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Entre amores delirantes: “Musas de una época”

02/08/2019- Por Silvia Beatriz Bolotin Kogan - Realizar Consulta

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Antecedentes libertarios. Las ideas. Logias. Cafés literarios. Vanguardias artísticas. El surrealismo. Freud. Lacan. Dalí. Picasso. Ascenso del nazismo. Dr. Lanteri Laura. El psicoanálisis y el hospital… son algunos de los ingredientes que hacen de este ensayo una interesante trama en la cual cobran vida y conexión aspectos de la historia y de la cultura que resultan determinantes para entender nuestros orígenes y pensar el devenir de nuestro quehacer, como producto inevitable de una época.

 

 

                      

                                                Marlen Dietrich

 

Entre amores delirantes: “Musas de una época”

 

 

“El corazón es el órgano del deseo encantado, tal como se lo guarda en el Imaginario”.              

             

                             Roland Barthes[1].

 

 

 

I- Momentos de manías surrealistas: “Guerras”

II- Enigma sin sentido ni respuesta.

III- Figuras de musas en una escritura: Freud.

IV- Infraestructura del desarrollo en el texto: “Un Siglo como otro: la Revolución”. 

    

 

 

 

I -Momentos de manías surrealistas: “Guerras”

 

  En otro siglo, el XX en la década 1919/1929 que siguió a la Primera Guerra Mundial lo artístico existencial es reflejo de 1750, se encuentran cafés literarios que se convierten en salones de lectura, donde acudían logias masónicas mientras otras ideas llegaban con Beaumarchais, (con su dramaturgia Las bodas de Fígaro, 1784).

 

  Con ese ritmo en salones de la rotonda Montparnasse, como la Coupole, el Select, y Le Dôme merodeaban los surrealistas Eric Satie, Luis Buñuel, Pablo Picasso, quienes entre osadas propuestas del reciclaje del shock del ojo y la sexualidad hicieron el anclaje de la teoría analítica como del escándalo surrealista.

 

  Una revolución vanguardista envuelta del glamour erótico de Bayol, evocando la banalidad hasta caer en el viernes negro de Wall Street del 30’. Con una desocupación en aumento, ilustrada por Jean Renoir con un film La vie est à nous. En ese Berlín de 1933, la juventud alemana marchaba en un entorno recubierto de propaganda nazi; y todo terminaba en la frase: “Un día, la felicidad deberá estar a mi lado”. Cafés-concert respiraban esa felicidad filosófica.

 

  En el apogeo de aquel début du siècle quedaba “todo poseído por una tierna locura de amor que pasaba de la canción secular al ritmo moderno de Charles Trenet. Maurice Chevalier enfatizaba días bellos cautivando la aristocracia dentro de aquél clima con un Hitler diciendo: “El que me siga será recompensado”. En el teatro de revistas con Josephine Baker y Mistinguette se seguía cantando: “Lo que me fascina es París”.

 

  Al tiempo que Berlín gozaba un fastuoso casamiento de Goering. […], en simultáneo, las tropas de Hitler enarbolaban estandartes del arte. En medio, otros carteles enarbolaban la promoción de una depuración de la raza aria; y se leía: “¡Fuera, judíos!” (Juden Raus!).

 

  Los libros prohibidos ardían en piras, iluminando la noche igual que los music-halls con restaurants y burdeles plenos. De repente, otra realidad empezó a saltar por el aire con huelgas, se seguía bailando pero en fábricas ocupadas. La miseria invadía calles mientras la alta burguesía no se daba cuenta. Por un lado, los alemanes tenían otra visión de Francia en 1936, hasta el amanecer del 14 de junio de 1940, Hitler entraba a París. En Berlín, se seguía bailando.

 

  Viena se hundía desde marzo de 1935, hasta que se la anexó Austria. En esas circunstancias, Freud rozaba el peligro, hasta que la princesa Marie Bonaparte se empeñó en lograr su exilio. Durante la Ocupación, de otro lado Tristan Tzara (en el Surrealismo de hoy, 1955), empezó a abordar la locura en tanta manía social.

