» Introducción al Psicoanálisis

Más de un fin de análisis con niños

20/05/2008- Por Daniel Argibay - Realizar Consulta

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Creo que como analistas intervenimos desde donde nos posicionamos en la vida, posición también desde la que teorizamos pero, fundamentalmente, desde donde nos preguntamos. Hoy puedo reconocerme preguntando, como seguramente se han preguntado otros, por ¿Que es un niño...?, ¿Que quiere un niño...?, ¿Por qué juega o no un niño?, ¿Por qué juega un adulto?, ¿Que relación hay entre juego y psicoanálisis? , ¿Cuál será el alcance y límite de esta clínica...?, ¿Hay fin de análisis con niños?, ¿Qué diferencia hay entre un psicoanálisis con niños o uno con adultos...?.Pareciera, a priori, que establecer diferencia entre un psicoanálisis con niños o uno con adultos nos entorpece y que solo se trata de que quien consulta, niño o adulto pueda entrar a la categoría de sujeto. Si como dice Lacan en el Problemas cruciales para el psicoanálisis (Clase 8 - de febrero de 1965), la función del deseo del analista estaría en el corte, que el analista es aquel que sabe cortar (tailleur), "...todo está en la eficacia del buen corte, pero también en considerar el modo en que es hecho ese corte...permite a la vestimenta volverla de otro modo". Si como en La lógica del Fantasma, dice "...el sujeto comienza con el corte", hablar de sujeto es hablar de una instancia de división, del efecto de ese corte, efecto metafórico que divide al sujeto entre el S1 y el S2 entre saber y verdad.

Introducción.

 

El siguiente trabajo tiene como referente textos de Eric Laurent  y Erik Porge. El fin del análisis con niños, este es el tema del que se ocupan, Laurent  en el capítulo “Hay un fin de análisis con niños” de su libro del mismo nombre y Porge en “La transferencia a la cantonade”, artículo publicado en Litoral 10.

Esta es mi lectura, una sesgada lectura, claro, que toma algunos de los temas abordados por estos dos autores y deja por fuera otros. Una lectura que apunta a tomar sus preguntas y dar cuentas de otras, las mías, de aquellas pocas para las que se me ha ocurrido alguna respuesta; pero también de otras para las que no la tengo. Preguntas que, a lo mejor, irán más allá de lo que ellos escribieron y hasta más allá del psicoanálisis con niños.

Creo que como analistas intervenimos desde donde nos posicionamos en la vida, posición  también desde la que teorizamos pero, fundamentalmente, desde donde nos preguntamos. Hoy puedo reconocerme preguntando, como seguramente se han preguntado otros, por ¿Que es un niño...?, ¿Que quiere un niño...?, ¿Por qué juega o no un niño?, ¿Por qué juega un adulto?, ¿Que relación hay entre juego y psicoanálisis? , ¿Cuál será el alcance y límite de esta clínica...?, ¿Hay fin de análisis con niños?, ¿Qué diferencia hay entre un psicoanálisis con niños o uno con adultos...?

Me pongo a escribir con la intención de tomar algunas de estas preguntas como guía. 

 

 

Desarrollo.

 

Pareciera, a priori, que establecer diferencias entre un psicoanálisis con niños o uno con adultos nos entorpece y que solo se trata de que quien consulta, niño o adulto pueda entrar a la categoría de sujeto.

Si, como dice Lacan en el Problemas cruciales para el psicoanálisis  (Clase 8 - de febrero de 1965), la función del deseo del analista estaría en el corte, que el analista es aquel que sabe cortar (tailleur), "...todo está en la eficacia del buen corte, pero también en considerar el modo en que es hecho ese corte...permite a la vestimenta volverla de otro modo". Si como en La lógica del Fantasma, dice "...el sujeto comienza con el corte", hablar de sujeto es hablar de una instancia de división, del efecto de ese corte, efecto metafórico que divide al sujeto entre el S1 y el S2 entre saber y verdad. De todo esto podríamos decir que la eficacia de las intervenciones del analista estará dada, fundamentalmente, por el modo y la posición desde la cual éste opere sin importar la diferencia entre un paciente niño o adulto, si entra dentro de esa categoría, la de sujeto, que antes mencionaba.

Pero entonces, y voy a tomar aquí el primer renglón del texto de Laurent:

“¿Que cambia entre el niño y el adulto?”

