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Surrealismo y psicoanálisis: breve panorama asociativo

04/07/2019- Por Daniel Alejandro Quiroga - Realizar Consulta

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El siguiente trabajo aborda una breve articulación entre surrealismo y psicoanálisis. Se focaliza principalmente en las influencias del corpus teórico freudiano en el grupo nuclear surrealista, por un lado, y en los aportes extraídos del surrealismo con fines teórico/didácticos por parte de Jacques Lacan, por otro. Se plantea una dialéctica invertida, donde la relación propuesta va del psicoanálisis al surrealismo, en el caso de Freud, y del surrealismo al psicoanálisis, en el caso de Lacan. Para ello, se expondrán brevemente los fundamentos del movimiento surrealista, haciendo hincapié en la publicación del primer manifiesto, y la presencia de conceptos referentes al psicoanálisis, fundamentalmente en “La interpretación de los sueños”, texto fundacional. Para cerrar se hará referencia al vínculo de Lacan con los surrealistas, pasando por el escrito del estadio del espejo y el Seminario 11.

 

 

       

                           Óleo de Giorgio de Chirico (1913), “Piazza” 1*

 

Introducción

 

  Es conocido, en tanto puede leerse como contenido explícito (si se emprende una lectura medianamente pormenorizada); o bien desconocido, en tanto las parcializaciones académicas o las exigencias clínicas desvían la mirada, que surrealismo y psicoanálisis tienen una relación que vale la pena poner en relieve. Cierto es que se trata de un vínculo teñido de características disímiles.

 

  Existe una suerte de inversión en la relación propuesta dependiendo de qué exponente del psicoanálisis sea considerado. En cuanto a Freud, son los surrealistas quienes se valen de él. En cuanto a Lacan podríamos decir que, más oscuramente (quizás) es él quien se vale de la experiencia surrealista en sus desarrollos.

 

  Así tomada la cuestión, la propuesta de este artículo, sencilla y modesta, es brindar alguna información que ilumine este campo de intereses compartidos entre uno de los discursos más originales del siglo XX, y una de las vanguardias más influyentes del mismo siglo.

 

 

Preliminarmente

 

  Respecto a este punto, es necesario hacer referencia fundamentalmente a la incidencia de la obra freudiana en los principios teórico-prácticos del primer grupo surrealista. La figura eminente de André Breton, fundador del movimiento, es crucial. Aunque es preciso, antes de continuar, trazar algunas coordenadas cronológicas:

 

  Si bien los primeros manuscritos de Freud (según las obras completas de Amorrortu) pueden fecharse a partir de 1886, puede llegarse a un consenso acerca de que sus primeros trabajos, más vinculados a la neurología y a un discurso impregnado de una terminología más médica, se ubican en el período 1890-1900. La obra fundamental del psicoanálisis como tal es “La interpretación de los sueños”, publicada en el 1900, inaugurando el siglo XX.

 

  El primer texto que expone de manera más sistemática las aspiraciones y principios del movimiento surrealista es el Primer manifiesto del surrealismo, de 1924. En él se condensan ciertos aportes teóricos, entre los cuales figuran las teorías de Freud, que Breton lee en 1916, mientras se desempeña como médico de guerra.

 

  Con estas demarcaciones será suficiente para comenzar. Restaría exponer brevemente los fundamentos del surrealismo. Esta tarea excedería con creces el propósito de este escrito, y no podría más que remitir al lector a las fuentes principales, así como a muchos trabajos cuya calidad no es necesario poner a prueba. Por ello, pienso limitarme a señalar algunos puntos ineludibles para entender el espíritu del movimiento, para poder pasar luego directamente a los aportes de la teoría freudiana y finalizar con una mención al corpus lacaniano.

 

 

Collage de principios

 

  “No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación”.

Gran proclama, máquina de guerra del surrealismo.

 

  Como la mayoría de las vanguardias, el surrealismo se interesó por los márgenes. La locura, el arte negroafricano, lo primitivo, autores marginados, libros prohibidos por el discurso oficial religioso o político. Todo aquello que escapase a la normalidad, es decir, al criterio mayoritario de adaptabilidad al medio social, era un arma para ellos.

 

  Su objetivo principal: reconciliar lo humano con la vida, integrar todo aquello que, entre otros discursos, el psicoanálisis rescataba. El deseo, los sueños, el humor, los lapsus, los fallidos, la sexualidad, la incoherencia. Podemos decir: la psicopatología de la vida cotidiana, lo inconsciente.

 

  Desestabilizar la moral burguesa de ese entonces, fuertemente puritana, victoriana, comenzando por la atiborrada sociedad francesa de posguerra, era su programa. Luego se darían cuenta de que tal posguerra era un entreguerras.

