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Pensando el lugar del analista en Hospital de Día en el trabajo con sujetos psicóticos

14/09/2018- Por Leticia Pérez - Realizar Consulta

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"No retroceder ante la psicosis es no retroceder ante ese real incomprensible y acuciante. Se hace necesario que el analista se vacíe del saber para no constituirse como el Otro perseguidor y que eche mano a lo que tiene a su alcance a la manera “bricoleur” para poder correrse de ese lugar y orientar al goce invasivo hacia una regulación, como también para ofrecerle las piezas que el psicótico podrá utilizar para establecer un saber-hacer y armar su sinthome".

 

 

 

          

                                                   Hospital de día*

 

 

Del analista como secretario del alienado al analista “bricoleur”

 

  Pensar el lugar del analista en un dispositivo de Hospital de Día para sujetos psicóticos, implica considerar también qué tipo de transferencia es la que se pone en juego allí.

 

  Algunos autores la denominan transferencia desmultiplicada, relacionada con un dispositivo en el cual convergen distintos profesionales, tomando en cuenta sus efectos en la estructura psicótica con relación al descompletamiento del Otro.

 

  No hay sólo un profesional que porta el saber, sino varios y de diferentes disciplinas -está el tallerista, el musicoterapeuta, el terapista ocupacional, el psiquiatra, el psicólogo, trabajador social, enfermero-, y ninguno representa un saber absoluto. El descompletamiento en lo real, concepto solidario con el de desmultiplicar la transferencia, intenta hacer más soportable los retornos persecutorios.

 

  Los talleres dentro del dispositivo facilitan que ningún lugar del Hospital de Día esté completo, que ningún espacio ni profesional ocupe el lugar de ninguna totalidad alienante.

 

  En Hospital de Día el analista abre el abanico de significantes que los distintos talleres ofrecen, a través del arte, oficio u ocupación, apostando a que el paciente produzca un objeto que lo represente como sujeto, y pueda así escribir su nombre como propio, y con él construir un lazo social posible. Es decir que apunta al trabajo, a la tarea, y a que se disuelva todo lo que puede obstaculizar el trabajar.

 

  Incitar a los sujetos a trabajar nos ubica en el campo de la transferencia de trabajo, que no implica esa repetición de las relaciones del pasado del sujeto en el presente sino la constante dinámica en un espacio donde son muchos pero cada uno en su singularidad, trata de realizar una tarea.

 

  La transferencia de trabajo se distingue de la transferencia analítica, en tanto esta última implica la suposición del saber del lado del Otro, el Otro sabe. Mientras que la transferencia de trabajo se dirige al no saber. Precisamente porque el Otro no sabe, hay motivos para construir. La transferencia de trabajo en un dispositivo de Hospital de Día es posible si el analista sostiene ese lugar de la "falta de saber", condición necesaria para que se produzca un saber que implique al sujeto.

 

  El descompletamiento del saber del Otro trae como consecuencia ponerse a trabajar para construir un saber, oportunidad de armar una relación diferente con el saber que ya no pase por la invasión del Otro completo, como en el caso del psicótico, sino que se trate de la posibilidad de un lazo con el otro, a través de la construcción de un saber-hacer. En la transferencia de trabajo el analista no está en posición de Otro completo, sino de trabajador, al igual que el propio sujeto psicótico en el taller.

 

  La posición del analista en el Hospital de Día dista mucho del posicionamiento clásico en una cura para neuróticos. Nos apoyamos en la afirmación de Lacan de que no existe El Psicoanalista, el psicoanalista como universal está barrado, de lo contrario existiría el psicoanalista estándar (Lacan, 1967). No contamos con recetas universales. Esto nos conduce entonces a pensar la posibilidad de que en Hospital de Día la posición del analista se acerca más al del bricoleur[1].

 

  El bricoleur, concepto extraído de El pensamiento salvaje de Lévi-Strauss (1964), es el que se basta con los medios que tiene a su alcance, no tiene proyectos preestablecidos y trabaja con sus manos. No opera con materias primas ya elaboradas, sino con fragmentos de obras, con sobras y trozos.

 

  El bricoleur es creativo porque trabaja con restos y siempre contra el saber disciplinario; de la misma forma que utiliza cosas o restos de obra, heteróclitos, hace lo mismo con el saber, lo utiliza a trozos, indaga intersticialmente.

