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¿Otros deseos, otras subjetividades?

29/09/2018- Por Martha Hebe Cipollone - Realizar Consulta

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Este trabajo expone algunas contradicciones entre ciertos desarrollos tradicionales psicoanalíticos y la exploración en campo efectuada en el marco de una investigación sobre el deseo femenino de no maternidad. El foco de la misma ha sido la indagación del modo de construcción de las subjetividades femeninas en mujeres pertenecientes a sectores de clase media de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Analiza creencias instaladas en el imaginario social sobre la feminidad y la maternidad, y la articulación intersubjetiva desarrollada en los vínculos que producen deseos.

 

 

                            

                                           Muñeco “Tomasino” (1973)*

 

 

“¿Cómo se las arregla la niña para desear ser una mujer en un mundo paternalista, masculino y fálico? ¿Cuál es la hazaña monumental que las mujeres realizan para erigir en Ideal, ya no a la madre-fálica -ilusión ingenua de la dependencia anaclítica- sino a la madre y a la mujer en nuestra cultura?”

 

                                                               Emilce Dio Bleichmar, E., 1985

 

 

  En el marco del desarrollo de mi Tesis para la Maestría en Estudios de Género, indagué sobre las nuevas subjetividades femeninas, y en especial, respecto al no deseo de hijo en las mujeres y su corrimiento como eje central en su vida.

 

  Para exponer parte del marco teórico, me referiré en primer lugar a las conceptualizaciones freudianas sobre la sexualidad y el Complejo de Edipo.

Estas teorizaciones han sido objeto de revisiones y críticas por diversos autores a través del tiempo transcurrido desde su aparición, dada la amplitud y complejidad que abarcan (Freud, 1924, 1925,1931 y 1933). En los estudios interdisciplinarios de Género, son abordadas articulándolas con otras disciplinas.

 

  Los aportes de las ciencias sociales tienen un lugar transcendental para la comprensión de algunas temáticas subjetivas que se presentan en la actualidad, así como también las teorizaciones de la escuela anglosajona de psicoanálisis intersubjetivo (Chodorow, 1984, Benjamin, 1996 y 1997), resultan esclarecedoras.

 

  El Marco Teórico de la Tesis, ya aprobada, integra los desarrollos psicoanalíticos con los estudios de Género, con el objetivo de:

      

                (…) articular en forma significativa una perspectiva focalizada en lo intrapsíquico y en los vínculos tempranos al interior de la familia, con otra cuyo interés es el estudio del imaginario social, y de las instituciones que reproducen estilos de vida vinculados con modalidades específicas de subjetivación y por ende, de psicopatología (Meler, 1996).

 

  En el desarrollo de la tesis me he propuesto explorar el modo en que construyen su identidad de género las mujeres que eligen no ser madres, en la convicción de que en el ser humano, las representaciones de sí mismo y de la realidad, mutan de acuerdo a la época, el lugar y las condiciones de su existencia. Por lo tanto su subjetividad estará conformada por el contexto histórico en los que cada sociedad determina el modo en que serán conformados los sujetos a fin de ser aptos para esa sociedad (Bleichmar, 2004).

 

  Freud (1933) considera que el deseo maternal es la condición necesaria para que la niña logre su devenir mujer y forma parte constitutiva de su subjetividad. Incluso profundiza su análisis sobre la niña, remitiendo ese deseo de hijo, a su “viejo deseo masculino” de poseer el pene, destacando que es éste en realidad su primer y más fuerte deseo que vendrá a resarcirla de su carencia originaria.

 

  Resulta sumamente contradictorio el hecho de considerar el deseo de hijo en las mujeres como central e indispensable para el logro de una feminidad normal, y al mismo tiempo considerarlo como heredero del viejo deseo de poseer los genitales masculinos. El deseo de hijo sería secundario, a modo de resarcimiento, por el cual sería recompensada de su biología diferente que el creador del psicoanálisis considera deficitaria.

 

  Freud realizó un retrato de las subjetividades patriarcales de su tiempo. No advirtió ni denunció tal estado de situación, en cambio supuso intrincados caminos psicológicos derivando su percepción de la feminidad de una consideración de la misma como espejo de la subjetividad masculina.

