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El autismo en la infancia

06/05/2017- Por Juan Carlos Matías - Realizar Consulta

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En el autismo, se está lejos de un cuerpo imaginario y del armado de un cuerpo pulsional. Más que interpretar con material significante, se busca maniobrar con materiales que puedan fabricar la superficie de un cuerpo y un lugar en el mundo. En la superficie autista no se estructura un continente que bordea con sus agujeros a la mirada y a la voz, sino que, cuando el niño mismo se lanza al vacío o arroja objetos por una ventana, no hay objetos, no hay ventana ni algo del otro lado… Tiene el objeto mirada pegado a su ojo y el objeto voz adherido al oído, no los cede. Fabricando neo-bordes, construye un lugar posible para vivir…

 

 

 

                

 

 

El título debería haber dicho: “Autismos”, ya que esta estructura abarca un abanico de posibilidades en las que no entra la idea de un autismo puro. Algo que la psiquiatría llama: “trastorno de espectro”. Espectro es un término que alude a una variedad de síntomas, pero también al aparecido, a una figura fantasmal o fantasmagórica.

Entonces, un abanico de posibilidades: Niños que se recluyen en una burbuja de mutismo o en una burbuja de sapiencia, me propongo realizar una escueta revisión sobre ambos desde la singularidad de la clínica.

Pero, antes mencionaré que también hay niños que deliran. Respecto a éstos, en el síntoma restitutivo de la esquizofrenia, se vuelve a ligar la libido a un órgano del cuerpo a la manera psicótica. El significante se hace real o se realiza lo simbólico. Como dice Freud, en “Lo inconsciente”-[1], se trata a las palabras como cosas.

En la psicosis, según la hipótesis lacaniana del año 1955[2], por la forclusión del Nombre del Padre se producen trastornos en el lenguaje y en el cuerpo imaginario. En el autismo, se está lejos de un cuerpo imaginario y del armado de un cuerpo pulsional.

Más que interpretar con material significante, se busca maniobrar con materiales que puedan fabricar la superficie de un cuerpo y un lugar en el mundo.

Algunos autores suponen que no se ha producido el choque o golpe del significante en el cuerpo. Surgen índices de insensibilidad al dolor y una marcada falta de enfermedades. Y cuando estos sujetos se enferman, puede ser efecto de la cura, como que alguna demanda trastornó una función biológica del organismo para convertirla en erógena. Quienes han adquirido el control de esfínteres por domesticación, como un animal, pueden empezar a ensuciarse iniciado el análisis, porque el excremento pasó a convertirse en una expresión subjetiva y elemento de placer.

J.: niño que padece de mutismo autista, de 6 años, no controla esfínteres y apenas se mantiene derecho al caminar. Se desliza como si fuera un líquido, todo el tiempo se escurre.

Entre sus obsesiones figura la de golpearse la cabeza en una pared. Lo que no es como el dicho: “Que se lleve la pared por delante”, ya que esa acción estereotipada no es un dicho, sino que queda en lo real.

Cuando eso ocurre, la madre de J., en vez de una caricia o una palabra calmante, le pone un gorro en la cabeza para amortiguar el golpe. Agrega una cosa a otra cosa, como si la cabeza de su hijo no fuera parte de un cuerpo humano.

Según el matrimonio Lefort, En Nacimiento del Otro[3], no se transmuta lo real en significante, lo real va por un lado y el significante por otro. Eric Laurent opina que en vez de una forclusión del Nombre del Padre como en psicosis, ocurre una forclusión de agujero. El autista viviría inmerso en un real siempre lleno, al que nada le falta[4].

La vida cotidiana del paciente transcurre en una fatal alternancia que dista de aquella del nieto de Freud, el del “FORT-DA”, dónde -entre otras cosas-, cae o se separa el objeto. Lo que cae no es el objeto-carrete, sino un trozo del chico: la mirada. La madre se abstiene de tener colgado de su ojo al hijo y éste crea ante el espejo una alternancia lúdica a través de la cual la mirada desaparece y vuelve a aparecer.

En el caso que se relata, el infans vive prendido del ojo materno y cuando se rompe esta simbiosis, J. cae al vacío como lo hace un objeto por la fuerza de gravedad, lo que ha ocasionado una seguidilla de accidentes graves.

El nieto de Freud localiza su propia imagen en el espejo, constituye su yo ideal, su cuerpo imaginario y también recorta la mirada como objeto de goce. Por el corte del lenguaje deviene un cuerpo imaginario y un cuerpo pulsional.

En cambio, en el ejemplo clínico, o J. vive pegado al ojo de la madre o se convierte en nada. Pero, durante las entrevistas van a surgir nuevos recursos. Si antes se adosaba a una pared con la cabeza, ahora lo hace utilizando el tacto y recorriendo con un dedo bastidores de puertas y ventanas como si fueran neo-bordes.

