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Duelos ¿eran los de antes?

22/03/2019- Por Ana Esther Krieger - Realizar Consulta

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En el siglo XX se produce un giro hacia la negación de la muerte y la eliminación del duelo, en consonancia con el proceso de industrialización del capitalismo que se extendió con la globalización… Aparece un cierto deber ser moral y obligación social de evitar todo motivo de tristeza. Los ritos funerarios también cambian… Sin embargo, resguardados en la virtualidad, los usuarios se animan a hacer públicos algunos de sus dolores más hondos. Las redes se hacen eco… ¿Nuevas formas de simbolización?

 

 

 

                              *

 

 

 

“Comeremos los muertos de la misma forma en que comeríamos uno de nuestros miembros si este fuera amputado… para que se transforme en otra parte de nosotros mismos”

 

                                                                                           Crisipo[1]

 

 

El color del duelo

                        

  El color del duelo es múltiple, es del arcoiris generoso que el deudo elige, con el cual se viste. Si bien el negro fue el elegido como símbolo universal, aprendimos los argentinos que el blanco que cubre las cabezas de las Madres, rememora la muerte que enseña su dolor.

                                        

  Se está de duelo, no porque una persona cercana haya muerto, sino porque se llevó con él en su muerte, un pequeño trozo de sí (J. Allouch), una muerte que pone de duelo, hace un agujero en el real, lo que poco tiene que ver con una pérdida en la realidad.  

 

  Leyendo en detalle la interpretación de Hamlet hecha por Lacan, Jean Allouch expone aquí la tesis opuesta: el objeto del duelo es insustituible. El duelo no es cambiar de objeto, sino modificar la relación con el objeto. Perder a alguien es también perder un trozo de sí.

 

  Con Freud: “El duelo gusta ocuparse del difunto, evocar su memoria y conservarlo el mayor tiempo posible, aun así: “la guerra nos aconseja pasar por alto la muerte de personas amadas”. Conclusión freudiana, por un lado tenemos al duelo como la negación a sustituir al que perdimos, y por el otro lado, el trabajo de duelo, es necesario para que sea posible la sustitución del ser querido por otro nuevo.

 

  Plutarco, en la consolación a su esposa por la muerte de su hijita, enseña el cuidado de imponerle una medida al duelo, tema principal de la cultura griega. “Porque conozco y mido la importancia de nuestra pérdida, pero si veo que exageras la tristeza, eso me daría más pena que lo que ha sucedido”. Dignidad, simplicidad, silencio: tales son los atributos de esa esposa ejemplar en el duelo.

 

  Se puede hacer notar que para Plutarco, el exceso en el duelo equivale al exceso en el placer, que parece constituir, una forma de lascivia de la cual debe guardarse la buena esposa.”

Esto no quita que un duelo mesurado no deje ser interminable, lo cual arroja al doliente a la melancolía.

                    

 

Un poco de historia

 

  Según el recorrido que realiza Liliana Cazenave encontramos que en el siglo XX la muerte en Occidente reemplaza al sexo como tabú. Esto se traduce en que van desapareciendo los ritos tradicionales que acompañan al duelo. El tabú de la muerte se minimiza, o se exalta cuando es violenta o es un tema en los noticieros de la televisión y se la destaca en las figuras públicas que se convierten en espectaculares.

 

  Ariés señala que la muerte era familiar, integrada a la vida, domesticada. En el siglo XX, a partir de la Primera Guerra Mundial, se comienza a excluir la muerte. Este cambio provoca la eliminación de la muerte del campo de lo público, de la comunidad y, al mismo tiempo, la ausencia o disminución de los ritos que históricamente la han acompañado.

 

  Una vuelta por la historia ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Las actitudes ante la muerte han variado desde la perspectiva histórica.

 

  A partir del siglo XVIII, el hombre de las sociedades occidentales tiende a dar un sentido nuevo a la muerte. El romanticismo como movimiento cultural de esa época adjudicaba al tema de la muerte un sentido macabro asociado con el amor y el erotismo, de una cierta complacencia en los espectáculos de sufrimiento. Hasta esa época se había instaurado un duelo que forzaba a la familia del difunto a mostrar durante un cierto tiempo, un dolor que no siempre sentía.

 

  En el siglo XIX el límite dejó de ser respetado, con una exageración más allá de las costumbres, significando que los deudos aceptan con mayor dificultad que antes, la muerte del otro.

 

  Ya en el siglo XX se produce un giro hacia la negación de la muerte y la eliminación del duelo. Según lo que señala L. Cazenave se ubicó en Norteamérica y Europa del Noroeste, en consonancia con el proceso de industrialización del capitalismo y que se extendió con la globalización.

 

  El empuje a la felicidad, con el sentido de aumentar el placer y disminuir el dolor, es la ética que supone este proceso de globalización de carácter utilitarista. Aparece un cierto deber ser moral y obligación social de evitar todo motivo de tristeza, se exige de algún modo un aparente sentirse siempre feliz.

 

  Estos cambios acompañan a los que se vienen produciendo desde el romanticismo en el seno de las familias. Ya no se tolera el impacto que produce la presencia y la certeza de la muerte. Los ritos funerarios también cambian. Se trata de que la ceremonia sea discreta, evitar las fuertes emociones y va desapareciendo el luto.

 

  La pena excesiva es señal de cierto desarreglo mental y hasta se califica la tristeza que dura mucho tiempo, como depresión, como patológica. Esto deviene en la necesidad de medicalización para superar estos sentimientos lo antes posible.

 

  La cremación es un método usual para hacer desaparecer el cuerpo. Sigue vigente la visita al cementerio, la veneración de la tumba, los entierros no se ocultan y la muerte, en este contexto, es objeto de consumo y de beneficios. Los entierros son objeto de publicidad, los velorios se dirigen más a los vivos y al muerto se lo maquilla o embalsama.

