» Introducción al Psicoanálisis
Sin vergüenza31/01/2019- Por Edith B. Russo - Realizar Consulta
El estar avergonzado se entrama en significantes, ¿lo son cuando son vehiculizados por esa voz que ordena, y no deja jugar? Morirse de vergüenza no es igual a avergonzarse, cuando morimos de vergüenza nos queremos ir de la escena, porque no se puede sostener ahí, el deseo… Se trata, de la escenografía en la que la sexualidad se juega…
“Mujer casa” (1994), escultura de Louise Bourgeois*
Puedo comenzar por decir que a pesar de ser un concepto que se da por entendido, no lo tenía articulado, y que no fue sin los otros que pude entender algo más; siempre volver es una oportunidad, porque el momento del recorrido es otro. Una de las formas con las que puedo darme cuenta si algo de todo el trabajo decantó es si puedo jugar, ya que se trata de eso, poder mirar lo que hay.
La vergüenza, esa conflagración, así la ubica Lacan en el seminario 11. Campo escópico, en el cual el Otro pesca a un sujeto espiando por la cerradura. Una artista Louise Bourgeois, me tendió una trampa, pero como de jugar se trataba pude aceptar que ella le dio a mi deseo lo que quería, de eso exactamente se trata, de la escenografía en la que la sexualidad se juega.
A esta altura explicaré verbalmente que fui a su muestra y que una instalación constaba de una serie de biombos puestos en círculo, que tenían agujeritos pequeños, por los que yo fui a mirar directamente y sin pensar, me encontré mirando una cama matrimonial que se encontraba en el centro del círculo que formaban los biombos.
Avergonzarse, esa A y ese SE que implica, no es lo mismo que el fuego que incendia las mejillas, el estar avergonzado se entrama en significantes, ¿lo son cuando son vehiculizados por esa voz que ordena, y no deja jugar?
Morirse de vergüenza no es igual a avergonzarse, cuando morimos de vergüenza nos queremos ir de la escena, porque no se puede sostener ahí, el deseo.
Es algo que pasa, igual que la vergüenza, en el instante en que el otro me reduce a eso, a la mirada, espiando, pero, también puedo espiar por las orejas, y allí con qué me encuentro, con ruidos, que se entraman nuevamente en la curiosidad sexual infantil.
Entonces hay una primera diferencia planteada entre la vergüenza, el morirse de vergüenza y el avergonzarse.
En el medio de la lectura y los pensamientos, vuelve un personaje, de Shakespeare, que se va de una escena, pero sin vergüenza, se puede deducir por las líneas que siguen que lo que lo toma es la cólera.
Me refiero a Claudio, que frente a la playscene produce una salida de su escena, sin morirse y sin estar avergonzado, y aún en la plegaria que sucede a su salida, cuando ubica para sí Otro, dice claramente que no puede arrepentirse porque él quiere al reino a la reina y pareciera que cuanto se le ponga en el camino, digna compañera la suya, madre genital que deja al príncipe mirando, ¿qué?
Podríamos jugar nosotros también, ya que del campo escópico se trata, porque la playscene, nos ofrece la posibilidad de personajes que entran y salen, a los que le vuelve el deseo de una manera diferente y que nos incluye en tanto miramos, escena que nos permitiría hacer un cruce con el cuadro del seminario 10 y jugar a ubicar la vergüenza y el morirse de vergüenza, y con lo que me encuentro: sin vergüenzas.
Volviendo a Claudio, ¿por qué es cólera lo que lo toma? Porque las clavijas no entran en los agujeros, lo que le ocurre es que no puede arrepentirse, porque no tiene culpa, él reafirma su deseo y lo sostiene frente a Otro que lejos de reducirlo a una mirada sólo lo enfrenta con la impotencia de tener lo que quiere y ser redimido al mismo tiempo. El no sale de la escena, la detiene, es el rey, puede hacerlo.
Hamlet es un tanto iluso cuando supone que la trampa que le tiende va a dejar al descubierto su culpa. La misma escena que muestra en las ropas del asesino a Hamlet. Pero ninguno de estos personajes se avergüenza.
La que estaría más cercana a la vergüenza es Ofelia, ya que el príncipe la incomoda, falta texto para ubicar si es vergüenza, pareciera que no, ya que no es ella la que estaría mirando por la cerradura, pero su incomodidad frente a los gestos obscenos de Hamlet puede dejarla cerca del embarazo. ¿Es una sutil diferencia la del embarazo y la vergüenza? Y también la de la vergüenza y el sentirse avergonzada, si se trata del significante puta con el que es recubierto repentinamente su lazo amoroso.
¿Qué diferencia la relación de Ofelia y Hamlet, de la de Gertrudis y Claudio?
Hamlet queda frente a la sexualidad de su madre, sin tener la posibilidad de poner el marco de la cerradura para mirar, lo obsceno se le ofrece, y lo que se desarma es la propia escena del Príncipe, despersonalizado, medio loco.
¿Y a nosotros, espectadores? ¿Qué diferencia mirar lo obsceno de mirar sin vergüenzas?
Ensayé con un ustedes jugar, que no es sin curiosidad.
Imagen*: http://abcblogs.abc.es/arte/public/post/louise-bourgeois-mujer-casa-12681.asp/
Louise Bourgeois (1911-2010) fue una artista parisina que desarrolló su recorrido en EEUU. Trabajó con las emociones y las ideas. Su obra es de carácter autobiográfico. Parte de sus creaciones nacieron de traumas de su infancia. Su tardío reconocimiento fue en 1982 mediante una retrospectiva del MOMA
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