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Presentación del libro “El oficio del analista” de Roland Chemama, Christiane Lacóte-Destribats, Bernard Vandermersch

09/12/2018- Por Jorge M. Helman - Realizar Consulta

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Este volumen viabilizado en Argentina por Amelia Imbriano, da cuenta de miradas complementarias que cuestionan y facilitan repensar aspectos centrales de la posición del psicoanalista. Valga el punteo que realiza Jorge Helman para interiorizarse del recorrido medular que plantean los tres autores de “El oficio del analista” y aproximarse a la propia lectura…

 

 

 

             

 

                              Editorial Logos Kalós – Buenos Aires – 2018.

 

 

Interlocuciones

 

  Agradezco a la Dra. Amelia Imbriano la invitación a celebrar la aparición del libro El oficio del analista. Este agradecimiento se expande a las muy acertadas palabras con que Amelia presenta este libro. Dice ella que el texto despliega la “cuestión de la práctica de los psicoanalistas”.

 

  El recorrido que Imbriano sigue en la introducción me eximiría de mayores comentarios… ¡sin embargo! quiero adherirme a lo por ella planteado comentando, a modo de mirada global, todo el libro. Y luego, quiero detenerme en un artículo puntual de Bernard Vandermersch que se titula “¿Y el analista en qué cree? ¿Sobre qué se funda su creencia?”

 

  Todo el texto está atravesado por los cruces interlocutivos entre los autores. Los lectores nos adherimos a esas intersecciones discursivas. Varias son las preguntas que nos interrogan a los analistas; así nos vemos compelidos a descentrarnos de nosotros mismos para poder reflexionarnos, como diría Foucault, “desde afuera”. Proceso de descentramiento que nos permite “otra mirada”.

 

  Múltiples son los interrogantes que formula el relato. Los englobaré en dos grupos que se entrelazan de forma solidaria. ¿Qué es ser un psicoanalista en el año 2018? Y la otra ¿qué es el psicoanálisis en el año 2018?

 

  Una respuesta cómoda, pero incorrecta, es pensar que el psicoanálisis es lo que practican los psicoanalistas. Sería equivocado caer en esa comodidad porque sería equivalente a decir  que la arquitectura es la que practican los arquitectos… ¡que bien pueden dedicarse a decorar ambientes interiores! Por supuesto que la arquitectura es algo más que la circunstancia paradigmática de la práctica de los arquitectos… o decoradores de ambientes interiores.

 

  Estas preguntas poseen dos facetas: una ontológica (apela al ser); Y la otra epistemológica (convoca a definir un objeto formal abstracto). Dejaré la primera para el final de esta exposición. Responderé a la segunda.

 

  “El psicoanálisis no es una ciencia”. Para poder ingresar en el “country club de la ciencia” es necesario pagar varios peajes que fueron formalizados hace mucho tiempo pero cuyos exponentes más recientes son Karl Popper, Mario Bunge y nuestro recordado Gregorio Klimovsky.

 

  El más oneroso de los tributos que hay que abonar es el de la “generalización”. El psicoanálisis apuesta a la “singularidad”. Huye, para decirlo con otras palabras, de la objetividad porque pretende dirigirse a la subjetividad.

 

  Por ello “el psicoanálisis es un oficio”, como muy bien lo han postulado los autores de este libro. Varias son las definiciones de “oficio” pero a nuestro fin, que es interrogar al psicoanálisis, afirmaré que el analista debe ser el oficiante del análisis del paciente. “Oficiante” en sentido religioso.

 

  Es sabido que el oficiante no es Dios sino aquel que intercede y vincula al creyente con Dios. Traduzco en términos analítico. El analista potencia el encuentro entre el sujeto, su deseo y el orden Real del mismo.

 

  Muchas prácticas psicoterapéuticas se reconocen como psicoanalíticas… sin embargo ¿lo son realmente?

 

  Tomar retazos de los desarrollos freudianos puede provocar, y de hecho lo hacen, lesiones a la Zeitgeist, al espíritu de pensamiento de  Freud.

