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Cómo no ser visto

28/07/2018- Por Mariela Rodríguez Rech - Realizar Consulta

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Con este particular nombre se inaugura la videoinstalación de Hito Steyerl en el 2003 y es presentada en el 2014 en la Bienal de la Imagen en Movimiento organizada por la Universidad Tres de Febrero. La artista, doctora en Filosofía y cineasta alemana, muestra en un video, con una voz en off y una agradable música de fondo, las distintas maneras de no ser visto, como si por algunos instantes pudiéramos ser invisibles. Figuras sin rostros y sin un cuerpo circulan por distintos paisajes y desaparecen.

 

 

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                                       Videoinstalación de Hito Steyerl *

 

 

  ¿Cómo no ser visto en un mundo moderno signado por la imagen, la pantalla y una mirada omnivoyeur que se inmiscuye en todo resquicio de la subjetividad? Aquella premonición de Andy Warhol, todos queremos quince minutos de fama, se ha cumplido al pie de la letra y ha superado su predicción: todos somos en algún momento sujetos sujetados al espectáculo de la imagen.

 

  No es de extrañar, por lo tanto, que hoy ansiemos quince minutos de invisibilidad. ¿Cómo poder ausentarnos de la captación instantánea, simultánea y en masa del click de la imagen? ¿Cómo permanecer invisibles en la era de la proliferación de imágenes? ¿Será posible evitar la visibilidad radical?

 

 En uno de sus textos dice Hito Steyerl: “En unos pocos cientos de miles de años, formas de inteligencia extraterrestre podrían escrudiñar incrédulas nuestras comunicaciones inalámbricas.”

 

  Incrédulos y perplejos quedamos por momentos cuando avizoramos el alcance de la tecnología. Pareciera no haber un espacio despojado del mirar de la pantalla. En unos pocos años vamos a ser testigos, si es que ya no lo somos, de la agonía de las comunicaciones y la posible sujeción al artefacto tecnológico sin poder desprendernos de él, como aquella prótesis de la que hablaba Freud. Poblados de objetos de consumo tecnológico, sin posibilidad de introducir una fisura para que aparezca un punto de amarre ante tanto desborde.

 

  ¿Es posible un punto de inflexión, de anudamiento ante este desmadre tecnológico? En este espacio y tiempo poblados de objetos, el Sujeto, ¿no queda aprisionado como otro objeto más sin posibilidad de circulación y de lugar a la palabra? ¿Cómo ser invisible? Un flash, un click, una selfie, un mensaje de texto puede hacernos una celebridad o una víctima en el mismo instante.

 

 

Una mirada a la época

 

  Las políticas neoliberales, de la mano de la lógica capitalista, impregnaron el mercado tecnológico de su impronta de consumo masivo, plagado de excedentes, para todos, todo posible y a cualquier precio. Al decir de Gerard Wajcman, el siglo XXI trajo aparejado un demasiado de imagen. El mundo es una imagen en la que lo íntimo queda expuesto y también expropiado. Y pensar que alguna vez creímos que The Truman Show era una ficción tan alejada de nuestra realidad.

 

  La autora realiza un recorrido por los efectos que la era capitalista ha generado en el mundo audiovisual y en el ámbito del arte. Podremos ir develando la incidencia del Dios Mercado y de la Ciencia devenida en Técnica en todas las producciones artísticas.

 

  Las palabras de Hito Steyerl traen a nuestra memoria aquello que Lacan vaticinaba varios años atrás: la imbricación del mercado capitalista y la exclusión del sujeto de la ciencia, que realiza movimientos que pareciera no respetar nada ni nadie; podríamos decir que la visualización del límite que impone ser sujetos sujetados a una estructura de lenguaje, la era del Capital no lo respeta.

 

  Somos sujetos que brotamos de un fondo de imposibilidad. El decir, el mundo del mercado rechaza fehacientemente “lo imposible”. En el discurso capitalista todo lo que es, toma el valor de una mercancía.

