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“Del (a) mor y el (Ⱥ) burrimiento”

18/12/2017- Por Olga Mabel Mater - Realizar Consulta

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La autora recorre la temática del amor, la función del aburrimiento y la época que transitamos. Tal como ella misma lo anticipa realiza un recorrido por los tiempos lógicos partiendo del (a) mor (instante de ver); el (Ⱥ) burrimiento (tiempo de comprender) y formulando algunos interrogantes, a partir del malestar psíquico y nuestra época (tiempo de concluir).

 

 

                             

 

 

I.- Del (a) mor

 

 

                                                     “El amor es un hecho cultural”

                                                               Jacques Lacan, Seminario 10

  

“El amor es signo de que se cambia de discurso”

                Jacques Lacan, Seminario 20

 

  Época actual que, en el discurrir sobre el amor, el saber, y las nuevas modalidades de goce, nos conducen a distinguir entre aquellas conceptualizaciones estructurales o ahistóricas de aquellas históricas o temporales, que se despliegan en nuestro “clinicar”, teniendo en el horizonte nuestra época.

 

  Las vicisitudes en torno al lazo social, y en particular del amor, por un lado, de acuerdo a la singularidad de cada sujeto en análisis, –en las novelas y pesadillas de nuestros analizantes, y en las transferencias que se instalan o no– y nuestra época, en palabras de Colette Soler:

“Es el <nosotros> de una época que ha sufrido los efectos de la ciencia y sus aplicaciones capitalistas, pero también del psicoanálisis y que entonces ha registrado la perversión polimorfa de las pulsiones y la caída de los semblantes del amor: Una época que ya no cree en las sublimaciones del objeto sexuado, ya sean místicas, corteses, clásicas o románticas”, por otro lado y agrega “El único lazo forjado por el discurso capitalista es el lazo, muy poco social, de todos y de cada uno de los sujetos con los objetos del amor para gozar de la producción”.

 

  El Banquete de Platón y sus diálogos, nos invita a una travesía amorosa por excelencia, en que la estructura del amor se muestra con sus entrampamientos subjetivos. Comenzando por la posible e ilusoria completud del amor, indispensable velo que facilita la negación de la castración a la incompletud del ser, su división primaria e indestructible, en que la falta en ser atraviesa a cada partenaire. Diálogo entre Sócrates, Alcibíades y Agatón que por su importancia y exquisitez nos devela el descubrimiento del inconsciente en la dimensión de la transferencia, al introducir Sócrates a Diótima, una mujer para continuar dialogando sobre el amor, la falta, el deseo y su objeto (agalmático).

 

  El amor es una metáfora, el deseo metonímico, mientras uno vela a condición de ser su secreto la castración, el segundo a partir de ella impulsa el recorrido pulsional y sus objetos, siendo la función de la falta y de su significante por excelencia, el significante y su significación fálica, en que cada sujeto hombre o mujer, se posiciona como ser hablante en cuanto a su sexualidad en sentido ampliado, a partir de lo cual cada uno cuenta con ciertas condiciones y desde allí consuma sus elecciones eróticas, destinados al fracaso del encuentro y complementariedad. En la enseñanza de Lacan hay un proceso del amor a medida que avanza en sus formulaciones, en cuanto que el amor tiene estructura de síntoma, una mujer es para el hombre un síntoma.

Desde nuestra clínica advertimos que el amor al enamorado lo amarra al deseo, lo anonada, denota una posición deseante, en sus asociaciones, lo conmueve corporalmente, así como en sus avatares y coartadas de goce.

 

  Años atrás se subrayaba sobre la banalidad del mal, a partir del genocidio nazi y la obra de Hanna Arendt, actualmente se despliegan historias sobre la <banalidad del amor>.

