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Lazos de trama perversa: propuestos para no decir

06/02/2017- Por Marisa Fátima Gasep - Realizar Consulta

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Una situación de incesto/abuso sexual a niños es sostenida por un entramado de “lazos perversos” en el que participan el abusador y el abusado, la madre de la víctima y una institución escolar.

 

 

                                                

 

 

Sobre un caso de incesto/Abuso sexual a niños

  

 

“Esta sociedad es más perversa en cierto modo que los perversos a los que ya no sabe definir pero cuya voluntad de goce explota para mejor reprimirla después”

 

Roudinesco, E.: Nuestro Lado Oscuro. Una historia de los perversos.                              Barcelona: Anagrama, 2009.

 

 

1. Introducción: caso Mariana

 

Año 2001. Mariana tiene doce años y asiste al último grado de la escuela primaria. Se destaca por ser prolija, respetuosa, de buena conducta, solidaria con sus pares, de asistencia perfecta a clases y buen rendimiento en sus estudios. Reside en una casa que comparte con su madre (Rosandra), Martín (su padrastro) y dos hijos de este último. Se sabe por la niña que su padre biológico tiene otra mujer y con ella dos hijos. Con él vive también Nicolás (su hermano menor).

Mariana concurre a la escuela de manera normal hasta que se ausenta abruptamente. A los cuatro días de ausencia consecutivas, su maestra intrigada, interroga a los compañeros. Los chicos comentan que Mariana llega hasta la puerta de la escuela y se niega a ingresar. Allí espera hasta el timbre de entrada y luego huye sin decir palabra, con apariencia perturbada.

Al día siguiente su maestra la espera y le pide que no se retire, necesita hablar con ella de forma íntima. La niña se evade, esquiva la mirada y las preguntas que su maestra le hace, miente. Después de casi una hora rompe a llorar presa del pánico y cuenta que días atrás, Martín, el tercer esposo de su madre la había violado, que los abusos se repetían por lo menos dos veces por día desde la primera vez y que éste, además, la amenazó de muerte si denunciaba lo que sucedía. Mariana comenta también, que después de una semana toma coraje y le dice a su madre lo que estaba pasando, pero que ella prefería no denunciarlo por temor a que su pareja la abandonara. Ante lo delicado del caso, la docente trata de precisar fechas (pasó un mes desde la primera violación). Luego comunica a la directora el abuso.

La madre de la niña es citada a la escuela e interrogada. En sus primeros argumentos niega rotundamente que algo hubiera pasado. Luego reconoce lo que su hija le contó pero prefería no denunciar la violación a perder a su pareja. “Él me quiere a mí, no a mis hijos”, comenta. Acto seguido, por presión de las docentes, se compromete a acudir a la justicia y radicar la denuncia. La escuela no la hace por temor a represalias que el abusador pudiera tomar en su contra. Mientras tanto, Mariana sigue pernoctando en la misma casa junto a su madre y a Martín.

 

 

2. Desarrollo

 

El caso desnuda una escena cuyos actores son: Mariana, Rosandra, Martín y el cuarto personaje que llamo “la escuela”. Planteada así la trama grupal, ¿cómo se tejen los lazos entre los personajes?

Con la niña conviviendo con su madre y su padrastro, en el escenario montado el triángulo edípico sufre una catástrofe. Martín ha transgredido el orden legal, subjetivo y jurídico. Su acto incestuoso ha atentado contra el orden genealógico, ha violado una legalidad tanto familiar como social, ha roto el contrato significante donde el sujeto es ubicado dentro de las categorías Padre – Madre - Hijo (categorías también jurídicas).

Las figuras del incesto y del abuso sexual aquí se equiparan en tanto determinantes por sus efectos de ruptura de la legalidad subjetiva.

Desde los discursos psicoanalíticos y jurídicos, incesto y abuso sexual son formas opuestas a la ley que ordena tanto en lo jurídico como en lo subjetivo. Oposición que rompe con el pacto legal que hace lazo. Legalidad del Derecho porque la modalidad del Sistema Jurídico que ordena lo social surgió de la Legalidad Simbólica en un tiempo primordial como metáfora otorgada por el Padre, facilita, dota de la filiación que nos hace parte de una historia.

