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La experiencia analítica, su transmisión en extensión

19/03/2019- Por Juan Pablo Capdevielle - Realizar Consulta

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¿A qué podemos referirnos, respetando la estructura del dispositivo de un psicoanálisis, cuando decimos “psicoanálisis en extensión”? … Se trata que el propio análisis, el de cada quien, con su pasar de analizante a analista, haga en función de su deseo de sustentáculo para poder construir un habitar del psicoanálisis en otros espacios…

 

 

               

 

 

 

  Que el analista sea al menos dos, quiere decir que para que haya efectos, el analista, a esos efectos, los teoriza. Así el analista, es el que está en la cura y el que teoriza sobre los efectos de un análisis en la cura. Esto a su vez es producto de una condición anterior, esta condición redunda en el propio análisis del analista.

 

  Es posible leer como Lacan explica que ninguna experiencia analítica puede sustentarse en una determinada cantidad de personas que hayamos analizado, es decir que de nuestra práctica no es posible generalizar. No trabajamos con estándares en psicoanálisis, y por ello es tan difícil prestarnos a las experiencias de investigación a las que tantos se ven tentados de participar.

 

  Un analista puede y debe sustentarse a sí mismo, en tanto función de analista, siempre sostenido por su deseo y por supuesto por su singular experiencia, la de su análisis personal, que lo orientará a cada vez a dejar por fuera del dispositivo todo lo concerniente a su persona cuando dirige una cura.

 

  Desde el “al menos dos” que introdujera Lacan, partiré entonces para pensar en la sintonía y diacronía entre el análisis de intensión, y el psicoanálisis en extensión. Primero entonces la única base posible es la del análisis personal. Que cada analista haya dado sus razones singulares respecto de su relación al vacío que implica un recorrido, es la condición para que se disponga a analizar.

 

  Si no hay apoyatura en esto, difícilmente podrá pensarse en la extensión. Se trata de una continuidad entre interior y exterior. Esa continuidad se instaura a partir de un vacío en el inicio, un corte que propicia una serie. Conocido por muchos es que en la “Proposición del 9 de octubre”, se puede encontrar la referencia a “Psicoanálisis en Extensión” aludiendo a la función de la Escuela, en tanto que ella presentifica el psicoanálisis en el mundo.

 

  Esta es una propuesta moebiana que implica e invita a la práctica de Escuela a desplegar el psicoanálisis en extensión, que tiene como soporte a la experiencia de un análisis, el personal, el de cada quien que pueda realizar esa suerte de pasaje de analizante a analista, y que ofrece a partir de aceptar ciertas pérdidas, producir vacío y espacio, en la armonía que implican la  extensión y la continuidad.

 

  ¿Para qué? Para poder seguir, para poder hacer serie, para que la cadena progrese. Nada de ello sería posible sin la producción de vacío. Sin pensar en ningún crecimiento ni ascenso, la producción de vacío propone la creación de un lugar, del espacio, que no es algo dado, sino que se trata de un construirlo.

 

  Espacio, lugar, no son cuestiones dadas de antemano. Es por ello que propongo que no se trata de llevar el discurso del psicoanálisis a ningún lado, sino que se trata del acto de creación de un espacio para disponer allí la práctica y la transmisión del discurso psicoanalítico.

 

¿Qué habrá querido decir Lacan con la frase que inicia la ya citada proposición del 9 de octubre de 1967?: “Se tratará de estructuras aseguradas en el psicoanálisis y de garantizar su efectuación en el psicoanalista”. Creo que es contundente, pues, si bien se va a referir a la práctica de Escuela, se deduce, insisto, que esas estructuras a las que hace mención se soportan en primera instancia del análisis de cada quien que se apueste a la tarea de psicoanalizar.

 

  Años más tarde, la siguiente pregunta de Lacan nos orienta, nos guía y nos pone en trabajo relativo a nuestra ética: “¿Qué es la clínica psicoanalítica?”, cuya respuesta todos deberíamos suponerla como “lo que se dice en un psicoanálisis”.

Una pregunta en tanto tal, porta la función de abrir, para seguirla trabajando de forma permanente. Se trata en psicoanálisis del abrir, y no del cerrar… Abrir quiere decir descubrir, hacer patente lo que está cerrado u oculto.

 

  ¿Qué es lo que se dice en un psicoanálisis? ¿Cómo escuchamos en lo dicho el decir? No se trata solo de lo dicho, pues hay un decir en el dicho mismo. Lo dicho se ubica en el orden del enunciado y en la enunciación, el decir. Allí está el sujeto que nos interesa, el que nos importa, el sujeto del inconsciente. Y ese sujeto es el que se conmueve en una cura.