 

  Mediante espectáculos-provocación, escenas de griterío acompañadas de lecturas a varias voces de poemas escritos automáticamente (sin intervención de la voluntad conciente, sino como mero dictado de pensamiento) los surrealistas nucleares se presentaban en diversos bares y calles parisinas, para escándalo de la buena gente y asombro de los jóvenes apáticos, cuyos corazones estaban infestados de muerte y nihilismo nietzscheano.

 

  Herederos de una vanguardia anterior, el dadaísmo, de la cual se desprendieron, siendo varios dadaístas luego surrealistas, llevaron el juego del lenguaje y la provocación a un punto nunca antes visto. Desarrollaron su propia “oficina de investigaciones surrealistas”, colaboraron en infinidad de periódicos y editaron muchas revistas.

 

  Llevaron sus ideas al terreno plástico, pictórico, literario, poético, musical, cinematográfico, fotográfico, arquitectónico, incluso político.  La primacía de lo onírico y la ruptura del orden representativo convencional, apenas esbozado por corrientes eminentemente pictóricas como el impresionismo, rebasó todo límite.

 

  Los nombres posibles para citar son muchos, pero es probable que no sean conocidos. Artaud, quizás, pero es más factible conocerlo a través de Spinetta o por sus propias obras que de la mano del surrealismo. De hecho, Breton lo expulsó, y Antonin no tenía demasiadas ganas de quedarse.

                    

                      

                       Artaud  2*                                        Breton  3*

 

  Bataille también formó parte, aunque es un pensador bastante alejado de nuestras academias. Por otro lado, también se distanció, generando la mayor ruptura teórica del movimiento: los bretonianos por un lado, los batailleanos por el otro. Lamentablemente, un personaje como Dalí, a quien los surrealistas quisieron quitarse de encima a toda costa, es hoy en día el primer nombre que se piensa cuando se dice “surrealismo”.

 

  Cabría desarrollar mucho más los principios teóricos del movimiento, su derrotero a lo largo de los años, las múltiples expulsiones de miembros, su final afiliación al partido comunista, pero transformaría una breve reseña en una tesina.

Un eco del surrealismo: “la imaginación al poder”, estandarte del mayo francés del ‘68. Surrealismo y existencialismo tienen mucho en común.

 

 

Los surrealistas son chiflados: Freud

 

  Corre por ahí que eso dijo Freud una vez de los surrealistas. No parece algo que Freud hubiese dicho, pero no pondría las manos en el fuego por su amplitud de miras en torno al arte. En lo que a lo artístico refiere, era bastante conservador. En fin, la cuestión es que mientras Freud avanzaba con su obra, los surrealistas iban poblando la tierra y se iban matando entre ellos.

 

  Como un virus creativo, sumaban adeptos, distintos grupos surgían en diversos países, incluso en Argentina. El último gran viraje teórico de Freud, marcado por “Más allá del principio de placer”, con su segunda tópica y el dualismo pulsional pulsión de vida/pulsión de muerte luego de 1920, llega tarde a los franceses.

 

  Y es este viraje que plantea una serie de conflictos que da por resultado, entre otras cosas, la división entre Bataille y Breton. El primero toma la pulsión de muerte, el segundo no. Breton insiste en que el surrealismo está al servicio de la libertad, el amor y la vida, atributos bastante dudosos si se habla de la inherente tendencia autodestructiva que Freud comienza a entrever al final de su vida.

 

  Pero lo importante es aquello que da origen a esta vanguardia, por lo cual siempre se estará en la égida primer manifiesto/interpretación de los sueños. Todo aquello que, a partir del análisis de los sueños, Freud va ubicando en la esfera de lo inconsciente, es aquello que fascina a los surrealistas, y de lo que se sirven para aplicarlo al arte.

 

  El automatismo psíquico, los intentos de abolir la censura preconciente, el afán por plasmar el contenido onírico, la obsesión con la sexualidad, todos esos principios estéticos y operacionales responden a las ideas freudianas. Para reintegrar al humano a su naturaleza original, que ha perdido a causa de la sociedad industrial, fanática de la ciencia y la técnica, esclava de la tecnología, amante de la guerra sin sentido, había que mostrar, con toda la crudeza posible esa otra parte relegada. Justamente, la del “sin sentido”. Aquella que el discurso moderno se había encargado de dejar a un lado.

 

  Como Freud rescata del olvido el estudio del sueño, los surrealistas lo vuelven fundamento artístico. Un fuerte combate ideológico con los discursos imperantes producto de la modernidad está en juego. El sujeto cartesiano, que el psicoanálisis destroza, en el plano del Arte es caricaturizado y mutilado una y otra vez por las producciones surrealistas.

Desde un principio el surrealismo estuvo planteado como un movimiento vitalista, de exaltación de la vida y la juventud, de salvación de lo bello y amor a la humanidad.