 

  El bricoleur es capaz de ejecutar un gran número de tareas diversificadas, la regla de su juego es siempre la de arreglárselas con “lo que uno tenga”, por lo que el conjunto de los medios del bricoleur no se puede definir, se define solamente por su instrumentalidad, o dicho de otra manera porque conserva o recoge los elementos bajo el principio de que “para algo habrán de servir”.

 

  Tales elementos, por tanto, están particularizados a medias, lo suficiente como para que el bricoleur pueda trabajar sin saber de todos los cuerpos a donde serán administrados; pero no tanto como para que cada elemento sea constreñido a un empleo preciso y determinado (Lévi-Strauss, 1964).

 

  En el tratamiento de Hospital de Día con sujetos psicóticos, el analista bricoleur juega un papel importante. Por un lado, en las intervenciones individuales, hace uso de su creatividad ofreciéndole recursos simbólicos para que el psicótico pueda amarrarse antes de caerse en el agujero de lo real.

 

  Se las arregla con lo que tiene a mano para funcionar como límite al goce del Otro. Y por otro lado, en el espacio de taller, brindando al sujeto psicótico diferentes técnicas y materiales, como las piezas que puede tomar el psicótico para construir su propio saber-hacer. El analista bricoleur tiene que rebuscárselas con la pieza suelta[2], lograr un saber-hacer y favorecer la construcción de un sinthome, que implica una invención singular.

 

  El trabajo con las psicosis implica entonces interrogar cuál es la función de cada uno de los fenómenos clínicos, con el fin de orientar la dirección de la cura hacia un trabajo de sinthomatización que le permita al sujeto obtener una nueva manera de apañárselas con lo real. “Así, al clásico ‘secretario del alienado’, podemos añadir el ‘analista bricoleur’, por ejemplo” (Borderías, 2010).

 

  Lo importante del trabajo en talleres es el intento de suplir el significante fálico por medio del arte, oficio u ocupación. Lo traemos aquí porque el acento del término “invención” es una creación a partir de materiales existentes. Por lo tanto, la invención tiene el valor del bricolaje.

 

  El psicótico, al no tener los recursos de los discursos establecidos, está obligado a inventar uno, está obligado a inventar sus apoyos, sus recursos, para poder hacer uso de su cuerpo y de sus órganos. En palabras de Domínguez:

 

“así, con el material que tenía a la mano halló su fórmula. Piezas recortadas, sueltas, de repuesto, que convocan a la improvisada bricoleur a hacer con eso. Trabajando con sus manos, procediendo sin plan previo, procura inventar a partir de lo que hay. Enigmáticas, sin sentido, estas piezas sueltas posibilitan al sujeto desarrollar el arte del que es capaz: un saber desembrollarse, un saber-hacer-ahí-con, al encontrarles otro uso posible, inédito, que le permita armar una versión propia”[3].

 

  El analista bricoleur favorece la invención de recursos para que el sujeto pueda sostenerse, lo que puede representar la relación posible en Hospital de Día entre el sujeto psicótico y el analista.

 

  Para terminar, no retroceder ante la psicosis es no retroceder ante ese real incomprensible y acuciante. Se hace necesario que el analista se vacíe del saber para no constituirse como el Otro perseguidor y que eche mano a lo que tiene a su alcance a la manera “bricoleur” para poder correrse de ese lugar y orientar al goce invasivo hacia una regulación, como también para ofrecerle las piezas que el psicótico podrá utilizar para establecer un saber-hacer y armar su sinthome.

 

 

 

Nota*: imagen tomada de https://www.lanueva.com/nota/2016-10-17-7-0-0--saludmental-3-lugares-adonde-van-los-pacientes-psiquiatricos-despues-de-la-internacion

 

 



[1] Algunos psicoanalistas han mencionado el término de analista bricoleur, como es el caso de Jacques Alain Miller en La invención psicótica (2007) y en Piezas Sueltas (2007); y Vicente Palomera en Pioneros de la Psicosis (2014).

[2] Miller (2007) introduce la noción de piezas sueltas haciendo referencia a los elementos a los que el bricoleur echa mano. Está en relación al sinthome, al saber hacer con el síntoma.

[3] Dominguez, M. (2011). Hacerse escultora, construirse un padre. Consideraciones en torno de la obra de Louise Bourgeois. En Nachträglich de la (bio)ética, Volumen 6, Número 2.

 

 


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