 

  Es indudable que el psicoanálisis, básicamente freudiano, se ha colado en el espíritu del decir argentino y de clase media. Sus semióticas han inundado el lenguaje de ese sector. Es sabido que para hablar de “histericoneada”, “psicopateada”, “complejo de Edipo”, etc. no es necesario recorrer las aulas de la facultad de psicología. Está, desde 1943 en más, adscripto y adherido al cuerpo semiótico del habla coloquial[1].

 

  No ha ocurrido lo mismo con Lacan; sus conceptos quedan recluidos a los ámbitos analíticos, y no tienen mayor expansión que dentro él.

El libro, en una perspectiva global, está atravesado por cuestionamientos muy ricos en torno a “Villa Freud y sus alrededores” [2].

 

  Me detendré en el artículo de Bernard Vandermersch: “¿Y el psicoanalista en qué cree? ¿Sobre qué se funda su creencia?” Hace un planteo muy atractivo por las derivas reflexivas que propone.

¿Cuál es el motivo por el que las ciencias han “olvidado” a sus fundadores y el psicoanálisis sigue aun referenciándose en Freud, en Lacan?[3]

 

  Los papers actuales de los físicos ya no mencionan a I. Newton,  A. Einstein o Niels Bohr o Werner Eisenberg. Ellos han sido desplazados por las teorías mecanicistas y la termodinámica cuántica… ¡que han creado!

 

  En psiquiatría pasa algo parecido: muy pocos son los que recuerdan a Pinel, Esquirol, Kraepelin o, para mencionar algo del siglo XX, Otto Fenichel o Henri Ey. Han sido desplazados por el DSM, IV, V y sus complementos.

 

  Y los psicoanalistas que aun recurren a Freud, a Lacan ¿en qué creen que no los pueden olvidar?

 

  En psicoanálisis ¿Cuál es el Objeto Formal Abstracto que reclamaba Sócrates a los sofistas Gorgias y Protágoras[4]?

Ese objeto requerido es el Inconsciente. Tal vez contagiado por los autores que hacen muchas preguntas, yo pregunto qué es el Inconsciente.

 

  Necesito primero definir lo que se conoce como giro semántico, o relevo teórico. Un mismo tropos, o fonema puede alternativamente ser habitado por diferentes definiciones según el Kayrós histórico[5].

Por lo tanto es importante, frente obras tan generosas como fueron las de Freud y Lacan (casi 40 años de escritura) verificar si siempre han definido de la misma manera al inconsciente.

 

  Intentaré mostrar los diferentes giros semánticos, con relación al inconsciente, primero en Freud y luego en Lacan. Los sintetizaré en frases de alto voltaje conceptual, que definen una apreciación del inconsciente.

 

  Hay en Freud un primer período: “Rellenado de huellas mnémicas”. La sociedad instalada intelectualmente con Breuer establecía que la conciencia había perdido un fragmento de sus recuerdos; éstos se habían cristalizado como “grupo psíquico separado”. La cura consistía en volver a restaurar lo que la conciencia había segregado; el proceso terapéutico recomponía,  lo que fue "expulsado" de la conciencia produciendo en ella un daño reparable, en tanto se le pudiera restituir ese grupo de representaciones.

 

  Luego sigue un segundo período: “Hacer consciente lo inconsciente”. Como ya no alcanzaba la rememoración que caracterizó al primer tiempo, Freud se ve compelido a ampliar la fórmula de la cura. En este período acontecen los grandes escritos metapsicológicos (que van desde el libro fundacional: “La interpretación de los sueños”, hasta los “Trabajos Metapsicológicos”). Este período, además está caracterizado por una sólida formalización de lo inconsciente, teorización que abraza los segundos historiales clínicos Dora, Juanito, Schreber, el Hombre las ratas, el Hombre de los lobos.[6]

 

  Los principales escritos técnicos, y la producción teórica más copiosa acompañan este momento. Aquí ya el inconsciente posee una dimensión más extensa y amplia que la meramente descriptiva; ya es sistémico, estructurante y estructural de la subjetividad.

