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Sobre una estructura habituada a lalengua

13/04/2017- Por Ana Wiener - Realizar Consulta

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Este texto parte de una pregunta: si es posible sostener que el autismo supone en su estructura una forclusión del agujero. Reconociendo que se trata de una pregunta abierta, la autora toma posición en el debate sobre el autismo, tanto en el nivel de lo que llamamos la estructura como respecto de sus consecuencias clínicas: ¿debemos suponer en el autismo un cuerpo-máquina, o por el contrario una respuesta particular que involucra al sujeto, y que nos lleva a los practicantes del psicoanálisis a inventar allí una posición?

 

 

 

                             

 

 

          La pregunta que hace apertura a este escrito es: ¿Es posible sostener que el autismo supone en su estructura una forclusión del agujero?

         Innumerables autores han abordado esta problemática, y sin embargo aún sigue siendo una pregunta abierta, tanto la que concierne a la estructura como el modo de situarse desde una ética psicoanalítica, en estos casos y en la locura infantil en general.
         Por lo general ubicamos una sumatoria de síntomas que presentan los niños diagnosticados con autismo, más que un intento por argüir la estructura de lo que se propone.

         Desde la clínica psicoanalítica, el autismo no se plantea como una enfermedad, sino más bien como una estructura clínica. ¿A qué llamamos estructura? En términos generales, no hay nada que sea la estructura, la estructura es una idea que permite hacer inteligible un problema, ésta carece de origen porque se enfoca en la sincronía, es decir que no evoluciona, aparece en su conjunto, por lo cual si hay un cambio aparece otra estructura, de ahí que no sea evolucionista. No hay elemento más importante que otro, carece entonces de centro y carece de fin o meta. La relación de los elementos de dicho conjunto es la diferencia respecto a los otros, hay una relación covariante entre los mismos (1). Con lo cual cada elemento al ser la diferencia de todos los otros, es el lugar vacío dejado por los otros, no idéntico a sí mismo. Es importante esta noción porque permite trabajar la noción del agujero y de un espacio sujeto a tales características.

         El elemento más característico que a veces se confunde con la estructura del autismo es el trabajo que hace la estructura —ya que como es bien sabido es la estructura y no el sujeto quien trabaja—, de ocuparse por mantener al Otro al margen (2) y por sustraer su lugar de enunciación (3). El modo de hacerlo, de acuerdo a Jean-Claude Maleval, es muchas veces a partir de la verborrea, o el mutismo del Otro, en su desestimación por el trauma de lalengua (4).

         Es decir que el efecto estructural del autismo es el mantenimiento del Otro al margen, mientras que su estructura queda ubicada por una desestimación del trauma del lenguaje. La desestimación es la operación que Manzotti propone, y nosotros con ella, respecto a la estructura autista. Es decir, para no andar con mucho rodeo, contestamos a la pregunta inicial: no existe una forclusión del agujero en la estructura del autismo.

         Si lo reprimido es el retorno de lo reprimido, si lo forcluído es el retorno en lo real del significante forcluido, ¿qué para la desestimación? ¿O acaso esta desestimación puede situarse a la par de lo que Eric Laurent llama “forclusión del agujero y retorno del goce en el neo-borde”? (5)

         Laurent señala claramente que hay una forclusión del agujero. El agujero es, como sabemos, la operación de lo simbólico sobre lo real, tal como Lacan lo plantea en RSI: lo imaginario da consistencia, lo real es aquello que ex-siste (etimológicamente: por fuera, el lugar donde está, teniendo como particularidad de ser exterior absolutamente íntimo y heterogéneo) y lo simbólico es el agujero. ¿Por qué? Porque es la escritura que en acto hace borde de lo real.

         Y el fundamento es el siguiente:

         1. Todo ser hablante está tocado por lalengua en tanto traumatismo, este axioma lacaniano, hace que un cuerpo esté vivo. No va de suyo que esté vivo. Por ejemplo, una máquina es un cuerpo, pero que no está vivo. Bien, lo que atestigua que está vivo es lo que Lacan llama la debilidad mental (6) y ésta se introduce por vía de lelengua.

         2. Por lo tanto, la forclusión del agujero indicaría un cuerpo sin vida, una máquina. Un ordenador y si bien hay cuerpos que tratan de imitar a la máquina o al ordenador, no son una máquina ni un ordenador. Hablar de la forclusión del agujero es descreer que el real supuesto anterior no es un mito. Por ende, es creer en el saber supuesto por lo real, en el noúmeno.

