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No tan distintos: entre enigma y sorpresa

10/08/2017- Por Gabriela Griszpun - Realizar Consulta

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Partiendo de la llamada “clínica generalizada del delirio”, del “todos somos delirantes”, la autora se propone hacer un contrapunto de las lógicas y los fenómenos que ocurren en psicosis y neurosis, ubicando sus puntos de contacto y sus diferencias, para poner en primer plano un origen común: todos parasitados por el lenguaje. Los recursos frente a eso serán, por supuesto, distintos.

 

 

 

                                    

        Parte de “El jardín de las delicias”. (1500-1510), óleo sobre tabla - El Bosco

 

       

        Partiendo de la llamada “clínica generalizada del delirio”, del “todos somos delirantes”, nos proponemos hacer un contrapunto de las lógicas y los fenómenos que ocurren en psicosis y neurosis, ubicando sus puntos de contacto y sus diferencias. Para ello, tomaremos la perplejidad —habitualmente asociada al momento del desencadenamiento de la psicosis, en el encuentro con un vacío enigmático— y los movimientos que la sucederían en una y en otra estructura, eligiendo para ejemplificar, fenómenos con características (¡llamativamente!) similares: las palabras impuestas y el lapsus.

 

 

Delirando

 

       Es importante antes de avanzar, desplegar la conceptualización que Miller realiza tomando la última enseñanza de Lacan, en la cual aborda el síntoma no tanto en su vertiente de sentido, simbólica, de metáfora, sino que más bien acentuará su cara real, de goce, de letra. Su pregunta se dirigirá ya no tanto a pensar cómo alguien se vuelve loco, es decir, qué hace que se rompa la cadena entre S1 y S2, sino que partirá de los S1 sueltos, de lo simbólico desde la perspectiva de lo Uno, y abordará cómo alguien lidia con eso, o bien cómo se encadena. 

         Propone entonces una “clínica universal o generalizada del delirio”, ubicando todos los discursos como defensas frente a lo real, frente al traumatismo de lalengua. El lenguaje es un órgano que preexiste al sujeto. El ser hablante, al estar inmerso en un mundo de lenguaje, atravesado por él, se separa de lo real por lo simbólico. Dicho de otra forma, la palabra es la muerte de la Cosa y no hay relación biunívoca entre ellas. Así, el significante no representa a la Cosa sino que se articula a otro significante, irrealizando al referente.    Que Lacan diga que la verdad tiene estructura de ficción apunta a esto, que no tiene estructura de adecuación o correspondencia, la verdad no se verifica por la referencia.

         Miller define el delirio como aquel montaje de lenguaje que no tiene correlato con la realidad, que se construye sobre un vacío. En “La invención psicótica” (1) agrega que es una invención de sentido, que habrá delirios con la materia de los discursos establecidos y otros verdaderamente inventados, pero que siempre es una invención de sentido. En el “todo el mundo está loco”, dirá, radica entonces no lo que diferencia a las estructuras, sino lo que es inherente a lo humano, lo que nos diferencia de los animales.

         Pero ¿qué diferencias entonces frente a este mismo punto de partida para todo ser hablante? Aquí anticiparemos al menos una. Tomando la lógica, diremos que para que haya un universal, debe haber una excepción a esa regla. Y esa excepción la constituye el sujeto esquizofrénico. Para éste, lo simbólico se torna real, no sirve como defensa frente a él, la palabra no consigue matar a la Cosa, sino que es la Cosa. Avanzaremos sobre esto en el punto siguiente.

 

 

Perplejidades…

 

         Para comenzar a exponer la complejidad a la que nos enfrentamos, tomaremos un fragmento de un testimonio de un paciente que entrevista Lacan en una presentación de enfermos, en el que describe un fenómeno que le ocurre:

 

Es una emergencia que se impone a mi intelecto y que no tiene ninguna significación corriente. Son frases que emergen, frases no reflexivas, que no son ya pensadas, sino que son como emergencias que expresan el inconsciente… no sé cómo viene, se impone a mi cerebro. Llega de golpe [...] frases que no tienen ninguna significación racional en el lenguaje banal y que se imponen en el cerebro, en el intelecto. (2)

 

