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Donald Winnicott: aportes para la comprensión de la psicosexualidad humana precursores del concepto de Género

16/10/2017- Por Irene Meler - Realizar Consulta

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Desde mi perspectiva, el discurso freudiano expuso, a la manera de un síntoma, las secuelas subjetivas de la dominación social masculina… ¿Cuál fue la postura de Winnicott? Si bien se ha limitado a aceptar de modo apresurado el discurso freudiano, sus aportes sobre la existencia de lo que denominó como “elementos masculinos y elementos femeninos puros o destilados”, que no coincidirían de modo forzoso con el sexo del sujeto, son muy originales. Este concepto referido a lo que denomina como “elementos”, puede considerarse como un antecedente del concepto de género en tanto no suelda la subjetividad sexuada con el cuerpo, y enfatiza su carácter de construcción biográfica y vincular…

 

 

 

                                 

 

 

  Donald Winnicott (1896 - 1971) es un autor cuya obra ha sido precursora de numerosos desarrollos posteriores. El campo de los estudios psicoanalíticos con perspectiva de género, presenta obras de relevancia que abrevan, entre otras fuentes, en la Middle School. El foco del interés de este autor, ha estado ubicado sobre el desarrollo temprano, y considero que por ese motivo, ha destacado los aspectos orales de la excitación erótica. Compartió con Melanie Klein el recurso a la categoría pre-freudiana de instinto, en lugar de enfatizar la pulsión como herramienta teórica. Una explicación posible se encuentra en el período del desarrollo madurativo sobre el cual concentró sus esfuerzos. El bebé va construyendo un psiquismo en el contexto de los vínculos primarios, pero el funcionamiento psíquico no es un dato inicial, más allá de los debates planteados acerca de la existencia o la carencia de un Yo en los comienzos del desarrollo humano.

  Ese interés en los comienzos de la vida psíquica,  tal vez pueda dar cuenta de la “biologización” de   la pulsión en su discurso, mientras que en Freud ese concepto desmantela la noción clásica de instinto, por su índole polimorfa y por la contingencia de su objeto. La formación de Winnicott como pediatra, también ha favorecido una visión integradora entre cuerpo y subjetividad, tanto por el modelo médico  que nunca abandonó por completo, como por la inmadurez de los sujetos de estudio, que sólo podían expresar su malestar mediante manifestaciones somáticas. 

  Su obra póstuma, La naturaleza humana (1993), revela desde su mismo título el énfasis que puso el autor en los aspectos estructurales e invariantes de la especie. Desde mi perspectiva, el concepto de naturaleza humana desconoce la enorme variabilidad de sentidos, valores y prácticas que podemos observar. El énfasis en la invariancia estructural implica el riesgo de universalizar y naturalizar observaciones clínicas válidas para un determinado período y para un sector social acotado. Ese sesgo biologista coexiste, de modo contradictorio en el pensamiento del autor, con la importancia destacada que otorga al ambiente facilitador y las reiteradas referencias que realiza acerca de la variabilidad cultural e histórica de la constitución de la personalidad. Un ejemplo de esta tendencia a reconocer la eficacia subjetiva de lo social histórico, se encuentra en su alusión al surgimiento del proceso de individuación en la historia humana, que coincidiría con el monoteísmo. También coincido plenamente con su consideración acerca de que “lo normal depende de la expectativa social de un grupo social en un momento dado”.

  Me he interesado en rastrear cual ha sido la postura winnicottiana sobre el debate que se planteó entre la Escuela Vienesa y la Escuela Inglesa de Psicoanálisis respecto de la sexualidad  femenina. Como se recordará, el discurso freudiano planteó la existencia de un monismo fálico para ambos sexos. El proceso de feminización, según su relato, estaría signado por aspiraciones viriles de la niña, que sólo lenta y penosamente se van resignando. El deseo de ser madre sería un sucedáneo de la aspiración fálica, y la feminidad normal, un estado de dudosa consecución, equivaldría al reconocimiento de una castración masculina ya efectuada. He realizado anteriormente una revisión pormenorizada de los ejes principales del relato freudiano sobre la sexualidad femenina y la feminidad (Meler, 2013).