 

  Si el discurso analítico funciona es porque algo del goce se pierde al ofrecernos a esa experiencia, la operación analítica, a partir de la cual se acepta que la vida tiene costo, que no es posible acceder a las redes del deseo sin una pérdida, sin trabajo, sin asumir un gasto, y esto en la práctica de un psicoanálisis comienza a metaforizase con el pago. De este modo es posible introducir el cómo pensar el psicoanálisis en extensión.

 

  A partir de una producción de vacío, una nueva operación hizo posible que hayamos accedido tantos de nosotros los psicoanalistas al análisis y a la formación de la mano de los escritos del maestro Freud. Él pasó de la comunicación privada de sus ensayos, estudios, avances y construcciones de su práctica, a dar publicación de los mismos.

 

  Me voy a dedicar al diálogo posible entre el psicoanálisis y la ciencia médica. Al cruce de los discursos en un lugar construido, en el ámbito del Hospital General, concretamente en un Servicio de Medicina, en el que el discurso del Psicoanálisis se ha hecho lugar.

 

  Así intentaré dar cuenta de la jerarquía que tiene la teorización de una práctica clínica, la trasmisión y su práctica, para demostrar que no se trata cuando hablamos de psicoanálisis en extensión de llevar el psicoanálisis a ningún lado, sino de construir un espacio para llevar a cabo su práctica y su transmisión. Esto requiere de un enorme trabajo, de un costo, que si no se asume, no se llega a ningún puerto.

 

 

Psicoanalista. Psicoanálisis. Hacerse un lugar

 

  Como se ha citado en muchas ocasiones, fue en 1966, que Lacan se preguntó por el lugar del psicoanálisis en la medicina, y en esa época dijo que se trataba de una extraterritorialidad, de un lugar marginal. Que era extraterritorial por responsabilidad de los mismos psicoanalistas de la época, quienes tenían sus razones para conservar ese extraterritorial. Así entonces consideraba Lacan el lugar del psicoanálisis en el campo de la medicina.

 

  Retomo la cuestión del lugar. Propongo pensar: ¿de qué se trata cuando hablamos de lugar? ¿Es algo que está dado? O acaso ¿es necesario construirlo? ¿A qué podemos referirnos, respetando la estructura del dispositivo de un psicoanálisis, cuando decimos “psicoanálisis en extensión”?

 

  La extensión supone al espacio. El término extensión designa la cualidad de lo extenso, es decir, el carácter de la situación de algo en el espacio. De este modo, una cosa es extensa si ocupa espacio y a su vez el espacio se lo debe considerar como algo que tiene extensión. La extensión fue considerada muchas veces como la continuidad en el espacio como determinada topológicamente. También se llama extensión de un concepto a aquellos objetos que caen dentro o bajo el concepto mismo.

 

  Decía que la extensión supone al espacio:

 

  Muchos filósofos de la antigüedad han considerado que un cuerpo tiene la propiedad de la extensión, es decir que ocupe un cierto espacio. Para los escolásticos, la extensión puede ser extrínseca o externa, refiere a la posición de las partes de un cuerpo en el espacio, posición de la que resultan volúmenes y tamaño. O intrínseca o interna, y que refiere a la posición de las partes de un cuerpo relativamente unas a otras independientemente del espacio en el que el cuerpo se encuentra.

 

  También consideraron un tercer modo de la extensión, el virtual, que refiere a la situación de puntos y fuerzas en el espacio determinada por las fuerzas y movimientos de un cuerpo dado.

 

  En la filosofía el problema del espacio era discutido al compás de una oposición entre lo lleno y lo vacío. En la Edad Media especialmente los escolásticos planteaban problemas tales como la dependencia o independencia del espacio respecto de los cuerpos.

 

  La opinión aristotélica fue la predominante: el espacio como lugar.

Se distinguió entre espacio real y espacio imaginario, y para la concepción filosófica de la época, al espacio real le correspondía la finitud, es el espacio de los cuerpos, y al espacio imaginario que es el que se extiende más allá de las cosas, le corresponde la infinitud.

 

  Por el 1600 aproximadamente se tendió a concebir el espacio como continente universal de los cuerpos físicos. A este espacio concebido como infinito en la geometría euclidiana se destacan algunas propiedades: Homogéneo, sus partes son indiscernibles unas de las otras desde el punto de vista cualitativo. Isotrópico, todas las direcciones del espacio tienen la misma propiedad. Continuo. Ilimitado. Tridimensional.

