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Hijas e hijos atravesados por las técnicas de reproducción asistida

09/09/2021- Por Erika Pires - Realizar Consulta

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La autora traza un recorrido en el que ubica nuevas configuraciones y sentidos que aparecen a partir de las técnicas de reproducción humana asistida y van dejando marcas en las constelaciones familiares y las relaciones de parentesco. En la actualidad se pueden tomar decisiones respecto al momento de la concepción y la genética, que van dejando de lado la intervención del azar, creando la falsa ilusión de poder controlarlo todo. ¿Cuáles son las coordenadas que forman parte del deseo de un hijo, de maternidad, de paternidad frente a la realidad tecnológica?

 

                     

                                      Mural de Federico Minuchin*

 

 

“Cuánto cuesta adaptarse

a la horma de mi propio pie

que es mi madre.

A veces rozadura en la piel

de tan apretada

a veces con holgura suficiente

para que quepa un calcetín

tejido de paciencia.”

 

                Begoña Abad

 

 

  Los adelantos médico-tecnológicos han sacudido nuestras referencias simbólicas al transformar las formas de parentesco y filiación. La aparición de las técnicas de reproducción asistida ha generado que ya no sean necesarias las relaciones sexuales entre personas de diferente sexo para concebir un bebé.

 

  Esto ha permitido que se amplíen los tipos de familias existentes ya que no sólo recurren a las técnicas personas o parejas con dificultades para concebir sino también personas que no elijen estar en pareja o parejas homosexuales, entre otros ejemplos.

 

  La ley de fertilización asistida (1) ha ordenado varias coordenadas en el ámbito, se incluye a las técnicas de reproducción humana asistida TRHA como una nueva fuente de filiación que se suma a las dos existentes, la natural y la adopción.

 

  Desde la vertiente jurídica se le otorga lugar a la maternidad y a la paternidad desde la voluntad procreacional. Así se establece que es padre o madre quien quiere serlo pudiendo prescindir del lazo biológico, esto es, independientemente de que hayan aportado o no su material genético.

 

  La voluntad procreacional va a disociar estos tres elementos: el genético, el biológico y el volitivo. La voluntad y el deseo pasan a primer plano cuando se trata de fecundaciones heterólogas (con donación de semen y/o óvulos). La voluntad procreacional se expresa mediante un consentimiento libre e informado.

 

  Ansermet en su libro La fabricación de los hijos ejemplifica como “con las biotecnologías de la procreación, el hijo, además de ser un hijo del misterio, es un hijo de la ciencia. Hay terceros que hicieron posible su procreación.” (2) Y subraya que la ciencia más que resolver el misterio parece intensificarlo.

 

  “Se puede separar el ovulo de la madre, separar el cigoto de la pareja, separar el útero del cuerpo de aquella que va a ocupar el lugar de la madre. Todos los tiempos y los lugares de la procreación pueden ser separados, parcelados, disociados y cada uno, plantear problemas específicos, inéditos y nuevos.” (3)

 

 

Hijos sobrevivientes al frío

 

  La crioconservación es el proceso en el cual las células o tejidos son congelados a muy bajas temperaturas para disminuir las funciones vitales de una célula o un organismo y poderlo mantener en condiciones de vida suspendida por mucho tiempo. Este procedimiento se utiliza para mantener embriones que puedan ser transferidos en un tiempo distinto al de su “concepción”. Se produce así un congelamiento temporal entre fecundación y gestación. Se introduce un tiempo inmóvil.

 

  No hay dudas de que cada caso es singular pero hay ciertas tendencias que se repiten de caso en caso bajo la realidad de la procreación medicamente asistida.

 

  Los hijos surgidos de embriones crioconservados tienden a ser considerados por sus padres como sobrevivientes. En cierta manera, encontramos el mito del nacimiento del héroe (4): el niño expuesto a situaciones extremas (aquí el frio o la congelación) o bien muere o bien se convierte en un héroe. Se experimenta que estos niños tienen de entrada un carácter muy fuerte, en el sentido positivo o negativo.