 

  Pero, aunque Breton lo negara, los límites freudianos estaban ahí.

La sexualidad y la muerte, el ombligo del sueño, simplemente se barrían bajo la alfombra.

La exaltación de lo erótico escondía lo siniestro.

Lo fascinante siempre ocultaba lo mortífero.

Pero pasemos a Lacan.

 

 

La pulsión como collage surrealista: Lacan

 

  Es en el célebre Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (según Miller sería el título) donde Lacan habla de la pulsión como un collage surrealista. Se propone un desmontaje y un montaje de la pulsión. Es decir, somete a análisis y crítica el concepto de pulsión tal como Freud lo desarrolla, principalmente en “Pulsiones y destinos de pulsión”. La pulsión como collage surrealista alude, básicamente, a que no tiene ningún sentido.

 

  No se amolda a categoría lógica ni coherencia alguna, puesto que la pulsión es, podría decirse, multimodal y no tiene objeto predeterminado, lo cual hace que Lacan la llame acéfala. Una frase del estilo de las que pueblan los textos surrealistas acompaña esas clases, donde lo que se da a entender es esta característica de la pulsión.

 

  Muy joven, Lacan asiste a las reuniones del grupo nuclear surrealista en el departamento de Breton. Allí encuentra cosas muy interesantes, y puede intuirse mucho acerca de su gusto por lo extravagante, su interés por la estructura del lenguaje y la literatura vanguardista contemporánea si se tiene en cuenta este coqueteo con el surrealismo en los años veinte.

 

  Mucho antes del Seminario 11, al comienzo de su obra, ya había resabios de surrealismo. En el escrito acerca del estadio del espejo, figura una referencia al surrealismo, y más de una vez aparecen poemas de distintos surrealistas, a los cuales Lacan conoció muy bien.

Una de las actividades predilectas del surrealismo fue la escritura, fundamentalmente la poesía.

 

  Al final de su obra, Lacan comienza a dar una importancia cada vez mayor al concepto de poema. El poema como un artificio de pensamiento, como un ejercicio didáctico, como modalidad textual más cercana a la letra. Un intento de apresar lo singular e intentar volverlo transmisible a través del aparato deficiente que es el lenguaje. Esto demanda mucho análisis, pero no es necesario continuar. Podría entrarse por los vericuetos de Cheng y la escritura china o los estudios sobre poética de Jakobson, a quienes Lacan toma en los últimos años de su enseñanza, pero sería demasiado.

 

  La idea de este texto, un tanto fragmentario, era acercar notas de color.

Manchas que conecten, como ya se ha hecho centenas de veces, al discurso psicoanalítico con el discurso artístico, más precisamente vanguardista.

Porque como suele decirse, el psicoanálisis es, después de todo, un arte.

 

 

Imágenes:

 

1* De Chirico https://www.christies.com/lotfinder/Lot/giorgio-de-chirico-1888-1978-piazza-ditalia-5650362-details.aspx

Giorgio de Chirico ha sido un gran pintor italiano nacido en Grecia. (1888-1978). Fundador del movimiento artístico “Scuola metafísica”

 

2* Artaud: http://leedor.com/2018/09/04/antonin-artaud-poeta-y-dramaturgo/

 

3* Breton: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/breton_andre.htm


 

Bibliografía:

 

·        Aguirre, R. (2016). Las poéticas del siglo XX. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Audisea.

·        Artaud, A. (2005).  “En plena noche o el bluff surrealista”. En La libertad del espíritu. Buenos Aires: Leviatán.

·        Bataille, G. (2007). La parte maldita. Buenos Aires: Las Cuarenta.

·        Breton, A. (2006). Manifiestos del surrealismo. La Plata: Terramar.

·        Cirlot, L. (2007). Primeras vanguardias artísticas. Textos y documentos. La Plata: Terramar.

·        Coelho, P. (2005).  Surrealismo y anarquismo. “Proclamas surrealistas” en Le Libertaire. Buenos Aires: Libros de Anarres.

·        Foster, H. (2008). Belleza compulsiva. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.

·        Freud, S. (1992). “El yo y el ello”. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

·        Freud, S. (1992). La interpretación de los sueños. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

·        Freud, S. (1992). “Más allá del principio de placer”. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

·        Freud, S. (1992). “Pulsiones y destinos de pulsión”. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

·        Lacan, J. (2008). “El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

·        Lacan, J. (2013). Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964). Buenos Aires: Paidós.

·        Milner, J. (1996). La obra clara. Lacan, la ciencia, la filosofía- Buenos Aires: Ediciones Manantial.

·        Pellegrini, A. (2012). Antología de la poesía surrealista de lengua francesa. Buenos Aires: Editorial Argonauta.

 

·        Roudinesco, E. (1994). Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina.

                       


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