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Madres y abuelas de pañuelos blancos e hijas y nietas de pañuelos verdes. De la confrontación generacional a la sororidad transversal

18/10/2018- Por Abel Zanotto - Realizar Consulta

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La confrontación generacional alrededor del “desasimiento de la autoridad parental” según la concepción freudiana es una operación indispensable sobre todo durante la adolescencia. Pero acontecimientos actuales permiten reflexionar sobre una torsión de ese desencuentro para enfrentarnos a una cada vez más difundida solidaridad generacional de la mano de las luchas de las mujeres contra las instituciones patriarcales y en especial la presencia multitudinaria de adolescentes que, portando pañuelos verdes en las movilizaciones de apoyo a la sanción de la ley “IVE”, permitirían hablar de un empoderamiento juvenil y expresión manifiesta de la solidaridad a través de la sororidad. Del “dique” al “puente” intergeneracional y femenino…

 

 

                  

                                                           Dibujo de Mariana Baizán*

 

 

  En la adolescencia la historización en tanto interpenetración sucesiva y simultánea que obliga al psiquismo a un trabajo interpretativo se manifiesta en varias “tareas” de las que señalamos dos fundamentales: “crear” o “recrear” un cuerpo que, como capas de langosta, se va desprendiendo del cuerpo infantil en tanto la sexualidad y la posibilidad de procreación son objetivos posibles y metas no lejanas. E independizarse de la familia y apropiarse subjetivamente del otro no familiar.

 

  El adolescente, como un águila bifronte, mira hacia la infancia para encontrar los cimientos que le permitan armar el edificio identificatorio y espacios relacionales y mira hacia el futuro en la búsqueda y encuentros con objetivos que, desde el ideal del yo, irán tratando de guiar su vida. Miradas hacia atrás y miradas hacia adelante en un pasaje transitorio por el presente.

 

 

El “fermento” histórico

 

  En “Sobre psicoterapia” (1905:250) Sigmund Freud asevera que “entre la técnica sugestiva y la analítica hay la máxima oposición posible” y recurre a las fórmulas artísticas usadas por Leonardo da Vinci en per via i porre y per via del levare. La primera correspondería a la pintura en tanto sobre la tela en blanco se acumulan colores que no estaban y la segunda a la escultura “pues quita de la piedra todo lo que recubre las formas de la estatua contenida en ella”.

 

  Las fórmulas mencionadas podrían extenderse al ámbito de la historia para entender la emergencia de acontecimientos e hitos individuales y sociales significativos. En relación a la primera -per via i porre- existen hechos históricos de magnitud que suelen ser el producto de la interdependencia entre líderes y grupos, interdependencia mediada y sostenida a favor de los líderes por los medios masivos de comunicación y las redes sociales.

 

  Pero, a semejanza de los fenómenos hipnóticos a los que podrían homologarse, el éxito suele ser fulminante… pero no duradero. Las masas –recordemos “Psicología de las masas y análisis del yo” (S. Freud, 1921)- son aleatorias, informes, inestables. E infieles.

 

  Los sucesos históricos duraderos y con impacto en tiempos y espacios contemporáneos y posteriores podrían parangonarse a la fórmula per via del levare. Si bien en las actuales sociedades estructuradas simbólicamente alrededor de los mensajes mediáticos algunos acontecimientos pueden aparecer “de golpe” en la conciencia social, en realidad son el resultado de una lenta fermentación social definida por un ritmo pausado que no siempre coincide con las urgentes expectativas individuales y sociales.

 

  En este sentido, en la Argentina se sancionó la ley del divorcio en 1987; en 2010, la ley del matrimonio igualitario; en 2012, la de identidad de género y en 2018 se obtuvo la media sanción de la ley “interrupción voluntaria del embarazo”.

 

  La pregunta decantada de la serie anterior es cuándo se sancionará definitivamente la ley “IVE” y las de “separación de iglesia y Estado” y de “despenalización del consumo de drogas”.

 

  En relación a las multitudinarias manifestaciones de “*niunamenos” y sobre la fallida sanción de la “IVE” algunos mensajes masivos las describían como “surgidas de la nada”. Una metáfora que aludiría a la via del porre y que denunciaría una acentuada desmentida de procesos que llevan años gestándose con apariciones más o menos intermitentes.