 

  Pese a su conocimiento de los desarrollos feministas, se opuso decididamente a aceptar teorías que se apartaran de su perspectiva falocéntrica. Tal vez la sobrevaloración freudiana del órgano masculino como representante del sexo dominante en las sociedades patriarcales, pueda explicar estas teorizaciones sesgadas. Y aún más, tal vez se expliquen en función de la persistencia de fantasías infantiles de omnipotencia y de la ansiedad de castración en el varón.   

 

  Considero que un exponente de la subordinación femenina y la dominación masculina, se encuentra en el dogma de la primacía psíquica del pene, tanto en Freud como en Lacan, quien lo alude como “falo” de manera simbólica aunque sin dejar de ubicarlo en el centro del deseo femenino.

 

  Me he planteado el interrogante acerca de los motivos por los cuales muchas psicoanalistas mujeres siguen repitiéndolo, cómo logra este discurso falocéntrico ser aceptado con tanta sumisión. Posiblemente esta misma aceptación de la palabra-del-padre expone la persistencia patriarcal aún vigente en nuestra cultura.

 

  El pensamiento freudiano antes descripto, y la postura lacaniana, que refiere la posición femenina a su ubicación en una estructura atemporal derivada del lenguaje, han sido cuestionados por pensadoras feministas, muchas de ellas psicoanalistas, tales como Chodorow (1984) y Benjamin (1997), entre otras.

 

  Se argumenta que el lugar de la madre es significado como figura anudada a la falta, la fusión primaria y a la omnipotencia. Y en lo concerniente a la relación madre-hijo, no han sido conceptualizados como sujetos separados que establecen y mantienen una correspondencia intersubjetiva.

 

  En el corpus freudiano, desde el desarrollo de su primera tópica, el deseo es planteado como inconsciente, como aquello que aparece con el retorno de las primeras vivencias de satisfacción, asociadas a la huella mnémica de la excitación resultante de la necesidad. Sin embargo, el deseo no es identificado con la necesidad, ésta última tendría su origen en un estado de tensión interna, la cual obtendría su satisfacción en la acción eficaz que le provee el objeto asistente.

        

  Se evidencia el carácter construido de la subjetividad, que resulta en una paradoja: lo más íntimo del sujeto, su núcleo, la formación de su inconsciente, es originado, y a la vez producto de una relación dialéctica con los otros. De manera que podemos suponer que el deseo de maternidad, o la carencia del mismo en las mujeres, ha sido construido a través del vínculo íntimo y fusionado con la madre, en momentos fundantes del yo ideal y del narcisismo primario, y donde las niñas tal vez se identificaran con el modelo de feminidad que hayan recibido de su madre, lo que podrá estimularlas a ejercer la maternidad o a evitarla.

 

  Al mismo tiempo perciben en qué medida la madre inviste, libidiniza o no, el deseo de ser madre, o no le transmite que disfruta su maternidad, si la padece, si ésta es vivida como atributo de la feminidad, o si maternidad y feminidad se excluyen en el psiquismo materno (García Colomé, 2004).

 

  Por otra parte, los múltiples mensajes recibidos por la niña se inscriben en un orden simbólico que le mostrará que uno de los modos de ser reconocida consistirá en seguir los patrones culturales establecidos, los cuales actuarán como mandatos superyoicos.

 

  Tubert (1991) afirma que la sexualidad de la mujer es problemática para la tradición occidental, ya que se le niega su propio deseo, así como tomar sus propias decisiones en cuanto a su sexualidad y a su vida, imponiéndole la maternidad como destino.

 

  Tubert (1991) propone diferenciar el deseo, de la demanda de hijo, ya que éste supondría un grado de alienación al discurso colectivo junto a deseos inconscientes que solo pueden ser expresados por medio de significantes construidos en ese mismo colectivo. Deviene como deseo, que sería el producto de las relaciones intersubjetivas marcadas por las identificaciones (Pág. 77).

 

  En la actualidad, el sistema sexo-género vigente aún promueve la feminidad construida en clave de subordinación, por lo que las mujeres aparentemente resuelven esta dolorosa herida narcisista por medio del ejercicio de la maternidad. Operaría como una posibilidad de valorarse ante la fratría democrática moderna, ya que ésta ubicaría “a todas las mujeres entre dos extremos: ser madre valorizada o situarse en los márgenes del mandato con variados costos” (Errázuriz Vidal, 2012, pág. 437).