En los casos clínicos presentados en diferentes seminarios y ateneos, es común escuchar lo que podría ser una primera diferencia entre un análisis con niños o uno con adultos y es en relación al hecho que, en general, no es el niño el que consulta por un síntoma sino otros. La angustia es de los padres. Pero el trabajo con el niño se realiza en otra escena. Hay un pedido, un motivo de consulta de los padres para el que una demanda se deberá constituir en análisis con el niño.

En estos términos, y hasta ahora, salvo por el hecho que hay otro que pide y es con el niño que se debe instaurar la demanda en transferencia, podríamos estar hablando de una diferencia meramente cronológica y, seguramente, así lo es en términos de “niño” / “adulto” .  Pero si cambiamos  la pregunta por  ¿Qué cambia entre el enfant y la grande personne?  Encontraremos, siguiendo a Lacan, que son de  otro tipo las respuestas que podríamos arriesgar.

Voy a detenerme un instante y hasta donde mi formación y experiencia lo permitan, en el concepto lacaniano de grande personne del que también se ocupa rápidamente Laurent. Lacan da indicadores de lo que será un fin de análisis de una persona mayor, aquellos que lo llevarán a convertirse en grande personne, y son tres: el pase del discurso del analizante al discurso del analista, la identificación al síntoma (estar advertido respecto de su síntoma, saber hacer con él y dejarse enseñar por él) y por último el atravesamiento del fantasma.

Tomemos este último indicador, el atravesamiento del fantasma, el atravesamiento de ese fantasma que nos permite lidiar con lo real. Es en el transcurso de un análisis que se produce el atravesamiento del fantasma. No tenemos, después de ese momento, que se terminó la repetición, ni que se terminó el goce, pero sí, como lo dice Laurent citando a Lacan, lo que convierte al enfant en grande personne. La ética que cada uno hace de su goce, es esto lo que separa uno de otro.

Ahora bien, la dirección de la cura en la clínica con niños, no se limitaría a otorgarle al   paciente una “versión del falo”, sino que apuntaría a la obtención de una “versión del objeto a”, para que se produzca una separación del objeto, y que no sea el cuerpo del niño condensador del goce materno. Dice Laurent: “En la enseñanza de Lacan el estatuto del niño se desplaza del falo al objeto a y esto implica una basculación  de la teoría que afecta también al fin de análisis con los niños”.

Allí donde el proceso de construcción del fantasma del infantil sujeto, que le permite responder a la pregunta sobre el goce de la madre, se ve en peligro o está fracasando, estarían dirigidas las intervenciones del analista. Para asegurarse que el niño no responda al objeto a es necesario hacer algo más que apostar por el padre; se trata entonces que el niño localice este goce en una construcción fantasmática. Un fantasma regulador del goce; un fantasma como posibilidad de dar una respuesta al ¿Che vuoi?, dar respuesta a esta pregunta acerca de qué quiere el Otro es condición indispensable para contestarse el sujeto qué es lo que quiere, cuál es su deseo. 

Si, como señalábamos antes, uno de los indicadores del fin de análisis en un adulto es el atravesamiento del fantasma dando lugar a la separación del Otro. Atravesamiento este en el que el sujeto se va a ir historizando, tomando una posición fantasmática desde donde bordear las marcas que le vienen del campo del Otro y que definen su estructura. Entonces, a decir de Laurent, es en la construcción de ese fantasma donde deberían estar cargadas las tintas durante el análisis con un niño y será a la dificultades que presente esta construcción que irán direccionadas las intervenciones . Reparadas las dificultades en la constitución de ese fantasma podría estar lograda, desde Laurent, el fin del análisis de un niño. Fantasma que comenzará a atravesar en un futuro análisis de adulto si es que lo hay.

Hasta aquí traté, basándome en el artículo de Laurent , de seguir el recorrido respecto de la construcción fantasmática, sus dificultades en el infantil sujeto, los avatares de esta clínica y adónde apuntaría la intervención  del analista que dirige la cura pensando en  la posibilidad de llegar a un fin de análisis con niños.  