 

  Para Descartes el espacio es res extensa, sus propiedades son la continuidad, la exterioridad, reversibilidad, tridimensionalidad. A la vez res extensa constituye la esencia de los cuerpos. Una vez que los cuerpos hayan sido despojados de todas las propiedades sensibles que son las cambiantes, queda de ellos, de los cuerpos la extensión: “La naturaleza o la materia del cuerpo tomado, en general no consiste en ser algo duro, pesado, o coloreado, o algo que afecte a nuestros sentidos de algún otro modo, sino el ser una sustancia extendida en longitud, en anchura y en profundidad”.

 

  Así para Descartes, la sustancia corporal solo puede ser conocida por medio de la extensión. El espacio está dado a priori. La extensión en la que se da el espacio no es sensible, sino inteligible.

 

  En Leibniz, el espacio es una relación, es un orden de coexistencia, implica el orden de los fenómenos coexistentes. También se definió al espacio como la condición de la posibilidad de los fenómenos.

 

  En Hegel el espacio es un momento en el desenvolvimiento dialéctico de la idea, la pura exterioridad de la idea. La subjetivación del espacio da lugar a una idea muy distinta, según la forma en que sea admitida dicha subjetivación.

 

  Desde el punto de vista geométrico el espacio fue considerado como el lugar de las dimensiones, algo continuo e ilimitado. Desde el punto de vista físico, se habla de espacios pluridimensionales, hiperespacios, continuo espacio-tiempo.

 

  Heidegger trabaja sobre la espacialidad del espacio, ésta debe entenderse partiendo de la propia existencia. A diferencia de lo que planteaba el idealismo, el espacio no está en el sujeto, ni el mundo está en el espacio. El espacio está en el mundo. Heidegger es quien se pregunta trabajando sobre un poema de Hölderin: “¿De qué modo el habitar humano puede estar fundado en lo poético?”.

 

  Si tomamos la etimología de la palabra poesía, la misma proviene de poiesis, es decir cualidad de la acción del hacer, creación, refiriendo a la conversión de pensamientos en materia. El espacio concierne a una creación.

 

  Así Heidegger, fuente de inspiración en Lacan para innumerables recorridos en su obra, propone al espacio como lo que encierra los volúmenes de la figura, es producto de un espaciar y este espaciar significa talar, “liberar lo selvático”, conlleva a lo libre, lo abierto, para un situarse y habitar del hombre.

“Espaciar es, en sí, la liberación de sitios, donde los destinos del hombre existente se proyectan con el bien de una nación, o en la desdicha del exilio, o frente a la indiferencia de ambos… Espaciar es la liberación de sitios. En el espaciar se manifiesta y se encierra un acontecer"[i]

 

  Si el tema que nos ocupa, es el psicoanálisis en extensión, su práctica y su transmisión en otros ámbitos fuera de la Escuela de Psicoanálisis, propongo reflexionar sobre qué se trata que el discurso del psicoanálisis habite en la creación de otros sitios fuera de la Escuela, y de nuestros consultorios.

 

  Pensando la superficie, Lacan dice que para la topología no está dada como una intuición. Plantea, debatiendo con Bergson, que el espacio no es una extensión abierta, y que será la superficie la que divide al espacio, que es necesario partir de la superficie para definir el espacio.

 

  Así, hablando de la trinidad del borromeo, dará cuenta de la dimensión en el espacio, de los tres registros, explicando que lo que corta una línea es el punto, y como el punto tiene cero dimensión, la línea tiene una. La línea corta una superficie, así la superficie tiende dos dimensiones, y la superficie corta el espacio, de manera tal que el espacio tiene tres dimensiones.

 

  Queda así demostrada la concepción del espacio en Lacan. De su mano, para seguir pensado en la construcción del espacio a partir de cortes, los que producen vacío, en relación a lo que al psicoanálisis concierne principalmente, el sujeto del inconsciente, a éste, no alcanza con representarlo en el espacio, hace falta el acto de cortar. El sujeto al que hacemos lugar en nuestra práctica, no está en ninguna parte, solo está en su acto, el acto del decir.

 

  Análisis personal, clínica, práctica, y el psicoanálisis en extensión serán siempre en continuo. Así como en nuestra sesión, sea del lado que estemos, del analizante o del analista, se hace lugar, se dispone al surgimiento del sujeto, que aparece con el acto del decir, para el caso del psicoanálisis en extensión, su práctica y transmisión en el hospital, es necesario construir ese espacio a partir de los cortes que cada quien produzca como psicoanalista, como enseñante, con su trabajo soportado de su deseo.