La doble moral sexual cultural y pulsional reinante en la civilización, de la cual reflexionaba Freud a principios del siglo XX, se presenta en nuestros días y nos revela la presencia no solo de los desarreglos intrínsecos de la Ley que impone la cultura e incide tanto en la subjetividad como en lo social; sino que se distingue de los tiempos freudianos, y confirma hipótesis lacanianas. Señalando una labilidad, quiebre o ruptura del pacto pacificador de la palabra, del intercambio de lo simbólico, de la legalidad del Otro y del extravío de los goces irrumpen en los sujetos en el escenario del análisis como en la psicopatología de la vida cotidiana.

 

  Entramado simbólico que suma nuevos significantes que remiten a diversos significados, como por ejemplo el verbo eliminar y su conjugación, (“me eliminó” o “lo eliminé”) entre otros, al tiempo en que se despliegan escenas sin velo ni mascarada sobre el desborde pulsional en espacios privados como públicos. Celulares, internet y las diversas aplicaciones, construyen una nueva realidad que encubre en su revés soledad y el desencuentro. Otra modalidad de nuestros tiempos que propicia negar la castración en el sujeto y en el Otro. Facilitan así mismo la exposición en lo real de ciertos desvaríos de los goces, haciendo público lo privado, reenviando el odio y la crueldad sobre otros, “relatos salvajes” que rompen el lazo del intercambio, de lo simbólico y de manera ingobernable ejerce su mal-dición.

 

  Un analizante a quien llamaremos N. consulta a partir de su separación conyugal, a las sesiones refiere que por Whatsapp “la última conexión de A. es la misma que mi amigo”, sesión a sesión relata la serie de conexiones coincidentes entre ambos personajes, al transcurrir las semanas junto a otro amigo, y observando de manera compulsiva el celular, sorprende a ambos en el mismo lugar y confirma el romance.

 

                   

II.- La función del (Ⱥ) burrimiento

 

 

“el lenguaje amoroso es un vuelo de metáforas: es literatura.” (1987)

                                          Julia Kristeva, Historias de amor                                                                                                                        

  En primer lugar, el término aburrimiento deriva del latín horrere <horror>; no tiene una edad determinada, lo padecen niños, adolescentes, adultos o ancianos; denota quien lo transita: cansancio o fastidio, sentimientos de disgusto o miedo; es la existencia desprovista de sentido.

 

  En segundo lugar, el aburrimiento es un afecto, dice Lacan en 1970 “La evidencia entre nosotros que de una tal caída el significante sucumbe al signo surge de que, cuando no se sabe a qué santo encomendarse (dicho de otro modo: que no hay más significante por mal–gastar, es lo que suministra el santo), se compra cualquier cosa, por ejemplo un coche, con el que produce un signo de complicidad, si pudiera decirse, con su aburrimiento, es decir con el afecto del deseo de Otra cosa (con una O mayúscula).”

Aburrimiento en cuanto, afecto del deseo de Otra cosa que anticipa Lacan en el Seminario 5. Afecto, en el cual el significante se devalúa en signo, y es una de las manifestaciones de la psicopatología cotidiana. Afecto que no representa al sujeto, “es porque el sujeto es representado no por el afecto, sino por el significante “.

 

  En nuestra época adquiere una connotación negativa e improductiva, el “estoy aburrido o aburrida” y por ende nuestras sociedades proponen una industria del entretenimiento en tanto respuesta anticipada que impida que el sujeto pueda desplegar alguna pregunta en cuanto a su deseo y malestar, o lo impele a la producción.

 

  En tercer lugar, el “aburrimiento” denota un malestar en cuanto al deseo inconsciente. Es de este modo que dicho afecto, está, en términos de Colette Soler “subordinado en la técnica analítica, revela que no lo está tan fácilmente en la experiencia subjetiva”.

 

  En cuarto lugar, su repetición significante es monótona, metonímica, señala un beneficio secundario del padecimiento que impele al sujeto al goce. Lo cual Freud había conceptualizado en sus primeras formulaciones, en “Estudios sobre la Histeria” (1893 – 1895)  El “martirio del aburrimiento”, en que dicha monotonía martiriza al sujeto, monotonía significante, de su estado, en sus pensamientos, un apagón deseante, un cuerpo que se torna plomizo, una vacuidad generalizada, una indiferencia que lo deja al sujeto inerme.

