Columnas

Berlusconi: la expropiación de la vergüenza
por Sergio Zabalza

El pudor remite a una escena social y por lo tanto al prójimo que, en forma virtual o efectivamente actualizada, hace sentir el compromiso de su presencia. Por eso Lacan afirma que "el impudor de uno basta para constituir la violación del pudor del otro" ; es decir: eso que solemos llamar vergüenza ajena es el malestar por el pudor dañado. Precisamente el pudor -esa única virtud, según Lacan - nos preserva de la petrificación entre el personaje y el sujeto al operar como un velo que ampara los lugares que constituyen nuestro semblante en la comedia de los sexos que habitamos. La difusión pública de las fiestas de Silvio Berlusconi no constituyen violación alguna de la intimidad de una persona. No hay pudor ni privacidad alguna en esas prácticas ejercidas al servicio de una obscena ostentación de poder, sino expropiación de la vergüenza. La ajena.

Cómo entender la violencia social en Argentina
por Norma E. Alberro

En nuestro país, nos encontramos con personas para quienes la desesperanza y la exclusión tienen por lo menos dos generaciones. ¿Es posible aplicar las categorías psicológicas y psicoanalíticas que intervienen en la constitución de la conciencia moral y el desarrollo de la comprensión y el discernimiento, sin incluir el valor constitutivo de la marginalización? La violencia juvenil demuestra en la actualidad, hasta qué punto lo social se articula con lo psíquico. Si los abuelos, los padres y los niños están excluidos del deseo social, esto produce no sólo la desorganización psíquica sino la inconsistencia de las funciones del sentimiento moral. A eso se le agrega la ruptura del contrato social y el deterioro o disolución de la trama social que debería contener mediante sus pactos y reglas las pulsiones individuales.

Lo que se espera de un psicoanalista el día de su muerte
por Martín H. Smud

Este tema resulta algo más que un tópico de investigación, es un punto de angustia para todo analista, psicólogo, para cualquier "trabajador de la salud mental". ¿Tiene consecuencias trabajar con la muerte, el duelo, la enfermedad, la agonía puesto en la perspectiva de la propia muerte? A más de 100 años de nacimiento del psicoanálisis no sabemos cómo desde un punto de vista teórico y por tanto clínico, acompañar con nuestras conceptualizaciones a los enlutados y a los duelistas. Y allí donde deberíamos estar más preparados para adentrarnos en campos cenagosos, quedamos a pie. Repensar las conceptualizaciones acerca del duelo, es repensar también el deseo del analista, y la relación de la muerte del otro con la propia.

Filiación, transmisión, uno a uno entre los analistas
por Teodoro Pablo Lecman

El psicoanalista no suele incluir el tiempo largo y la muerte en el proceso analítico. La necesidad de incluir la muerte, la propia mortalidad en el horizonte del análisis nos parece fundamental. Allí sin embargo deberíamos profundizar en qué quiere decir esto: no es decir "mañana me voy a morir". Tiramos dos referencias: el extraordinario tratadoLa enfermedad mortal(más bien la enfermedad hasta la muerte) de Kierkegaard, gran reelaborador de la afirmación de Hegel del hombre como enfermedad mortal. Y la "segunda muerte" de Lacan (al fin y al cabo tomada del Apocalipsis de San Juan), o su idea de que el analista debe jugar la baza del muerto. El análisis, si bien centrado en Eros, en la sexualidad, no puede dejar de incluir a Thanatos, a la separación, al abandono, a la muerte y al duelo que incluso lo preceden y lo seguirán.

Reflexiones en La mayor edad
por Sergio Zabalza

Algunos de nuestros ancianos pacientes están atados al palo de su nave. No es nuestro asunto a dónde viajan ni por qué eligen hacerlo así pero sí el compromiso de facilitarles un recorrido más placentero, relajado y dispuesto a soltar amarras y confiar en nuestro aporte. Es necesario que la música escuche al anciano. En otros términos: nuestra enunciación, lejos de proferir un imperativo bochinchero o el acento indulgente propio de la compasión, debe convocar al sujeto a través del tono. Para que una palabra alcance la dignidad de nombre: debe llamar a otra palabra. De allí que a veces nuestra voz bien puede quebrar aquella pesada inercia y desatar así las ataduras del mástil.