 

  Pero otros daban cuenta de la lenta y a veces imperceptible construcción de esta realidad: por ejemplo, en un mensaje difundido en redes sociales el día de la sanción de la “IVE” en la Cámara de Diputados decía: “24 horas de movilización, 22 horas de debate. Décadas de lucha. Un millón de personas. Vigilia bajo cero. Todxs en un mismo grito: el aborto legal”.

 

  Es que el tema del “aborto libre y gratuito” en la Argentina (H. Pavón, 2018:10), por ejemplo, “posee un frondoso recorrido de alrededor de cien años… que arranca en los primeros años del siglo XX” y que se enfatiza en la década del 50 cuando “la generación del rock y los jeans puso en cuestión los modelos de autoridad heredados”.

 

  Por su parte, M. Rosenberg (2017:146) señala que la aparición de la “píldora” posibilitó una “autonomía anticonceptiva eficaz (agregaría que en determinados sectores sociales) que operó cambios en la subjetividad femenina” y que el aborto puede ser pensado como “una práctica des-identificatoria del ideal femenino tradicional (ob.cit:242) como una transgresión del mandato maternal maternizante como destino irrenunciable de todas las mujeres”.

 

  Un desafío a la mítica ecuación (“mujer=madre; madre=mujer) conceptualizada por A. M. Fernández (1984:12). Una torsión de la identidad social de la mujer que B. Bettelheim (1969:151) describía como “una expresión en segundo plano de la vida del hombre”.

 

  Si bien la batalla contra el Otro cultural es desigual, intermitente y sinuosa, los nuevos status de género y sus prácticas estarían en parte posibilitadas por una evidente “laicización”, de una visible “secularización “ de la sociedad civil en relación a la iglesia católica aunque no pueden desconocerse los avances de los grupos pentecostales y neopentecostales.

 

  Es que, como dice el filósofo español J. J. Tamayo (2018:27) en algunas sociedades se produce “un irrefrenable avance de la increencia religiosa” pero como un fenómeno concomitante “asistimos a diferentes metamorfosis de Dios”. Y menciona el Dios Mercado, el Dios del Fundamentalismo y el Dios del Patriarcado. En relación a este último menciona que los atributos atribuidos a Dios son varoniles en su mayoría, están “vinculados a la masculinidad hegemónica” y se relacionan con el poder.

 

  Dice: “la masculinidad de Dios lleva directamente a la divinización del varón”. Un canto en actos y marchas sobre el apoyo a la “IVE” decía: “Se va a acabar con esta gran hipocresía cristiana y patriarcal”. En esas manifestaciones y como tensión dialéctica, las iglesias cristianas aportaban mujeres reunidas en el colectivo “pro vida” e identificadas por el uso de pañuelos celestes.

 

  Podría pensarse que este intenso cuestionamiento a “El Nombre del Padre” se manifestaría como la posible institucionalización de “el nombre del padre”. Una devaluación notoria producida por diferentes agentes sociales y que, en estas observaciones, se expresan en los semblantes cotidianos de mujeres cotidianas. Y de adolescentes de todos los días.

 

  Un mensaje difundido en Facebook en junio de este año decía: “Ahora y siempre. Somos hijas de los pañuelos blancos y madres de los pañuelos verdes”. Unos meses antes, el 24 de marzo de 2018 una adolescente llevaba una remera con esta inscripción: “Hijas y nietas de sus rebeldías”. ¿Del Varón al varón? ¿De la mujer a la Mujer?

 

 

Otras reflexiones: de la confrontación a la transversalidad

 

En el tema “confrontación generacional” pueden entrecruzarse dos conceptualizaciones freudianas: en 1908 habló del “desasimiento de la autoridad parental” como una condición indispensable para el progreso individual y social y en 1921 de la acción regular del otro en las interrelaciones humanas como modelo, objeto, auxiliar y enemigo.

 

  Según el diccionario, la confrontación es “estar o poner una persona o cosa frente a otra”. En este sentido, B. Bettelheim (ob.cit) señalaba que la juventud necesita probarse a sí misma oponiéndose a otras generaciones y L. Kancyper (1997, 1ªed) indica que se trata de un punto crucial sobre todo en la adolescencia para “la adquisición y la plasmación de la identidad individual y social”.