 

  Mientras en los humeantes clubs nocturnos se oía la voz de Marlene Dietrich hasta el alba en un Berlín de hiperinflación extrema con veteranos llorando derrotas. Aunque codiciosos de orígenes inconfesables, circulaban por todas partes durante la Ocupación desde el mercado negro hasta algún cabaret de París. De esa manera se hacían ostentosas contribuciones en galas de beneficencia, y en recepciones de la Embajada alemana en Rue de Lille[2], solicitadas por Condesas de la Gestapo.

 

  Los lugares estaban llenos, recuerda Mondiano, como si en cines y en teatros la gente se reunía para apretarse unos juntos a otros para calmarse. En tanto la ciudad en silencio se parecía a una ciudad ausente de sí misma, una ciudad sin mirada[3] sobre la causa del mal. En esos “Años Locos”, entre un bullicio desbordante de sensualidad con efectos reactivos melancólicos en el estilo rilkeano, suben a escena suicidios espectaculares tanto en Francia, como España o Alemania.

 

  Esa locura enceguecida que, según Foucault hace pensar el mal con un acceso maníaco acompañado siempre de audacia y furor. Pero también sobrevienen pensamientos incoherentes con gestos explosivos por traiciones propias de la manía”…[4] En ese entonces Apollinaire sería el primero en decir el vocablo “surrealismo”.

 

  Momento de la Gran Guerra, y que no dejaba de trastornar tanto, como en la Revolución Francesa porque era una locura que no estaba del lado de la extravagancia sino de la normalidad. Una normalidad que era pura locura por tener su validación en la comedia social[5]. Ante esa decadencia, Tzara potenciaría su verbo dando lugar a su encuentro con Lacan.

 

  Aunque Freud, de su lado no consideró a los surrealistas, sí influyó en Pablo Picasso (1881-1973) por su modo de expresar un período bárbaro. En esa comedia social, Jacques Lacan se interesó tanto en los fantasmas surrealistas de Salvador Dalí, como de René Crevel, en 1928. Además André Bretón fue su contacto que lo llevaría a su tesis: “Psicosis paranoica en relación a la personalidad” (1932).

 

  Dalí decía: “Antes de haber leído en 1933, la tesis de Lacan” (…) Salvador Dalí admiraba esa tesis. Así, el delirio paranoico se afirmó con Dalí, como el que Jacques Lacan imputó a Tristán Tzara. Es verdad, Lacan ilustraba un fenómeno muy oscuro con una expresión que se llamaría paranoia[6]; yendo desde una clínica audaz pasando sobre la locura, volviendo de la misma como pocos pensadores.

 

  Los surrealistas fascinados reconocieron en Lacan a un Mallarmé en sus juegos con las palabras. Cuando Salvador Dalí dejaba la escritura automática (1931). Al tiempo Lacan se separaba del surrealismo.

 

  En el Quartier VI de París, en una terrasse de café, era el lugar del Dr. Georges Lanteri Laura, esperando a discípulos, y en ese ángulo de Boulevard Saint Germain y rue Saint Père se ubicaba a cien metros la Universidad de Medicina que no estaba lejos de rue de Lille donde era la casa de Lacan.

 

  En esa facultad fue nuestro Director de Diploma en Estudios Profundos, para quienes acudíamos a la cita, en donde era la cursada de sus seminarios. Otros intercambios eran en Vincennes en la periferia de París, donde su esposa nos recibía, tanto a alumnos, como a invitados con exquisitos bizcochuelos caseros, y un té humeante.

 

  Lanteri Laura adoraba dejarse ir entre anécdotas, gobernado por esa costumbre en encuentros sea en un café o en un living cargado de la riqueza sobre la psiquiatría francesa e internacional uniendo teatro y literatura en las charlas sobre la Salud Mental.

 

 

II -Enigma sin sentido ni respuesta

 

  Con el descubrimiento surrealista de Freud se inspira el pintor para plasmar la crueldad, las pesadillas y las obsesiones eróticas. Durante la guerra, a través del compromiso político que sigue a la Liberación, Pablo Picasso pudo expresar las angustias y las esperanzas de sus contemporáneos; y ser un intérprete humanista de una historia.