Algo más se me plantea después de la lectura del trabajo de Laurent y que no necesariamente implica, directamente, al análisis con niños. Pensaba en  todas aquellos sujetos para los que la construcción fantasmática presentó dificultades en ese período, no hubo análisis con ese niño y nos encontramos ya con el sujeto  adulto en el consultorio. Pensaba entonces en estas fallas como posibilidad de causa de los fracasos del fantasma de sujeto adulto, si estas “fallas” en la construcción harían que el sujeto pierda en determinado momento disponibilidad de su fantasma, que se raje la tela del cuadro que vela lo Real, que el sujeto se desvíe de su deseo por no poder situar el deseo del Otro. Que no tenga, aunque sea momentáneamente, disponibilidad de su fantasma. Las patologías de borde, crisis de angustia, ataques de pánico o como queramos llamarlas, y por tomar alguna, son, a mi modo de ver, un claro ejemplo de lo que estoy describiendo. Trato de pensar estos fracasos fantasmáticos como productos de las fallas en la construcción durante la niñez, fracasos que podrían presentar tranquilamente también durante el análisis del eventual sujeto adulto, en el transcurso de su recorrido analítico. Es aquí donde creo que podríamos enfrentarnos a algo “fuera del programa” en ese recorrido, momentáneas crisis fantasmáticas. Lo que estoy tratando de pensar y de trasmitir como opinión,  para concluir sobre esta idea, es que aquel trabajo que no hizo el sujeto durante su niñez en relación a fallas de la construcción del fantasma, nos aparecerá necesariamente durante su análisis como adulto y a las que el analizante deberá echarle mano de alguna manera y en algún momento de su recorrido.

Voy a meterme ahora con otra concepción de lo que podría ser un fin de análisis con niños, la de Eric Porge.

En “La transferencia a la cantonade” Porge escribe: "La novela familiar es una manera de restablecer el pedestal de donde los padres han caído. EI analista es llevado a cubrir la misma función, a restablecer una transferencia puesta a prueba y es lo que hace en el mejor de los casos. Esto marca el límite del papel del analista en el análisis del niño y permite abordar la cuestión del fin del análisis de niños". Más adelante señala: "La transferencia del niño solo es analizada en tanto recoloca al niño en un cuadro edípico; el trabajo del analista es su contribución social al edipismo".

Porge dice que, cuando quien está a cargo de hacer pasar socialmente el mensaje familiar ya no asume esta función de "sujeto de supuesto saber hacer pasar", tampoco puede escuchar al niño. No puede sostener la escucha porque rechaza la transferencia, confundiendo el enunciado del mensaje que a él se le dirige con el lugar tercero al cual está destinado. Esta confusión lleva al adulto a una respuesta mentirosa, confusión que deriva de esa pérdida de distancia que hace que ya no pueda sostener transferencialmente al niño, porque no se trata simplemente de que encarne el saber, sino de que pueda hacerlo circular.

El síntoma del niño se transforma para ellos en un saber supuesto que el niño ocultaría y que, en algunas ocasiones, desencadena en los padres un pedido hacia el analista respecto de algo que él debería descubrir. Doble lugar para el analista, para quien la transferencia se jugará tanto con los padres como con el niño. Es por eso que las intervenciones sobre la ubicación de los padres frente a la neurosis del niño son tan importantes como el trabajo con el niño mismo.

La presencia del niño en un análisis plantearía cierta diferencia respecto de la de un adulto. Según Erik Porge la transferencia en el niño es "a la cantonade". Esta expresión fue utilizada por Lacan en el Seminario 11 para designar el peculiar modo de dirigirse del niño. En total desacuerdo con Piaget respecto de que el niño tendría un discurso egocéntrico, Lacan dice que el niño tiene un modo de hablar singular. Utiliza ese término ("a la cantonade") extraído del lenguaje teatral para dar cuenta de un modo del niño de dirigirse a un personaje que no está en escena, pero que sin embargo necesita de otros que estén allí junto a él compartiendo esa escena.

El niño, por estructura y para avanzar en su estructuración, necesita de los adultos y muchas veces estos trastabillan en sus funciones, por ese motivo en el análisis, el niño le hablará a sus padres a través de su analista y éste será el nuevo receptor de lo que los padres recibieron con anterioridad pero no decodificaron, porque a ellos le concierne y prefieren no saberlo.