 

  Somos testigos de una era en la que parece primar la desaparición: del legado histórico, de la herencia simbólica, de la memoria. Todo es llevado al estatuto de lo visible, del espectáculo, de la imagen sin huella del pasado; el mundo ha devenido Imagen, a plena luz, bajo el brillo de la estética y a la sombra de una ética.

 

  La modernidad trajo consigo un “agujero negro”; lejos de ser un lamento apocalíptico, dirá Derrida ¿qué hacer? ¿Cómo salimos a flote de esa profundidad tan llena de luces, pero tan opaca? ¿Cómo no ser vistos? ¿Qué vemos en eso que tanto seduce y miramos? ¿Qué damos a ver cuándo nos dejamos mirar? ¿Qué miran todas esas miradas voyeuristas en facebook, tinder, tweeter, google? ¿Qué exhibe el que expone su mundo íntimo a la mirada voraz del Otro? ¿Se podrá mostrar lo más íntimo de lo más íntimo? ¿Por qué esto se vuelve tan extraño?

 

 

Caída libre

 

  Los tiempos actuales carecen de fundamentos. Dirá Steyerl que la desorientación actual prima en los modos de mirar, en el posicionamiento temporal y espacial del Sujeto. Hemos perdido la perspectiva lineal que posibilita la convergencia, lo calculable y predecible; la noción de un tiempo mesurable, un futuro calculable correspondiente a esta perspectiva ha devenido otro.

 

  El paradigma de lo lineal, de un horizonte donde convergen varios puntos pareciera estar en desuso. Pensemos en las vistas aéreas que posibilita el 3D, google maps, una selfie. Este desmantelamiento propicia una visión omnisciente, global, de panóptico que a todos y todo ve. Microscópica y macroscópica.

 

  Hay una concatenación de tiempos y espacios casi inverosímiles que crea la Técnica y deja a los sujetos en caída libre sin basamentos ni horizontes donde referenciarse, desterrados del territorio. Dirá la artista que nada es ya estable, deberemos entonces estar preparados a formaciones en constante cambios.

 

 

La era de la reproducción técnica

 

  Las condiciones de producción vigentes han afectado no sólo a la obra creativa, sino también al espectador, el proceso de producción y el modo de acceder a una obra. Dirá Walter Benjamin que en la era de la reproductibilidad técnica el arte ha sufrido transformaciones que suponen repensar los modos de conocimiento, producción y difusión de este.

 

  La reproductibilidad hará aparecer, en el circuito audiovisual, un sin número de imágenes que circulan erráticamente, dispersas, alejadas del aquí y ahora irrepetible al que hacía mención Benjamin. La presencia masiva viene en lugar de la existencia singular, desvinculándose de la tradición y la historia. El valor cultural que tuvo la obra pasa a tener hoy en día un valor de exhibición.

 

  Tomemos como ejemplo Internet: un lugar importante de producción y distribución del arte. Hito Steyerl hará mención en su texto a esta proliferación de imágenes inmortales: su valor radica en ser fotocopiadas, reeditadas, recicladas; son aquellas imágenes que permanecen inmortales por su eternidad, perpetuas a pesar del paso del tiempo.

 

  Dirá la autora que la imagen digital no es un clon inmortal de sí misma: ésta es sometida a copia, reinvención, robos, edición, apropiación. Estas son parte de la historia.

 

  La obra de arte, su fuerza de producción, la formación académica, el museo, el cine, la fuerza de trabajo del artista, no escapan a las políticas neoliberales mercantilistas. Hoy el mundo del arte se entremezcla con todas estas “buenas intenciones”, presiones del mercado, que dan a ver un espectáculo artístico digno de consumir.

 

  El binomio intensamente investigado, y sobre el que muchos autores se han expresado: política-arte: arte politizado o la política estetizada, es retomado por Steyerl. La autora no deja de visualizar las incidencias del mercado de la técnica en el arte contemporáneo: obras que tienen impresa la marca comercial, espacios culturales ocupados por marchands, curadores y artistas, en donde la obra circula dentro de los cánones comerciales de consumo: privatización, expropiación y especulación.