 

  Algunas familias vivencian a estos niños como insensibles al frío, “nunca se enferman”. Todo lo que manifiesta el niño tiende a ser explicado por la crioconservación. Las madres suelen usar sobrenombres en relación a esta técnica. Tuve la oportunidad de atender a una paciente que durante el embarazo llamaba a su bebe por nacer con el nombre Frozen (congelada), en alusión a la película de Disney.

 

  También se encuentra en muchos padres la marca que deja la crioconservación en relación al tiempo y la dificultad para simbolizar un embrión mantenido, a veces durante años, entre la vida y la no vida, en hidrógeno líquido.

 

  Aparecen preguntas sobre como contar la edad de ese niño, ¿se tiene en cuenta el tiempo que fue embrión congelado? Otra paciente en su relato aclaraba, “Julia tiene un año, más nueve meses en la panza y dos años congelada.”

 

  También en relación al tiempo, en el caso de tener un segundo hijo producto de la misma extracción pero que permaneció más tiempo como “embrión congelado”, los padres se ven tentados de verlos como gemelos aunque su nacimiento se haya producido con años de diferencia. Hay que tener en cuenta que, para muchos padres, los conceptos “embrión” e “hijo” pueden ser sinónimos en su aparato simbólico.

 

 

Hijos extranjeros

 

  Por otro lado, se pueden observar las particularidades de los casos en los cuales los hijos no comparten la genética de sus padres o de uno de sus padres. Es muy conocida la frase atribuida a la psicoanalista y pediatra francesa F. Dolto: “Tres segundos bastan a un hombre para ser progenitor. Ser padre es algo muy distinto. En rigor sólo hay padres adoptivos. Todo padre verdadero ha de adoptar a su hijo.”

 

  Valido para padres y madres, hoy en día, sabemos que no alcanza solamente con el lazo sanguíneo para advenir madre o padre. Se requiere todo un tiempo de construcción de los vínculos filiales.  Pero, ¿cuáles son las particularidades de maternar y paternar cuando el hijo no posee la genética de sus padres?

 

  Los principales temores y fantasías (5) de las personas que recurren a la donación de gametos suelen ser: no lograr reconocer al niño como propio dado que no porta la misma genética de sus padres, que la familia ampliada rechace al niño por no ser de la propia sangre, no saber cómo hablar y manejarse con el niño cuando comiencen las preguntas sobre su origen, el temor a que el niño pida conocer al/la donante y la fantasía sobre la consanguinidad (que se enamore de un hermano genético).

 

  Si bien muchos estudios internacionales arrojan que la falta de ligazón genética con uno o ambos padres no impide un desarrollo saludable en el niño y en su relación con su entorno, ¿cómo se las arreglan estas familias para adoptar las diferencias genéticas?

 

  En su libro Hacé vida Normal. Reflexiones sobre una (ovo)donación, Diana Liber relata su experiencia personal frente a la decisión de recibir óvulos donados. Allí hace mención al duelo “genético” que debe ser atravesado para poder aceptar gametos donados, expresa: “era un dolor nuevo, desconocido, un sentimiento que no suele encontrarse en la literatura, en las películas, en las familias.” “Es difícil salir del concepto ‘matriosko’ que arrastramos toda la vida, madres e hijas contenidas, fértiles, iguales y de ser posible en formato muñeca.” (6) Y se pregunta, ¿se puede elegir algo en el azar genético que es la vida?

 

  El duelo “genético” es un proceso singular pero en todos los casos obliga a cuestionar el origen, la identidad, la maternidad y el deseo. En general, podemos pensar que se monta sobre un duelo anterior que tiene que ver con la infertilidad. En algunos casos, el “match” genético con las o los donantes viene no solo a propiciar el vínculo con ese bebé sino también a velar las dificultades reproductivas. (10)

 

  Debemos observar, en las particularidades de estos casos, que la mayoría de las parejas afirman durante las entrevistas previas a producirse el embarazo que les contarán a sus hijos sobre la donación de gametos, sin embargo, con el paso del tiempo sólo un muy pequeño porcentaje lo hace efectivo.

