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Mundo Capitalista ¿Mundo Autista?

08/09/2018- Por Patricia Saresky - Realizar Consulta

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En el siguiente artículo, Patricia Saresky introduce la problemática de las nuevas tecnologías y los gadgest en la escena clínica como modos de produccion de subjetividad. Distingue entre recordar, como contracara de la represión, y reproducir, vinculado “a la falta del olvido”. De este modo, el sujeto que no recuerda sino que reproduce se presenta como un sujeto colmado, propio del discurso capitalista. Un sujeto sin división es también un sujeto vedado en su relación con la verdad y el deseo. Para finalizar, la autora vincula audazmente el discurso capitalista con el mundo autista, un lugar donde el decir no hace eco en el cuerpo y retorna como reproducción.

 

 

 

                

 

 

 

“Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido un día entero. Me dijo: Más recuerdos tengo yo sólo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. Y también: Mis sueños son como la vigilia de ustedes. Y también, hacia el alba: Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras.” [1]

 

 

  Estas frases del cuento de Borges “Funes, El Memorioso” se me presentaron más de una vez en el momento en que los pacientes asisten al consultorio inseparables de su teléfono.

 

-“Escuchá lo que me dijo”, dice una paciente mientras saca el teléfono de su cartera para reproducir un audio de whatsapp.  

-“¿No querés contarme vos lo que te dijo?” - Le pregunto.
-“¡No! Así escuchás exactamente lo que me dijo”.

 

 

  Así, aquello que podría haber sido un relato, pasa a ser una reproducción. Del mismo modo que a Funes le llevaba un día entero reconstruir un día entero, la paciente necesitó un minuto y cinco segundos para reproducir lo que la persona le había transmitido en ese audio de whatsapp. Exactamente eso: lo que le dijo.

 

  ¿Por qué importaría reproducir exactamente? Cuando se reproduce, ¿qué lugar para el Sujeto?

 

  Me resulta necesario pensar en relación al concepto de represión primaria, ya que, para que el proceso del recordar se lleve a cabo, es necesario que algo haya caído en el agujero del olvido estructural. Es decir que, para poder olvidar y recordar es necesario que se ponga en juego la represión primaria, fundamento del sujeto. De esta forma, el representante psíquico queda denegado de lo consciente, quedando como imposible de recuperar, caído en el fondo del olvido.[2]

 

  Vuelvo a Borges:

 

“Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”.

 

  Si hay pensamiento es porque hay olvido, y si hay olvido es porque hay algo de la represión estructural que no retorna bajo la forma del retorno de lo reprimido[3], sino que es la marca primera del advenimiento de un sujeto. 

 

  Ahora bien, si podemos pensar que en torno al olvido está el vacío estructural, el cual dará lugar a un cuerpo en donde pueda resonar un decir: ¿Qué ocurre cuando no hay olvido, cuando la memoria de nuestros gadgets se convierten en nuestro “vaciadero de basuras’’, como decía Funes, y sólo recurrimos a estos para recordar en forma de reproducción?

 

  Me parece importante dar cuenta que en la reproducción no hay equívoco, ya que  la tecnología queda siempre al alcance suprimiendo la imposibilidad. De esta forma, el sujeto queda frente a la exigencia de encubrir su tachadura, rechazando la verdad de su división. Acorde a esto, se pretende un sujeto colmado. Un sujeto que sea consumidor en exceso. Esta es la propuesta del mundo capitalista actual.

 

  ¿Qué ilusión vende el Capitalismo? Que existe el S mítico de goce, rebajando la lengua a expresiones inequívocas, intentando borrar el malentendido estructural producto de la castración.

 

  Cuando Lacan produce el discurso del capitalista[4], refiere que su distinción está en la verwefung, el rechazo fuera de todos los campos de lo simbólico, con lo que esto tiene como consecuencia. Y dice: ¿El rechazo de qué? El rechazo de la castración”.

 

  Entonces, si  pensamos la Forclusión como imposibilidad  para acceder al registro de lo simbólico, ¿Qué lugar para el sujeto?

 

  En la conferencia realizada en Milán en mayo de 1972, con el título “Del discurso psicoanalítico”, Lacan plantea al discurso capitalista como una variante del discurso Amo, caracterizando un modo de goce que se reduce al plus de goce. Se trata de un discurso que no resulta de la rotación ni la permite.

 

  Discurso del capitalista, que consiste en la alteración de las convenciones que Lacan había establecido para los discursos: El S y el S2 quedan en contigüidad y el S1 y el a también, cambiando la dirección de una de sus flechas y eliminando otra.