Lacan dice que el niño no le habla a nadie en particular, habla en alta voz dirigiéndose a "un buen entendedor". Si los padres abandonan este lugar se interrumpe la transferencia y el mensaje deja de ser escuchado al ser percibido como si fuera dirigido contra ellos. Eso es lo que desencadena la neurosis infantil en tanto aquella neurosis de transferencia con ese otro adulto está interrumpida. Cuando el niño deja de ser oído, dice Porge, la neurosis infantil es la manera que el niño encuentra de subir a escena y poder seguir hablando entre bastidores. Entonces, este modo peculiar en que el niño se presenta, marca una clara diferencia respecto al modo en que lo hace un analizante adulto. Recordemos que en el adulto la neurosis de transferencia es efecto del dispositivo analítico, es decir, una enfermedad artificial que remplaza a la neurosis ordinaria y sobre la cual va a operar la cura.

Desde esta perspectiva la transferencia no sólo opera como resistencia y obstáculo, sino que también como motor del análisis. En el análisis con niños, por el contrario, el analista debe hacerse presente lo menos posible ya que la transferencia se establece en forma paralela a la transferencia sobre los padres, transferencia desfalleciente que lo convoca a ocupar sin embargo "una presencia". Un lugar que surge como consecuencia de una estructura que tambalea, pero del cual deberá retirarse a tiempo para que vuelva a ser ocupado nuevamente por ellos. El niño le demanda a un analista que sea simplemente "un buen entendedor" para que, como dice Michel Silvestre, pueda hacer tranquilo su neurosis. Para poder hacerse presente en escena hablando entre bambalinas, es decir, poder jugar una "presencia a la cantonade”. Este corrimiento a tiempo del analista, la restitución de ese lugar a los padres es lo que  podríamos definir, desde Porge, como el fin de análisis con un niño.

Puede que quien lea o escuche este trabajo podrá estar de acuerdo o no con alguna de estas dos posiciones y preguntarse, como lo hicimos varios, cuál adoptar. Si la de Laurent o la de Porge cual es definición de un fin de análisis con niños. Es muy probable que lleguen a la misma conclusión a la que hemos arribado luego algunos. La concepción de fin de análisis con niños de Laurent refiere a la construcción fantasmática y sus dificultades. Lo que hace Porge, en cambio, es señalar desde qué posición intervenir para lograr un fin de análisis con niños. En este sentido es que  yo, en lo personal, no solo no las pienso como excluyentes sino que también creo que son complementarias.  

Para finalizar voy a presentar un caso clínico, son apenas tres entrevistas, una con la madre y dos con el niño de lo cual se deduce claramente que lo que diga a posteriori no tendrá que ver con un fin de análisis pero si con los conceptos clínicos de los que Laurent y Porge se ocupan.

 

 

Caso clínico. El suplente

 

Primera entrevista.

Nora es la madre de Bau, el martes 13 de noviembre me llama por teléfono para acordar la entrevista. Por cuestiones de horarios yo podría ver a Bau el sábado en Olivos. La entrevista a solas con su madre tenía que ser antes, las cité ese mismo jueves al consultorio de Capital  Federal.

Llega veinte minutos tarde, apurada y comenzamos a trabajar: Nora es geóloga como su esposo del que dice que está separada pero viviendo en el mismo techo. Tiene dos hijos Mariano de14 años y Bau de 11 años.

-                      Hace ya casi dos años que mi esposo y yo estamos muy mal. Él no quiere entrar en razones de que nos debemos separar y seguimos conviviendo en el mismo techo. Yo no soporto más esa situación: tener que hacerle la esposa a alguien con quien ya no tengo nada que ver. Consulto porque yo ya no puedo con la situación, los chicos están muy agresivos entre ellos, se pelean todo el tiempo, me llaman al trabajo para quejarse uno de otro; cuando llego a casa nunca sé con qué me voy a encontrar. El que tiene más problemas es Bau, fuerte migrañas y vomita. Los médicos no le encuentran nada orgánico y dicen que es estrés. El me dijo que quería ir al psicólogo como voy yo. El es muy bueno jugando al futbol, ha jugado en River y en Platense pero ya no lo hace porque los horarios no le permitían cumplir con el cole. Tuve entrevistas con otras dos profesionales pero no llegaron a verlo, no me pareció que estuvieran entendiendo lo que necesitaba. Hace unos meses, gracias a Dios al padre de los chicos le salió un trabajo en México y se va por quince días y vuelve otros quince días. Desde entonces cuando vuelve dormimos juntos, arreglamos que cuando venga use la cama de Bau y que él duerma conmigo...

-                      ¿Cómo? ¿usted se acuesta con su hijo...?  Un niño de 11 años...