 

  Su obra queda marcada por el momento en que el ejército alemán ensayaba determinadas tácticas encaminadas a reducir a cenizas una ciudad. La táctica consistía hacer columnas para bombardear poblaciones civiles porque a partir de la Primera Guerra Mundial, los aviones de la legión Cóndor habían empezado una guerra aérea.

 

  Con Guernica se trata de probar que no significó solamente un ataque usando el terror como arma, sino una fractura de la civilización. Así es como Pablo Picasso lo expresó en su cuadro. Más tarde, este método se utilizó durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fueron los alemanes los primeros en realizar una acción de ese tipo, y los que militarmente se sintieron satisfechos de su éxito[7].

 

  Durante la guerra, sabemos que Pablo Picasso nos deja otra clase de escritura en la obra Guernica (1937) señalando el momento en que el ejército alemán ensayaba tácticas para bombardear. A esa alegoría, Picasso quiso pintarla en color, pero la tragedia iba en blanco y negro. Quiso hacerle una lágrima, pero en esas tres horas de bombardeos a la ciudad vasca “era tanto el susto de la gente, que ni siquiera se podía llorar”.

 

  El bombardeo de la Guerra Civil española quedaba como una epopeya fúnebre única. En esta tela se perciben ambigüedades en el significado dado por Picasso a la imagen del caballo destripado del cuadro[8].

 

  Gracias a ese cuadro, se descifran sensaciones del perfil realizado de la yugoslava Dora Maar, cuya tez blanca enmarcada por un pelo azabache permaneció en el Guernica. Dora Maar es una joven fotógrafa surrealista que registró cada etapa de la gestación del cuadro. Ella misma le había encontrado a Picasso la pieza donde lo pintó, situada en la calle Saint-Augustin, cerca del Sena.

 

  La leyenda dice que cuando las tropas nazis invadieron París (1940), en el momento en que entraron al atelier de Picasso, los oficiales alemanes frente a ese lienzo preguntaron si Pablo Picasso lo había hecho; el malagueño respondió: “¡No! Ustedes lo hicieron”.

Probablemente supo guardar la dignidad española uniéndose a Sigmund Freud sorteando también malentendidos con Dalí.

 

  Picasso dejaba la sensación de que “nada que haya volado en el Imaginario entre sinsentido y sentido puede llegar a morir”. Nubes de enigmas descendieron entonces sobre el Hospital de La Salpêtrière, o Saint-Anne de París. En esos muros se escribió parte de la gran historia de psiquiatría del siglo XVIII.

 

  Era uno de los Hospitales más grandes de Europa; y allí se albergaban mujeres pobres, prostitutas, locas incurables. Esquirol clamaba indulgencia por quienes estaban tras esos muros. Diderot sentenciaba no haber visto nada “diferente a la locura del resto de los hombres”. ¿Es posible entonces hablar de un enigma? Aunque todo enigma por definición tiene su solución[9].  

 

  Quizás alguna precisión explique una solución en la obra de Jacques Ferrand: “Maladie d’amour ou mélancolie érotique” del Siglo XVII. Porque Ferrand describía una imagen singular en el amor de las mujeres que enloquecen más que los hombres por amor, y tienen el arte del saber disimular![10]

 

  Intriga tanto Picasso como Bretón en su obra Amour fou con una narrativa poblada de mujeres soñadas en el encuentro amoroso, como lo que es su personaje Nadja; en quien un impulso artístico pareció necesitar una escena que cante al objeto de su destrucción; Bretón también dejó su musa en el Hospital Sainte–Anne. En ese mismo nosocomio, quedó Henriette Teodora Markovitch, la enigmática mujer de Picasso.

 

  Olvidando algunos artistas que “el amor es un creador no un productor: y la diferencia es entre la creación artística y la producción industrial. Una eterna repetición del gesto del amor que echa a los mercaderes del templo”[11]. En consecuencia la anormalidad quedaba fuera del templo sin percibirse una diferencia entre arte y producción industrial.

 

  Con el romanticismo surgió la mujer etérea, enferma en el borde de la desaparición, o bien se cree que sólo sirve gracias a ese amor aunque la vampirice[12]. Porque a esas mujeres vampirizadas no les dejaron alcanzar “el órgano del deseo encantado en el Imaginario” como enuncia Roland Barthes.  

