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Salud mental comunitaria en tiempos de hiper expulsión

03/05/2019- Por Silvia Sisto, María Rosa Cóppola y Laura Lueiro - Realizar Consulta

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Un desastre, y por lo tanto, una situación traumática, pueden ser causados por amenazas de distintos orígenes. En ese sentido las autoras proponen pensar al neoliberalismo como “desastre”, que genera diferentes “incidentes críticos” que afectan especialmente a los habitantes de los barrios más humildes porque tienen menos capacidad de resistencia y menos recursos materiales y simbólicos para tramitar la situación. ¿Cómo alojar desde un dispositivo multidisciplinario estas subjetividades arrasadas?

 

 

      

 

                               Juanito Ciruja - Antonio Berni (1978)*

 

 

 “Como decían nuestras madres: Cocinar con mucho, es fácil.

   El tema, es con poco y nada”.

 

 

  El equipo de Salud Mental de los días miércoles, de Propuesta Tatú, es en verdad un equipo interdisciplinario, no sólo porque está conformado por distintas disciplinas sino porque intervenimos con esa modalidad cada vez que es necesario[1].

 

  Pensamos las intervenciones, al menos, desde tres ejes:

La nueva ley de Salud Mental, 26.657, que vino a darle marco y amparo a nuestra práctica y la de los equipos del plan médicos comunitarios, que existe desde 2004. Dos conquistas que no llegaron a afianzarse y que estamos todo el tiempo al borde de perder.

 

  La escucha psicoanalítica como marco teórico específico que nos brinda herramientas de intervención en el campo de la singularidad.

Los lineamientos que desde la OPS y la OMS se establecieron para intervenir en situaciones de Emergencia Psicosocial.

 

  Nos parece importante situar desde dónde intervenimos y tener en claro que sin intervención, los traumas que una comunidad viva tendrán efectos mucho más graves y tendrán consecuencias negativas no sólo en su salud mental sino también en su salud física.

 

  Un desastre, y por lo tanto, una situación traumática, pueden ser causados por amenazas de distintos orígenes, en donde se combina la probabilidad de que el evento ocurra con la vulnerabilidad de la comunidad afectada por la amenaza. En ese sentido, consideramos que el neoliberalismo es un desastre, en el sentido técnico del término, que afecta especial y con mucha más incidencia a los habitantes de los barrios más humildes porque tienen menos capacidad de resistencia y menos recursos materiales y simbólicos para tramitar la situación.

 

  Utilizamos el concepto de “Incidente Crítico” para centrarnos en el impacto que producen algunas situaciones, tanto comunitarias (inundaciones, falta de agua potable, inseguridad, falta de acceso a la salud y a la educación) como singulares (violencia de género, abuso sexual sobre niñes y mujeres, violaciones, enfermedades, etc.)

 

  Para encarar nuestra tarea es imprescindible la gestión de riesgo, es decir, poder evaluar cuáles son las posibles amenazas y con qué recurso cuenta la comunidad para afrontarlas. Por eso empezamos nuestra tarea hace ya muchos años, evaluando las condiciones de la población.

 

  Si bien antes el mayor riesgo era el desalojo, los incendios o las inundaciones, hoy es la falta de alimentos y de asistencia médica. Se ven amenazadas las condiciones mínimas de subsistencia. No hace falta un tsunami para hablar de un “desastre”. Este es el contexto psicosocial donde Tatú interviene, tratando de atenuar ese impacto a través de diferentes recursos humanos y materiales.

 

  Al área psi, llegan muchas consultas, sobre todo de niños y niñas. Con los años, vamos siendo conocidas en la zona por lo que las escuelas hacen derivación directa a la Salita de Tatú.

 

  Como no damos abasto para atender a todos en forma individual, tenemos entrevistas con los padres y los niños son incorporados a un taller que tiene un doble objetivo. Por un lado, observar e intervenir sobre cada niño. Por otro, trabajar temas ligados a la prevención o a acontecimientos de la cultura y la sociedad que les permita hacer vínculo desde un ámbito más informal que el escolar.