         Probablemente no se le escapará al lector que el paciente en cuestión es el Sr. Primeau, hablando sobre su experiencia con las palabras impuestas. Ahora bien, y sin forzar demasiado las cosas, ¿no podría ser acaso también, el testimonio de alguien que ha experimentado en análisis un lapsus? ¿El efecto de división subjetiva que ocurre cuando lo que emerge, por qué no, lo que se impone, deja al sujeto sumido en cierta perplejidad, sorprendido de lo que dijo —pues se creía dueño de sus palabras y no era su intención—, sin saber bien de qué se trata? ¿O no son también frases no reflexivas, que incluso teniendo una significación racional en el lenguaje banal, adquieren un sentido nuevo para aquel que lo experimenta?

         No se tratará aquí de eliminar las diferencias, pues las hay. Pero sí entonces avanzar sobre la lógica que subyace a ambos fenómenos, los cuales comparten, en principio, el ser pruebas de lo parasitario y preexistente del lenguaje.

         En el desencadenamiento de una psicosis, se produce un encuentro contingente en el que el sujeto es llevado a confrontarse con una falla en lo simbólico, con un agujero: la forclusión del Nombre-del-Padre. El encuentro con Un-Padre, como aquello que viene a romper la identificación imaginaria o suplencia en la que se sostenía el marco de la realidad del sujeto. En este primer tiempo se ubica la experiencia de un vacío, vacío de significación que deja al sujeto totalmente perplejo y con una indeterminación angustiante. Pero no es sólo esto, sino que también es el encuentro con un goce desregulado, fuera de la regulación fálica, que Lacan llamará “objeto indecible”, y que arrasa con el sentido y la realidad. Momento del enigma entonces: “algo es reconocido como un significante, es decir, como que quiere decir algo [...], pero lo que eso quiere decir no puede ser enunciado, queda velado, falta.” (3)

         En un segundo tiempo, se produce la transformación de vacío en certeza, certeza de que eso, aunque no se sepa qué, significa algo: significación de significación, lo llamará Lacan, como la pura intencionalidad del significante. La certeza entonces no surge de una deducción ni resulta de una interpretación delirante, sino que “eso quiere decir tanto más cuanto que no se sabe qué” (4), es decir que es proporcional, por así decirlo, a la magnitud del vacío encontrado: “mientras más no significa nada, más indestructible es el significante” (5). Implicará un cambio en la posición frente al S1, frente a la cadena rota.

         Este fenómeno fue trabajado anteriormente por Neisser, quien ubicaba en la “significación personal” la matriz mínima que revela la psicosis, sin afecto. O bien también, el pequeño automatismo mental de De Clérambault, el cual se caracteriza por ser neutro, anideico, atemático y no sensorial. De él, Lacan toma la idea de que el delirio es una formación secundaria a toda esta experiencia. Resulta importante ubicar aquí, y siguiendo con la lógica que venimos desarrollando, la diferencia que realiza José María Álvarez entre certeza y delirio. La misma radica —sostiene— en que toda sistematización delirante presupone siempre una certeza originaria y que, por lo tanto, esta última perdura durante toda la vida —más no sea en una mínima fórmula—, no siendo así con el delirio, el cual puede quebrantarse, desaparecer, o incluso nunca desarrollarse. Esta diferenciación resulta muy útil para poder orientarse en la clínica.

         Frente a este vacío enigmático e irrupción de goce que se transforman en la experiencia de certeza y significación de significación, un paranoico será un sujeto activo que pondrá en marcha una elaboración de saber que alcanzaría una verdad tal que anularía el enigma inicial. Inventará respuestas que recaen esencialmente sobre el lazo social, y se verá llevado a inventar una relación al Otro, encarnando él mismo el lugar de excepción. Hay Otro en la paranoia, y ese Otro es real. El delirio será eficaz si logra constituirse en un discurso con un orden articulado que permita regular el goce del cuerpo. En cambio en el sujeto esquizofrénico, hay una falla en la simbolización primordial, y encontramos más bien un sujeto pasivo, “un receptor o fuente parásita que experimenta en su encierro interior el filo cortante de lo real”, (6) que asiste mientras tanto al desmoronamiento del lenguaje y a la fragmentación corporal, sin lograr construir respuestas explicativas, tomado principalmente por fenómenos en relación al cuerpo —que no está tomado por un discurso establecido— y al lenguaje —como se observa en el ejemplo del Sr. Primeau—. “La presencia real nunca es tan fuerte, tan insistente, como cuando hay eclipse de lo simbólico y lo imaginario.” (7) Aquí —como ubicábamos anteriormente— lo simbólico no le sirve de defensa, ya que se volvió real; se encuentra dentro del lenguaje, pero fuera de discurso, quedando sumido en la perplejidad a menos que consiga producir un invento. Para sintetizar las dos posiciones antagónicas ante la certeza correlativa a la falla en lo simbólico: “certeza de goce que constituye un Otro consistente en la paranoia y certeza de goce que arrasa con la dimensión misma del Otro en la esquizofrenia.” (8)