    

             

III -Figuras de musas en una escritura: Freud

   

 

“Era un grupo que como las mujeres de l’Ancien Régime

          no soportaban exclusiones”.

 

“Aunque me cierres los ojos, he de verte, Aunque me tapes los oídos, he de verte. Y hasta sin pies he de seguirte. Y hasta sin boca había de invocarte”.

 

                                    Elegías de Rainer María Rilke

 

 

 En algunos episodios de su obra, Freud descubre, como todo placer, de repente, cede a impulsos femeninos, como masculinos que dieran tanta sangre en un milenio como en otro, aunque décadas más tarde, el Maestro Vienés reinventa la Modernidad con un amor de época sobre las grandes seducidas por el maestro.

 

  Era un grupo que como las mujeres de l’Ancien Régime no soportaban exclusiones. Entre fantasías alucinantes Lou Andreas Salomé, como la princesa Marie Bonaparte, y muchísimas más, formaron parte de ese movimiento de Sigmund Freud; se inscribía una crónica inigualable. Bonaparte interesada por los asesinatos, trabajó para liberar la sexualidad femenina.

 

  En temas del amor, cuando Lou Andreas Salomé hablaba de su imposibilidad para encontrarlo. Freud señalaba que en “esa clase de persona enamorar era más importante que ser amado”. Salomé, y princesa Bonaparte, (en 1912-13), por sobre todo Lou eran asiduas concurrentes de las famosas veladas de los miércoles, en la célebre Sociedad Psicoanalítica de Viena.

 

  Aunque Lou no sería admitida, ahí, como miembro hasta 1932, cuando se había retirado a Göttingen. En esa ciudad Lou Andreas Salomé produce una loca escritura fantasiosa no existencial. Esa prosa es muestra fehaciente que no existe estilo femenino ni masculino sino posiciones intercambiables en el momento de la escritura en acuerdo al personaje.

 

  Entre los remolinos del movimiento, cada vez que Sigmund Freud daba sus paseos diarios, la angustia sobrevenía. Aunque Freud se quedaba sorprendido ante el fantasma de una muerte acechante, y viendo a Lou Andreas Salomé llorar, la atmósfera de final de reinado se imponía.

 

  Marie ignorada por su entorno familiar[13]; con esta mujer Freud demostró su genio y le ofreció también como a Lou Andreas Salomé, uno de los anillos reservados a los integrantes del Comité Secreto. Roudinesco dirá: Si Lou era una Mujer ideal, la amiga, la encarnación de la libertad, Marie Bonaparte fue la alumna, la discípula sumisa, la analizante embajadora devota.

  

  En el crepúsculo del Siglo XX, el paradigma de mujer histérica es abandonado reemplazado por un hombre fatigado entre amores románticos/ surrealistas por quienes circulaban cerca de la casa de Freud, de Lacan, de otros pensadores. En esos tiempos surgen conceptos que pasan por encima de la depresión, dando paso a la melancolía, que a su vez pasa por encima de la histeria tratada, como la depresión del siglo XXI.

 

  Esto remite a la Viena de Anna O, la famosa paciente de Joseph Breuer con un psicoanálisis y una psiquiatría para el abordaje de los fantasmas de Augustine; la famosa loca de Charcot en la Salpêtriere. Foucault sugiere que sólo es clínica médica por la consistencia de la anatomía patológica. La ideología médica es la creencia del progreso en la medicina; y se vuelve al oscurantismo de la posesión.

 

  Sigmund Freud sale del oscurantismo hacia la libertad desde aquellos arrebatos románticos hasta la revolución del pensamiento con la temática del ser y su deseo en el siglo XX, porque desenterró potentes teorías sexuales donde se pasaba por una historiografía crítica sobre la carga de la locura, y lo visible de la enfermedad que conlleva a un médico denominar: “superficie de ataque”. Así valida su poder en “esa superficie” para vencerla…[14]

 

  Acaso no son superficies fantásticas de locuras de amor en cualquier mujer con ese doble juego entre las ideas célebres de Freud, y una erótica refinada de Bataille como en los dibujos de la famosa Goulue du Moulin Rouge enmarcada por revuelos de puntillas y cintas de terciopelo.

