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Amarretes constipados: avatares del erotismo anal22/12/2017- Por Marta Gerez Ambertín - Realizar Consulta
En las fiestas nos topamos invariablemente con ciertos “personajes” que nuevamente dan prueba de un pertinaz amarretismo. Al respecto, la mayoría mantiene un comportamiento dual. Tal doblez remite a “la codicia primitiva del lactante” que procura apoderarse de todos los objetos y que deja una huella indeleble en la subjetividad… Hay una tendencia en el humano a querer apropiarse de todo lo que pueda, o su contra faz: desprenderse defensivamente de todo. Un exceso de retener o un exceso de deponer, Y Freud sin ambagues lo vinculó de una u otra manera con el erotismo anal.
El avaro de Molière
En estos días del final del año en que en el país que atravesamos y vivimos está todo muy complicado, muchos aún se preparan a realizar algunas celebraciones o al menos, los rituales de algunas celebraciones: encuentros, despedidas, muecas de alegría o al menos muestras de reconocimiento amistoso de haber transcurrido en las buenas o en las malas, un año más con otros.
En estas visicitudes muchos precisan intercambiar dones, regalitos, algunos brindis y para eso es preciso recolectar algún dinero. En tales circunstancias nos topamos invariablemente con ciertos “personajes” que nuevamente dan prueba de un pertinaz amarretismo. Eso me impulsó a realizar este brevísimo ensayo en torno al amarretismo tan vinculado desde Freud con el erotismo anal. Si se trata de una posición subjetiva, o de un rasgo de carácter o una pertinaz mezquindad, no lo sé. Destacaré al menos como se presenta y no dudo que muchos de ustedes compartirán alguna de mis proposiciones.
Freud afirma que “el hombre de cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que los sexuales, con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía”. No hablamos de dinero sin posar o fingir un poco, más aún, se relata a amigos, psicoanalista, conocidos o amante, gustos o preferencias sexuales, pero no cuánto dinero hay en la caja de seguridad o en un plazo fijo. El dinero se disfruta como un helado: en soledad; y se trata con más apertura las cuestiones sexuales que las monetarias.
En estos temas la mayoría mantiene un comportamiento dual. Tal doblez remite a “la codicia primitiva del lactante” que procura apoderarse de todos los objetos y que deja una huella indeleble en la subjetividad. La operación de la ley de la cultura no expulsa esa codicia (más bien la intensifica), lo cual produce múltiples retoños en la vida psíquica donde se despliega un abanico que va desde la avaricia desmedida hasta la postrada abnegación.
En tal sentido, la cuestión del amarretismo tiene allí sus orígenes y puede afirmarse que es estructural a la subjetividad: unos más, otros menos, hay una tendencia en el humano a querer apropiarse de todo lo que pueda, o su contra faz: desprenderse defensivamente de todo. Un exceso de retener o un exceso de deponer, Y Freud sin ambagues lo vinculó de una u otra manera con el erotismo anal.
Ahora bien, el amarrete es aquel que se resiste al intercambio y no sólo de dinero sino también de otros valores. Las “quiere todas para sí” y parece haber nacido creyendo que todos le deben algo, por tanto, no puede intercambiar nada, ni tiempo, ni ideas, ni un café, ni siquiera “figuritas” con lo cual, si bien su estrategia es no perder nada, termina perdiendo sus lazos sociales, de amistad, amorosos, y queda solo, acumulando hasta la nada.
Su resistencia al intercambio desconoce la ley de Georg Cantor: para que algo ingrese a un conjunto es preciso que algo salga, es decir, perder un poco para ganar algo. Ley básica no sólo de las matemáticas y la teoría de conjuntos, sino del erotismo anal y la regularidad de las deposiciones. Concluimos, entonces, que el amarrete es un constipado psico-físico... ¡y ya sabemos los riesgos de toda constipación!
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