         Ahora bien, dirá Miller que el efecto de certeza se encuentra en una posición exactamente homóloga a la del afecto que hace surgir el significante enigmático del deseo del Otro, la angustia, caracterizada como el afecto que no engaña. Y esto es porque está en relación a la falta del Otro, pero no dice lo que es. Similar a lo que ocurría con la significación de significación, certeza y también angustia ya que escapa a los deslizamientos del discurso. Entonces, ya no sólo nos encontramos todos parasitados por el lenguaje, sino que además, se ubica un punto de intersección entre psicosis y neurosis en relación a la experiencia frente a un significante enigmático.  

         No bastará en la neurosis con la mera aparición de sufrimiento para acceder a esa experiencia, sino que se requerirá que en una determinada encrucijada emerja la angustia revelando allí algo opaco y enigmático que, constituyéndose como signo de la presencia de la Otra Cosa, “es un atentado a la significación fálica y al modo en que la neurosis ha interpretado el encuentro primero con el enigma del goce.” (9) ¡Perplejidad frente al equívoco significante entonces! Pero experimentada de forma diferente cuando ese equívoco, o bien el vacío de significación y la significación de significación, encuentran su lugar en el discurso enmarcado por el Nombre-del-Padre, ya que la significación fálica obtura el campo de la significación y el cifrado del goce. Ante el significante Deseo de la Madre articulado a la x como vacío enigmático que deja al sujeto sumido en la perplejidad, viene una respuesta universal provista por el Nombre-del-Padre: esa x es el falo.

         Miller dejará de este lado la sorpresa, como una forma atenuada de la experiencia enigmática que el psicótico encuentra. Pero de todos modos, mediante la sorpresa que produce un lapsus, por ejemplo, el neurótico restituye algo de la separación originaria de significante y significado, constituyendo en palabras de Miller un destello de lucidez y un momento de verdadera salud mental. En el marco de un análisis, la significación de significación se transformará en creencia, en suposición de un saber en el Otro. Y la interpretación analítica no será sólo desciframiento de un saber (como efecto de la represión) sino que Miller propone la interpretación por su reverso, oponiendo a la vía de la elaboración, la de la perplejidad: frente a ese S1 que ha surgido, retener el S2, para poder reconducir al sujeto a los significantes primordiales sobre los cuales ha delirado en su neurosis, y dar lugar a un acontecimiento de cuerpo que tenga consistencia de goce.

 

 

Líneas finales

 

         Luego de este recorrido, lo que quisimos poner en primer plano es la importancia de pesquisar la lógica que sostiene los fenómenos que escuchamos en la clínica, dado el punto común de origen: todos parasitados por el lenguaje. Retomando entonces el ejemplo del Sr. Primeau, no es en lo “impuesto” de sus palabras donde radica la diferencia diagnóstica principal, ya que en la vivencia de un lapsus se experimenta también el carácter extraño de ser hablado por Otro allí. Ni tampoco en cierta experiencia de perplejidad frente a esa irrupción enigmática. Pero no es lo mismo que ese enigma provenga del encuentro con una falta —propia del orden simbólico que permite efectuar permutaciones y combinaciones— que con un agujero, un vacío —por el cual se produce la desaparición del orden y de los lugares y articulaciones—. En el primero, el objeto a es apto para encarnar lo que le falta al sujeto y es apropiado para dar su lugar al goce prohibido. En las psicosis, en cambio, el objeto no está perdido y lo tiene a su disposición, quedando el goce desregulado, parasitando de forma mucho más intrusiva al sujeto. La certeza en la psicosis es primera, surgida de la experiencia enigmática de goce, mientras que en el análisis de un neurótico podría ser algo a alcanzar al final, cuando el síntoma se reduce a su condición de letra sin sentido, accediendo a la singularidad del modo de gozar. Los recursos entonces para lidiar frente a eso que en esa encrucijada queda develado serán distintos y también, la orientación en la clínica. Si bien excede el marco de este trabajo, dejamos mencionado que es con la conceptualización del sinthome que Lacan avanza sobre este punto.

