La otra media (o sobre la ética discontinua)

15/01/2017- Por Martín Ruano - Realizar Consulta

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La forma de producción de los medios de comunicación es coherente con el contexto histórico: mascarada pura, maquillaje puro, des-significación permanente, des-subjetivización permanente. El barrido del sujeto en la pantalla... Propongo la ética de lo otro, y del otro, del reconocimiento del otro como sujeto y no como objeto de uso (y abuso), de consumo y satisfacción. Valga una serie italiana, El Comisario Montalbano, para mostrar un enfoque diferente en la dirección sugerida. Una ética al rescate del sujeto.

 

 

                   

                           

 

 

Introducción

 

Durante la etapa del renacer neoliberal en la Argentina, y es de suponer que, consenso de Washington mediante, en toda la convulsionada América Latina, incorporamos una forma de producción de los medios de comunicación coherente con el contexto histórico: mascarada pura, maquillaje puro, des-significación permanente, des-subjetivización permanente. El barrido del sujeto en la pantalla que copaba todos los ambientes íntimos y los espacios donde la angustia podía asomarse imponía ese sujeto-cosa donde nada tiene sentido menos el (vacío) “éxito” (básicamente económico). En fin, por supuesto que todo ese recorrido re-conocido iba acompañado de la ética de ese momento (y de este), a saber: el machismo, la preponderancia del más fuerte, el barrido de la razón y del sujeto, el racismo (siempre que sea) bien disimulado, y todo aquello que uno puede mamar de la máquina significante del imperio (Hollywood a la cabeza, por supuesto, aunque cada pequeño imperio europeo sueña con generar la propia).

 

 

Intermezzo

 

A finales de esa década, en el menos imperio (por incapacidad solamente) de Europa, Italia, vaya a saber por qué extraño milagro, una serie se salió de la serie. Primero por el formato, más cercano a las dos horas que a los 45 minutos de televisión, pero por sobre todo por la ética discontinua. Sí, por esto último principalmente El Comisario Montalbano implica un oasis en la costumbre mediática neoliberal. El tipo simplemente tiene otra ética. No sé si a eso se deberá su gran éxito en Italia, y su desconocimiento en el masivo del resto del mundo (no me animo a hablar de ocultamiento, pero hay muchas formas en las que el inconsciente, en el sentido lacaniano, se expresa…).

 

Esta otra ética, tan diametralmente distinta a lo que sale de la máquina de hacer chorizos norteamericana, tanto más parecida a la de un funcionario humano y honesto, horrorizaría a buena parte de nuestros comentaristas políticos y funcionarios: Montalbano no persigue a las prostitutas, a los migrantes, a los pobres, ni a los trabajadores. No ataca a los jóvenes, no tortura. No se corrompe, simplemente esas opciones no serían coherentes con el personaje.

 

Montalbano investiga, entiende, busca, comprende y después actúa con justicia. No con un sentido literal de la justicia, sino con una justicia humana. Fíjense, es hora de señalarlo, todo lo contrario a los policiales Norteamericanos. En ellos siempre se encuentra una justificación para algún tipo de tortura. Siempre se persigue a los pobres y los culpables son los mismos sectores postergados de la sociedad (claro que últimamente incluyeron algún héroe negro y algún villano blanco, pero nadie puede negar que uno puede seguir los pasos de la política norteamericana viendo las características de los villanos a través del tiempo: alemanes, rusos, árabes, chinos…)

 

 

La otra ética

 

Propongo poner el plano de discusión en términos más generales. La ética de lo otro, y del otro, del reconocimiento del otro como sujeto y no como objeto de uso (y abuso), de consumo y satisfacción. Llegado a ese lugar el problema es epistemológico y, por lo tanto, nos comprende como psicoanalistas. Es que ahí, en el borde donde se juega la definición de ciencia, en el borde de la diferencia del psicoanálisis con las ciencias, con el discurso del amo (o sea con la ética que este impone) y con los significados de ellos es donde está, a fin de cuentas, nuestra intervención analítica. Todo aquello que renuncie a esta otra ética queda fuera del psicoanálisis, simplemente. No hay aproximaciones marginalistas posibles. Por eso el psicoanálisis, y todas las teorías, no son compatibles libremente con cualquier ideología, porque también como esta son, no tienen forma de no serlo, expresiones de una ética.

Es así que no somos compatibles con el neoliberalismo, porque nuestra práctica no puede estar ligada al maquillaje del sujeto sino al surgimiento del mismo. Porque no es compatible con nuestra mirada la repetición de la ética del amo ni la cosificación de los otros sujetos como objetos de goce. Porque no es nuestro deber arropar el Goce del sujeto y, porque, a fin de cuentas, nuestro hacer tiene que ver con el desarrollo del sujeto y nunca con su adaptación.

 

 

 

 

 

 


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