Los neo-bordes no rodean ningún agujero, tampoco constituyen ni un interior ni un exterior. El sujeto no está aquí y el objeto allá, sino que ambos están fusionados en una piel dura que Tustin llamó “cascarón”, en 1990[5].

Dichos procedimientos suponen una búsqueda de separación.

Cabría la posibilidad de considerar al mimetismo del autista en el sentido del Lacan del Seminario 11[6], como lo que se da a ver, como camuflaje. Piel-dura que protege del asedio de un ojo perseguidor para que su voracidad quede atemperada o apaciguada.

¿Se intenta trazar el esbozo de un circuito pulsional en un darse a ver camuflado en un cascarón?

De ser así, no se trataría de un cuerpo como vasija, con agujeros o bordes erógenos que rodean a los objetos de la pulsión, representados por un ramillete de flores en los esquemas ópticos lacanianos.

En la superficie autista no se estructura un continente que bordea con sus agujeros a la mirada y a la voz, sino que, cuando el niño mismo se lanza al vacío o arroja objetos por una ventana, no hay objetos, no hay ventana ni algo del otro lado.

Él no alcanza a trazar el trayecto de la mirada por el cual miro desde un punto y soy mirado de todas partes por el mundo. Él tiene el objeto mirada pegado a su ojo y el objeto voz adherido al oído, no los cede.

De ahí que, fabricando neo-bordes, construye un lugar posible para vivir y distanciarse del eco ensordecedor de lalengua materna.

Resumiendo, una hipótesis sería que, si el significante no retorna en lo real como en psicosis, en el autismo habría una imposible separación con el alarido de lalengua.

Otro ejemplo es el de un niño que se encierra en una burbuja de sapiencia.

B. posee una destacada habilidad para hacer cálculos orales. Cada vez que se le proporciona la fecha de nacimiento de alguna persona, él calcula en forma inmediata su edad. Siempre acierta. Fuera de esto, sus rendimientos escolares son muy limitados, incluso, se resiste a la demanda de aprender sistematizada.

Otro rasgo sobresaliente de B., es que siempre, antes de empezar a hablar, dice: “-Lo que yo quiero decir”. Le sirve de muletilla. Lo que repite es pura literalidad. Otro modo de mimetizarse adoptando el tono de la voz de quién extrajo esa frase, mero emisor de un mensaje sin sentido semejante a una radio encendida.

Un día, a B. se le ocurrió, dentro de su mundo matematizado, calcular la edad que tendría que tener un padre de acuerdo a la edad de sus hijos. Esta vez, si se le daba la edad de varios jóvenes, él deducía la edad que tendría que tener el padre; como un cálculo de probabilidad.

Al padre, que es incierto, él le calculaba la edad. A lo cual, le señalo que no todo padre tendrá, obligatoriamente, la edad por él pronosticada. Le señalo un No Todo en el goce unívoco que construye, un Otro computado. Quizás, sea su versión del padre que le permite alguna corrección a las dimensiones sueltas: la real, la simbólica y la imaginaria.

Hay versiones porque el padre no es el que dice el ADN. Ese es el padre biológico. Además, no hay un solo nombre para el padre, como tampoco un número exacto.

Después del señalamiento sobre el No Todo para la edad del padre, el niño respondió: “-Bueno, entonces ese padre tendría que tener cuarenta largos.” Inventando un medio-número o un número que no es exacto.

Cuarenta largos: mitad número y mitad palabra. Eso parece ser algo soportable para él. Porque lo insoportable es el imprevisto, la enunciación, el querer decir que excede a lo que se dice, lo que escapa.

Señalar el No Todo, implica maniobrar más con lo real que con el significante o las explicaciones o el sentido. Hacer algo con el sonido, por ejemplo, creando distancia en la voz perseguidora que aúlla como un lobo feroz en vez de hablar. Hacer que por el agujero de la boca se escupa una palabra o una voz más humana y menos automatizada.

En vez de interpretar con palabras, canturrear, que es un modo de lalengua, como la escribe Lacan, todo junto, sin el artículo separado porque no es “La” lengua universal, sino un dialecto absolutamente perteneciente a cada uno.

 

 

 

 

 



[1] Freud, S. “Lo inconsciente”. O. C. 14. Amorrortu. Bs. As. 2003.

[2] Lacan, J. De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Escritos 2. Siglo XXI.

  México 1979.

[3] Lefort, R. y R. Nacimiento del Otro. Paidós. Bs. As. 1983.

[4] Laurent, E. La batalla del autismo. De la clínica a la política. Grama. Bs. As. 2013.

 

[5] Tustin, F. El cascarón protector en niños y adultos. Amorrortu. Bs. As. 1990.

[6] Lacan, J. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós.

    Bs. As. 1987.

 


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