 

  Persiste la idea de que la maternidad es la realización indispensable de la feminidad, que una mujer no es verdaderamente mujer si no tiene hijos. Durante largo tiempo la maternidad fue considerada como una función instintiva arraigada en la estructura biológica de la mujer, por lo que es difícil considerarla como un arreglo humano; y por lo tanto con la dimensión de una construcción cultural.

 

  Debido a que la procreación es un hecho natural, esto induce a pensar que al fenómeno fisiológico de la concepción y la gestación debe corresponderle el deseo de tener un hijo y determinadas actitudes relacionadas con él, esto es, todo lo relativo a su crianza y formación.

 

  A pesar de que en las últimas décadas el fenómeno creciente del no deseo de hijo ha suscitado el interés de investigadores/as con orientación feminista, este hecho no deja de producir perplejidad a unos y otras.

Burin (1987) en su estudio de la crisis de la mediana edad de las mujeres, considera que:

 

“(…) un estado de enjuiciamiento crítico cuyo objetivo es la redefinición de la identidad, mediante un reordenamiento pulsional que permita la ruptura de los vínculos identificatorios anteriores” (Burin 1987: Pág. 129).

 

  La autora estaba interesada en rastrear el modo en que ese reordenamiento pulsional podría gestar nuevos deseos para la subjetividad femenina por fuera de la ecuación mujer = madre, considerada como deseo constitutivo de su feminidad. Por otra parte, la sociedad patriarcal no ofrecía representaciones jerarquizadas para las mujeres.

 

  Ha encontrado que habían internalizado ideales en cuanto a su desarrollo personal más allá del ámbito de la familia, la pareja e hijos, tales como los intelectuales, económicos, artísticos y/u otros. Entraban en crisis en la mediana edad, ante el vacío representacional que significaba la disminución o cesación de sus tareas reproductivas, sin haber desarrollado plenamente sus otros ideales.

 

  A pesar del tiempo transcurrido desde estos hallazgos, se mantienen las dificultades para compatibilizar el ejercicio maternal con el desarrollo de otros deseos. Si bien el contexto patriarcal se ha flexibilizado, subyace aún para las mujeres, el lugar subordinado en la sociedad.

 

  Los sueldos de las empresas son diferenciales por género, y sus posibilidades de engendrar siguen operando como un obstáculo para su desenvolvimiento. En la vida doméstica, aún permanecen siendo las principales proveedoras y responsables de las tareas maternales, sin bien los varones lentamente han comenzado a participar en el ámbito privado.

 

  Burin (1987) ha descripto que en esa época surgen nuevos deseos, como el de saber y de poder, lo cual para esa generación constituyó un logro histórico de importancia. Utilizaban para ello el deseo hostil diferenciador motorizado por el sentimiento de injusticia, que les permitía diferenciarse de la experiencia de sus madres de generaciones anteriores. Debían desasirse de modelos y prácticas femeninas ancestrales, de identificaciones con su propia madre y construir otras identidades de género.

 

  He encontrado en el desarrollo de mi tesis, así como en mi práctica clínica, que las mujeres jóvenes que están ingresando en el mundo adulto, experimentan serios conflictos ante este sentimiento de injusticia hacia las condiciones desventajosas que rigen en la sociedad para su género, un profundo desencanto junto a sentimientos de ira e impotencia ante tal situación.

 

  Las mujeres entrevistadas en esta investigación, manifiestan claramente en sus relatos, una aguda percepción de tal situación, que ha favorecido los conflictos psíquicos por los que han atravesado, relacionados con su identidad femenina y su capacidad reproductiva.

 

  En lo personal, ha sido un hallazgo sorprendente observar su capacidad de análisis, su posibilidad de autorizarse a elegir y dar voz a otros deseos y proyectos de vida que no incluyen la maternidad.

 

  Estas subjetividades posmodernas que comienzan a aparecer, se diferencian de las primeras feministas que luchaban por sus deseos de saber y de poder, de “ser alguien”. Buscan en cambio su propio placer, centradas en lo inmanente, no las preocupa lo transcendente, su Ideal del Yo gira en torno a su confort, a disfrutar de la vida con la menor carga posible de responsabilidades.

 

  Considero que este es un gran salto cualitativo entre las subjetividades de las mujeres de los ´70 y las de principio de este siglo XXI. Tal vez sean precursoras de un nuevo “espíritu de la época” (Herder, 1769).