 

  Tercer período: “Allí donde Ello hubo el Yo debe arribar”. La compulsión a la repetición determinó una  reflexión freudiana adicional y distintiva con relación a la etapa anterior; marcó (¡nada más y nada menos!) que el carácter irredento de una patología que se había instalado como definitiva en la subjetividad. A partir de 1914, por medio de “Recuerdo, Repetición y Elaboración”, brotará este tercer período: “Allí donde Ello hubo el Yo debe arribar”.

 

  Ese texto de 1914 desembocará en la revolución teórica que se produce en 1920 con “Más allá del principio del placer”[7] y en 1923 con el texto “El yo y el ello”[8].

 

  Un autor muy frecuentado por Freud fue Goethe. Éste tiene una frase que sobrevivirá como sombra en Freud. “Lo que has heredado debes apropiártelo”.

Resulta sugestivo que “Allí donde Ello hubo el Yo debe arribar” posee la misma estructura retórica semántica que la frase de Goethe.

 

  El cuarto periodo se puede condensar en “Análisis terminable e interminable” de  1937. La idea de un análisis terminable permite templar los instrumentos teóricos con las posibilidades instrumentales prácticas o clínicas, sin por ello sojuzgar la totalidad de lo inconsciente al dominio de la conciencia.

 

  De este modo es posible percibir que el psicoanálisis como teoría general de la subjetividad no posee solo una finalidad terapéutica; ésta solo alcanza a los casos señalados como patológicos. Por lo tanto podemos discernir entre una Teoría general de la Subjetividad (conocida con el nombre de Aparato Psíquico) y una Teoría terapéutica acerca de lo patológico y lo sano[9].

 

  Estos giros semánticos también acontecen en la obra de Lacan[10].

Existe un primer momento donde “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”. Por lo tanto, el lenguaje hace a la morfología propia del inconsciente; es su condición de existencia.

 

  Si el año 1920, con “Más allá…” significó una torsión en el pensamiento de Freud, el Seminario XI de Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis[11] tuvo similar alteración, por cuanto implicó un relevo teórico que dio lugar a un segundo momento en el pensamiento de Lacan.

 

  Atenderé aquí dos conceptos vertebrales, que tienen peso conceptual denso: 1) “El inconsciente freudiano y el nuestro” y “Dios es inconsciente”.

El primero marca la distancia y diferencia con el pensamiento de Freud. Es por sí, elocuente.

 

  El segundo es rigurosamente cierto. Lacan acoge el pensamiento talmúdico. Efectivamente, para el hebreo el nombre de Dios es inefable; lo puede señalar como Iahvé, Elohim, Adonai, etc. pero sabe que el tetragrama[12] es inescrutable y por lo tanto inefable. La voz “Dios” surge de la expresión griega:“di on sen” que traducido al español significa “lo que da vida a todo”[13]

 

  Afirmar que Dios es Inconsciente es lo mismo que decir que lo Real es el núcleo de lo inconsciente.

Es así que surge una segunda definición conceptual del Inconsciente. Ya que ahora es “el inconsciente propulsor del lenguaje”, a diferencia del anterior donde el enunciado estaba invertido. De modo tal que ahora lo Real se cobija con el atributo de imposible, porque “lo real es sin ley”. Solidario de ello, es “lo que no cesa de no inscribirse”.

 

  Por último surge el tercer momento: Lo Real como la Letra. Hemos tomado esta versión distinta de lo Real amparados en el Seminario acerca de Joyce[14]. Se trata de aquello que irrumpe deconstruyendo la secuencia discursiva (actos fallidos, o lapsus). Hemos distinguido, abreviadamente[15], estos tres conceptos de lo Real  para fortalecer la idea que expusimos anteriormente.