 

  El Cancán es revelación de calzones en chicas o falta de calzones (el baile popular y escandaloso). Los encajes cubrían bajos instintos del espectáculo con bailarinas que no tenían otro medio para expresar la libertad, salvo exhibiendo un cuerpo sufriente. La musa epifánica de Toulouse Lautrec, Jane Avril, la Goulue; y la única bailarina de Montmartre que apreciaba la obra del artista. Toulouse Lautrec la pintó y dibujó en cada local con bailes ejecutados para ella.  

 

  Dos vidas en sintonía con el sufrimiento que toca el bajo fondo donde se oía: “Somos criaturas del bajo mundo; no podemos permitirnos amar”, en una era de poderosa revolución sexual. No es posible un mundo de tanto sufrimiento, de tanto amor en la nada, para que la vida que nos es tan cara no tenga sentido, interpela D’ Ormesson[15]  En el filme Moulin Rouge (2002), una celebración del amor de época junto a canciones pops, una performance cinematográfica entre comedia y tragedia. Satine es un Diamante Brillante, la estrella del Moulin Rouge y la cortesana más famosa de la ciudad, atrapada entre el amor del joven escritor y la obsesión enferma de otro hombre. Christian, es un escritor de un mundo decadente, todo es permisible, menos enamorarse. Acción en medio de infames centros nocturnos parisienses de 1900[16].  

 

  Con profundo sufrimiento en el sacrificio se toca el bajo fondo en el hotel Blanche, en 1899. Un verano surrealista, a finales de siglo, con la misma forma de pensar el siglo XXI. Cada tanto se oía nuevamente: “Somos criaturas del bajo mundo; no podemos permitirnos amar”.

 

  Casi al final, se percibe en aquel altillo una imagen difusa del escritor, muy triste: Satine sacrificada había muerto. Pero un día inesperado él se incorpora, va a la máquina y escribe esta historia de amor: despertar y realizar el duelo en una escritura.

 

  En cambio, el filme de Houston produce imágenes entre revuelos de faldas que hacen pensar en aquella paleta aún empastada, en aquellos pinceles secos que traen el genio de Lautrec tan fresco como en aquel día de sol. Porque en el sacrificio enuncia Bataille se quita la víctima del universo de utilidad para entregársela a un capricho incomprensible.

 

  El sol empalidece en el mundo del espectáculo, el cabaret, dando el erotismo más lúgubre que se podía contemplar. Pero cuando a un animal en ofrenda a un prelado se lo inmola, en ese instante se pasa a un terreno del mundo de las cosas inmanentes: que ocurre cuando una mujer es sólo consumo carnal[17].

 

  En cambio lo opuesto del consumo se da con un hombre que alcanza a ser libre en sus ideas, como en el Cuadro de Delacroix el momento de lo alegórico se difumina; la masculinidad engrandece. Los senos desnudos más célebres en la historia de la pintura dejan de ser senos en una mujer iluminada para ser una enorme alegoría de “La libertad guiando el pueblo”[18].

 

      

          

                  Eugène Delacroix – “La libertad guiando al pueblo” (1830)

 

 

 IV -Infraestructura del desarrollo en el texto: “En un Siglo como otro: la Revolución”

 

  El eterno retorno es una idea misteriosa y, dice Kundera, con esta, Nietzsche ha puesto a numerosos filósofos en una confusión; ¡pensar que un día todo se repetirá todavía indefinidamente! ¿Qué quiere decir este mito extravagante? Se pregunta el escritor en el inicio de su novela “La levedad del ser”.

 

  En una cita del Fedro de Platón sobre La locura de las ninfas Sócrates hablará de posesión como locura en la que se alcanza de modo imperceptible una internación igual que la de nuestros días. Tal como en la antigüedad con el aislamiento[19] cargado de alegorías sobre exilio, suplicio y cadenas[20].

 

  Entramos directo en una posesión por locura de amor, en Anales médico-psicológicos de Donasiano Sade donde interrogaba a los lectores sobre desviaciones sexuales[21]. En realidad en ese siglo anteúltimo se pasaba por encima de la “verdadera moral”, porque en “la verdadera moral justamente se burla de la moral”.