 

  Si el niño lo necesita, se trabaja con él también en forma individual. Hasta el año pasado, ofrecíamos unas galletitas o alguna golosina. Pero, este año, nos vimos necesitadas de organizar un desayuno con chocolatada caliente y algo para comer. Lamentablemente, por todo lo que eso implica, los niños comenzaron a venir a la salita sin desayunar. No hace falta aclarar que en esas condiciones no se puede hacer ningún trabajo con un niño.

 

  También recibimos muchas consultas de adolescentes y adultos, con derivaciones de las escuelas, los juzgados y el servicio local. Sólo una minoría viene por iniciativa propia. La gran mayoría llega por derivación directa a la salita o por derivación indirecta a “algún” servicio de Salud Mental.

 

  Como la gente no consigue turno para psicología empieza a deambular por hospitales y salitas hasta que alguien le dice que en Tatú hay psicólogas. A pesar de que la salita no es oficial y de que no tenemos matrícula en Provincia, nuestros informes (aclarando las condiciones en que atendemos) son recibidos por todos esos organismos oficiales.

 

  Las problemáticas que más insisten, son las relativas a violencia de género, abuso sexual en todas las edades, dificultades tanto sociales como cognitivas en la escuela, consumo de sustancias (principalmente alcohol). Desde lo subjetivo, los síntomas más frecuentes se relacionan con cuadros depresivos, crisis de angustia y compromiso orgánico asociado.

 

  Por todas estas razones, la articulación entre medicina, psicología y trabajo social, resulta muy productiva. En muchos casos, como los problemas exceden el caso individual y abarcan a toda la familia, intervenimos todas dándole un espacio a cada uno de acuerdo a sus necesidades.

 

  El hecho de trabajar juntas durante mucho tiempo fue armando un clima de confianza y camaradería que nos permite contar con los otros integrantes del equipo cada vez que hace falta.

 

  También, y afortunadamente, vienen personas pidiendo apto psicofísico para entrar a algún trabajo o estudio terciario.

 

  Sintéticamente, esta es la actividad que desarrollamos los días miércoles en la salita. Nuestra pequeña colaboración para lograr una vida digna para todos.

Nuestra función, fundamentalmente es generar un lugar que aloje la palabra y darle estatuto a un padecimiento. Acompañar, sostener y orientar para encontrar el mejor camino para afrontar la situación.

 

  Y como nadie se salva solo… aquí estamos soñando, ese sueño de la construcción social que se oponga a tanta soledad. “Para que estar solo sea esa construcción subjetiva producto de haber estado acompañado”, D. Winnicott.

 

 

  Desde la cocina… una viñeta

Juana y sus tres niños llegan a la salita, mucho alboroto y movimiento, mucho ruido. Todo lo que le pasa a Juana es mucho. Un hijo en Bolivia, su madre que murió lejos sin que ella pueda despedirse. Aun así, sigue, viene por dos de sus niños, ambos con certificado de discapacidad.

 

  Ella recorre lugares para tratar de mejorar las condiciones de posibilidad de sus hijos, a pesar de lo frágil y precario que es todo su entorno. Su marido es un trabajador informal y ella apenas puede con todo lo que tiene que hacer.

 

  Laura la recibe, la escucha y le ofrece el espacio de taller para los chicos, tres varones de 9, 10 y 12 años. Y otro de escucha para ella. Los recibimos el miércoles siguiente. Los tres niños en el taller caotizan el espacio, es muy complejo poder trabajar.

 

  José el mayor con una discapacidad mental grave, ¡no logra quedarse sentado sin pegarle al del medio! el que supuestamente está bien y sin embargo, no puede más, está agotado de sus dos hermanos movedizos. El más pequeño no para, tira, toca, pega, salta, y no habla, se lo ve muy enojado.