  Por un lado, la obra de Lacan permite distinguir, calidoscópicamente, diferentes versiones sobre un mismo concepto (¡y no se trata de un concepto menor!); y por otro, no todo en un psicoanálisis está expuesto a la imposibilidad. La reducción del plus de goce, la mutación de la letra en un significante son, entre otras, posibilidades analíticas clínicas.

 

  Por supuesto que si hay “un más allá del principio del placer”[16] obvio que debe haber un “más acá del principio del placer” que Lacan gusta llamar “goce del ser”[17].

 

  Extenderé el pensamiento de Vandermersch sosteniendo la importancia del “olvido” de los precursores. Olvido en el sentido analítico, vale decir “luego de haber sido atravesados por el recuerdo”.

Es sabido que estos fundadores están detrás de los “conceptos”, pero llega un tiempo en el que debemos desprendernos de ellos.

 

  Una frase controversial de Lacan es “el analista se autoriza a sí mismo (en relación con otros)”. Sin embargo me quedo con la fuerza del primer tramo del enunciado. Entiendo que Lacan lanza un guiño a las futuras generaciones de psicoanalistas para que, en función de su estilo y singularidad, forjen su propio  deseo de analista, emparentado irreductiblemente con el saber.

 

  Foucault decía que “la clínica es la política de los hechos”. Traduzco en mis términos: “la clínica analítica es la política de lo Real”.

 

  Estas reflexiones han brotado a la luz de las interlocuciones cruzadas que proponen los autores de este rico texto de El oficio del analista.

 

  Una última consideración. Dejé al comienzo de esta exposición una pregunta pendiente de respuesta: ¿qué es ser psicoanalista en el año 2018?

 

  Intentaré seguir con una consideración final a propósito de esa pregunta, instalando un interrogante solidario: la respuesta al mismo dependerá del estilo y singularidad de cada analista.

 

  Lacan se postula como freudiano. ¿Freud, como psicoanalista 2018, sería lacaniano?

 

 

      

  Panel de presentación coordinado por Amelia Imbriano.

  Integrado por Héctor Fischer, Jorge Helman, María Marta Depalma y Marcela Bianchi

 

 

Bibliografía

 

BALÁN, Jorge - Cuéntame tu vida - Editorial Planeta Espejo de la Argentina - Buenos Aires - 1991.

BRAUNSTEIN, Néstor - Goce - Siglo XXI - México - 1990.

CHEMAMA, Roland, LACOTE – DESTRIBATS, Chiristiane, VANDERMERSCH, Bertrand - El oficio del psicoanalista - Editorial Logos – Kalós -  Buenos Aires – Setiembre de 2018.

ECO, Umberto - De los espejos y otros ensayos - Editorial Lumen - Barcelona -1988.

FREUD, Sigmund -  La pérdida de la realidad en neurosis y psicosis” - 1924.

FREUD, Sigmund – “Análisis terminable e interminable” -  1937.

FREUD, Sigmund – “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” 1896.

FREUD, Sigmund – “Más allá del principio del placer” (1920) y en 1923 con “El yo y el ello”.

FREUD, Sigmund-  “Recuerdo, Repetición y elaboración”. 1914

HELMAN, Jorge -  “La subjetividad entre la escritura y lo inconsciente”. - (Incluido en La escritura en escena) - Editorial Corregidor (Colección Norte-Sur) - (fecha original: 1993) - Buenos Aires - 1994.

HELMAN, Jorge – “La clínica como escritura” -  Revista de Psicoanálisis de la Universidad J.F. Kennedy - Buenos Aires - 1998.  Publicado por ACHERONTA N* 4 - 7 de Diciembre de 1996 - Acceso directo a Internet: http://www.psiconet.com/acheronta –

HELMAN, Jorge – “Villa Freud y sus alrededores. Microcosmos e identidad” – Texto publicado en el portal www.elsigma.com - Edición del 18 de junio del 2001 - http://www.elsigma.com/colaboraciones/villa-freud/837

LACAN, Jacques - Seminario XI - Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis - Barral - (fecha original: 1964/65) - Madrid (España) - 1976.

