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Las niñeces de la pandemia

20/09/2020- Por Laura Pelazas - Realizar Consulta

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¿Qué intervenciones posibles frente a niñeces desamparadas en el marco de la pandemia y del consiguiente contagio? ¿Cómo habilitar espacios de juego que sostengan subjetividades en riesgo? ¿Cómo sobrellevar efectivamente la tarea cuándo asfixia la máscara, el barbijo, la distancia y el protocolo? ¿Qué lugar para el equipo en la urgencia? ¿Qué presencia del Estado para la Salud?

 

            

 

                             “En los ojos de la primera línea” de Eleonora Ghioldi*

 

 

 

  Hubo una vez el Desamparo de las niñas y los niños en la UFU (Unidades Febriles de Urgencia)[1]. Quiero hacer notar además, que todas y todos somos niñas y niños, allí; aunque haya también, el deseo de ser amparo.

 

  Una niña de quince años y su hermanito de siete, fueron traída y traído desde barrio popular. Su papá estaba internado con una neumonía avanzada y su mamá estaba aislada en un hotel con tres de sus hermanos. Solita y solito ahora, desde nuestra visión de clase, llegaron a la UFU. No es tan claro saber si una niña de quince años está solita o a cargo de su hermano de siete en ese entramado cultural. Hay muy poco tiempo y muy pocas condiciones para producir el encuentro durante “el operativo”.

 

  Intuí que al niño lo agitaba la turbación y a la niña la paralizaba el miedo. Estábamos en equipo, y eso hizo que la intervención fuera más habitable. Mi compañera se ocupaba de los tránsitos y los diferentes órdenes (jurídico, social, institucional). Yo podía observar los puntos destejidos.

 

  Pensé -qué bueno es el trabajo en equipo cuando se trata del cuidado integral de los Niños y las Niñas (en un segundo se me representó el trabajo solitario de tantas cuidadoras en familias monoparentales).

 

  Comenzó así, el juego de matar mosquitos con las manos. Los mosquitos y las manos son terribles amenazas por estos días. Jugábamos con los miedos sin olvidar que se viertan repelentes varios, para el Dengue, para el Coronavirus. Hablábamos. Una palabra escuchada y asistida burla a la desaparición. Nuestra Ley de Interés Superior de las Niñas y los Niños lo legisla bien.

 

  El niño en cuestión comenzó a relajarse y me contó de su terror a los perros. Era un niño como todos los niños (si pudiera decirse algo así), aunque suspendido en un espacio que no decidía muy bien que sería de él. Tenía rota su trama habitual. La niña contestó eficientemente las preguntas. Ese es el protocolo.

 

  Me asfixiaba la máscara, el barbijo, la distancia y el protocolo. Aún sin dudar un instante que eso era lo mejor que podíamos hacer, por el momento.

Quiero gritar singularidad, pensé rebelde. Apareció una sonrisa en ella, testimonio del mensaje que llega a puerto. La niña me contó alguna cosa. La vi mucho más allá de las máscaras.

 

  Por entonces no quedaba claro el destino de las y los que llegaban solitas y solitos; y esa familia padecía aún más por pánico a que ocuparan su casa. Finalmente, un tejido de solidaridad fuerte hizo que esa niña y ese niño con diagnóstico negativo para Coronavirus, se fueran con la tía que abandonaría su vivienda con mascotas, para cuidar la de su hermana y a su familia. El niño no tendría que enfrentarse con sus perros esa noche.

Respiramos. La vida luchaba por vivirse, sólo debíamos desatascarla.

 

  Y luego llegaron las niñas y los niños judicializadas/os. ¿Qué clases de dolores fueron los que hicieron que unas niñas y unos niños vivan en Instituciones?

Ellas eran tan chiquitas, estaban acompañadas por cuidadoras del Hogar. Tenían nombres importantes, trenzas prolijitas y manicure. Habían jugado, pero también habían llorado mucho.

 

  Si te hiciste un hisopado que es lo que tenés que hacerte cuando está indicado, sabés que es invasivo; y si tenés 6 años y no está ese continente que llamamos mamá para abrazarte, más. Hay gritos que no vamos a olvidar.

 

  Volvieron en toda su belleza, abrazando a sus hijos monos y conejos. Sus manitos estaban ocupadas. Pero eran niñas, y como tales, se acercaron jugando. Me pedían ayuda para que sostenga a sus bebés.

 

  Jugar es soltarse, aunque yo no podía olvidar ni por un segundo que debía incluir en el juego el alcohol en gel. Hice una nota mental, por suerte compramos nuestros n95 y por suerte estamos al aire libre. Quedaba el tránsito a las placas torácicas. Hacía días que me venía llamando la atención esa marcha resignada de las personas entre una instancia y la otra.

 

  Y ahí me encontré nuevamente con el niñito esquivo, y la niñita extremadamente atenta. Él, el esquivo, estaba visiblemente enojado. La habitualidad de esos enojos sin registro, incrustan a menudo, una armadura impenetrable. Un enojo mucho tiempo postergado puede ser una bomba de tiempo a la hora de cumplir un protocolo.

 

  Finalmente me soltó, ¿por qué ahí dice covid 19 y estamos por pasar?

Vi todo ese mundo de alertas en el Hospital con la mirada de ese niño y supe cuán importante era poder introducir una ficción amable allí. Recordé La vida es bella de Roberto Benigni.

 

  No quiero que ese niño crea que marchaba a un baño de Covid. Armamos algo pequeñito. Jugamos a que las niñas y los niños, son mucho más fuertes que el Covid, a que son como Superhéroes que lo transforman en una pelotita despirinchada. Nota mental: se impone “despirinchar” en estos días.

 

  Tal vez él haya podido sentir una vez más su fuerza, y yo haya rogado que la fuerza lo acompañe. Lo llamaron y lo dejé ir. Esperarlas. Esperarlo. No puedo que esas niñas y ese niño sientan que son la peste.

 

  Las y los más vulnerables del sistema, son las y los que no tienen amor ni recursos materiales. Ellas y ellos no son sujetxs para nadie, si no rescatamos su voz. Les siguen las y los que sí tienen amor, pero sus necesidades básicas insatisfechas hacen de la vida algo traumático y no logran ser auxiliadas/os.

Hubo una vez que al Estado nada de esto le importaba. Las y los que recibíamos al desamparo, estábamos más solas/os. Espero que Nunca más. Lo deseo con todas mis ansias.

 

  Quiero ser parte de un Estado que vea sujetxs aún allí donde el desamparo se llevó las voces. Quiero sumarme a inventariar esas voces en el naufragio. Ahí dónde hay grito de dolor yo escucho llamado. Somos muchas y muchos. Que la fuerza esté de nuestro lado. Para poder volver a abrazar a las nuestras y a los nuestros. Pronto.

 

 

Arte*: trabajo tomado de https://www.eleonoraghioldi.com/en-los-ojos-de-la-primera-linea

Eleonora Ghioldi es fotógrafa y artista visual argentina. Su obra se nutre de la investigación social incorporando testimonios escritos, audios, videos, instalaciones y estadísticas. Sus proyectos también abordan las problemáticas entre lo privado y lo público, con una mirada de género.

                          https://www.facebook.com/muestraguerreras

 



[1] ¿Qué son las Unidades Febriles o UFU? Espacios protegidos anexos de la guardia de los hospitales de alta complejidad para atender a los pacientes con fiebre y síntomas sospechosos de COVID-19 de forma segura. Se trata de 19 unidades implementadas en la Ciudad de Buenos Aires.

 


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