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Me gusta la idea de resto

23/05/2018- Por María José Menéndez - Realizar Consulta

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¿Qué idea tenemos de resto? ¿Qué idea tenemos de la escritura? ¿Y de su hacer? ¿Es una idea? ¿Y qué idea será esta? Ya Lacan hablaba de una idea que no se piensa fácil y de un nuevo tipo de escritura. Atreverse al resto, convoca la autora, mediante estas palabras poéticas a las que ahora les damos lugar.

 

 

 

                       

 

                                          Samuel Beckett”       © Jane Bown*

 

 

El resto y la letra

 

  Enlazar poesía, psicoanálisis, letra e idea de resto, deshecho, detritus un recorrido que convoca. (Aclaración: Destritus para Beckett son los residuos de la descomposición en partículas de una masa sólida).

 

  Lacan en “En un Discurso que no fuera del semblante” cita a Beckett, y me parece que se sirve del trabajo beckettiano porque encuentra en su escritura el intento de este de buscar la forma de representar prescindiendo de esa forma “falsa” de representación que es el lenguaje mismo.

 

  En el prólogo del libro Detritus de Samuel Beckett que hace Jenaro Taléns dice: “Labor cercana al de los alquimistas que manipulan en laboratorio un material preexistente para conseguir un precipitado, los residuos, efectos de la degradación…”.

 

  También aclara que: “… no es una escritura degradada, sino una escritura de la degradación, en donde los detritus no señalan tanto el final de un camino como el síntoma de que tal vez pronto podamos empezar a caminar de verdad, sin el simulacro del lenguaje”.

 

  Comparto algunas ideas que anoté

La idea de resto no se ahoga en sí misma, dibuja casi un aliento, abre.

Nos encontramos en la época del consumismo y desecho viene al lugar de desperdicio, deja de ser operable, se puede decir se queda sin resto.

 

  El discurso dominante nos resta vida a la vida. La existencia se reduce a través de un poseer, de un tener. El empuje es a poseer y no perder y la cosa que habita queda arrasada. Se invoca el ideal que la cosa circule como mercancía, no hay lugar para un saber-hacer con el desecho, donde la falta, el resto y la pérdida son forcluídos al nivel del desprecio. Entonces los restos pueden ser desperdicio, sin otro lugar que el menosprecio.

 

  La idea de resto deja de ser operable, sin ir más lejos, si recurrimos a las matemáticas también la idea de resto a veces deja de ser operable. Se observa cuando las divisiones son exactas, esas que el resto es 0, ahí la división se ahoga en sí misma. Casi un circuito estéril que valida un camino que no lleva a ninguna parte. Es un 0 opaco, una convención, un 0 que no cuenta como inexistencia, sin potencia. Es exacto.

 

  Quizás inventaron la excusa del resto como 0 para que la cosa funcione y lograr cerrar las cuentas. Hermosa ilusión que den las cuentas. El 0 como resto de una división soporta esa ilusión, el acabose. 4/2=2, el resto, se escribe 0. Fin de la ecuación que se escribe como 0. Aquí el 0 no cuenta.

 

  Pero el resto puede traspasar las cuentas y ser inexacto, lo llaman el residuo de una división, todo un atrevimiento. Atreverse al resto es, tal vez, soportar un resultado, inexacto, pero resultado al fin. A la vez solicita y contiene la idea de continuidad, y también cuando se escribe como resto algo concluye. En definitiva, dialogan la idea de resultado y la idea de resto. Se observa cierta solidaridad entre los términos. Se bordean inexactamente. Es residuo como conclusión y es lo residual que soporta.

 

  En la idea de resto inexacto hay potencia. Se puede operar, cambiar de estado y de este modo dejaría de ser desperdicio. El resto volvería a entrar en el circuito de la ecuación, de armar con ese resto otra ecuación, pasar de resto a divisor. Qué gloria. Descomposición, metáfora, metonimia, desgarro de lo que se limita sólo a estar. Cuando entra el resto es enérgico y entra a jugar una exigencia que empuja a poder soportar que participe el resto.

 

  Ahora bien, si nos atrevemos al resto habilitamos un modo diferente de estar. Entra a jugar la posibilidad que un camino conduzca.


  Gracias a esas vueltas el resto tiene eco, es expansivo. Pero también se puede decir que algo cesa, se escribe. No es incesante.