 

  Fue así que algunas de esas bases caen en ciertos presentes desde aquella famosa Torre de la Bastille donde Sade escribiera comedias y óperas.[22] En 1790, liberado el Marqués se convirtió en el secretario de Piques y se pone a disposición de la Convención administrando hospitales, siendo un juez singular. Con el Antiguo Régimen, sin embargo, no puede pasar a la categoría de héroe porque su encarcelamiento no había sido político, sino por excesos sexuales.

 

  Con una ideología del progreso contra el oscurantismo de épocas supersticiosas se regresa a lo medieval en aquella indeclinable Revolución Francesa donde un infierno feudal de utopías en el nuevo orden provocó un cimbronazo con “los derechos inalienables” de los hombres. Aunque dejó una atmósfera bañada por el ruido metálico de “la máquina de la muerte”.  

 

  Cuando se toma la Bastilla, se arresta al rey, a su familia y a nobles, pasando a un asesinato en cadena. Se asesinaba tanto al químico Lavoisier como a niños que no sabían usar armas en una república de pasiones y salvajismos donde la guillotina se extendió a ellos mismos: Robespierre mandó guillotinar a Dantón, otros mandaron guillotinar a Robespierre.

 

  La máquina del diputado Guillotin, había sido ensayada con cabezas de corderos, dando paso a una guerra escarlata con cabezas de mujeres: María Antonieta, Carlota Corday (asesina de Marat) y más tarde la de Philippe Egalité, como a burgueses o gente del pueblo. Entre amores delirantes y la ilusión. […] esas enfermas, según Michelet, que no son enfermas sino que están en el imperio de una ilusión mística […], lo que también pasó con Juana de Arco, o con Judith.

 

  ¿Acaso Pinel no había prohibido libros religiosos? ¿Era la razón de una deriva delirante? Con voces del delirio se sabe que a Corday le indican apuñalar a Marat, un sábado 13 de julio de 1793. ¿Era entonces una ilusión en un imperio místico? ¿Será la pregunta de Freud sobre qué quiere una mujer?

 

  No hacen falta grandes interpretaciones sobre una versión freudiana de la Revolución Francesa que fue un nuevo comienzo, análogo a un mito fundador con la decapitación del padre en una horda de los hermanos. Luis XVI no fue devorado, pero faltó poco para que eso sucediera[23]. Pocas figuras fueron pintadas con tanta sangre como Marat, óleos que muestran una devoradora burguesía cargada de pasiones y miserias humanas.

 

  Freud consagró no obstante sólo dos libros a la cuestión del asesinato del padre en “Totem y Tabú” (1913), “Moisés y Monoteísmo” (1934-38) a pesar de que la tragedia de Sófocles es un eje en su doctrina... La ubicación de la trágica Guillotina luego se bautizó Plaza de la Concordia en honor a un pacto fraternal. Una crónica libertina de la revolución se espera: es suficiente reunir diarios con una gran libertad sexual, donde surge la escritura incendiaria del Marqués de Sade…[24].

 

  Escribir sobre estos argumentos es una actividad bizarra que viene también un poco de los surcos de la vida, y hace falta dejar blancos para dejar una cierta libertad a los personajes, uno queda de ese modo prisionero de un decorado en el cual uno ha vivido.

 

  Creo que nuevamente siguiendo al escritor Patrick Mondiano, tomé un decorado donde recuerdo a Lanteri Laura en su consulta del Hospital Esquirol, que fue la base de algunas de sus cavilaciones porque fue jefe del Servicio de Psiquiatría, donde se destacó por una psiquiatría avanzada entrelazada a los avatares del psicoanálisis.

 

  En este nosocomio se dio la famosa puesta en escena de la obra de Peter Brook: “Marat/ Sade”. El teatro era la pasión de Laura tanto como recuperar enfermos dudando de etiquetas preestablecidas. Su mirada en la Salud Mental Argentina fue una apuesta siempre. El psicoanálisis nutría sus teorizaciones haciendo de su obra un referente importante e igual que Henry Ey.