 

  La consecuencia de esto es que no hay pareja en el lazo, como si la hay entre el amo y el esclavo en el discurso del Amo, entre el maestro y su alumno en el discurso Universitario, entre el analista y el analizante en el discurso del analista, y entre la histérica y el significante Amo.[5]

 

  Este discurso, si algún lazo establece, es entre el ¿sujeto? (es una pregunta, ¿se puede hablar de sujeto aquí?) y el objeto que el mercado impone. De esta forma, el Sujeto dividido y el a, entran en relación directa (cosa que no pasa en los otros discursos) quedando vedada la relación del Sujeto al saber inconsciente.

 

  De este modo, la castración es rechazada por la juntura del discurso de la ciencia y el discurso del mercado: Se promueve la felicidad como imperativo, poniéndose en juego el imperativo superyoico: ¡consume!

 

  Gadgets que obturan la falta y se presentan como universales, para todos. Todo se compra, todo se vende, todo se asegura, transformando a los sujetos en una forma de mercancía.

Se goza en el registro del goce parcial, fragmentado y capitalizable a todos los niveles.


  Entonces, si es por efecto del discurso del capitalista  que el Sujeto queda vedado en su relación a la verdad del Inconsciente, quedando vedado al mismo tiempo la posibilidad de un decir, ya que estamos inmersos en la reproducción, pegados a nuestros “vaciaderos de basuras”, entonces, pregunto: Mundo capitalista, ¿mundo autista?

 

  Si pensamos que en el autismo hubo una falla en relación a la operación de la represión primaria, esto pondrá en jaque la posibilidad de un Sujeto indiferenciado del objeto. Si pensamos también que en el autismo de lo que se trata es de un cuerpo que no hace eco en donde pueda resonar un decir, sino que habla desde el nivel de la reproducción, ¿podemos pensar entonces que el discurso del capitalismo empuja hacia una forma fragmentada de lazo social, autista? 

 

  ¿Qué nos enseña la clínica del autismo?

Los autistas reproducen sonidos, frases, palabras, en forma fragmentada, con un tono uniforme, sin matices, sin ritmo o siempre el mismo.  Ecolalias que no hacen eco en relación al vacío de la marca fundante del sujeto, ya que el objeto no queda separado de su soporte material, resultando muy difícil dar lugar a eso que no se constituyó del Sujeto, en relación a lo simbólico de la palabra.

 

  Cuando en la conferencia en Ginebra sobre el síntoma[6], Lacan plantea que no podemos decir que los autistas no hablan, sino que a nosotros nos cuesta trabajo escucharlos, darle su alcance a lo que dicen, nos guía en relación a esta clínica: alojar algo que tiene que ver con un decir, o sea, promover que algo de lo simbólico se inscriba, con la apuesta a que algo del sujeto emerja.

 

  Creo que el trabajo en la clínica actual no es muy diferente. Creo que la apuesta del psicoanálisis frente a la época, inmediata, sin pausa, de reproducción de palabras  pero sin producciones que tengan que ver con lo más singular de cada uno, tendrá que ver con promover un espacio en donde lo que cada uno tenga para decir, importe.


  Si el acto de la palabra surge en ese espacio de la imposible relación entre el sujeto y el objeto, será necesario subvertir las posiciones del discurso del capitalista para que, a partir de la escucha del analista, empiece a aparecer algo en relación a la palabra y al olvido, a la fisura del relato, a la división del sujeto, es decir: a la castración.

 

  Quiero terminar con una última cita de Borges:

 

“Yo no sé si conozco el sabor de la memoria porque creo que el único que lo conoce es Funes. Su competencia me hizo ver que yo era un idiota, un distraído, un ser humano”.

 

 

Citas



[1] - Borges J.L.  “Funes el memorioso”. Emecé Editores 1944

 

[2] - Freud S.  “Lo inconsciente”  Volumen XIV – Trabajos sobre metapsicología, y otras obras (1914-1916), «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (Buenos Aires/Madrid: Amorrortu, 1979).

[3] - Freud S.  “La Represión” Volumen XIV – Trabajos sobre metapsicología, y otras obras (1914-1916), «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (Buenos Aires/Madrid: Amorrortu, 1979)

[4] - Lacan J.  “Del discurso psicoanalítico” Conferencia en Milán el 12 de mayo de 1972

[5] - Tenembaum E.  “El discurso de la postverdad” (2017), en las Jornadas 35 aniversario de la Escuela Freudiana de Montevideo

[6] -Lacan J.  “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma” Pronunciada en el Centre Raymond de Saussure en Ginebra el 4 de octubre de 1975

 

 

 

 

 


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