El psicoanálisis en la encrucijada de la salud mental
por Gabriel Belucci

El hospital ha sido, en el marco de la polis, lugar de alojamiento de cierta demanda social. Enraizada en el sufrimiento, esa demanda tuvo como marca de origen el desamparo. ¿Qué implica el horizonte de su anunciada desaparición? Se alega una reestructuración del sistema tendiente a una descentralización y al fin del "manicomio". Este discurso, que demasiado nos recuerda la reforma educativa de los '90, se asienta en un desconocimiento: que los hospitales de salud mental funcionan hoy, en buena medida, con una lógica que lejos está de la del viejo asilo, y que si la cuestión es desarticular lo que quede de éste, ello no es sinónimo de cierre. El sujeto está en las psicosis desprovisto de una escena que lo sostenga, como para redoblar la condición de su estructura con la pérdida de un escenario ?a veces, el único? que la contrarresta. Es notorio que, en el mismo momento en que lo hospitalario se pone en la estacada, se configure una auténtica "retórica de la hostilidad", por la que los extraños se nos presentan bajo la oblicua luz de la amenaza. Lo excluido, en suma, sólo puede retornar como peligroso...

De una reedición del Complejo de Edipo que no fuera del semblant
por Norma Gentili

Las ficciones que hacen posible existir en el mundo, permiten entender de qué tipo es el anudamiento de lo Imaginario y de lo Simbólico. La historia, las historias, la Historia, van a servir para mantener la fuerza y eficacia de la represión primaria y permitir la existencia. Existe la necesidad de las ficciones que anuden con los demás, en cada sociedad, a tal fin. No existen inconscientes colectivos pero si existen ficciones colectivas. La fidelidad a la cultura consiste en crear la historia a partir de la represión, es lo que permite la palabra ficcional, dicha a los otros en el lazo social.

Alfinson el padre
por Sergio Zabalza

En estos días hemos asistido a las exequias de un ex presidente, el primero que la recuperación de la democracia puso en el sillón de Rivadavia luego de la dictadura que adoptó el cinismo como máscara y el terrorismo de estado como método.
Los héroes no decepcionan. Pero cuidado, sin decepción no hay política. Es más, la decepción es su inicio: la causa; lo que nos impulsa para hacernos cargo de la res pública a partir de la intervención del padre que, no por fallida, nos deja sin marca.
“El inconsciente es la política” dice Lacan y con ello –tal como un síntoma que se hace mensaje o un sueño que despierta el deseo- queda abierto un horizonte para la contingencia, la sorpresa y la novedad a partir de una marca tan traumática como fecunda.

La otra escena del mundo
por Teodoro Pablo Lecman

Tomo la mirada como sostén del mundo, como ventana del fantasma, como punto de vista y como parpadeo que abre y cierra el abanico de las posibles visiones del mundo. Motivo eventual de una fobia. A Fechner le debemos la expresión "la otra escena", que Freud toma para el inconsciente y sobre todo para la escena de los sueños. Ocurre además que el término elegido por Fechner en su Psicofísica es Schauplatz, no Bühne ni Szene, otros equivalentes de escenario mucho más usados. Schauplatz, de uso muy raro y figurado, vinculada a Schauspiel (espectáculo pero literalmente juego de la mirada), y creo que actualmente en desuso, significa sitio de la mirada, perspectiva. Curiosamente, el término común para agorafobia en alemán (salvo que se lo transcriba latinamente) es Platzangst (literalmente angustia del sitio, más que del ágora, de la plaza). Angustia del sitio, de nuestro sitio en el mundo...

El arte del diagnóstico
por Silvia Ons

Miller ubica al diagnóstico automático sin juicio como típico de estos tiempos. Se ha entendido “tipo” como modelo que permite producir un número indeterminado de individuos que se reconocen como pertenecientes a la misma clase. Muchas veces en nombre de la extensión de tal mecanismo se pierde la distinción del tipo clínico al extremo de que ya no importe demasiado la diferencia entre psicosis y neurosis.



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