  Ante este modelo teórico, la Escuela Inglesa opuso una versión que postulaba la feminidad primaria de la niña. Ernest Jones (1928) encabezó uno de sus trabajos con una cita del Génesis, donde expuso que en el principio, Dios creó hombre y mujer. El sustento epistemológico de los defensores de la tesis de la feminidad primaria implicó, entonces, una cruda referencia naturalista, con ribetes teológicos.

  Hoy acordamos con la Escuela Inglesa en que las niñas suelen ser femeninas en un sentido convencional, pero no por causa de su anatomía, sino debido a la asignación de género (Money, 1955), que desencadena proyectos identificatorios en los padres o cuidadores, afines con los ideales culturales prevalentes sobre la feminidad. Un proceso semejante se observa en el caso de los varones, con el agregado de que la masculinización social es más enfática, debido a que es un estatuto construido y reactivo frente a una condición inicial de feminización subjetiva, derivada de la identificación primaria del bebé con su madre (Stoller, 1968; Greenson, 1968).

  Desde mi perspectiva, el discurso freudiano expuso, a la manera de un síntoma, las secuelas subjetivas de la dominación social masculina, un ordenamiento cuya vigencia explica la disconformidad que las mujeres de su época han planteado respecto de su condición. Klein, Jones y Horney intentaron fundamentar, -con el recurso a supuestos epistemológicos hoy cuestionados- una perspectiva menos solidaria con el orden simbólico vigente en esa época, para rescatar a la feminidad de su alienación ancestral en el narcisismo fálico dominante. Todos estos intentos han mostrado con el paso del tiempo y la acumulación de experiencia, la necesidad de fundamentar las observaciones clínicas en un paradigma psicoanalítico constructivista social.

  ¿Cuál fue la postura de Winnicott ante este debate? La lectura de su obra genera la impresión de que no fue un tema que le haya interesado especialmente. Se ha limitado a aceptar de modo apresurado el discurso freudiano, sin cuestionar sus fundamentos.

  Sus aportes sobre la existencia de lo que denominó como “elementos masculinos y elementos femeninos puros o destilados”, que no coincidirían de modo forzoso con el sexo del sujeto, son en cambio muy originales. Este concepto referido a lo que denomina como “elementos”, puede considerarse como un antecedente del concepto de género creado por John Money (ob. cit.) en tanto no suelda la subjetividad sexuada con el cuerpo, y enfatiza su carácter de construcción biográfica y vincular. Su percepción acerca de la escisión que en algunos casos aísla por completo el elemento subjetivo que no coincide con el género asignado al sujeto, permite entender algunas manifestaciones clínicas en sujetos neuróticos, así como muchas formaciones identitarias de los sujetos que cruzan géneros o que no reconocen el binarismo cultural aún vigente.

  También puede advertirse en el pensamiento del autor una percepción de la productividad de la interdisciplina.

Los aspectos más valiosos y productivos del discurso winnicottiano se refieren a la importancia del ambiente humano, o sea del vínculo que se establece entre la madre y el hijo. Pero respecto de esta cuestión  se ha objetado que el enfoque de Winnicott tomó la perspectiva del bebé y no incluyó a la otra participante del vínculo primario, desconociéndola en su calidad de sujeto habitado por otras motivaciones más allá de la maternidad (Jessica Benjamin, 1997). Una escasa referencia al ambiente facilitador necesario para un adecuado desempeño de la función materna, se encuentra cuando el autor alude al rol del padre como continente de la madre (Winnicott, André Green 1996).

  Las modalidades familiares vigentes en esa época, no permitieron teorizar la posible existencia del rol paterno como proveedor de cuidados primarios y co-constructor del psiquismo temprano. Cuando el foco de la indagación se ubica de modo exclusivo en la relación madre-hijo, se atribuye a la madre una influencia desmesurada en la constitución subjetiva del nuevo ser. Advertimos que esta asignación no deja de ser imaginaria, cuando ampliamos la perspectiva hacia el contexto en el cual transcurre la crianza, donde participa el padre, ya sea que esté presente y atienda al bebé, o que esté ausente y se haya desentendido del rol paterno. Las instituciones sociales que deben asistir a las familias también participan de los desenlaces subjetivos, así como las valoraciones y representaciones que circulan por la red social.