 

  En ciertos ámbitos –como por ejemplo el laboral– esta “confrontación generacional” adquiere características de una visible desestimación de la importancia del adulto y la visible sobreestimación del adolescente como un modelo intra e intergeneracional. El antropólogo D. Le Breton sostiene que “la juventud se emancipó de la antigua tutela de los adultos y, en adelante, rechaza su condición subalterna”.

 

  Podría sostenerse, entonces, que el encuentro entre generaciones es, muchas veces, un notorio desencuentro. Pero ciertos movimientos individuales y colectivos actuales y recientes pueden ser contraejemplos valiosos. Como metáforas de la ingeniería podríamos pensar que no siempre se puede hablar de “diques” sino que a veces se puede hablar de “puentes” generacionales.

 

  Un mensaje viralizado en las redes sociales mostraba a dos mujeres de espalda y cada una con un pañuelo distinto mirando hacia adelante calma y sosegadamente. El texto refuerza la “transversalidad” temporal: “ahora y siempre”. ¿Estaríamos en presencia del “que se vayan todos” al que “vengan todxs”?

 

  El término “transversalidad” puede ser definido como que “se halla o extiende de un lado a otro (y) que se aparta o desvía de la dirección temporal de la recta”. La vida, en definitiva, no es un proceso rectilíneo sino un movimiento vital con flujos y reflujos.

 

  Ya en el siglo XVII el académico G. Vicco formalizó su teoría de los “corsi e ricorsi” indica que la historia no avanza en forma lineal y progresiva sino en ciclos que se repiten en una espiral en la que, con cambios, todo regresa.

 

 

La “sororidad” solidaria

 

  La transversalidad como dirección privilegiada tal vez adquiera una de sus máximas expresiones en el significante “sororidad”. Derivado del latín “soros”, el término alude básicamente a la “hermandad” entre mujeres respecto a cuestiones sociales de género. Otra definición indica que es “amistad entre mujeres que ni siquiera se conocen pero que se hermanan por percibirse como iguales, afiliadas y enfrentándose al sistema patriarcal dominante”.

 

  Deben destacarse en este punto dos acontecimientos inéditos: diputadas de diferentes partidos políticos votaron en coincidencia desobedeciendo férreas instrucciones de sus patriarcales partidos políticos respectivos y el evidente protagonismo adolescente femenino. Al decir de E. Faur (2018) una sororidad “en clave intergeneracional, pluriclasista y multipartidaria”.

 

  En el colectivo femenino que se desplegó en las movilizaciones populares y en diferentes actos militantes podría pensarse en dos grandes categorías: “compañeras” y “hermanas” que aunó presencias aisladas, sin agrupamientos políticos previos.

 

  (Y también “compañeros” dada la presencia y acciones masculinas de apoyo que se expresaron en muchos ejemplos pero del que se rescatan tres de la población adolescente: varones portando pañuelos verdes; alumnos que usaron polleras en un colegio capitalino después que sus compañeras fueran sancionadas por usar minifaldas y otros que se quedaron cuidando las tomas de escuelas secundarias mientras las alumnas concurrían a las marchas)

 

  La etimología de la palabra “hermano” se remonta a “frater germanus” y, como un derivado, se refiere a “verdadero, auténtico” lo que permite “desmaterializar” el concepto y aplicarlo a vínculos no necesariamente sanguíneos. El tema de la “fratria” ha sido estudiado por S. Freud en diferentes oportunidades; entre nosotros, encontramos las ideas de L. Kancyper (1997) y de S. Matus.

 

  El primer autor teoriza sobre “el complejo fraterno” y la segunda (reseñada por T. Bo, 2018) se basa en la teoría de la vincularidad: semejanza, alteridad y ajenidad constituirían “los aspectos imaginarios, simbólicos y real estructurantes de todo vínculo”, una relación que para sostenerse necesita del “sostén narcisista compartido, la inscripción en la diferencia y el velamiento de la ajenidad del otro”.

