» Introducción al Psicoanálisis

El Consumo de Alcohol. Diferencia entre lo cultural y el abuso.

14/11/2009- Por Daniel Argibay - Realizar Consulta

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

El alcoholismo en sus caracterí­sticas generales es semejante a otras adicciones a drogas, si bien distintos autores acentúan la base depresiva del sujeto (más allá de la estructura psicopatológica de base) en una equivalencia de la bebida alcohólica con la leche como medio por el cual se calmaran angustias o ansiedades infantiles, como suministro incondicional e ideal que asegurara la presencia de quien ejerciera la función materna de cuidado y alimentación. El intento en el beber se orientarí­a a llenar un vací­o, en un movimiento impulsivo que, revitalizando la lógica de la necesidad, urge la incorporación del lí­quido en grandes cantidades. El dolor psí­quico, intolerable, exigirí­a en estos sujetos el intento de su cancelación. Freud se refirió a las drogas definiéndolas como "quitapenas" que permitirí­an esquivar los lí­mites que la realidad impone y acceder a un mundo que ofrecerí­a mejores condiciones de sensación, planteando que el hombre necesitarí­a recurrir a lenitivos para poder soportar el dolor que la existencia plantea. Y en 1912, en "Sobre la degradación de la vida erótica", texto incluido en " La Psicologí­a de la vida amorosa", hace una alusión directa al alcoholismo, diciendo que la relación del bebedor con el vino evocarí­a la armoní­a más pura, "como un modelo de matrimonio feliz", preguntándose por qué la relación del amante con su objeto sexual serí­a diferente. El alcohol en exceso, como otras drogas, facilita al sujeto poder escapar al peso de la realidad, refugiándose en un mundo que ofrece “mejores condiciones de sensación”, pretendiéndose, a través de la intoxicación que provoca, eludir o aliviar el dolor que el vivir la realidad supone.

El consumo de alcohol representa uno de los aspectos más destacados de la evolución de los consumos de drogas de los últimos años. El alcohol es, como droga legal, la más disponible y la de mayor influencia sociocultural y con una cada vez mas creciente incorporación de mujeres al consumo, es decir, con una casi equivalencia en las tasas de consumo entre los géneros.

Podríamos preguntarnos porque el abuso de alcohol está tan difundido en casi todo el mundo, culturas y religiones?

La respuesta es simple, un gran negocio, un extraordinario negocio donde las ganancias parecen dejar atrás los problemas que el abuso trae de la mano, que son muchos y graves. Por eso la publicidad del alcohol siempre está acompañada de rostros sonrientes, escenas felices, y búsqueda de aceptación social, o como el slogan aquél de "...la bebida de. los pueblos fuertes..", “El sabor del encuentro”, “ Lo que importa es la cerveza".....decían, hace no mucho, algunos avisos, machacando en los medios y logrando, estas y otras muchas campañas mas,  tal como expresan las cifras, que de los 240 millones de litros de cerveza que se vendieron en 1980, en el 2007 se fueran a casi 2000 millones de litros. Por supuesto que en todo este tiempo poco se  ha hablado  de Riesgo y mucho menos de Daño, a pesar de que ya es bien sabido  que   no hay drogas inocuas.

De ahí la importancia relativizar y desestimar como argumento las tradiciones “culturales” de los hábitos que conducen al consumo de alcohol. Hay, en relación al alcohol y a estas  tradiciones toda una seudo-cultura como es la de salir y reunirse para consumir, por el solo hecho de alcoholizarse, sobre todo en jóvenes mayores aunque también en los de edad cada vez más precoz. En los últimos años, el uso de alcohol y otras drogas, han experimentado cambios importantes: Las cantidades; las formas  y el significado que se le otorga al consumo. El consumo de alcohol en esta franja etaria se concentra durante los fines de semana, en momentos de tiempo libre y diversión, con búsqueda de embriaguez, con ingesta de tragos combinados(energizantes y alcohol) y principal y fundamentalmente: cerveza.

La  salud del ser humano, depende de una compleja cadena de factores, cuyo extremo más próximo es su conducta; los principales determinantes son los estilos de vida; que comprende actitudes y valores, como así­ también nuestros hábitos en alimentación, sexualidad, uso de alcohol, tabaco y otras  drogas. El estilo de vida no depende únicamente de la voluntad de cada persona en particular, ya que se desarrolla de acuerdo a las condiciones de vida que nos impone lo social. Así­ y todo, siempre en este tejido hay un espacio para la RESPONSABILIDAD SUBJETIVA sobre la propia conducta. Los hábitos nocivos se adquieren normalmente desde la infancia, la edad de inicio para el consumo de drogas esta situado aproximadamente entre los 11 y 15 años y aún antes, esto por supuesto no quiere decir ni que todos los adquieran, ni que por adquiridos lleven al individuo a un inexorable destino a la persona; cada historia es diferente y es desde esa subjetividad que se hace la diferencia, tomar o no consciencia, cambiar o no de posición frente al problema. Lo cierto es que el abuso de alcohol y las consecuencias del mismo no son sólo un problema de salud, también afecta a las personas en su vida de relación.