         La incidencia de lalengua, corta y agujerea lo real y lo produce. Es un error suponer un real previo a lo simbólico: ahí donde hay inscripción simbólica, se recorta un real. No hay posibilidad de asir lo real, sin el agujero que lo simbólico señala.
Como sabemos, la incorporación del cuerpo de lo simbólico sobre el cuerpo “ingenuo” sujeta al cuerpo ingenuo y lo corpseifica. Este cuerpo de lo incorporal es un parásito que señala en qué lo simbólico sujeta al cuerpo, llamado por Lacan, incorporal (7).

         Por ello el autista no es un ser aislado, sin actividad mental ni angustias, en un grado cero de transferencia, tal como lo pinta la caricatura psicológica.

         En su célebre libro El autista y su voz, Maleval sitúa este mantenimiento del Otro al margen, en tanto hay una resistencia de la alienación del ser en el lenguaje. Pero, con esa resistencia, ¿no va de suyo que aquello de lo que se defiende es, como dice el maestro Freud, intolerable pero existente? Podríamos decir que la desestimación es la afirmación del juicio de existencia, pero no por ello de atribución.

         El atributo que se desestima es la sujeción al cuerpo del lenguaje —cuerpo que no es metafórico—. Y lo imposible es que esta desestimación pueda ceder. Lo que se desestima es la voz en tanto incorporal, que viene al lugar donde el ser sexuado pierde la sexualidad. Es decir, el incorporal es lo que adviene al agujero del traumatismo de lalengua en tanto supone que no se escribe la relación sexual: “una voz, no se asimilia, sino que se incorpora, esto es lo que puede darle una función para modelar nuestro vacío” (8). Este vacío, es el nombre de la falta de garantía, es decir, de la imposibilidad de su consistencia.

         Lo que esto tiene por efecto es la repetición del agujero, de la imposibilidad de que entre el objeto y el representamen no haya algo que no los enganche (9), atestiguado por el interpretante.

         Es en esa incorporación que Lacan va a situar la identificación primordial, es decir, aquella que será trabajada bajo la forma del trazo unario y que, lejos de encontrarse en un principio o en un significante primero, designa la esencia de todo significante: no pertenecerse a sí mismo. Es llamado por Lacan “unario” porque proviene de la lógica. En lógica sirve para indicar una propiedad sintáctica de las expresiones del lenguaje, a esto se le llama aridad de una letra, hay letras de predicado unarias que representan propiedades de entidades, hay letras binarias que representan relaciones entre pares de entidades… Se puede interpretar la letra de predicado unaria usando la teoría de conjuntos, tal como Lacan lo propone (10), y su interpretación va a ser un determinado conjunto. Si por el contrario la letra de predicado es binaria, su interpretación va a ser un conjunto de pares ordenados, es decir las cosas que están en relación entre sí, por esa letra binaria.

         Siguiendo la lógica y la teoría de Lacan, y basándonos en el hecho de que emplea en más de una ocasión para ejemplificar su teoría del significante en la paradoja de Russell, se propone escribir el rasgo unario, desde la teoría de conjuntos, como el conjunto vacío (11) ya que el conjunto vacío puede ser un conjunto unario cuyo único miembro sea el mismo conjunto vacío y así es coherente aplicar la paradoja de Russell, pues, ¿podemos decir que hay ahí un elemento que se pertenezca a sí mismo? Si es un elemento cuya característica es que no haya ningún elemento que no sea elemento del vacío, es decir que para cada elemento, ninguno es elemento del vacío. Sin embargo es posible afirmar que el único miembro del conjunto vacío es el subconjunto vacío, es decir hay un miembro que no se pertenece a sí mismo, lo que es coherente con la idea de la lo unario, esto es; la letra unaria de la “entidad” significante es aquella que supone el no pertenecerse a sí mismo. Por ello el trazo unario no se corresponde con ningún significante, es decir, no podemos indicar cuál es el “significante unario”, pues nada tiene que ver con un significante primero. Lo unario del significante es la escritura del corte de lo simbólico en lo supuesto anterior real, pero no podemos decir que algo “sea” el significante unario. Es una suerte de escritura que está para ser incorporada.