 

  Dirá que el arte actual está plenamente imbricando con las políticas neoliberales, lo que la lleva a preguntarse: ¿no sirven acaso para embellecer el capitalismo? Cito textual:

 

“El Arte facilita así el desarrollo de una distribución multipolar del poder geopolítico cuyas economías depredadoras son frecuentemente impulsadas por la opresión interna, la guerra de clases desde arriba y las políticas de dominio rápido”.

 

  El arte es parte de un sistema global desigual, que subdesarrolla algunos sectores y superdesarrolla otros; los límites entre ambos no siempre están definidos claramente, por el contrario, se conectan y se solapan. Pero no es sólo esta perspectiva la que plantea: el campo del arte es un terreno contradictorio y de tremenda explotación, pero a su vez ha sido a lo largo de la historia un lugar de comunidad, movimiento, energía y deseo.

 

  El arte hoy no representa, sino que muestra, nos interpela a discurrir en distintos discursos de la época buscando asir una mirada que haga lazo con Otro. A los fines de no persistir en el anonimato, perdiendo la identidad, quedando sumidos en la alienación y mercantilización de los vínculos, sin voz ni cuerpo que dé cuerpo a la vivencia.

 

 

Palabras finales

 

  Llegando al final del recorrido, podemos decir que la obra de Hito Steyerl nos lleva a pensar las condiciones de producción de arte hoy, en un mundo hipermediatizado en el que prima la lógica del mercado del capital. Un análisis exhaustivo de imágenes, obras, cine, música, teatro, pinturas, performances, le sirven a la autora de soporte para revisar los modos de creación artística. Pero también podemos visualizar en sus líneas una apelación a revisar nuestros modos de ser y estar en el mundo bajo la égida de esta época.

 

  Steyerl hace mención a ciertos momentos históricos que fueron hitos en el desarrollo político, cultural y social de la humanidad. La guerra civil española, la Shoá, los crímenes de lesa humanidad y tantas otras masacres, condujeron la civilización a un estado de superposición e indeterminación en el que por mucho tiempo no se sabía si el otro semejante estaba vivo o muerto.

 

  Podían ser las dos posibilidades y este estado de no saber, de desaparecidos sin nombre, produjo una fractura y un desmantelamiento del mundo simbólico, resquebrajando la trama histórica de la sociedad. El poner nombre, denunciar las ausencias, abrir fosas, investigar legalmente, salir de la complicidad del silencio mortífero, posibilita sin duda salir del estado de indeterminación y tomar otro cuerpo simbólico.

 

  En un mundo de pantallas paralelas, de cámaras por todos lados, de acciones privadas y singulares expuestas al control y a la mirada del Otro; de representaciones que alejan al Sujeto de la realidad, un mundo digital que nos tiene en el puño de la mano bajo la égida de un adoctrinamiento ideológico-político, un mundo lleno de drones, imágenes, satélites, vigías invisibles; en definitiva, instrumentos de captura de nuestra intimidad, de nuestro tiempo, de la subjetividad, un mundo de ciencia ficción. Somos por momentos, condenados a la pantalla. Deberemos pensar cómo salir del estado de indeterminación.

 

  ¿Cómo no ser vistos? ¿Cómo convertirnos en seres capaces de enfrentar el dominio simbólico de la ausencia? Ojalá podamos superar aquella fatiga de la que hablaba Lacan, que no nos capture y que siga siendo el Arte un modo de trascender.

 

 

Nota*: fuente de las imágenes de la artista Hito Steyerl

 

Hito 1: http://www.m-arteyculturavisual.com/2015/12/25/hito-steyerl/

 

Hito 2: https://www.clarin.com/resenas/hito-steyerl-desertar-representacion_0_rkdgguPcw7g.html

 


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