 

  Creo que sin descifrar este texto, elegí quedar prisionera por todo este relato en el decorado de la revolución, porque trata de una crónica con la que escribiéndola surge otra revolución del pensamiento con Jacques Lacan, quien también fue una parte importante de mi vida y al mirarla en el recuerdo ilumina la escena llegando a su casa en 5 rue de Lille. Fue un viaje fantástico de una existencia, llegando a un pasado desde el presente, y que valió la pena.

 

                            

                         J Marat assasiné dans sa baignoire”, (1793).

 

 

  

Un recuerdo por donde se originan algunas de estas ideas

 

 

 

          

 

  En una terrasse de café del Quartier VI en la rive gauche, se daban encuentros con el Dr. Lanteri Laura. En la esquina de Boulevard Saint Germain y rue Saint Père a metros de la Universidad de Medicina en rue Saint Père. En esa facultad él fue Director del DEA, (Diploma de Estudios Profundos), donde dio sus seminarios. Otros en Vincennes, la periferia de París.

 

  Su esposa nos recibía, tanto a alumnos, como a invitados con exquisitos bizcochuelos caseros, junto a un té. Adoraba hablar de psiquiatría internacional unida al teatro y la literatura.

  

  En el Hospital Esquirol fue Jefe del Servicio de Psiquiatría. En este nosocomio se dio la famosa puesta en escena de Peter Brook: “Marat/ Sade”. Gracias a muchos de sus datos hice mi texto sobre esa obra. El teatro era la pasión de Laura, tanto como recuperar enfermos dudando de etiquetas preestablecidas. Su mirada hacia la Salud Mental Argentina fue constante por sobre todo durante la Dictadura Militar. En el psicoanálisis fue un referente igual que Henry Ey.

 

           

 



[1]. Barthes, R. Fragments d’un discours amoureux. Ed. Seuil. Paris P. 63

[2]. Cyril, E. Las condesas de la Gestapo. Ed. Ateneo. Arg. P.12.

[3]. Mondiano, P. Discours à l`Academie Suedoise. Ed. Gallimard, Paris 2015. P.

[4]. Foucault, M. Histoire de la folie, 1972,  París, Ed. Gallimard, p. 341.

[5]  Kalfon, S. Les paraplue d’Erik Salite. Ed. Joelle Losfeld. p. 23

[6]. García, G.  Etcétera periódico Descartes, 2006, Art: Bs Ase.

[7].  Los bombardeos fueron el 26 de abril de 1937,  durante tres horas y media. 

[8]. Enciclopedia Universalis, France, V. 10. 1980,   p.34.

 

 

[9]. D’Ormesson, J. Guide des égarés. Ed. Gallimard. Paris. p. 16

[10]. Foucault, M. Histoire de la follie. Ed. Gallimard. Ed, 1972. p. 355.

[11].  Israel L. L’hysterique, le sexe et le médecin. Ed. Masson. Paris 1976. p. 243

[12].  Pommier, G.   Féminin Révolution sans fin. Ed. Pauvert Paris, 2016.  p. 27

[13]. Bertin, C. La dernière Bonaparte, Ed. Perrin, 1982, Paris. p. 14.

[14]. Clavreul, J. L’orde médical. Ed. du Seuil. Paris 1978   p. 16.

[15]  D’Ormesson, J. Guide des égarés. Ed. Gallimard. Paris. p. 16

[16]. Nicole Kidman interpreta Satine, el Diamante Brillante, la estrella del Moulin Rouge y cortesana más famosa. Ewan McGregor es Christian, el escritor.

[17]. Faye. J. P Nietzche et Salomé. Ed. Grasset. Paris 2000. p. 218.

[18]. Idem 13. G. Tapa.

[19]. Foucault, M. Histoire de la Folie, París, Ed. Gallimard,   p.484.

[20]. 1793, Ph. Pinel dirige Hospital  Bicêtre de París y liberó pacientes de las cadenas. Posteriormente en la Salpêtrière.  

[21]. Préf. D’Yvon B. Philosophie  dans le boudoir, París, Ed. Fol. Gallimard, 1966, p. 25, 29.

[22]. Idem 2, p. 581.

[23]. Idem 13. Paris. P. 207.

[24]. Idem, 13. P. 218

 

 


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