Columnas

Critica a la banalización del concepto de sujeto
por Norma E. Alberro

En nuestro tiempo, el concepto lacaniano de sujeto ha sido tan manoseado que ha llegado hasta el colmo de definir el sujeto cartesiano, en lugar del sujeto del inconsciente. A pesar de la referencia del sujeto al lenguaje, el concepto reconduce a una concepción del sujeto de la intención, de la voluntad y de la autonomía, completamente opuesta a la enseñanza freudiana. Esta consistencia está más emparentada con el yo que con el sujeto. Al psicoanálisis le interesa el sujeto de la enunciación, el que se desliza por debajo del sujeto del enunciado cuyos significantes, en sentido lingüístico, son los soportes de la significación intencional dirigidos al interlocutor. Los significantes, en sentido lacaniano, son los que “hablan” en la enunciación. Es este sujeto y no otro aquel del que habla Lacan.

Nunca neutral (marxista, bisnieto de rabino,… hijo de un psicoanalista)
por Sergio Zabalza

No es casualidad que junto al intento de estigmatización a un joven funcionario por judío y marxista, se destaque también la condición de hijo de un psicoanalista. Es que la ética del psicoanálisis nunca es neutral, toma partido por los derechos del sujeto en la dura tramitación que éste sostiene con las exigencias de la pulsión. El deseo del analista cuestiona el poder con que el inconsciente –al que Lacan denominó discurso del Amo– impone su ley bajo el velo que presta, por ejemplo, la naturalización de algunos valores que así adoptan un carácter esencial, cuasi sagrado o fetichista...

Sesiones cortas: ¿atajo o desvío?
por Alberto Santiere

Ninguna técnica en sí, es psicoanalítica a priori. Llevando al extremo el cercenamiento de lo imaginario, y preconizando sesiones de solo minutos, quedan por fuera de nuestro quehacer no solo el campo de las psicosis. Las neurosis graves y las psicosis son expulsadas por esta práctica... Es importante que el analista se corra de “demandar” al paciente que solo aporte palabra plena. Esta es una aspiración que puede ingresar en el terreno de cualquiera de las exigencias del Otro.

Soria: ¿La mujer sin cabeza? (Responsabilidad, locura y justicia)
por Sergio Zabalza

¿Se puede hacer una separación tan tajante entre la insanía del autor de un crimen y el entorno que lo procrea y alberga para luego exceptuarlo de toda sanción? Me inclino por la negativa. En principio, porque en más de un caso, exceptuar al supuesto alienado de la responsabilidad que le cabe por las acciones que ha llevado a cabo, no hace más que degradar su condición de sujeto: la dignidad a la que toda persona merece acceder por su simple y llana condición humana.

Reflexiones psicoanalíticas sobre el Padre y el poder
por José E. Milmaniene

Una clínica de lo social debe considerar la severa crisis de autoridad actual, dado que la función paterna opera fallidamente y no consigue por ende transmitir el Nombre que es soporte del registro simbólico: se trata de “un padre sin nombre” (Zafiropoulos, 2006, pp.20-21), “que genera el desmoronamiento del lazo social, y en un mundo sin límites ni sanciones no impera sino la perversión generalizada, la violencia segregativa y las psicosis colectiva”... Cuando acontece una deficitaria consolidación del sistema normativo por la defección estructural de la autoridad paterna, se pueden producir restituciones autoritarias extremas que entronizan a líderes mesiánicos y autocráticos, que imponen sus caprichos en lugar de la Ley simbólica, tal como aconteció en la oscura noche del nazismo

En el fondo de tus ojos: das ding (Clínica del goce materno)
por Elena Jabif

Esta historia comienza en la película canadiense Incendios, dedicada por directoras mujeres a sus madres, en medio de una gran historia de amor. Comienza, con una promesa... la de romper el hilo de la ira... En la investigación que una hija realiza del pasado de su madre, descubre con su don filial la falta de diferencia simbólica; y avanza en los demonios de cualquier pesadilla. Si uno más uno es dos, dos hijos paridos del incesto, cambia la fórmula: uno más uno es igual a uno...

La tramposa reconciliación del superyó
por Sergio Zabalza

El carácter perverso que distingue al polémico recurso del avenimiento y la manifiesta ineptitud de los jueces que en este caso lo otorgaron, no debe soslayar la urgente necesidad de que los hombres y mujeres que actúan en la justicia estén advertidos de este rasgo tan singular de la condición humana. Si de veras queremos ayudar a nuestra gente –en este caso a nuestras mujeres–, mejor estemos advertidos de que, entre los seres vivos, la única criatura susceptible de amar el dolor es el ser hablante.

La casa, el cuerpo y la angustia
por Sergio Zabalza

La pérdida súbita del hogar junto con los objetos que conforman la escena cotidiana puede retrotraer a una persona a ese estado inerme con el que llegó al mundo. En el lapso de instantes, un derrumbe dejó a cientos de personas sin techo en el centro de la ciudad: homeless en el corazón de la polis. No me imagino situación más palmaria para ilustrar el inicial desvalimiento con que el ser humano llega al mundo, ese abismo imposible de zanjar...

Homenaje a Héctor Braun a diez años de su muerte
por Élida E. Fernández

Me quedé pensando en donde se quedan los muertos, los muertos queridos, los que no son devorados por el olvido, los que nos acompañan, a los que les seguimos hablando, los seguimos nombrando… Tu vida y tu muerte fueron complejos laberintos, pero es cierto que a los que te conocimos y te quisimos, a los colegas que se formaron con vos, a los colegas que supervisaron con vos, a tus pacientes… a todos y a cada uno nos dejaste una brújula... Soñabas, soñabas y peleabas por lo que querías: un psicoanálisis en el hospital, un hospital digno, con profesionales que se apasionaran por lo que hacían... Uno siempre les debe algo a los muertos queridos. Dice Montesquieu “A los vivos, les debemos respeto. Alos muertos, solo les debemos la verdad”

Superyó y fantasma
por Omar Mosquera

Mientras cierta tradición insiste en presentar al superyó como una instancia que prohíbe el deseo, representa la ley y es custodio de la normatividad, otra corriente en cambio, lo considera exclusivamente como una figura obscena y feroz que empuja al goce y resulta mortífera. Para una el superyó es réplica del padre, mientras que para la otra es sólo un aliado de la pulsión (...) Es de fundamental importancia hacer notar que el superyó se relaciona con el campo del fantasma. En efecto, con Pegan a un niño Freud nos lega un texto ejemplar al respecto, porque entre muchas cuestiones aborda allí la articulación superyó-fantasma (...) Cada fantasma queda situado como una envoltura simbólico-imaginaria de un núcleo como ser de goce sobre el que se imprime el imperativo superyoico como expresión de la exigencia del Trieb: el debe-gozar-ser.



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