza, generando una marca, un orden, en la estructuración subjetiva.

 

 

  

 

  

  El texto “La organización genital infantil” data del año 1923 y trata de una interpolación en la teoría de la sexualidad que Freud venía manejando desde 1905 en el texto “Tres ensayos de la teoría sexual”. Allí Freud trabajaba la idea de que:

 

“… El punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamada normal, en ella, la consecución del placer se ha puesto al servicio de la función de reproducción, y las pulsiones parciales, anteriormente independientes unas de otras, se unificaban bajo el primado de una única zona erógena, (la genital, el pene para el varón y vagina para la mujer) formarán una organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno, por lo que su objeto sexual, que anteriormente se hallaba en el

propio cuerpo, se encuentra ahora en el exterior…”

 

  Esto quiere decir que existen varias pulsiones sexuales parciales como exhibicionismo, deseo de ver, también orales, anales, fálicas y sádicas, que actúan al principio independientemente unas de otras y luego de algún tiempo se reúnen en una síntesis más o menos perfecta.

 

  Pero años después, ya en 1923, Freud modifica su tesis de que el primado de los genitales no se consuma en la primera infancia, o solo lo hace de manera incompleta. La aproximación llega mucho más allá y no se circunscribe como en 1915 a la emergencia de una elección de objeto según el texto “Introducción al narcisismo”. No se alcanza una verdadera unificación de las pulsiones parciales bajo el primado de los genitales.

 

  Freud reformará su teoría para exponer que el carácter principal de la organización genital infantil es al mismo tiempo su diferencia respecto de la organización genital definitiva del adulto, diferencia que reside en el hecho de que para ambos sexos solo desempeña un papel un genital: el masculino. Por lo tanto, no hay un primado genital, sino un primado del falo. Por eso hablamos de una etapa fálica, la cual adquiere una connotación de estadio o fase libidinal.

 

  El falo no será en sí el pene, sino la premisa universal del pene, la creencia infantil de que no hay diferencia de sexos y que todos tienen pene. Teoría de atribuir a todos los seres un pene. Para el niño es cosa natural suponer que todas las personas tienen pene y le resulta imposible unir su falta a la representación que tiene de ellas.

 

  En los primeros años de la vida el niño no reconoce más órgano genital que el suyo, atribuyendo su existencia a los demás, y no solo a las mujeres, sino también a los objetos inanimados. En el caso Juanito (Historial de Hans) él supone que hasta las mesas tienen pene.

 

  Freud en “La organización…” sostiene:

 

“… Aquel percibe sin duda la diferencia entre varones y mujeres, pero al comienzo no tiene ocasión de relacionarla con una diversidad de sus genitales. Para él es natural presuponer en todos los seres vivos, humanos y animales, un genital parecido al que él mismo posee, más aún: sabemos que hasta en las cosas inanimadas busca una forma análoga a su miembro…”

 

  Y en el punto 5 de “La investigación sexual infantil” en el texto “Tres ensayos de una teoría sexual” se hace referencia a la pulsión de saber o investigar, la cual se da entre los tres y cinco años por lo que coincide o se aproxima en cronología con esta etapa fálica, sin embargo esta pulsión no puede subordinarse de manera exclusiva a la sexualidad. Su acción corresponde, por una parte, a una manera sublimada del apoderamiento y, por otra parte, trabaja con la energía de la pulsión de ver.

 

  La pulsión de saber recae sobre los temas sexuales, es más, puede ser despertada por estos.

El apetito de saber reintroduce la curiosidad sexual. La fase del primado del falo, en el escrito de 1923 señalará que el representante de esa fuente de saber traumática es el falo, pues no se inscribe en dicha diferencia.

 

  Lacan en el escrito “La significación del falo” ubicará al falo como un organizador de la sexualidad, pues tendrá una función de nudo en la estructuración de los síntomas, siendo una regulación del desarrollo que da ese primer rol, su ratio, es decir una común medida que organiza el desarrollo.

 

  Ahora bien, si Freud ubica en conexión la organización genital infantil con la pulsión de ver, cabe el interrogante, en materia de discapacidad, si dicha organización puede ser alterada en personas que presentan una discapacidad sensorial como lo es la ceguera. En este sentido resulta importante la cita de Freud donde explica:

 

“… En el curso de estas indagaciones el niño llega a descubrir que el pene no es un patrimonio común de todos los seres semejantes a él. Da ocasión a ello la visión casual de los genitales de una hermanita o compañerita de juegos, pero niños agudos ya tuvieron antes, por sus percepciones de orinar de las niñas, en quienes veían otra posición y escuchaban otro ruido, la sospecha de que ahí había algo distinto…”

 

  Es decir que una ceguera no altera en lo absoluto la organización de la sexualidad en el sentido que la diferencia sexual en el inconsciente no será entre masculino o femenino, sino genital masculino o castrado, es decir “fálico vs. castrado”.