En Las Estructuras elementales de parentesco Lévi-Strauss plantea que aquellas están determinadas por la Ley de Prohibición de Incesto, única regla de carácter universal, que toma diferentes formas según los grupos. Prohibición social universal reguladora de la vida sexual de los grupos. Regulación que es sinónimo de vida social. Prohibición que va más allá de los límites de consanguinidad extendiéndose hasta las relaciones de colateralidad de aquellos que forman parte de una misma familia, clan o tribu y son considerados como parientes biológicos sin serlo.

Martín ejecuta su acto, despliega lo perverso de su lazo. Impone un contrato de dominación entre dos en desigualdad, regulado por el terror, la violencia del acto incestuoso y el secreto. Somete y deja a Mariana inhibida, paralizada, amordazada e incapaz de decir lo que le pasa, humillada, cosificada, desubjetivada. Y es que… “ser víctima de incesto genera graves consecuencias en la subjetividad de los niños afectados, dado el desamparo que supone la anulación del sujeto”… (Capacete, L.: La Intervención Jurídica en los Casos de Incesto. En Culpa, Responsabilidad y Castigo en el Discurso Jurídico y Psicoanalítico, Vol. II, Bs. As.: Letra Viva, 2004).

Lazo perverso / Ley transgredida / pacto quebrantado por abuso/incesto, nos lleva más allá de la dupla abusador/abusado como partenaires (perverso el primero, neurótico su víctima), pues hay otros actores que sostienen la trama.

Existe una diferencia entre la perversión como estructura y el lazo perverso entre neuróticos; este último alude a un más allá de las estructuras clínicas. Un lazo perverso se establece allí donde algún sujeto, que comparte un grupo con otros, hace lazo social pero queda en posición de resto, de residuo, desubjetivado, destituido por las palabras o por los actos, quedando a cielo abierto en la dimensión subjetiva sin poder reponerse, "apariencia de lo deyectado, echado a los perros, a los despojos, a la basura, al desecho del objeto común a falta de poder ponerlo en otra parte” (Lacan, J.: El Seminario, Libro X, “La Angustia”, Bs. As.: Paidós, 2007).

Lazos perversos. Dos términos que, a estas alturas, se ofrecen como solidarios el uno con el otro puesto que la posibilidad de hacer lazo es inherente a la cultura que posibilita la regulación de los vínculos entre los hombres. La perversión aporta voluntad al goce.

Mariana entrampada entre lazos perversos. Su madre aporta  más desmesura al hecho traumático del abuso por ser contribuyente, entregadora, por hacer como que “no ve”, por no querer denunciar el abuso para mantener a su pareja, porque la denuncia de sus conductas decidirá el encarcelamiento. Operación re-negatoria que re-conoce y niega a la vez la existencia del hecho. Lazo perverso que incluye al tercero/actor –que está excluido pero presente–, posición desde la que mira en ciega y muda complicidad la escena. Guarda el secreto.

Rosandra expulsa nuevamente a su hija de la cadena filiatoria, le da otra vuelta a la mordaza “para no decir”, no da curso a su palabra, no escucha su llamado, cercena la posibilidad de subjetivación y des-dice la veracidad de su relato. Resitúa a su hija en el lugar del goce atormentador, del desamparo inicial, lugar de la afanisis, dispersión subjetiva en su máxima potencia. Cuando el Otro no acusa recibo el sujeto, seguramente, tratará de hacerse escuchar. El llamado tomará la forma de una amplia gama de actings (fugas, intentos de suicidios, conductas de riesgos, adicciones, etc.); en otras ocasiones, de síntomas (formaciones del inconsciente), y en el peor de los casos de pasajes al acto (suicidios).