 

  Convendría no confundir resto e insatisfacción, en ese motor entra a jugar otro orden/desorden. En lo insatisfecho se puede ubicar algo ilimitado y sin bordes que recorre un circuito y empuja. Una cosa lleva a la otra y a la otra y nunca concluye. En resumen, insatisfecho/cha, insatisfacción, no cesa, y dan ganas de gritar.

 

  En cambio con el resto pasa otra cosa, es el resultado de una operación, se escribió como resto, ahí encontró su límite y su potencia. Se produce algo mágico.


  Dan ganas de respirar, inspirar y exhalar. Toca el cuerpo que queda afectado con la simple posibilidad de abrazar la idea de resto. Se desliza a otra palabra, abrazar. 

  Casi poéticamente nos lleva a la idea de abrazar y abrazar con fuerza, contenido y continente. Se produce el Vacío. Es necesario. También hay algo de lo inexacto. No se puede abrazar del todo. Algo del No todo quizás sí. Eso hay que soportarlo. A veces, hay hasta cierta desesperación en el abrazo, tomar, ser tomado, apretar, pero no tanto, sino no es amoroso. Abrazar un rato prudencial, hasta con cierta dignidad y esperar entonces hasta la próxima oportunidad para atrapar algo q se escapó en el abrazo, ese algo que deja con ganas. Y sí, se vuelve al bendito resto.

 

  Lacan dice hacer litter de la letra, litter es basura, entonces dice hacer basura, resto con la letra, Lacan juega con las palabras y para eso evoca a Joyce que también juega con las palabras, litter (basura) y lettre (letra). Entonces faire litter, hacer basura, resto con la letra, invita a

desprender,

despojar,

desalojar,

desenlazar,

desfilar,

desfijar la letra del lugar en que se la espera, del sentido previsto.

Cuando todo no puede ser dicho hay resto.

 

  Resto que le quita fijeza a la letra del lugar en que se la espera, un resto del fracaso del lenguaje para decirlo todo. Hacer resto con la letra constituye la jugada de una apuesta a ser leída, traza un litoral, establece un entre, aloja un entre, donde todo no se puede decir. Un entre.

 

  Lacan se acerca a la poesía porque le importa un asunto clave, la letra y lo real que ella sustenta. La poesía muestra. Y le interesa como nos permite apreciar la forma en que el poeta captura en su artificio algo de lo real mediante la obra poética. La poesía dentro de la literatura es la que mejor se presta en dar a ver la letra, materia en suspensión.

 

  Resto, vacío, ausencia, letra, hacer litter de la letra, hacer basura, resto con la letra, litoral.

La letra hace entrar un resto.

La letra constituiría o constituye un litoral y traza.

 

  La letra constituiría un litoral dice Lacan “… que establece un dominio que se convierte, en frontera para otro, pero justamente porque no tienen absolutamente nada en común, ni siquiera una relación recíproca…”.

 

  Traza y se acomodan los restos efecto de una operación, se desliza una ausencia que no busca su resolución en ninguna presencia, sino que es en sí misma lo que posibilita efectos de escritura.

 

 

La mosca

(Poema de Beckett del libro Detritus)

 

entre la escena y yo

el cristal

vacío salvo ella

 

vientre a tierra

ceñida por sus negras tripas

antenas enloquecidas alas atadas

patas ganchudas boca sorbiendo en el vacío

sableando el azul aplastándose contra lo invisible

impotente bajo mi pulgar hace que zozobren

el mar y el cielo sereno

 

  Las letras son como las moscas, no siempre se atrapan, aunque revoloteen, aunque hagan que zozobren el mar y el cielo sereno.

 

  A veces resistimos cuando no hay resto.

La propuesta es leer la letra como acomodación de los restos.

La letra hace entrar un resto. Un camino posible.

 

 

Bibligrafía:

 

- Samuel Beckett; Detritus, Tusquets Editores.

- Jacques Lacan; Seminario 18. De un discurso que no fuera del semblante. 

 

 

Nota*: fotografía “Samuel Beckett”

  by Jane Bown
 
bromide print, 1976
  13 1/8 in. x 19 1/2 in. (335 mm x 493 mm)
  Given by Jane Bown and The Observer, 1981 in conjunction with the exhibition 'The   

  Gentle Eye: Photographs by Jane Bown of The Observer'
  NPG P373

 

 


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