         Y este incorporal, se escribe para toda estructura. En efecto, el dispositivo de la institución Hacer Lugar da cuenta de cómo el sujeto queda sorprendido ahí donde es nominado. Se sigue de eso que sin la inscripción del agujero de lo simbólico, que produce en su inscripción lo real, que denota la imposibilidad de que haya relación sexual y por ende la pérdida de toda naturalidad, no habría posibilidad de que se produjera el efecto sujeto del momento de concluir (12).

         La cuestión que se nos presenta como una dificultad, es aquello que Lacan planeta en el seminario L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre, pues trabaja nuevamente la identificación al trazo unario, pero esta vez dando cuenta de que los nudos son nudos de toros. Lacan va a establecer que en el toro hay dos tipos de agujeros, uno que refiere a un interior absoluto y el otro que se abre al exterior. La identificación daría cuenta de cómo algo exterior deviene interior, pero la pregunta persiste: ¿hay diferencia entre el toro y su “retournement”? Es decir, ¿importa la estructura o la forma? Lacan propone esa dificultad pero no da ninguna respuesta.

         ¿Qué tiene esto que ver con la problemática sobre la estructura del autismo? Tiene que ver en el punto en que para toda estructura hay de lo Uno, pero ¿de la misma forma? En la segunda clase del seminario mencionado, Lacan propone llamar materia —haciendo referencia a la causa material de Aristóteles— al significante, ahí donde el lenguaje hace agujero. Y en la clase del 18 de enero de 1977, continúa esta propuesta, diciendo que el lenguaje amuebla el hecho de la falta de relación sexual.

         Si sostenemos que hay sujeto en la estructura del autismo, y se pone a prueba en la clínica, que los niños autistas escuchan y que las palabras que dicen no son ecolalias dichas al divino botón, entonces ¡es imposible sostener que haya forclusión del agujero!
         Hay un sujeto en el autismo, que sostiene la palabra. Quizás no la tenga pero está sostenida y está afectado. Prueba de ello es que está vivo, que se ríe, que llora, que se angustia y su trabajo constante consiste en desestimar esa afección. Eso deja al Otro al margen, pero al margen en tanto valor de intercambio, no en tanto juicio de existencia.

         Para terminar, quisiera remarcar que en el autismo no se trata de sujetos holofraseados. En su libro Huir para adelante, el deseo del analista que no retrocede ante los niños (13), Peusner desarrolla este tipo de sujeción al lenguaje, como el sujeto monolítico que Lacan trabaja en el seminario El deseo y su interpretación. Los casos que presenta, más que tratarse de autismo, son de psicosis infantil. No obstante, resulta difícil sostener lo que propone respecto a este tipo de sujetos, ya que introduce la idea de que muestran más un organismo que un cuerpo, idea que se aleja absolutamente de una posición lacaniana, pues tal como hemos desarrollado, no hay posibilidad de que haya organismo pues todo lo que al organismo se refiere, está recortado ya por el lenguaje, es un real que se produce en el lenguaje. Es importante resaltar que ni en el autismo ni en la locura infantil es posible sostener, como sostiene Peusner (14), que la desproporción que el lenguaje circunscribe pueda no atormentar, y que podemos desconocerla “sin mayores esfuerzos” (15). Todo lo contrario, la estructura autista y la psicótica trabajan insistentemente en rechazar y desconocer esa desproporción. Jean-Michel Vappereau sostiene en múltiples escritos que el pasaje al acto homicida en la psicosis es un ejercicio para aniquilar lo simbólico en el cuerpo del otro (16).

         La holofrase, tal como señala Eidelsztein, puede leerse en la psicosis en la inminente afectación de la realidad, donde la falta de intervalo impide la distinción de la Otra escena (17). Al pasar sea dicho, que Eidelsztein señala que se trata de un modo de respuesta que no pone al sujeto en fading, pero que es una respuesta al deseo del Otro, es decir, no hay forclusión del lenguaje ni sujeto desafectado.

         Si, como sugiere Lacan (18), el fin de análisis supondría una suerte de saber desembrollarse del síntoma, entonces quizás no sea desatinado pensar que en la clínica del autismo infantil el efecto de las diversas localizaciones del sujeto (19) es, una ampliación –no del borde ni del neo-borde- sino de los recursos con los que sortea la estructura el estar habitada por lalengua.

 

 

Ana Wiener Sosa es psicoanalista, Licenciada en Psicología y Magíster en Psicoanálisis (UBA). Ha publicado otros artículos en la revista Consecuencias y elSigma.

