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Editorial Letra Viva (Segunda edición, 2017). Buenos Aires

Si hay una palabra hoy en día en nuestro país que está denigrada es “populismo”. Sin embargo, se usa cotidianamente en todos los medios masivos de comunicación, lo cual instala una pregunta: ¿cuál es el uso político del término “populismo” para el imaginario social? Según la definición de la Real Academia Española respecto del sentido despectivo del término, hace referencia a la tendencia política que pretende atraer a las clases populares. Podemos concluir anticipadamente que un uso tan habitual en medios masivos de una palabra en sentido despectivo tiene una finalidad. No pretende más que llevar a esas mismas clases populares de un discurso Amo a un nuevo Amo.

Nora Merlin, desde un lugar totalmente diferente al de los medios de comunicación actuales, propone recuperar la dignidad conceptual del término “populismo” con los desarrollos del psicoanálisis y sobre todo con los aportes de Ernesto Laclau, de quien fue discípula. Jorge Alemán destaca en el prólogo la pregunta clave respecto de cuál es la matriz discursiva que constituye una voluntad colectiva. Y de aquí surge un desafío: ¿se puede cambiar el sentido de un término instalado en la sociedad de un modo denigrado? ¿Habrá que proponer nuevos significantes que recreen y aireen el discurso de una época? Merlin se apoya en la novedosa propuesta de Laclau para pensar populismo y democracia: las construcciones hegemónicas “que implican y condensan representación y participación” (p. 16).

Para responder a estos desafíos y desarrollar las teorizaciones de Laclau, Merlin comienza con la diferenciación del concepto de “masa” del de “populismo”. Desde las descripciones de Gustave Le Bon en el siglo XIX sobre la psicología de las multitudes ‒texto en el cual se apoyó Freud‒, hacia los desarrollos freudianos al respecto con aportes de la filosofía, hasta el fundamental avance de Jacques Lacan respecto del objeto de la construcción hegemónica, sus causas y la posibilidad de su sostenimiento, más allá de la presencia de un líder. Por ejemplo, retoma el estudio del cuadro Las meninas de Velázquez, en el seminario de Lacan número 13, El objeto del psicoanálisis (p.63).

Para ubicar el tema en nuestro país, hace un completo estudio del movimiento peronista “de la masa al populismo” (p.85). Para concluir, en términos de Bachelard, presenta el estudio de los obstáculos epistemológicos respecto de la cultura, la moral y la política para pensar estas realidades colectivas que posibilitan una construcción política singular, inclusiva y democrática que no responda a una lógica de masas.

Respecto de una construcción política inclusiva y no segregativa, si nos detenemos en la oferta de actividades de escuelas e instituciones psicoanalíticas que se ofrecen en Buenos Aires y en gran parte del país, observaremos que este tema está en el centro de las discusiones de la actualidad. Las escuelas e instituciones de psicoanálisis convergen en sus diferencias, soportándolas y trabajando en conjunto. Ya que la mayoría no responde al discurso oficial de J. A. Miller, ponen en acto la posibilidad de una construcción colectiva que haga trabajar la articulación de la “psicología de las masas” con el análisis individual. Lo singular y lo colectivo en banda de Moebius, ya que el gran descubrimiento freudiano muestra que la vida anímica se constituye con el otro. La lengua nos hace humanos, nos subjetiva y esto siempre es en relación con los otros, por eso es importante un texto que apunte a la dignidad de un concepto.