-                      Si...lo que pasa es que fue la solución que encontramos, sé que no es lo más conveniente pero se dio así....

-                      Eso Nora no puede ser así nunca más, no he visto a Bau y hace apenas quince minutos que conversamos. Pero tenga la plena seguridad que acostarse con su madre no es sin consecuencias para él. Eso le reventaría la cabeza y le revolvería el estomago a cualquier niño...

-                      Si, bueno, ya..., pero fue así...

(Me dio la impresión de que algo parecido ya habría escuchado, seguramente de su analista y no quise seguir con el tema pero no se me ocurrió manera más contundente de intervenir ahí mismo y de inmediato sobre aquello).

-                      No se cómo será cuando veas a Bau, puede que no hable...

-                      Bueno, veremos que pasa, en principio tendremos entrevistas para ver si puede iniciar un tratamiento, por ahora dejamos aquí, nos vemos el sábado los tres en Olivos.

 

Segunda entrevista.

Llegaron puntuales, pasan y Bau se recuesta de costado en el diván, su madre se sienta  en una silla.

-                      Bau ,tu mamá me dijo que querías empezar a ver a un psicólogo, bueno, yo soy psicólogo. Lo que vamos a hacer ahora es pedirle a tu mamá que nos deje solos y charlar vos y yo ¿que te parece...?

-                      ¿Y vos donde vas a estar ma...?

-                      Acá abajo, sentada en la sala de espera.

-                      Bueno.... 

-                      Bau  por qué se te ocurrió que querías ver a un psicólogo?

-                      No sé, no sé que se hace con un psicólogo...

-                      Charlar de lo que tengas ganas, de lo que se te ocurra.... también podemos jugar...

-                      Pasa que yo vomité y el médico dijo que es estrés...

-                      Y ¿cómo es eso que vomitas, te pasa siempre...?

-                      Lo que pasa es que mi hermano me está molestando todo el tiempo....me dice “suplente”...después me cae mal la comida....

-                      Y vos ¿ qué haces cuando él  te molesta...?

-                      Nada, le digo que no me moleste...pero me sigue molestando.

-                      ¿Y tu papá...?

-                       Mi viejo no hace nada en la casa, es un vago, se la pasa mirando tele todo el día y dando órdenes de lo que tenemos que hacer. A Mariano le dice que estudie porque si no va a repetir y entonces Mariano se desquita conmigo.  Yo le ayudo a mi mamá a hacer la comida...

-                      Y con tu papá ¿nunca hacen nada juntos...?

-                      No, no te digo que es  un vago, le digo que juguemos al ping-pong y nunca quiere...La vez pasada se fue a México y no me saludó...Estoy enojado con él...Igual hoy  me llamó y le pasé con mi hermano...

-                      ¿No hablaste con é? ¿no le dijiste que estás enojado?

-                      No...

-                      Y con tu hermano ¿jugás a algo...?

-                      Si, con la compu y a la pelota, a veces, pero siempre cuelga la pelota....en eso es un especialista...después tengo que ir a pedirla yo a lo del vecino porque a él le da vergüenza. Nunca quiere hablar, siempre tengo que hablar yo.

-                      Y ¿tenés amigos...?

-                      Si, Martín, Lucas, Jean Franco, Gonzalo, Iván, Francisco y Brandon. Brandon burla todo el tiempo, molesta a los demás....habla de todo lo que tiene, la casa grande, los autos....es tonto....Lo que pasa es que tiene un hermano menor Down y uno mayor que lo maltrata. Por eso está mal...nosotros ya hablamos con él y con nosotros ahora está bien....a Lucas le va muy mal en el cole...y Jean Franco y Francisco juegan conmigo al futbol.

-                      Pobre Brandon ¿ no...?

-                      Si...

-                      ¿De que jugás...?

-                      De ocho

-                      ¿Sos bueno jugando...?

-                      Si, siempre me llaman para jugar, jugué en River y Platense, ahora solo juego en el colegio, todos quieren jugar conmigo. Un día mi papá se enojó porque en Platense a mi me pusieron de titular y a Mariano de suplente, armó quilombo y le ofrecieron ponerlo en la “B” pero Mariano no quiso jugar...se fue.

-                      Tu papá ¿ jugaba  al futbol...?

-                      No, era atleta, pero hace mucho, ahora engordó y no hace nada.