 

  Con María Rosa no sabemos cómo sostener el espacio. Después de varios encuentros en este modo… de caos organizado, le proponemos a la madre que vengan de a dos al taller, así uno se queda con ella y pueden ir a la plaza. Tratamos así, de que estos niños pueden tener un lugar para cada uno y a la vez, en ese intento, no desalojarlos a todos.

 

  Ya que no hay terapeutas para todos, ni dos talleres, pensamos esta estrategia. Y ¡funcionó! Jugando empezamos a nombrarlos “los demonios de Tazmania”, claramente estaban indiferenciados.

 

  Un miércoles José llega con la madre, él solo, rengueando y con un pie herido. Aterrado. Se lastimó al caer y se le infectó la herida. Estaba la doctora Viviana. Laura y yo los escuchamos, José lloraba, es un niño que pesa más que nosotras... o sea corporalmente muy difícil de manejar. Le explicamos, le hablamos. Laura lo sentó en un silla con rueditas y charlando y jugando lo fuimos llevando. Tenía miedo.

 

  La construcción simbólica del cuerpo para un niño con esta patología es muy otra a la que imaginamos. Entre las tres lo sostuvimos en todo sentido. La madre miraba a distancia. Viviana lo curó, le explicó y le contó cada cosa que haría. Laura le sostenía el pie y yo le hablaba tratando de que no se incorpore. Finalmente se fue con su pie vendado y curado. Y volvió al miércoles siguiente a ver a su Dra., así dijo. Estaba tranquilo, confiado.

 

  Pero ¿qué había pasado antes, además de tener una discapacidad y dificultades para soportar una herida? Fue expulsado de dos instituciones públicas. ¡Por falta de pediatras! Sabemos que el hospital público está siendo arrasado por la política del desamparo. Con todo lo que implica para esta mamá ir y venir de hospitales, en colectivo o caminando como llegó a la sala.

 

  En estos días vino con el menor. Un episodio en la escuela lo pone en el centro de la escena, la escuela manda una nota donde dice… “A la Salita de Tatú”. Hace un rato llamaron, vendrán a conocernos, se anda diciendo por ahí… que en la Salita de Tatú no te echan, que te atienden. Y hay algo que queremos resaltar, siempre pero siempre hay primera escucha.

 

  Alojar y dar estatuto de padecimiento a lo que la gente trae, es un primer modo de tratarlos, de bien tratarlos. Porque un tratamiento no garantiza que sea bueno… esta mujer y sus hijos fueron tratados, mal tratados… por el “estado” cruel que han instalado.

 

 

Imagen*: obra de la serie “Juanito Laguna”. Técnica mixta: óleo, telas adhesivas, latas, papel maché, arpillera, zapatos de lona, ​​caucho, plástico, metales, alambre, madera, cordones, clavos y grapas. 

Antonio Berni (1905 - 1981) fue pintor, grabador y muralista argentino.​​ Algunos de sus personajes más trascendentes son Juanito Laguna y Ramona Montiel, representantes de sectores marginales y olvidados del país. 

 

 

Nota1: Las viñetas desarrolladas respetan la lógica de los casos, pero portan las transformaciones necesarias para sostener la discrecionalidad y reserva correspondientes a cada abordaje clínico.

 

Nota2: Trabajo presentado en las Jornadas “Propuesta de Tatú”, los días 22 y 23/3 de 2019 

 

 

 



[1] Propuesta Tatú, fue en sus orígenes, una organización de médicos argentinos que se han formado en medicina comunitaria en la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba y que, de vuelta en Argentina, prestan asistencia en zonas que necesitan urgentemente servicios médicos y sociales. Integrando un equipo muy amplio de profesionales y colaboradores, con distintas formaciones. Hoy esto se ha transformado, muchos de los profesionales somos de la UBA y de otros países de Latinoamérica.

Nos incorporarnos hace 5 años a una experiencia que Propuesta Tatú venía llevando adelante en el Barrio 14 de Febrero de la localidad de Longchamps, Partido de Almirante Brown.

 

 


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