 

 

Gabriela Griszpun es psicoanalista, ex-residente y jefa de residentes en Psicología Clínica, HGA “Teodoro Álvarez”, Ciudad de Buenos Aires, co-coordinadora de Hospital de Día, coordinadora de Terapias Grupales e integrante del Equipo de Admisiones en Proyecto Suma, docente en la Facultad de Psicología (U.B.A.), maestranda en Clínica Psicoanalítica (UNSAM). Correspondencia a: gabrielagrinszpun@gmail.com.

 

 

Notas

 

(1) Cf. MILLER, J.-A., La invención psicótica”. En: El Caldero de la Escuela Nueva, Serie N°11  Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, 2009.

(2) Cf. VALCARCE, L., “Lo que Primeau nos enseña sobre palabras impuestas.” En: http://ampblog2006.blogspot.com.ar/

(3) Cf. MILLER, J.-A., El conciliábulo de Angers”. En MILLER, J.-A. et al., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 21.

(4) Op cit, p. 22.

(5) Cf. LACAN, J., El Seminario, Libro 3. Las psicosis, Paidós, Buenos Aires, 1984, p. 265.

(6) Cf. ÁLVAREZ, J. M., “La certeza como experiencia y como axioma”. En Virtualia #16, Febrero-Marzo, 2007, p. 9.

(7) Cf. MILLER, J.-A., El conciliábulo de Angers”. En MILLER, J.-A. et al., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 190.

(8) Cf. MILLAS, D., El psicoanálisis pensado desde la psicosis, Grama, Buenos Aires, 2015, p. 152.

(9) Cf. MILLAS, D., Variedades de la excepción en la clínica psicoanalítica” y “Enigma y certeza en la clínica: la interpretación delirante,  En: Segundas Jornadas conjuntas del NEL y el CID, Lima Perú, 2006.

 

 

Bibliografía

 

ÁLVAREZ, J. M., “La certeza como experiencia y como axioma”. En Virtualia #16, Febrero-Marzo, 2007, p. 9.

LACAN, J., De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. En: Escritos II, Siglo XXI, México, 1984.

LACAN, J., El Seminario, Libro 3. Las psicosis, Paidós, Buenos Aires, 1984, p. 265.

Lacan, J.: Seminario 3 Las Psicosis. Ed. Paidós, Bs. As., 1984

MILLAS, D., El psicoanálisis pensado desde la psicosis, Grama, Buenos Aires, 2015, p. 152.

MILLAS, D., Variedades de la excepción en la clínica psicoanalítica” y “Enigma y certeza en la clínica: la interpretación delirante,  En: Segundas Jornadas conjuntas del NEL y el CID, Lima Perú, 2006.

MILLER, J.-A., El conciliábulo de Angers”. En MILLER, J.-A. et al., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 21.

MILLER, J.-A.,Esquizofrenia y paranoia. En: Psicosis y psicoanálisis, Manantial, Buenos Aires, 1985.

MILLER, J.-A.,Ironía”. En: UNO POR UNO N° 34, Eolia, Barcelona, 1993.

MILLER, J.-A.,La interpretación al revés”. En: Entonces Sssh…, Eolia, Buenos Aires, 1996.

MILLER, J.-A., La invención psicótica”. En: El Caldero de la Escuela Nueva, Serie N°11  Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, 2009.

MILLER, J.-A.,La psicosis en el texto de Lacan”. En: La psicosis en el texto, Manantial, Buenos Aires, 1990

MILLER, J.-A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2012.

VALCARCE, L., “Lo que Primeau nos enseña sobre palabras impuestas.” En: http://ampblog2006.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

                                        


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