 

  Diversos estudios muestran que “la ausencia de conexión genética luego de la utilización de gametos donados, no tenía un efecto negativo en la relación madre-hijo, ni en la salud emocional del niño”. Al contrario, se empezó a observar que muchas de las dificultades y crisis surgidas en estas familias tenían que ver con el develamiento del secreto que había sido mantenido desde tiempos muy posteriores o incluso con el efecto del ocultamiento que seguía vigente. (7)

 

  Ansermet refiere que “una donación de óvulos se puede convertir en una historia que excede lo comprensible” (8) y relata en su libro un caso sumamente interesante donde la madre ve a su hija principalmente a través de la donación de óvulos. Esta madre, cuando escucha hablar a su hija tiene la impresión de que se expresa con un acento español (el óvulo fue fecundado en España y ellas viven en Suiza).

 

 

Un hijo, un viaje a lo desconocido

 

  Frente al avance de la ciencia es importante mantener abiertas algunas preguntas, ¿qué es un hijo?, ¿qué lugar viene a ocupar?, ¿cómo se decide tener un hijo? Un embarazo no se corresponde en todos los casos con el deseo de tener un hijo, ya sea se haya logrado de forma “espontánea” o con asistencia médica.

 

  La procreación a través de las técnicas de reproducción asistida revelan y ponen de manifiesto problemáticas que se presentan toda procreación. La concepción de un hijo conduce siempre a lo desconocido.

 

  Los profesionales de la psicología no debemos perder de vista, cuando trabajamos con familias que fueron posibilitadas por el avance tecno-científico, la simbolización de los datos genéticos en cada dinámica familiar. Estos datos, cuentan como materialidad biológica y deben ser recubiertos de sentido, “entramándose, así, como huella de un sujeto en su conformación más íntima” (9).

 

  Es importante destacar, siguiendo a Ansermet, que un hijo es mucho más que su código genético. Aquello en lo que se convierte depende también de su historia, de cosas azarosas que va encontrando en su camino y pueden trastornar por completo lo que sus padres han “programado” para él. Todo depende de la manera en que el niño se apropie o rechace los sentidos que se le ofrecen.

 

 

Arte*:  https://www.cultura.gob.ar/arte-urbano-callejero-o-graffiti-10170/

Federico Minuchin. Argentino. Su obra se encuadra en la categoría de stencil grafiti. 

 

 

Integra el colectivo artístico rundontwalk, uno de los grupos más conocidos de Buenos Aires.

 

 

 

Referencias

 

1. Artículo 558 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (2014)

2. Ansermet, F. (2018), La fabricación de los hijos. Un vértigo tecnológico. UNSAM Edita, Buenos Aires, p.31

3. Ansermet, F. (2018), La fabricación de los hijos. Un vértigo tecnológico. UNSAM Edita, Buenos Aires, p.101

4. Ansermet, F. (2018), La fabricación de los hijos. Un vértigo tecnológico. UNSAM Edita, Buenos Aires, p.116

5. Ormart, E. (Compiladora) (2018), Cuerpos y familias transformados por las técnicas de reproducción asistida. Letra Viva. p. 27

6. Liber, Daiana. (2020), Hace vida normal. Reflexiones sobre una (ovo)donación. Ed. Otro Azul

7. Michel Fariña, Juan; Tomas Maier, Alejandra; González Pla, Florencia. (2017), “La Comunicación sobre el Origen: Las Decisiones Intrafamiliares de Niños Concebidos Mediante Ovodonación.” Anuario de Investigaciones de la Facultad de Psicología. UNC.

8. Ansermet, F. (2018), La fabricación de los hijos. Un vértigo tecnológico. UNSAM Edita, Buenos Aires, p.95

9. Ormart, E. (Compliladora) (2018), Cuerpos y familias transformados por las técnicas de reproducción asistida. Letra Viva. p. 32

10. Jurkowski, L y Rossi, M.  La producción del Parentesco. Una mirada interdisciplinaria de la donación de óvulos y espermatozoides. (2021). Asesoramiento a receptores de gametos en parejas heterosexuales. Ludmila Jurkowski, Natacha Salomé Lima y Mariela Rossi (Coordinadoras) 

 


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