 

  Como resultado de este borramiento de la tristeza y del duelo en el pasaje de la vida a la muerte vemos que a través de las épocas siempre estuvo presente alguna ritualización de la muerte, ya sea con prohibiciones o con concesiones.

 

 

  En concordancia con las ideas expuestas y pensando en la clínica, surge como tema consecuente la elaboración del duelo y sus obstáculos. Se extraen algunos pensamientos:

 

  “Se hace necesario entonces una reconstitución de la trama simbólica por la producción de un trazo sobre ese real. La función del duelo, nos enseña Lacan, es la de subjetivar la pérdida inscribiendo un trazo nuevo, que recubra ese agujero en lo real producido por la pérdida”.

 

  “De allí la importancia de los ritos funerarios que intentan nombrar algo, trabajo necesario para que lo que murió en lo real, muera en lo simbólico. Por otro lado, el dolor del duelo afecta al cuerpo imaginario. Es en la escena social con el semejante que el dolor por la falta encuentra su localización y acotamiento”.

 

  Aquí vemos alguna explicación posible sobre lo que actualmente sucede en el posteo en las redes.

La pregunta que se formula es: ¿el posteo que actualmente se realiza en las redes sirve para atravesar el duelo o contrariamente lo cristaliza?

 

 

¿Qué sucede hoy? Las redes…

 

  El artículo de La Nación del año 2015[2] ilustra lo que acontece actualmente. Frases como “nuestro matrimonio se terminó”; “papá nos dejó hoy”; “hace un año, el cielo sumó un ángel”; “desde acá, te extrañamos y te recordamos siempre”; “hoy cierro un ciclo. Gracias por tanto”, abundan en las redes sociales.

 

  Resguardados en la virtualidad, los usuarios se animan a hacer públicos algunos de sus dolores más hondos. Una muerte, una ruptura amorosa, la despedida de una mascota y hasta un fin de ciclo laboral son algunas de las experiencias de pérdida que pueden encontrar un espacio perfecto para ser compartidas, con la esperanza de que la tristeza ceda y de a poco se pueda ir superando el dolor.

 

  Este hábito se plasma cada vez con mayor frecuencia en Facebook, la red social más popular. Allí se complementan los textos personales con fotografías, canciones y videos. En Twitter también se replica, aunque usualmente se manifiesta ante la muerte de figuras públicas.

 

  “Cuando uno está en proceso de duelo, necesita dos cosas: una es reflexionar y volver a dar una significación a lo que se ha perdido; la otra es escuchar una palabra de aliento que permita ver mejor lo sucedido”, observa Diana Litvinoff.

 

  “La proliferación de redes sociales demuestra que las personas buscan comunicarse. Duelar siempre es un proceso individual, sea o no compartido en la red, pero poner en palabras lo que a uno le pasa sirve para aliviar el dolor porque, del otro lado, no hay máquinas, hay personas”.

 

  ¿Qué pasa con nuestra identidad virtual cuando dejamos de existir en la vida real? ¿Cómo reaccionar frente a un perfil que ya no tiene un usuario real detrás? Para el sociólogo Marcelo Urresti, la tendencia a tramitar duelos en las redes sociales forma parte de un “uso desviado” o inesperado.

 

  Nadie se acostumbra a procesar una muerte, pero la sociedad tiene convenciones sobre qué hay que hacer: el cementerio, el velatorio, el entierro, incluso fórmulas del lenguaje. Pero en el caso de Facebook, aún es nuevo enfrentarse a la muerte. Para los especialistas, aún hay que aprender a procesar en esa plataforma qué se hace con alguien que murió.

 

  El servicio virtual Afternote permite confeccionar una lista de cosas que se quieren hacer antes de dejar la vida, y deseos y mensajes para las personas más queridas. Permite invitar a tres personas de confianza para acceder a estos deseos y mensajes. Otra de las alternativas es DeadMan'sSwitch, un servicio de mails póstumos, en el que un usuario crea mensajes que desea enviar una vez que muere.

 

  El recorrido transitado permite confirmar que el sujeto humano no es sin el otro y siempre encuentra la manera de formalizar y poner en acto el lazo social.

 

 

Imagen*: tomada del sitio http://viadeescapefelixgutierrez.blogspot.com/2011/02/mi-muerte-virtual.html

 

 

Referencias:

 

Cazenave, Liliana. Actualidad del lazo - El duelo en la época del empuje a la felicidad.

http://virtualia.eol.org.ar/021/Actualidad-del-lazo/pdf/El-duelo-en-la-epoca-del-empuje-a-la-felicidad.pdf

Ariés, Philippe. Morir en Occidente. Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2007.

Ariés, Philippe. El hombre ante la muerte. Buenos Aires, Taurus ediciones, 1983.

Allouch, Jean. Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca

http://www.psicomundo.com/libros/presentaciones/duelo.htm

 

 

 

 

 



[1] Crisipo de Solos filósofo griego, nació c. 281/78 a. C. en Tarso o Solos (Cilicia) y murió c. 208/05 a. C., en Atenas. Fue figura de la escuela estoica antigua. Se le atribuye el mérito de haber desarrollado una lógica de proposiciones rival de la lógica aristotélica. El desarrollo más importante se concentra en la dialéctica y su división en “significantes” y “significados” fundada en una “construcción tripartita del lenguaje en la que se concentra una de las posiciones más originales del estoicismo” (p. 59). Igualmente se afirma la importancia de la teoría de la argumentación en la dialéctica crisipea.

[2] https://www.lanacion.com.ar/sociedad/duelo-las-redes-sociales-tambien-ayudan-a-decir-adios-nid1759886

 


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