La escuela, cuarto personaje en la tragedia, institución que se dice “segundo Hogar”, se implica pero no se responsabiliza. Puesto que obliga a la madre de la niña a realizar la denuncia, se hace cómplice encubriendo a sabiendas que tal cosa, nunca se va a concretar, ¿presa del terror por las amenazas? La institución escolar mira para otro lado. Niega en actos agravando las consecuencias subjetivas, re-editando el desamparo paterno en su posición de impotencia que no viabiliza la operación de la Ley como Tercero Social. El cambio que se manifiesta en la conducta de Mariana al llegar a la escuela, no querer entrar y huir perturbada, no es otra cosa que un llamado que hace al Otro en un intento de ubicarse en un lugar distinto del que la colocaron su madre y la pareja. Llamado al Otro para ser protegida, del que espera la respuesta posibilitadora de subjetivación. Por el contrario, la que le llega es iatrogénica. Del Otro nada la pacifica.

El Otro/institución muestra su inconsistencia expulsando a la niña a la soledad de un universo no legislado, de-vuelta a la destitución subjetiva. Quienes debería proteger no lo hacen y se tornan cómplices en el lazo perverso, acción que evoca lo siniestro y a la vez tan familiar. Otro inconsistente, institución (escuela) por el orden de la Ley como metáfora, por la función del Nombre del Padre que hace que un sujeto sea reconocido como “fulano de Tal”, que ordena e impide al mismo quedar en la errancia sólo a condición de sus fallas, de su inconsistencia, de sus fisuras, de sus paradojas. Inconsistencia del Otro Social, del Otro/Ley, como diferencia/resto de un orden simbólico que no termina de asumirse como tal.

En Los Cuatro Conceptos Fundamentales... Lacan habla de un sujeto-efecto del campo del Otro, del significante. “El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que el sujeto podrá hacerse presente, ése es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer” (Bs. As., Paidós, 2007) y es en ese llamado a la subjetividad donde también se manifiesta la pulsión que se filtra en las fallas. Con la marca del Otro nos alienamos a él. Esta yerra nos deja un lastre, algo que no marca, lo real, el objeto a. Al sujeto no le queda otra salida que recibirlo para ser.

Para Lacan la operación edípica quiere decir orden simbólico, intervención del Padre como metáfora, mediación del orden de la palabra donde se anudan los tres registros. Consistencia/inconsistencia que deja ver el hilo de la trama. “En esto reside el resorte del error de pensar que este nudo sea una norma para la relación de tres funciones que no existen una para la otra en su ejercicio más que en el ser que, por anudarse, cree ser hombre. No es el hecho de que estén rotos lo simbólico, lo imaginario y lo real lo que define a la perversión, sino que éstos ya son distintos”… (Lacan, J.: El Seminario, Libro XXIII, “El Sinthome”, Bs. As.: Paidós, 2006). En este seminario alude a la perversión como homofonía de père-versión (padre-versión), término en el cual el prefijo vers significa “hacia”. Por lo tanto, "perversión sólo quiere decir versión hacia el Padre” (Ib.).

Los lazos perversos proyectan la peor versión. La actuación judicial, en lugar de poner límites a lo real, a lo pulsional, lo potencia. Ante esta versión el sujeto queda colocado en lugar de resto, entregado al movimiento errático, a la dispersión subjetiva. A este efecto resto es al que Lacan llama afanisis, desaparición del sujeto, efecto de desubjetivación.

 

 

3. Conclusión

 

En la tragedia del caso, Mariana recibe como legado de sus Otros, la estocada mortífera que hace sangrar su subjetividad. Arrojada al lugar de los desechos, amordazada por las amenazas y la complicidad de su madre y la escuela. Mariana en la escena. Personaje en la desubjetivación, deja de ser sujeto para ser entregada a las variedades del goce en el solitario circuito pulsional de lo mal-dito, mal-dicho “para no decir”. Lazos perversos propuestos para no decir. Lugar que otorga el Otro, Nombre del Padre en su peor versión que por su estructural inconsistencia no puede poner orden a los nombres que el incesto, en su nominación, confunde y desordena.

“Ya abuse de él, lo descuide, le pegue, lo odie, lo abandone o lo seduzca un adulto que le es allegado, el niño siempre sufre un “asesinato del alma” (Roudinesco, E., op. cit.).

 

 

 

Nota: el material desarrollado, respeta la lógica del caso, pero porta las transformaciones necesarias para sostener la discrecionalidad y reserva correspondientes a cada abordaje clínico.


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