Pero vayamos mas allá de la publicidad y del negocio que en principio mencionaba ¿Porqué el consumo de alcohol se encuentra tan difundido en nuestro paí­s, en nuestra  sociedad?

Hay grupos culturales que sufren angustias, frustraciones, conflictos afectivos, sociales, insatisfacciones diversas y cuya actitud hacia el alcohol es la de aceptación, utilizándolo como un "reductor" de tales tensiones, y resulta en muchos casos un paso previo a otras drogas; son estos grupos los que tienden a producir y generar un alto porcentaje de ALCOHÓLICOS SOCIALES (1) o EBRIOS EVENTUALES (2). Es en estos grupos donde desde muy jóvenes ingieren bebidas alcohólicas, por ejemplo la cerveza, sin ninguna o casi ninguna indicación desde los adultos, sin la contención del límite, sin norma, lo que  en los términos en Durkheim  se definió como ANÓMIA,  resultado de una ruptura en la estructura sociocultural, debida una tensión excesiva entre las metas propuestas y los medios legí­timos que pueden usarse. Es decir, los valores culturales generan conductas que van en su contra y esta desarticulación entre la cultura y la sociedad produce una disolución de las normas y la anomia misma, o sea, un estado social que se caracteriza por la ausencia de Ley. Esto es fundamental para entender que la falla o ausencia de las normas y los controles para contener las influencias poderosas de lo cultural, conducen de lleno a una peligrosa práctica  en torno al alcohol.

El consumo excesivo de bebidas alcohólicas y el alcoholismo se deben entender como problemas multicausales. La OMS, Organización Mundial de la Salud, define a los alcohólicos(1952) como bebedores excesivos cuya dependencia al alcohol afecta a su salud fí­sica o mental, así­ como sus relaciones con los demás y su comportamiento social y económico, o bien, que presentan sí­ntomas de tales manifestaciones. A esto se puede agregar y afirmar que el Alcoholismo es, en términos de la salud mental, un trastorno de la conducta, que se manifiesta por la ingesta de grandes cantidades de bebidas alcohólicas y que provocan un comportamiento anormal o desviado, dañando el funcionamiento social, económico y/ o la salud de quien las ingiere y su entorno.

Algunos de los criterios básicos para el diagnóstico de la dependencia al alcohol, con un patrón patológico de uso de alcohol están caracterizado por:

·         Embriaguez

·         Amnesia y "lagunas" de los acontecimientos que ocurren durante la intoxicación

·         Persistencia en su consumo a pesar que la persona conoce los trastornos e inconvenientes fí­sicos que le ocasiona la ingesta

·         Deterioro de la actividad social debido al consumo de alcohol

·         Presencia de sí­ndromes de tolerancia o abstinencia (Tolerancia: necesidad de aumentar la cantidad de alcohol para conseguir el efecto deseado)

Al principio el alcohólico puede aparentar una alta tolerancia al alcohol, consumiendo más y mostrando menos efectos nocivos que la población normal. Más adelante, sin embargo, el alcohol empieza a cobrar cada vez mayor importancia en las relaciones personales, la reputación, e incluso la salud fí­sica. Las consecuencias sociales del problema de beber y la dependencia del alcohol pueden ser tan serias como los problemas médicos.

El desarrollo de la dependencia al alcohol puede surgir en un perí­odo de años, seguido de un patrón progresivo relativamente consistente. Al inicio, el individuo experimenta una fase de tolerancia al alcohol, lo cual resulta en la capacidad de consumir una gran cantidad antes que sus efectos adversos se noten. La fase siguiente a la tolerancia se caracteriza por un deterioro de la memoria relacionada con los episodios del consumo y posteriormente se presenta una falta de control durante el consumo, en la cual el individuo afectado ya no puede suspender el alcohol en el momento en que lo desee.

No existe una causa común del alcoholismo. Entre los factores psicológicos están la necesidad de aliviar la ansiedad, una depresión en curso, conflictos de relaciones interpersonales sin resolver o baja autoestima.

