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Sobre la verdad, el secreto y la mentira

05/12/2017- Por Carlos Federico Weisse - Realizar Consulta

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El autor analiza el concepto de la verdad como aquella creación que tiene una estructura de ficción. Cuando decimos ficción estamos diciendo que está contenida en un relato, está escenificada y su trama está atrapada el deseo del paciente pudiendo construirse a medida que avanza el análisis. ¿Y la mentira? El autor propone su relación con lo social y con la política en tanto "más allá de la dimensión del sujeto, de su verdad, su secreto y su mentira está el discurso social, aquí más que verdad hay voluntad de verdad".

 

 

 

                   

 

 

  En el fragmento de Freud de la conferencia 23, cuando se refiere a las escenas o vivencias infantiles, dice que no siempre son verdaderas, más aún, la mayoría no lo son, y a veces están en contradicción con la realidad histórica. Es interesante aclarar con qué criterio de verdad Freud hace estas aseveraciones. En principio el criterio de verdad corresponde al criterio de verdad como correspondencia, esto es, una proposición es verdadera si se corresponde con los hechos, históricos en este caso.

 

  Freud pertenecía a un ambiente cultural en el que filosóficamente era preponderante el círculo de Viena. El maestro toma contacto con un grupo de filósofos y científicos cuyo movimiento se conocerá como positivismo lógico, el método propuesto era el inductivo y la finalidad era la unificación del lenguaje de la ciencia y la eliminación de la metafísica en el ámbito científico. Además todo conocimiento debería ser verificado.

 

  Por lo tanto estas escenas infantiles eran mayormente falsas desde el punto de vista científico, pero entonces ¿por qué estas escenas infantiles están en la base de los síntomas? Freud plantea que son impropias como factor etiológico, evidentemente el factor etiológico, causal que sostiene la ciencia no funciona con pacientes en análisis. Por lo tanto este necesita otro criterio de verdad y otro criterio de causalidad. Estos criterios de verdad y de causalidad son los que se sostienen en la lógica formal de la consciencia, entonces necesitamos otros distintos para abordar la lógica del inconsciente.

        

  La dimensión causal del inconsciente funciona de acuerdo a lo que Freud conceptualiza como “a posteriori”, y tiene que ver con la re significación sexual de la pubertad, en la infancia suceden determinados hechos sexuales que quedan como en un limbo, sin ser comprendidos, y recién son significados con el despertar sexual de la pubertad. Es en ese momento que la dimensión traumática puede producir un síntoma, entonces, paradójicamente la causa es posterior al evento, rompiéndose así la simple causalidad lineal.

        

  Otro tanto es válido para la dimensión de la verdad en el inconsciente, pues cuando una vivencia, o fantasía, o representación es intensamente cargada por la pulsión no se puede distinguir si eso es producto de la fantasía o sucede en realidad. Entonces esa representación, vivencia o fantasía se convierte en realidad, es decir se propone como verdadera. Y es a esa verdad interna a lo que responde el psiquismo, por ejemplo reprimiéndola y formando un síntoma. Esta verdad que es oculta y desconocida por el paciente sólo puede ser conocida mediante el análisis, mejor dicho reconstruida por el análisis.

 

  Esto implica que la verdad tiene una estructura de ficción, cuando decimos ficción estamos diciendo que la verdad está contenida en un relato, está escenificada, rellenada con detalles de cosas vistas y oídas en cuya trama está atrapado el deseo del paciente. Esta trama se va construyendo a medida que avanza el análisis y se va delineando lo que Lacan denomina “el fantasma fundamental”, es decir aquella estructura en la que se basa la repetición del paciente. Aquel núcleo que es, en sí mismo, la verdad del sujeto.

        

  Como vemos esta verdad es enteramente original del psicoanálisis, no es una verdad a la manera de la correspondencia entre la proposición y la cosa, en tanto verdad científica según el círculo de Viena, tampoco es una verdad que se basa en la utilidad como sucede con el pragmatismo, no es tampoco un criterio instrumental de verdad. Verdades todas que tienden a la universalidad. Es una verdad parasitaria, totalmente singular es decir válida para ese sólo sujeto en base a su historia contingente en aquellos tramos en que quedó fijada la pulsión.

        

  También es una verdad secreta, pero es un secreto no sabido por el sujeto, que sólo el analista puede desentrañar y también es una verdad que miente, que no puede dejar de mentir aunque sin intención de parte del sujeto.

 

  En cuanto al secreto como lo oculto que puede ser develado con lo cual desaparecería se puede oponer un secreto no conocido. Si se cita a Edipo Rey como el prototipo del secreto que no se sabe implica un secreto que determina a un sujeto, un secreto de los dioses. Un hombre se ve conducido a convertirse en parricida y a poseer incestuosamente a su madre en forma totalmente inconsciente por orden del destino que fue comunicado a los oráculos.

 

  El adivino Tiresias, que sabe el curso de la trágica historia, no quiere hablar al respecto. El guarda el secreto fatal, es alguien exterior al secreto quien tiene este conocimiento, pero salvo que sabe el destino Tiresias no sabe el motivo de ese destino. Se plantea en este caso que el conocimiento no sirve de salida. A través de la palabra no hay redención posible, no sería capaz de detener el desencadenamiento de los sucesos Lo que parecen decisiones de Edipo, se le escapan totalmente y el secreto se descubre siempre al final cuando todo está jugado.

 

  ¿Por qué las palabras, el conocimiento no sirve de solución? Tal vez la respuesta está en otro secreto: los misterios de Eleusis, éstos eran un culto secreto dedicado a Deméter y Perséfone, un culto agrícola por antonomasia. Es un mito que explica el cambios de las estaciones griegas, que eran tres, menos el otoño. Había entonces invierno, primavera y verano.

