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Pensando la función del acompañante

29/01/2018- Por Carolina Colletta - Realizar Consulta

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Acompañar a un niño en la escuela es una tarea difícil. Múltiples demandas, obligaciones, responsabilidades. Pero, vale la pregunta: ¿Cuál es la función de un acompañante? La autora encuentra una imagen para pensar esta función: un andamio humano como soporte para la subjetividad. Será preciso levantar una estructura que permita sostener. Por definición, un andamio es una construcción provisional: servirse del andamio permite andar solo.

 

 

 

                             

                                  “The Cage” (First Version), 1950*

 

 

  Desde que comencé a trabajar como psicóloga en integraciones escolares, acompañando a los niños en mi función de Acompañante Externo (AE), continuamente se me vienen a la mente miles de preguntas sobre nuestro rol. Muchas de ellas han podido ser resueltas y otras tantas siguen generando muchas más inquietudes y enigmas.

 

  ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Para qué lo hacemos? ¿Cuál es nuestra función?

  En primer lugar creo que el objetivo de nuestro trabajo como acompañante es lograr que el niño/a que “acompañamos” pueda ser parte de la institución educativa y pueda transitarla de la mejor manera posible, aprender contenidos académicos, aprender a relacionarse con otros ya sean adultos o semejantes, aprender a ser parte de, poder ser parte de lo que llamaremos “escena educativa” siguiendo la idea de la Lic. Georgina Garbellini.

 

  Generalmente son niños que ya vienen “etiquetados” por su gran cantidad de diagnósticos: psicológicos, psicopedagógicos, neurológicos, los diagnósticos médicos y porque no pensar también en los sociales, discriminaciones, etiquetas, valoraciones de todo tipo… “el niño revoltoso”, “desobediente”, “inquieto”, “rebelde”, etc. Esta situación ya les da un lugar “especial” dentro de la institución.

 

  Son niños llenos de angustia, una angustia que generalmente los desborda, angustia por no poder, por no saber, por no ser, o bien por el simple hecho de ser.

Angustia que se presenta de diversas maneras, frustraciones, “berrinches”, gritos, peleas, encierros, enojos, llantos, nervios... etc.

Angustia que en el mayor de los casos no puede ser contenida, por la institución educativa, ni por docentes, ni por gabinete.

 

  ¿Entonces?

Y ahí entramos nosotros, “los especialistas” que vienen a salvar a ese/a docente de ese niño disruptivo, llorón, caprichoso que no puede ser disciplinado.

Y, a su vez, ese mismo docente se pregunta y nos mira con ojos de incertidumbre y desconfianza sobre nuestro trabajo.

 

  Ahora bien, creo que desde nuestra función no solo debemos trabajar con ese niño que realmente nos necesita, sino también no perder de vista el trabajo con el docente, el grupo de pares, los directivos que desde su lugar de no saber, también nos necesitan y hacen el marco de la escena educativa donde deberán ingresar estos niños.

 

  Nuestro objetivo principal, como ya dije antes, es el niño/a a quien acompañamos. Y es sobre este lugar de acompañante que comencé a pensar: ¿cómo nos situamos? ¿Qué función tenemos? Y se me ocurrió que podemos situarnos desde el término andamiaje...

 

  Pensarnos como un andamio humano que le ofrecemos a ellos para que puedan, jugar, aprender, caminar, reír, vincularse, escribir…

Un andamio humano que nos permite sostenerlos física y emocionalmente, según sus necesidades.

Un andamio humano que les brinda atención y contención, palabras, miradas, sostén, cuando lo necesitan y que a su vez desaparece y debe desaparecer para que aprendan a hacer propio e interiorizar lo que hemos trabajado juntos.

 

  Un andamio humano que es transitado por los saberes pedagógicos, psicológicos, personales de cada niño, cada institución, cada profesional que se juega en la escena donde trabajamos.

Y ese andamio humano sería lo que representamos para ponerlo a servicio de la necesidad del niño...

En fin, un andamio humano que facilite la escena pedagógica.

 

  Y ahí estamos nosotros, siendo soporte de los niños, siendo sus palabras cuando no pueden comunicarse, siendo su mirada cuando no pueden mirar... para que juntos puedan aprendan a ser... ser dentro de la escena educativa, ser dentro de una institución lo cual que les abrirá las puertas para poder ser dentro de una sociedad.

 

 

Nota: la imagen pertenece a la escultura en bronce de Alberto Giacometti
      35 3/4 x 14 1/2 x 13 1/2 inches (90.8 x 36.8 x 34.3 cm) Ed. of 8

      © 2014 Alberto Giacometti Estate / Licensed by VAGA and ARS, New  

      York

                                      


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