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Presentación del libro “Escrituras en el análisis” de Patricia Leyack

07/04/2018- Por Alba Flesler - Realizar Consulta

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“Escrituras” hace honor al plural. Así, como un fruto que va madurando, el libro arroja, a medida que caen sus hojas, el sabor pleno en el momento justo. En los capítulos finales, el libro muestra, sin escatimar sus letras, el estilo escritural de Patricia, el modo en que esas letras hicieron su cruce para transmitir su modo de escriturar el deseo de la analista que la animó a escribir. Tal vez por eso, en ese último tramo, toma las palabras de Marguerite Duras: “Si se supiera algo de lo que se va a escribir antes de escribirlo, antes de escribir, nunca se escribiría”.

 

 

 

                       

                                       Paidós. Buenos Aires. 2017

 

 

  ¿Cómo escribe el inconsciente? ¿Cómo acceder a esas escrituras? La hipótesis de este libro es que la interpretación es reescritura del cifrado inconsciente. A la manera de buena parte del arte actual, la operatoria analítica es “texto intervenido”, cuya eficacia habrá sido algún movimiento en la estructura subjetiva.

 

  La escucha analítica se orienta hacia el recorte de letras, en tanto estas enlazan una verdad del goce, que solo puede medio decirse. En un primer recorrido, este libro explora distintas expresiones clínicas desde el ángulo de aquello que en medio del decir se rebela como escritura para la escucha analítica. Así, las escrituras que se hacen presentes en el discurso, en el juego, en el sueño, en el síntoma; las que dan texto al fantasma; las que marcan el cuerpo.

 

  En un segundo recorrido, el libro se ocupa de lo imposible de escribir en relación a experiencias extremas como los padecimientos producidos por fenómenos como el nazismo y las dictaduras. También aborda el sinthome como una escritura posible y su relación con el jugar infantil y con la sublimación. Otros temas que este libro trabaja son: transmisión, acto, deseo del analista y semblante. Finalmente, la escritura del analista, sus textos y los que estos escriben de él.

 

 

De la presentación de Alba Flesler:

 

  Es este un libro con un muy bien armado edificio conceptual y se da a leer en él la decidida posición que toma la autora respecto a cuestiones cruciales para la actualidad y el porvenir del psicoanálisis. Me atrajo su condición de libro decidido.

 

  Son escrituras que toman posición, entran en el debate de nuestro tiempo y definen sus razones. Sus afirmaciones resuenan desde la práctica y nos llegan con la simplicidad de quien ha recorrido la complejidad de una experiencia. Es en el plano de la dirección de la cura que el libro propone valiosas hipótesis, cargadas de interés clínico.

 

  Por ejemplo, cuando releva el síntoma como un dato temporal de la estructura o cuando coloca, en depurada lógica, que la operación de lectura tiene como condición para efectuarse la función deseo del analista. O cuando afirma que “la interpretación justa es la que ajusta de otro modo el nudo en tanto impacta en la estructura del sujeto”.

 

  Para Patricia Leyack el analista es lector y con ello, operador de que se reescriba lo que el inconsciente había escrito. Y, aclara, los efectos de esas reescrituras se harán ver en la distribución de goce.

 

  Al avanzar en la lectura se va encontrando más y más un estilo de exposición que se encuentra en diálogo permanente con aquel a quien se dirige. Como si percibiera el pulso de los comentarios que van despertando sus apreciaciones, Patricia va respondiendo al lector y a los supuestos pedidos aclaratorios. Propone un plural para las intervenciones del analista.

 

  El analista interviene en lo simbólico, en lo real y en lo imaginario. “No todo podrá escribirse vía interpretación simbólica”, nos dice, en algunos casos, “la operación analítica tendrá que entrar por otros lados: el humor, la ternura, la ironía dosificada”. Es una verdadera toma de posición que se aleja de cualquier dogma que podría indicar para todos, y en todo momento, solo una línea de intervención.

 

  “Escrituras” hacen honor al genitivo, que indica el fulgurante momento en que el acto escritural arroja al analista como aquel que no es autor de lo que escribe sino efecto de lo que opera en sus letras Seguir el libro de Patricia es introducirse en un crescendo, porque a medida que uno avanza, va descubriendo qué implica este plural “escrituras”.

 

  Y será sobre el final, al concluirlo, que surgirá otro perfil del libro, inesperado. Porque no es frontal pero sí es decididamente real, se hace presente. Será la gema que contiene el carozo interior del libro. Y es que no habla solo de las escrituras que se producen en el análisis, también habla de las escrituras del analista, las que el analista efectúa pero, sobre todo, las que lo efectúan a él.

 

  Habla de las escrituras del analista testimoniando que la escritura del analista no es un acto solitario, es con otros. Con colegas, con amigos, con un maestro, con la Escuela.

 

  “Escrituras” hace honor al plural. Así, como un fruto que va madurando, el libro arroja, a medida que caen sus hojas, el sabor pleno en el momento justo. En los capítulos finales, el libro muestra, sin escatimar sus letras, el estilo escritural de Patricia, el modo en que esas letras hicieron su cruce para transmitir su modo de escriturar el deseo de la analista que la animó a escribir.

 

  Tal vez por eso, en ese último tramo, toma las palabras de Marguerite Duras: “Si se supiera algo de lo que se va a escribir antes de escribirlo, antes de escribir, nunca se escribiría”.

 

  Escrituras en el análisis es, en definitiva, la escritura de una decidida posición de la autora respecto a lo que en análisis se produce: su eficacia, su operatividad, su impronta escritural. Escrituras no solo reveladoras de la distribución del capital gozoso en la economía del sujeto que se embarca en la aventura de encontrar su relación a la verdad que lo habita.

 

  También, esencial y definitivamente, esa escritura del analista que ve realizada su función deseante en el estilo que precipita, desde el lector que lo habita, cuando se descubre habiendo sido analista. Puntual, en el acto contingente, que sin garantía lo aguardaba.

 

 

  Patricia Leyack y sus Escrituras nos abren la puerta, pues, a una íntima convicción: la suya. Al revelarnos con lo que muestra, con palabras y más allá de ellas, que no hay analista sin escrituras. Como del inconsciente, del analista también se podría decir que ni es, ni no es, sino que es del orden de lo no realizado. Pero que se realiza en el tiempo mismo de la operación escritural, en la escritura del analista, la que hace que un analista se engendre en su letra. 

 


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