 

  Mito protagonizado por Deméter. Su hija, Perséfone, fue secuestrada por Hades, el dios de la muerte y el inframundo. Deméter era la diosa de la vida, la agricultura y la fertilidad. Descuidó sus deberes mientras buscaba a su hija, por lo que la Tierra se heló y la gente pasó hambre: el primer invierno. Durante este tiempo Deméter enseñó los secretos de la agricultura a los hombres. Finalmente Deméter se reunió con su hija y la tierra volvió a la vida: esta fue la primera primavera. Desafortunadamente, Perséfone no podía permanecer indefinidamente en la tierra de los vivos, pues había comido unas pocas semillas de una granada que Hades le había dado, y aquellos que prueban la comida de los muertos ya no pueden regresar. Se llegó a un acuerdo por el que Perséfone permanecería con Hades durante un tercio del año el invierno y con su madre los restantes ocho meses.

 

  Ahora bien, el culto era secreto y solamente los iniciados podían hacer los rituales, es decir debía haber una transformación del sujeto en una especie de inmersión cultual sin la cual no había realización posible. De esta manera el puro conocimiento no alcanzaría, no habría posibilidad de alcanzar la cabal comprensión mítica de las estaciones y de la agricultura.

        

  Me parece que esto resulta equivalente al proceso de análisis. Suponiendo que haya una posibilidad de informarle a un sujeto como se estructura su fantasma fundamental (su secreto no sabido), y cómo este está en la base de sus acciones y elecciones de su vida (el destino) no surgiría ningún efecto si no pasa antes por la transformación subjetiva de realizar un análisis en transferencia, sustituir su neurosis por una neurosis de transferencia y modificarse por esa vía. Es decir la sola revelación enunciativa del secreto no lograría cambiar el estado de cosas.

        

  Con respecto a la mentira, en el fragmento citado de Lacan este cita a la verdad en el orden de lo real, pero en tanto este, lo real, es mudo no habría posibilidad de decirla, esto solo es posible a través del significante que siempre miente. Entonces la verdad solo se podrá decir a medias. Ahora bien ¿Qué quiere decir "decir a medias la verdad"? En principio hay una imposibilidad de decirla toda, hay una parte que queda oculta, en la oscuridad, podríamos decir que es la parte secreta de la verdad o dicho de otra manera el goce. Por eso plantea Lacan que la verdad es hermana del goce, porque ambos son mudos.

        

  Podríamos decir que es solo parcial el hecho de que Perséfone haya vuelto a la tierra, un tercio de su vida, el invierno, está en el Hades. El Hades es la parte oscura, el secreto de Perséfone, lo que no brota ni se muestra. Este secreto descompleta a Deméter, es el precio que tiene que pagar por su recuperación. Entonces vemos como se articula la verdad, el secreto y la mentira.

        

  Si bien no hay posibilidad de decir toda la verdad, tampoco hay posibilidad de mentir completamente, digamos que en la mentira hay un núcleo de verdad, y también lo que se sustrae a la verdad y a la mentira es el secreto, la parte oscura, infernal de ambas. Es que cuando se miente no se sabe porque se está mintiendo.

        

  Si hay un saber intencional como dice Derrida en la mentira, lo que se puede llamar el utilitarismo mentiroso, la parte pragmática de la mentira, que busca un fin –salvo en la mentira compulsiva- en la cual no se sabe por qué se miente banalmente. Pero más allá de eso, no sé qué busco realmente con mi mentira. Hay un secreto en la misma mentira que puede aparecer en principio tan dueña de su voluntad, como hay un secreto en la verdad que no puede decirse.

        

  Ahora bien más allá de la dimensión del sujeto, de su verdad, su secreto y su mentira está el discurso social, aquí más que verdad hay voluntad de verdad. Hay la relación entre verdad, saber y poder. Aquí el sujeto debe entrar en un régimen de verdad, si se está afuera es condenable. Pero podríamos decir que hay además un régimen de la mentira. En el trato social se espera que todo el mundo mienta, en la política también.

        

  Derrida plantea que la política es el campo de la mentira por excelencia. Mientras que la política tradicional se apoyaba en el secreto, en la política moderna se apoya en la mentira esto es lo que se dio en llamar política cínica, yo miento, les muestro que miento y no me importa.

 

  Pero Derrida hace también una diferencia entre el engaño y la mentira, plantea que a diferencia del engaño la mentira es incomprobable. En la medida que la única forma de comprobar la mentira es la confesión del mentiroso pero que, con este acto, dice la verdad. El engaño en cambio es el aspecto externo comprobable. Se puede engañar con la mentira o con la verdad. En un contexto en donde nadie conciba que se diga la verdad, decir la verdad es engañar. En un contexto tal donde siempre se espera una mentira, mentir no es engañar.

 

  Derrida habla además del equivoco, si bien el equívoco en el habla humana se inevitable, en el sentido de la indeterminación del significante y de la polisemia del lenguaje hay varias maneras de usar el equívoco. Una de ellas es el chiste, el equívoco puede utilizarse para desencadenar el humor. Puede utilizarse como contraseña de pertenencia a un grupo y en este sentido funcionar como secreto. Puede utilizarse como insinuación tanto en el sentido sexual así como de amenaza, etc. ¿Qué relación tiene el equívoco con la verdad? Me parece que el equívoco está dirigido por la verdad del sujeto, es decir cada cual lo entiende según su deseo.

 

  Yo interpreto el equívoco de acuerdo a la verdad de mi deseo, y así develo mi secreto para el Otro que puede leerme sin que yo tenga consciencia de esa lectura, puede usarlo para interpretarme, para engañarme proponiéndose como señuelo, para herirme, así de expuesto está el sujeto que se cree a salvo.

 

 

 


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