 

  Para ello es de relevar la siguiente idea: se trata que el propio análisis de cada quien, con su pasar de analizante a analista, haga en función de su deseo de sustentáculo para poder construir un habitar del psicoanálisis en otros espacios. En palabras de Lacan: “Están los lugares topológicos, los lugares en el orden de la esencia, y después está el lugar en el mundo, que se consigue por lo general, a los empujones…”

 

  Este construir del que hablaba, inherente al habitar, proviene del cuidado y abrigo que se tiene por hacer crecer algo, de lo que se basa la misma construcción así como también del erigir. Así llegamos a que el construir como el habitar hacen a lo habitual.

 

¿Cómo hacer habitual el discurso del psicoanálisis en el hospital público?

Será trabajo de cada quien y en relación a su deseo, insisto, asumir el costo que ello conlleva para incluir su tarea, tanto sea la de psicoanalista como la de enseñante dentro del campo del hospital público.

 

  Reitero, se trata de un construir a partir de nuestro propio análisis, de nuestra propia experiencia en el diván, un lugar fuera de la Escuela a la que pertenecemos, para hacer transmisión. ¿Transmisión de qué? De lo que aprendimos de la mano de nuestros maestros, de nuestros propios análisis, de nuestros analizantes tanto en nuestros consultorios como en el hospital.

 

  Si bien el psicoanalista solo se autoriza a sí mismo, esto no excluye que la Escuela garantice que un analista sea muestra, surja, resulte de su formación.

Así el analista podrá querer esta garantía y a partir de allí ir aún más allá, es decir poder volverse responsable del progreso de la Escuela, convertirse en psicoanalista a partir de su propia experiencia.

 

  Se trata de disponer de una suerte de inventiva para cumplir con el propósito de hacer práctica y transmisión del discurso de psicoanálisis fuera de la Escuela, construyendo espacio en el ámbito del hospital.

 

  Para concluir, es necesario trabajar en el empalme del psicoanálisis en extensión, referido a la función de la Escuela en tanto que ella debe presentificar al psicoanálisis en el mundo, con el psicoanálisis en intensión, el didáctico. Se trata de prácticamente un arte del hacer transmisión de un discurso como el nuestro, por parte de cada quien para que junto a la ciencia se produzca un espacio.

 

  Soportados en la idea que el sujeto sobre el que trabaja el psicoanálisis, es el mismo que el de la ciencia, entendiendo sus diferentes tratamientos, para un situar y habitar con nuestro discurso, el del psicoanálisis, en el ámbito hospitalario, se tratará de forjar un espaciar que conlleve a lo abierto para así acceder al habitar por parte a un nuevo lugar construido.

 

  El plantear que el posible sitio para el psicoanalista en el hospital no está en el interior de un espacio ya dado, quiere decir que se trata de producir vacío, de vaciar. Ese vacío no es equivalente a decir “nada”, pues no se trata de una carencia. En la corporeización de una práctica de transmisión se juega el vacío como un nuevo producto que diseña a la vez un sitio para nuestro discurso.

 

  Durante muchos años he dirigido curas en el ámbito del hospital, dentro de un servicio médico.

Hace ya muchos años que llevé a cabo la transmisión de la práctica con alumnos de la universidad, pasantes y médicos residentes dentro del hospital. Damos cursos desde nuestro Servicio sobre “Cuerpo y Subjetividad”, “Psicoanálisis y Medicina”, todos los años, a los que convoco a participar a psicoanalistas y médicos.

 

  El año pasado, cuando el jefe del Servicio al que pertenezco dio su presentación, me sentí maravillado al escucharlo: el médico especialista en Alergia e Inmunología habló entre otras cosas del nudo borromeo, de los goces, citando en su desarrollo a los maestros del psicoanálisis, Freud y Lacan.

 

  Emocionado cuando terminó su exposición, me acerqué y le dije: “Es una satisfacción enorme para mí, que un médico haya hecho después de tanto andar juntos a lo largo de tan intenso recorrido, una presentación en el marco del psicoanálisis”.

 

  Esto da cuenta del posible alcance del trabajo producto del cruce de discursos, y que el lugar del psicoanálisis puede dejar ser extraterritorial en el campo de la medicina, en el marco hospitalario.

 

 



[i]Heidegger, “El arte y el espacio”.

 


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