-                      Cuando empezamos a charlar me dijiste que tu hermano te molestaba y que por eso te cae mal la comida, ¿qué era lo que te dice...?

-                      Suplente

-                      ¿Suplente...?  ¿de qué jugas me dijiste...?

-                      De ocho

-                      ¿Sos suplente?

-                      No

-                      Entonces en el  futbol que es tu deporte ¿vos sos el titular...?

-                      Si. Bueno...me parece que no tengo más ganas de hablar....

-                      Dejamos ahí entonces. Te voy a dar una tarjeta mía, ahí están mis teléfonos, si vos por algún motivo no podés venir me avisas un día antes, si vos no me avisas yo voy a estar acá esperandote, es un trato entre vos y yo...¿ quedamos en eso...? 

-                      Si

 

Tercera entrevista

Llegan media hora tarde.

-                      Se hizo tarde, ¿qué pasó?

-                      Estaba entrenando y nos desencontramos con mi mamá...

-                      Bueno... ¿cómo estás...?

-                      Ahora estamos más tranquilos porque se fue mi papá...no hace nada lo único que hace es mandarnos a todos.... ¿Vos jugás al futbol...?

-                      No, hago otros deportes

-                      ¿Cual?

-                      Maratón, ciclismo y natación.

-                      Yo una vez corrí una maratón...de tres kilómetros

-                      Qué bien...!!es mucho...!!

-                      Y otra vez en una de siete kilómetros, encontré un número, me quedé cerca de la llegada y cuando estaban viniendo me metí y llegué primero. Les gané a todos.

-                      ¿Les ganaste...?

-                      Llegué primero.

-                      ¿Ganaste...?

-                      Y...si

-                      Corriste los siete kilómetros y¿ llegaste primero...?

-                      No...

-                      ¿Entonces...?

-                      Bueno....pero es como si hubiera ganado...

-                      ¿A vos te parece...?

-                      Igual no retiré el premio....No quise...

-                      Y si hubieras corrido los siete kilómetros y hubieras llegado primero; ¿tampoco hubieras retirado el premio....?

-                      ¡¡Y si....!!

-                      ¿Es lo mismo entonces...?

-                      No...

-                      Dejamos ahí.

-                      Re poquito estuvimos hoy

-                      Llegaste muy tarde. Nos vemos el próximo sábado.

 

Para que haya fantasma debe haber Nombre del Padre. Lo que se empieza a vislumbrar como amenazador del fantasma de Bau es la falta de un “marco legal” por el cual acceder a lo Real, un padre que no hace, que no toma palabra, que no responde desde la posición de padre, que no puede sostener semblante, un padre que no solo no es regulador de goce sino que está en un lugar de goce, nombrado “vago”, que no juega, que permite a la madre y al hijo en la misma cama. Pareciera que hay un padre de “Pacotilla”, dejando su puesto libre y un niño que quiere ser titular en un juego que no es el de él; por eso, a pesar de saberse crack en el fútbol, la ofensa de “suplente” que su hermano le dirige, le angustia al punto de no poder digerir.

El padre de Bau abandona su lugar, se interrumpe así la transferencia y el mensaje de Bau deja de ser escuchado. Se dispara así la neurosis infantil de Bau porque la neurosis de transferencia con el padre está interrumpida. Bau no es escuchado, podría ser que su vómito, quizás sea una de las maneras que intenta para subir a escena, de tratar de seguir hablando “a la cantonade”.

 

 

 

Daniel Argibay

DANIELARGIBAY@psi.uba.ar

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

-                      Porge, E. .“La transferencia a la cantonade”, Litoral 10, enero de 1986, traducción de Jaime Goldchain R. e Inés Ramos G..

-                      Laurent, E. Hay un fin de análisis para los niños, Ed. Diva, Buenos Aires.

-                      Lacan, J.. El Seminario 12: Problemas cruciales para el Psicoanalisis. Editorial Paidós. Buenos Aires.

-                      Lacan, J.. Seminario 14. La Lógica del Fantasma. Editorial Paidós. Buenos Aires.

-                      Lacan, J..  Seminario 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales Del Psicoanalisis. Editorial Paidós. . Buenos Aires.

-                      Lacan, J.. Seminario 17. El Reverso del Psicoanálisis. Editorial Paidós. . Buenos Aires.

-                      Amigo S. Clínica de los Fracasos del Fantasma. Editorial HomoSapiens. Bs. As.

 

 

 

 


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