 

  Aparece en escena el denominado complejo de castración. El descubrir que hay seres sin pene, en una primera etapa el niño no lo resuelve contra él, ni le opone reparo alguno; luego influenciado por amenazas, prohibiciones, como pueden ser “no te toques ahí”, “mira que le digo a tu papá”, “tapate el pito porque te lo corto”, etc., comienza a horrorizarse por dicha amenaza, llega a suponer que las niñas tuvieron alguna vez pene y si ya no lo tienen es porque lo perdieron, que tal vez hubo otro que la castró, por lo que surge el temor angustioso a perder el pene, es decir, la angustia de castración.

 

  ¿Por qué el pene se puede perder? Esta es una de las consecuencias que sobreviene cuando el niño descubre la diferencia anatómica de los sexos, pues si él suponía que todos los seres eran poseedores de un pene, al ver que hay seres que no lo tienen, deduce que lo perdieron.

 

  Acá se introduce el concepto de efecto retroactivo mencionado en el texto “Inhibición, síntoma y angustia” de 1926, según el cual por efecto de la castración todas las inscripciones pulsionales anteriores (etapas pre genitales como la oral y la anal) se re significarán y ordenarán de acuerdo a lo dado en el tiempo de la castración: se re significarán entonces los modelos perdidos anteriores, (el pecho materno, las heces), generando angustia de castración, ya que en cada etapa de la organización psicosexual ha habido una pérdida.

 

  Lo interesante es que la sexualidad se estructura en torno a una falta por el falo, aunque que en realidad no hay tal ausencia puesto que desde lo anatómico al ser humano nada le falta. Es decir que la sexualidad se constituye en torno a una discapacidad psíquica, a la posibilidad o consumación de una amputación psíquica. Entonces la posibilidad de estar discapacitado o bien la aceptación de la consumación de esa discapacidad será la común medida en la organización del psiquismo humano.

 

  La castración que aparece por la falta puede ser cubierta por el mito del complejo de Edipo, siendo una construcción que el sujeto realiza para dar sentido a lo que aparece vacío. De esta manera la castración adquiere estatuto de complejo, mientras que el Edipo pasa a ser un mito fundado también en una discapacidad en la medida que Edipo se “discapacita” arrancándose los ojos cuando se entera de que se ha casado con su madre.

 

  La discapacidad queda ligada a lo simbólico que legaliza, marca un orden en la estructuración subjetiva.

 

  Esta asociación de la discapacidad con la castración, tal vez condujo a Freud referirse al símbolo mitológico del horror, la cabeza de Medusa, siendo la misma la impresión de los genitales femeninos carentes de pene.

 

  En el texto “La cabeza de Medusa” de 1922, publicado un año antes que “La organización genital infantil”, aunque prácticamente Freud realizó muy pocas interpretaciones de los temas mitológicos, resalta su interés por hacerlo ante la horripilante cabeza de Medusa. Parte de una conclusión a modo de ecuación simbólica, estableciendo que decapitar es igual a castrar, según lo cual el terror a Medusa es, pues, un terror a la castración relacionado con la vista de algo, haciendo luego referencia a los genitales femeninos.

 

  Así pues, Freud interpreta al cabello en forma de serpientes de la cabeza de Medusa como un sustituto del pene, contribuyendo a mitigar el horror.

Por otro lado la visión de la cabeza de Medusa que convierte en piedra a quien la contempla está ligada a la erección, es decir, un consuelo al espectador: todavía posee un pene y el ponerse rígido viene a confirmárselo. Medusa sustituye así la representación de los genitales femeninos. Y la discapacidad queda asociada nuevamente a la amputación de una parte del cuerpo.

 

  Para concluir con este texto queda aún un interesante análisis sobre la nota a pie de página número 8 que realiza Freud donde sostiene que:

 

“… Por el análisis de una joven señora que no había tenido padre pero sí varias

tías, me enteré de que hasta bien entrado el período de latencia creyó en el pene de la madre y de algunas de las tías. Empero, a una de estas, idiota, la consideraba castrada, tal como se sentía a sí misma…”.

 

  A partir de esta cita de Freud podemos hacer una amplitud de la castración agregando a su asociación con las discapacidades motoras y sensoriales la conexión con las discapacidades cognitivas, pues el término “idiota” utilizado por Freud hace referencia al retraso mental.

 

 

 

 

Bibliografía

 

Freud, S. (1905). “Tres ensayos de una teoría sexual”. J. Strachey (Ed.).

Sigmund Freud. Obras Completas. Tomo VII. Buenos Aires: Amorrortu

Editores

Freud, S. (1922). “La cabeza de Medusa”. J. Strachey (Ed.). Sigmund

Freud. Obras Completas. Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Freud, S. (1923). “La organización genital infantil”. J. Strachey (Ed.).

Sigmund Freud. Obras Completas. Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu

Editores.

Freud, S. (1926). “Inhibición, síntoma y angustia”. Strachey (Ed.).

Sigmund Freud. Obras Completas. Tomo XX. Buenos Aires: Amorrortu

Editores.

Lacan, J. “La significación del Falo”. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo

XXI, 2002.

Noir, Leandro. Lecturas de Freud y Lacan en Discapacidad. Ed. Imaginate 2016

 

 


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