 

 

Notas

(1)       Cf. EIDELZSTEIN, A., Las estructuras clínicas a partir de Lacan, Letra Viva, Buenos Aires, 2001, vol. 1, p. 49. 

(2)       Cf. MANZOTTI, M. (comp.), Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, Grama, Buenos Aires, 2008.

(3)       Cf. MALEVAL, J.-C., El autista y su voz, Gredos, Madrid, 2011, p. 71.

(4)       Cf. MANZOTTI, M. (comp.), Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, Grama, Buenos Aires, 2008.

(5)       Cf. LAURENT, E., La batalla del autismo. De la clínica  a la política, Grama, Buenos Aires, 2013.

(6)       Cf. LACAN, J., Seminario 22, R.S.I. Inédito. Lección del 10.XII.1974

(7)       Para un desarrollo más exhaustivo de esta cuestión, remitimos el artículo antes escrito. Cf. WIENER, A., Una posible articulación entre el incorporal y la sustancia gozante. En: elSigma, sección Psicoanálisis ◊ Filosofía, 19.IX.2015.

(8)       Cf. LACAN, J., El Seminario, Libro 10. La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006,  p. 299.

(9)       Cf. LACAN, J., Seminario 20, Otra vez. Versión critica. Lección del 12.XII.1972. Intervención de François Recanati: Predicación y ordenación.

(10) Cf. LACAN, J., Seminario 9. La identificación.  Inédito. Lección del 6.XII.1961.

(11) Para un mejor desarrollo de la cuestión, véase Hacer el vacío, de Jean-Michel Vappereau,  en “La categoría de la psicosis social. Delirio, coartada y creencia de la subjetividad científica”. Cf. VAPPEREAU, J.-M., “Hacer el vacío”.  En: La categoría de la psicosis social. Delirio, coartada y creencia de la subjetividad científica, Topología en Extensión, Buenos Aires, 2016.

(12) Cf. MANZOTTI, M. (comp.), Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, Grama, Buenos Aires, 2008, pp. 79 y 98-101.

(13) Cf. PEUSNER, P., Huir para adelante, el deseo del analista que no retrocede ante los niños, Letra Viva, Buenos Aires, 2015.

(14) Op. cit., p. 99.

(15) Op. cit.

(16) Cf. VAPPEREAU, J.-M., “Hacer el vacío”.  En: La categoría de la psicosis social. Delirio, coartada y creencia de la subjetividad científica, Topología en Extensión, Buenos Aires, 2016.

(17) Cf. EIDELZSTEIN, A., Las estructuras clínicas a partir de Lacan, Letra Viva, Buenos Aires, 2001, vol. 1. 

(18) Cf. LACAN, J., Seminario 24. L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre. Inédito. Lección del 16.XI.1976.

(19) Al respecto, léase sobre el dispositivo que ha inventado Marita Manzotti y los tres tiempos que en el mismo se despliegan. Cf. MANZOTTI, M. (comp.), Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, Grama, Buenos Aires, 2008.

 

 

Bibliografía

EIDELZSTEIN, A., Las estructuras clínicas a partir de Lacan, Letra Viva, Buenos Aires, 2001, vol. 1. 

LACAN, J., Seminario 9. La identificación.  Inédito.

LACAN, J., El Seminario, Libro 10. La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006.

LACAN, J., Seminario 20, Otra vez. Versión critica. Lección del 12.XII.1972. Intervención de François Recanati: Predicación y ordenación.

LACAN, J., Seminario 22, R.S.I. Inédito.

LACAN, J., Seminario 24. L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre. Inédito.

LAURENT, E., La batalla del autismo. De la clínica  a la política, Grama, Buenos Aires, 2013.

MALEVAL, J.-C., El autista y su voz, Gredos, Madrid, 2011.

MANZOTTI, M. (comp.), Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, Grama, Buenos Aires, 2008.

PEUSNER, P., Huir para adelante, el deseo del analista que no retrocede ante los niños, Letra Viva, Buenos Aires, 2015.

VAPPEREAU, J.-M., “Hacer el vacío”.  En: La categoría de la psicosis social. Delirio, coartada y creencia de la subjetividad científica, Topología en Extensión, Buenos Aires, 2016.

WIENER, A., Una posible articulación entre el incorporal y la sustancia gozante. En: elSigma, sección Psicoanálisis ◊ Filosofía, 19.IX.2015.

 

 


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