 

  Lacan en el Seminario 7 señala en cuanto a un día sin actividad que, “no le deja al hombre común un punto medio entre la ocupación del amor o el aburrimiento más sombrío, esa suspensión, ese vació, introduce seguramente en la vida humana el signo de un agujero, de un más allá en relación a toda ley de la utilidad.”. Agrega que el aburrimiento “no es más que la respuesta del ser… ante el acercamiento de un centro de incandescencia o de cero absoluto, que es psíquicamente irrespirable”.

El aburrimiento como respuesta del sujeto a lo irrespirable y la incandescencia: en el encuentro con el Otro.

 

  Lacan en su enseñanza en diferentes oportunidades afirma sobre la función del aburrimiento, como en el Seminario 26 en que invita a exponer a Alain Didier-Weil, en el cual desarrolla sobre el significante del Nombre del Padre y el aburrimiento y expresa “el aburrimiento en el fondo es lo que se produce cuando un sujeto ya no es apto para la sorpresa, para el asombro, hablo siempre del asombro en el sentido fuerte, en el sentido de la "Verbluffang", del anonadamiento.” 

 

  En palabras de Alain Didier-Weil: “En el aburrimiento diría, lo que nos ocurre es que accedemos a una percepción dolorosa de la repetición, la repetición se da en nosotros bajo el sesgo de lo monótono y por esa dimensión de lo monótono, lo que se produce, (…) corresponde con algo del orden de la usura (usure) de la metáfora paterna.”.

Afirma que “Las metáforas se gastan (s'usent): observen un chiste, produce efecto por un tiempo, un chiste se gasta (s‘use); una vez gastado, efectivamente él es monótono. Diría que el desgaste (usure) de la metáfora, el efecto, el efecto de ese desgaste y ese desgaste se produce justamente bajo el efecto del impacto de esos significantes que persisten en lo Real y que son corrosivos para la metáfora, ese desgaste (usure), diría que él está ligado a la aparición del desecho en nuestro universo”.

Desgaste que rompe el efecto de significación y obtura la cadena significante, y lo sorpresivo se desvanece.

 

 

III.- Tiempo de concluir: El (a) mor y el (A) burrimiento

 

 

“En ‘Televisión’ (1974) la subjetividad moderna no está atrapada en el alma bella, pero si en el aburrimiento, afecto tan político como la felicidad.”

                Eric Laurent, La lucha del psicoanálisis contra la  

                                depresión y el aburrimiento (1997)

 

  Eric Laurent hace referencia en su exposición a Lacan, cuando expresa en la misma entrevista de 1974, “Lo que lleva al aburrimiento, dice Lacan en ‘Televisión’, es reducir el Otro al Uno, o confundirlos”.

Recuerda que había publicado un periodista (Pierre Viansson-Ponte) de Le Monde, meses antes del mayo francés, un artículo cuyo título era “Cuando Francia se aburre” (15 de marzo de 1968), en el que se describía la abulia de la sociedad francesa de la época, mecida en la autocomplacencia, plácida y ordenada bajo la mirada, entre paternal y severa.

 

  Es de subrayar, en palabras de Colette Soler, “El tema del afecto es un desafío para el psicoanálisis”, por un lado cierta subestimación del afecto en el desciframiento del inconsciente y por otro estar advertidos que en “las manifestaciones del inconsciente, la vivencia del afecto es una falsa evidencia que va acompañada de la duda y la incertidumbre en lo que se refiere al saber. El afecto se experimenta, e incluso afecta al sujeto, pero no prueba, no es amigo de la prueba”. El sujeto del inconsciente es efecto de la estructura del lenguaje, y el afecto se desplaza en el discurrir metonímico y metafórico del significante.