 

  Un vínculo que se despliega en tres tiempos (supresión, unión y diferenciación) que “suponen una complejización desde una especularidad narcisista hacia la construcción de la solidaridad social parando por el encuentro con el semejante”.

 

  En definitiva: la acción mancomunada entre infinidad de “hermanas” desafía nuestra imaginación científica y ciudadana: ¿estaríamos en presencia de un nuevo sujeto político argentino expresándose en “chicas de pañuelo y brillantina verde”?

 

  Adolescentes que “llevaron el debate a sus hogares y a las escuelas” (M. Carabajal, 2018; 3); “guerreras” como fueron definidas por la mencionada cientista social E. Faur, término que remitiría a la alianza inconsciente “ofensiva” teorizada por R. Käes (y citada por M. Cao) que junto con la “estructurante” y la “defensiva” serían “la argamasa psíquica que liga entre sí a los sujetos que pertenecen a una determinada ecuación sociocultural”.

 

  Señalemos que la “alianza ofensiva” permitiría que un grupo “selle” un acuerdo para “atacar, lograr una proeza o ejercer el poder que otorga la supremacía”

Adolescentes con una pulsión de apoderamiento y empoderamiento intra e intersubjetivas y espacial verdaderamente irrefrenables.

 

  Un movimiento subjetivo y social que, recurriendo a metáforas de la naturaleza, ha sido comparado con un “mar verde”. O, más intensamente, con una “marea verde” que puede convertirse en un tsunami. Un oleaje arrollador que, cuando se retira, deja el paisaje irreconocible. Y con una fascinante sensación de que ya nada volverá a ser como era. Un titular periodístico del día posterior a la fallida sanción decía: “Nadie puede parar el viento”.

 

 

Imagen*: http://marianadibuja.blogspot.com/

Mariana Baizán es una artista argentina contemporánea. Se dedica centralmente a la ilustración participando en innumerables libros, revistas, diarios y eventos de la cultura.

 

 

Bibliografía:

 

Bettelheim. B. “El problema de las generaciones”. En La juventud en el mundo moderno. E. Erikson (comp). Hormé. Bs.As. 19

Bo. T. (2018) “El complejo fraterno: aspiraciones teóricas para iluminar la clínica”. Bs. As., Argentina. (inédito).

Cao, M. (2009) Planeta adolescente. Buenos Aires, Argentina.

Cao, M. (2009) La condición adolescente. Buenos Aires, Argentina.

Carabajal, M: “Ganamos”. Página 12. Buenos Aires, Argentina. Edición del 9/8/18.

Faur, E. Guerreras. En Anfibia. Universidad Nacional San Martín. Marzo 2018.

Fernández, A. M. (1984) “Los mitos sociales de la maternidad”. En “Masculino – Femenino”. Revista Argentina de Psicología. Año XIII. Nº 35. Buenos Aires, Argentina.

Freud, S (1979) “Sobre psicoterapias”. En J. L. Etcheverry, Obras completas. Sigmund Freud. (Vol. VII) Buenos Aires, Argentina. Amorrortu (Trabajo publicado 1904/05).

Freud. S (1979). “La novela familiar de los neuróticos”. En J. L. Etcheverry, Obras completas. Sigmund Freud (Vol. IX). Buenos Aires, Argentina. Amorrortu (Trabajo original publicado 1908).

Freud, S (1979). “Psicología de las masas y análisis del yo”. En J. L Etcheverry, Obras completas. Sigmund Freud (Vol. XVIII) Buenos Aires, Argentina. Amorrortu. (Trabajo original publicado 1921).

Kancyper, L. (1997). La confrontación generacional. Buenos Aires, Argentina. Paidos.

Pavón, H. (2018) “Hitos de la lucha contra lo prohibido”. Revista Ñ. Edición 769 del 23/06/18. Buenos Aires, Argentina.

Rosenberg, M. (2017) “La práctica del aborto, sus agentes, sus efectos”. En Psicoanálisis y género. Meler I (comp.) Buenos Aires, Argentina, Paidós.

Tamayo, J. J. (2018) “Ha muerto Dios”. En El país. Edición del 29/3/18. Madrid, España.

 

 

 

 

         

 

 

   


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