LACAN, Jacques – Seminario XXIII – Joyce, el sinthome - PAIDÓS - 1953/4 - Buenos Aires – 2005.

MILNER, Jean Claude - La Obra clara (Lacan, la ciencia, la filosofía) - Bordes Manantial - Buenos Aires - 1996.

PLATÓN - Fedón - Aguilar - (traducción Luis Gil) - Buenos Aires – 1980.

ROUDINESCO, Élisabeth - Lacan  (Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento) - Fondo de Cultura Económica - Buenos Aires - 1994.

   



[1] BALÁN, Jorge - Cuéntame tu vida - Editorial Planeta Espejo de la Argentina - Buenos Aires - 1991.

[2] HELMAN, Jorge – “Villa Freud y sus alrededores. Microcosmos e identidad” – Texto publicado en el portal www.elsigma.com - Edición del 18 de junio del 2001 - http://www.elsigma.com/colaboraciones/villa-freud/837 Texto integrante del libro DELIRIOS DE GRANDEZA - Mitos Argentinos: Memoria, identidad y cultura - Buenos Aires -  Mayo de 2000. Editorial Beatriz Viterbo –.

[3] Es sugestivo que otros pensadores analíticos  hayan sido arrojados a limbo del olvido, Melanie Klein, Hanna Segal, los “díscolos” Alfred Adler y Karl Jung, tan solo para mencionar, desprolijamente. algunos.

[4] PLATÓN - Gorgias - Aguilar - (traducción Luis Gil) - Buenos Aires – 1980.

[5] Kayrós era el Dios griego del Tiempo, opuesto a Cronos. Éste último sometía a los objetos por vía de la sucesión. Por el contrario el primero lo hacía por la contingencia.

[6] Dejo de lado los primeros historiales, Ema, Elizabeth, Isabel que aparecen mencionados en el texto de Freud “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” 1896.

[7] Donde reacomoda la teoría pulsional sostenida hasta ese momento.

[8] Aquí se produce el enunciado de  la nueva teoría tópica, que complementa a Inconsciente, preconsciente y conciencia.

[9] Un concepto  olvidado (es decir, muy poco frecuentado) acerca de Freud es que éste había arrojado definiciones taxativas con relación a la “salud psíquica”. Un palmario ejemplo aparece en el texto “La pérdida de realidad en neurosis y psicosis” de 1924.

[10] ROUDINESCO, Élisabeth - Lacan  (Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento) - Fondo de Cultura Económica - Buenos Aires - 1994.

[11] Este ha sido uno de los seminarios más convocados bibliográficamente por los autores de este libro.

[12] Para utilizar un fonema actual, es posible sustituir “tetragrama” por “algoritmo”.

[13] Referencia: extraído del texto de ECO, Umberto - De los espejos y otros ensayos - Editorial Lumen - Barcelona -1988.

[14] LACAN, Jacques - SEMINARIO XXIII - Joyce, el sinthoma - Versión Escuela Freudiana de Buenos Aires - 1975/6.

[15] Un desarrollo más extenso del tema lo hemos expuesto en el coloquio de New York: HELMAN, Jorge -  “La subjetividad entre la escritura y lo inconsciente”. - (Incluido en La escritura en escena) - Editorial Corregidor (Colección Norte-Sur) - (fecha original: 1993) - Buenos Aires - 1994. Y en el trabajo: HELMAN, Jorge – “La clínica como escritura” -  Revista de Psicoanálisis de la Universidad J. F. Kennedy - Buenos Aires - 1998. Publicado por ACHERONTA N* 4 (Primer Revista Psicoanalítica en formato electrónico) - 7 de Diciembre de 1996 - Acceso directo a Internet: http://www.psiconet.com/acheronta -

[16] Lacan lo designa como “plus de goce”.

[17] BRAUNSTEIN, Néstor - Goce - Siglo XXI - México - 1990.

 


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