 

  Desde una perspectiva psicoanalítica, han incorporado a su Ideal del Yo metas tradicionalmente consideradas masculinas, roles con rasgos fálicos. En consonancia con lo afirmado por Emilce Dio Bleichmar (1985), se trataría de mujeres cuyas madres estimularon un tipo de crianza no tradicionalmente femenino, donde las creencias populares ya habrían comenzado a ser permeadas por las ideas del feminismo, favoreciendo un desarrollo con Ideales del Yo posconvencionales.

 

  He encontrado en la muestra de esta investigación, coincidencias con las teorizaciones de Hernando (2012), en lo concerniente a sus desarrollos sobre las mujeres actuales, quienes comienzan a individualizarse de una identidad relacional, es decir, construida en función de las relaciones que sostienen, y no del desarrollo del Yo.

 

  Esta posición no generaba deseos para sí, ya que su seguridad dependía de satisfacer los deseos del hombre. He observado en mis entrevistadas que no tienen una falsa ilusión de independencia, sino que se niegan a establecer vínculos de dependencia extrema, como sería la relación con un hijo. Sostienen vínculos afectivos con su pareja, familia, amistades, buscan su autonomía económica y sus propios espacios.

 

  La individualidad caracterizada por esta autora, estaría dando lugar a la diversidad de subjetividades, con nuevos deseos que desafían mandatos sociales, familiares y culturales, determinando cambios en el Ideal del yo y del Súper yo.

 

  Para concluir tomo las palabras de Meler (1996):

 

“La imagen de una madre que sólo desea a su bebé, va quedando restringida a un período histórico en que llegó a su apogeo el imperativo maternal de la Modernidad” (Meler, 1996: Pág 4).

 

 

 

Nota*: la presente imagen de un muñeco italiano “para niñas” respectiva a una publicidad típica de las décadas de los sesenta y los setenta fue tomada de https://www.pinterest.cl/pin/67342956903537775/

Véase la frase: “Soy muy educadito… pero puedo ‘mojar’ mi ropita si se descuida mamita!!”

 

 

Bibliografía

 

Benjamin, J. (1997): Sujetos iguales, objetos de amor. Buenos Aires: Paidós, 1° edición.

 

Bleichmar, S., (2004) “Limites y excesos del concepto de subjetividad en psicoanálisis”. En Revista Topía. Abril 2004.

 

Burin, M. (1987) “Vicisitudes de la reorganización pulsional, en la crisis de la mediana edad en las mujeres”. En Estudios sobre la subjetividad femenina. Mujeres y salud mental. Cap. III – 1. 2ª ed. 2002. Buenos Aires: Librería de las mujeres.

Chodorow, N.  (1984) El ejercicio de la maternidad. Barcelona. Ed. Gedisa S.A.

Dio Bleichmar, E. (1985): El feminismo espontáneo de la histeria, Madrid, Siglo XXI. Errázuriz Vidal, P. (2012) “Misoginia romántica, psicoanálisis y subjetividad femenina”. Cap. 2, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza.

Freud, S., (1924) “La disolución del Complejo de Edipo”. Obras Completas. Tomo III. López Ballesteros. 4° ed. Buenos Aires: Biblioteca Nueva.

______     (1925) “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica”. Obras Completas. Tomo III. López Ballesteros. 4° ed. Buenos Aires: Biblioteca Nueva.

________  (1931) “Sobre la sexualidad femenina”. Obras Completas. Tomo III. López Ballesteros. Buenos Aires: Biblioteca Nueva.

-________ (1933) Lección XXXIII: “La feminidad”. Obras Completas. Tomo III. López Ballesteros. Buenos Aires: Biblioteca Nueva.

García Colomé, N. (2004) Matices sobre el paisaje. Sobre el deseo de no ser madre. Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. D.F., México. Recuperado el 5/9/ 2013 de https://sites.google.com/a/fundpsicsigmundfreud.org/trabajos-2do-congreso-de-investigacion/home/garcia-colome-nora-cecilia.

Hernando, A. (2012) La fantasía de la individualidad. Sobre la construcción sociohistórica del sujeto moderno. Madrid: Katz Editores.

Meler, I. (1996) “Estados depresivos en pacientes mujeres. La perspectiva de los estudios de género”. Revista Subjetividad y Cultura. http://subjetividadycultura.org.mx. No. 6-

 

Tubert, S. (1991) Mujeres sin sombra: maternidad y tecnología. Primera edición. Madrid: Siglo XXI de España Editores, S.A.

 

 

                


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