  Otro aspecto productivo del discurso winicottiano, cuyo influjo perdura hasta la actualidad, se vincula con su descripción de la adquisición evolutiva de la capacidad de preocuparse por el objeto, que ha dado origen a aportes teóricos que enfatizan la existencia de diversas líneas del desarrollo humano. El concepto winicottiano de concern for the object, destaca la importancia de este logro psíquico. En el campo de los estudios psicoanalíticos de Género, Jessica Benjamin (ob. cit.) ha desarrollado la cuestión del reconocimiento intersubjetivo, una categoría hegeliana en la que coincide con Lacan (Roudinesco y Plon, 1998), pero a la que asigna un matiz menos narcisista, poniendo énfasis en la capacidad relacional que habilita  el deseo de reconocimiento, y que se construye a lo largo del desarrollo.

  El escaso interés de Winnicott por la sexualidad genital presenta un aspecto productivo, en tanto nos ayuda a rescatarnos de las versiones ingenuamente genitalizadas del concepto freudiano de psico sexualidad humana. La referencia automática, que se estiló realizar en los comienzos del psicoanálisis, a conflictos entre deseos genitales e interdicciones morales, hoy está en entredicho. En la actualidad, la sexualidad ha dejado de ser la clave obligada para la comprensión de todos los conflictos psíquicos. Se enfatiza la coexistencia de procesos de sexualización defensiva, donde el recurso a la excitación y la satisfacción genital opera como defensa contra angustias tempranas vinculadas a lesiones en la imagen del self. René Roussillon (2004) en Francia y Jessica Benjamin en EEUU (ob. cit.), han coincidido, entre otros autores en destacar el carácter defensivo que puede adquirir el recurso a la sexualidad genital.

  Considero que este viraje teórico es de especial importancia en el contexto de un notorio cambio cultural, donde estamos en tránsito desde tendencias culturales represivas de la sexualidad, propias de las fases intermedias del capitalismo basado en el ahorro, la acumulación y la producción, hacia modalidades de regulación social basadas en la incitación, características de las sociedades de consumo.

  La sintomatología neurótica está en franco retroceso, debido a que la represión como recurso psíquico defensivo es menos frecuente en el contexto de una liberalización aún confusa de la censura social sobre las manifestaciones de la sexualidad y de la agresividad. Algunas tendencias observables consisten en un repliegue narcisista de los sujetos, comprensible en un contexto altamente individualizado, donde se estimula la competencia. La confluencia entre el narcisismo de los sujetos contemporáneos y la liberalización de las costumbres sexuales ha generado nuevos sufrimientos, que son expresiones de los malestares propios de la cultura actual.

 

 

Bibliografía

 

Benjamin, Jessica: (1997) Sujetos iguales, objetos de amor, Buenos Aires, Paidós

Green, André: (1996) La metapsicología revisitada, Buenos Aires, EUDEBA.

Greenson, Ralph: (1968) “Des-identificarse de la madre. Su especial importancia para el niño varón”, Buenos Aires, Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, Nº 21, 1995.

Jones, Ernest: (1928) “La fase precoz de la sexualidad femenina” en La Sexualidad femenina, Buenos Aires, Caudex; 1966.

Meler, I: (2013) Recomenzar, Amor y poder después del divorcio, Buenos Aires, Paidós.

Money, John: (1955) Desarrollo de la sexualidad humana, Madrid, Morata, 1982.

Roudinesco, Elisabeth  y Plon, Michel: (1998) Diccionario de Psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós.

Roussillon, René: (2004) “Narcisismo y perversión”, en Actualidad Psicológica Nº 320, junio, Identidad sexual.

Stoller, Robert: (1968) Sex & Gender, Nueva York, Jason Aronson.

Winnicott, Donald W: (1985) Realidad y juego, Barcelona, Gedisa

-----: (1993) La naturaleza humana, Buenos Aires, Paidós.

 

 


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