 

  Señala Colette Soler: “la verdad del sufrimiento no es el sufrimiento mismo, sino que más bien debe buscársela por el lado de aquello que lo causa”; en análisis.

El afecto no está reprimido sino lo que está reprimido son los significantes que lo amarran, no hay afectos inconscientes, se perciben como sentimientos, su temporalidad es del orden de lo actual.

 

  La historia de nuestra humanidad, sus subjetividades y la vida social reúne numerosas aristas en cuanto a la legalidad, el discurso capitalista la ciencia y tecnología, excluyen al sujeto, obturan su división subjetiva, léase castración, en ese anhelo por homogenizar los goces, produciendo objetos a que faciliten la ilusión del sujeto de una supuesta completud.

 

  El afecto del sujeto afectado por el aburrimiento se presenta desinteresado, desapasionado, desolado en cuanto al sentido y al Otro, desconfiado, sin posibilidad de asombro, se produce un apagón del deseo, desamparado simbólico del sujeto en cuanto a sí mismo y el Otro.

 

  Las metáforas devaluadas, gastadas, la metáfora paterna, metáfora del amor ¿conducen al callejón del afecto - desafecto del aburrimiento? ¿El significante del Nombre del Padre deviene desafectado de su potencia? ¿Es posible considerar el desafecto del aburrimiento a partir de la caída del deseo en su articulación significante y en cuanto a la castración? ¿Cómo posición subjetiva? o ¿es una respuesta de goce sacrificial? o ¿cómo respuesta del sujeto a lo irrespirable en términos de Lacan?

 

  Vacío en el que el deseo del analista encuentra una oportunidad para que cada sujeto pueda a partir del análisis de ese signo un decir, de ese “aburrimiento” una posible pregunta en la ficción del amor de transferencia a partir del discurso analítico una apuesta amorosa que facilite una nueva invención. 

 

 

Referencias Bibliográficas

 

1.- Lacan Jacques. Apertura de la Sección Clínica (1977) en Ornicar? 3 página 38. Publicación Periódica del Champ Freudien Impreso en España. Gráficas Porvenir. 1981.

2.- Soler Colette. Los afectos lacanianos, La serie lacaniana, página 78 y 79. Editorial Letra Viva. 2011 (2016).

3.- “La banalidad del amor” es una obra de teatro que se ha estrenado en 2008 en Alemania y se ha representado en diferentes ciudades del mundo. Obra en la cual se describe la relación amorosa de la ensayista con el filósofo Martín Heidegger, quien en 1933 se afilió al partido nazi, casado y con dos hijos al momento del romance. Fue Hanna Arendt quien acuñó la frase <la banalidad del mal>, para describir que ciertos individuos actúan, sin reflexionar sobre sus actos, ni se consideran responsables de sus actos, más allá de las consecuencias de los mismos, refugiándose en el sistema al cual pertenezcan.

4.- Lacan Jacques. Psicoanálisis. Radiofonía (1970) en la Primera Parte, pág. 26. Editorial Anagrama Barcelona 1977.

5.- Soler Colette. Los afectos lacanianos. En el comienzo estaba Freud, página 18. Editorial Letra Viva. 2011 (2016)

6.- Lacan Jacques. Seminario 7. La ética del psicoanálisis (1959 – 1960) De la ley moral. Clase 6 del 23 de diciembre de 1959 - Pág. 101. Editorial Paidós 1991.

7.- Lacan Jacques. Seminario 7, página 243.

8.- Lacan Jacques. Seminario 26 La topología y el tiempo (1978 – 1979), Clase 9, del 8 de mayo de 1979 Lacan le cede la palabra a Alain Didier – Weil (pág. 135) Inédito.

9.- Lacan Jacques. Seminario 26 La topología y el tiempo (1978 – 1979), página 132. Inédito.

10.- Soler Colette. Los afectos lacanianos, página 7.

11.- Colette Soler. Los afectos lacanianos, página 17.

 

 

 

 

 


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