El alcohol cumple y ha cumplido su parte en los procesos de iniciación del adolescente en el "mundo del adulto", en tanto, en nuestras provincias especialmente, eran los propios padres u otros mayores quienes invitaban el primer vaso o entre los mismos adolescentes el beber una marca de su ubicación como no más niño y la botella o la latita elemento de intercambio entre los integrantes de un grupo. El alcoholismo en sus caracterí­sticas generales es semejante a otras adicciones a drogas, si bien distintos autores acentúan la base depresiva del sujeto (más allá de la estructura psicopatológica de base) en una equivalencia de la bebida alcohólica con la leche como medio por el cual se calmaran angustias o ansiedades infantiles, como suministro incondicional e ideal que asegurara la presencia de quien ejerciera la función materna de cuidado y alimentación. El intento en el beber se orientarí­a a llenar un vací­o, en un movimiento impulsivo que, revitalizando la lógica de la necesidad, urge la incorporación del lí­quido en grandes cantidades. El dolor psí­quico, intolerable, exigirí­a en estos sujetos el intento de su cancelación.

Freud se refirió a las drogas definiéndolas como "quitapenas" que permitirí­an esquivar los lí­mites que la realidad impone y acceder a un mundo que ofrecerí­a mejores condiciones de sensación, planteando que el hombre necesitarí­a recurrir a lenitivos para poder soportar el dolor que la existencia plantea.

Y en 1912, en "Sobre la degradación de la vida erótica", texto incluido en "La Psicologí­a de la vida amorosa", hace una alusión directa al alcoholismo, diciendo que la relación del bebedor con el vino evocarí­a la armoní­a más pura, "como un modelo de matrimonio feliz", preguntándose por qué la relación del amante con su objeto sexual serí­a diferente. El alcohol en exceso, como otras drogas, facilita al sujeto poder escapar al peso de la realidad, refugiándose en un mundo que ofrece “mejores condiciones de sensación”, pretendiéndose, a través de la intoxicación que provoca, eludir o aliviar el dolor que el vivir la realidad supone.

El alcoholismo es un problema que tiene poco que ver con el tipo de alcohol, cuanto tiempo se ha estado bebiendo, o la cantidad exacta de alcohol que se consume. Sin embargo, el alcoholismo tiene mucho que ver con la necesidad de beber de la persona. Esta definición de alcoholismo nos ayuda a entender porque para la mayorí­a de los alcohólicos un "poco de fuerza de voluntad" no es suficiente para dejar de beber. El alcohólico o la alcohólica se encuentra frecuentemente bajo el control de un ilimitado goce, el mandato de acceder a una demanda  que puede sentirse tan fuerte como la necesidad de agua o comida.

En la actualidad el problema del alcohol tiene dimensión diferente a las de otros momentos y el que abusa de él se presenta como el mejor adaptado a las reglas del consumo. Lo cierto es que se trata de un obediente  aunque suponga ser abanderado de la rebeldía. Es dependiente no sólo del alcohol, sino, fundamentalmente de una cultura que le vende la posibilidad de manera artificial del logro de lo inmediato sin mayores esfuerzos pero NO sin consecuencias.

 (1)Bebedor Social: Personas que siempre que se encuentran en una situación social, necesitan beber para sentirse más sueltas y divertidas. Pueden estar sin beber, pero en reuniones sociales no limitan el consumo de alcohol, y lo hacen hasta sentirse "alegres".

(2)Ebrios ocasionales: En general, son bebedores "fuertes", que ocasionalmente buscan embriagarse. Suelen ser grupos de "amigos" con los que salir a "festejar", y ya antes de comenzar con la fiesta tienen intención de emborracharse. Su forma de beber se relaciona con una idea de diversión, sin que exista necesidad física.

Referencias bibliográficas:

Durkheim, Emile. (1897) 1999. El Suicidio. México: Ediciones Coyoacán. 5ta. Edición.

Freud, S.: “El malestar en la cultura”. Obras completas. Amorrortu editores.
Lacan, J.: “Aun”. Seminario 20. Editorial Paidós.
Le Poulichet, S.: “Toxicomanías y psicoanálisis”. Amorrortu editores.

http://www.asociacionantidroga.org.ar/programas/d.htm

http://www.who.int

http://www.ops.org.ar

 

danielargibay@psi.uba.ar

 


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas

La Tercera: Asistencia y Docencia en Psicoanálisis

Programa de Formación Integral en Psicoanálisis
Leer más
Realizar consulta

Del mismo autor

» Falo... Soy, lo tengo o lo intercambio? (Sobre algunas cuestiones del narcisismo)
» La Droga ni avanza, ni retrocede. Existe.
» Más de un fin de análisis con niños
» Re orientación vocacional y ocupacional para personas en edad de jubilarse

Búsquedas relacionadas

» alcoholismo
» adicción