Amor(es) falta(n). Acerca de “Her” y “La piel que habito”

25/03/2018- Por Mora Tolchinsky y Martín Lozano Montes - Realizar Consulta

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

¿Qué es el amor? ¿Existen condiciones en el amor? ¿En las formas de amar, qué está determinado por estructura y qué incidencia hay de la coyuntura epocal? (…) Si el amor es dar lo que no se tiene, esta falta en tanto estructural, se mantendrá a lo largo del paso del tiempo (…) El modo de abordar dicha falta tomará diversas modalidades según la época, dependiendo de los significantes que imperen en un momento determinado. Se irá hilvanando esta hipótesis a partir del análisis de dos películas actuales: Her, de Spike Jonze y La Piel que Hábito, de Pedro Almodóvar.

 

 

 

 

Ficha técnica y artística

 

Título: Her

Título original: Her

Dirección: Spike Jonze

País: Estados Unidos

Año: 2013

Duración: 120 min.

Género: Drama, Romance, Ciencia ficción

Reparto: Olivia WildeAmy AdamsRooney MaraJoaquín PhoenixScarlett JohanssonChris Pratt, Portia Doubleday, Sam JaegerSpike JonzeBill HaderKristen WiigBrian Cox

Web: www.herthemovie.com

Distribuidora: Vertigo Films

Productora: Annapurna Pictures

 

  

 

 

Título: La piel que habito

Título original: La piel que habito

Dirección: Pedro Almodóvar

País: España

Año: 2011

Duración: 117 min.

Género: Drama

Reparto: Antonio BanderasElena AnayaMarisa ParedesBlanca SuárezEduard FernándezFernando CayoJosé Luis GómezBárbara LennieJan CornetRoberto ÁlamoSusi Sánchez, Isabel Blanco, Teresa Manresa, Ana Mena, Violaine Estérez, Buika, Jordi Vilalta, David Vila, Silvia Jofre

Guión: Pedro Almodóvar

Distribuidora: Buena Vista International Spain

Productora: El Deseo S.A., World Cinema Fund, Buena Vista International Spain, Televisión Española (TVE), Canal+ España, FilmNation Entertainment

 

 

 

 

 

      “Amar es inventarse cada día falsedades compartidas”

                  

                  Alejandro Dolina

 

 

 

           Primer flechazo

 

  ¿Qué es el amor? ¿Existen condiciones en el amor? ¿En las formas de amar, qué está determinado por estructura y qué incidencia hay de la coyuntura epocal?

 

  Por un lado, Lacan (1958) afirma que amar es “dar lo que no se tiene, es de dar lo que no tiene, el falo, a un ser que no lo es” (p. 359). Contradictoriamente, el sujeto busca ilusoriamente la completud. ¿Cómo dar la falta si todo el tiempo se la intenta negar? Desde este nudo paradójico se ovillará este trabajo.

 

  Si el amor es dar lo que no se tiene, esta falta en tanto estructural, se mantendrá a lo largo del paso del tiempo. Se conservará. Es producto de ser sujetos del lenguaje. El modo de abordar dicha falta tomará diversas modalidades según la época, dependiendo de los significantes que imperen en un momento determinado.

 

  Se irá hilvanando esta hipótesis a partir del análisis de dos películas actuales: Her, de Spike Jonze y La piel que habito, de Pedro Almodóvar.

 

  En estos films es posible ubicar cómo los protagonistas crean objetos de amor a su medida. Aman a estos objetos. Tanto como a ellos mismos. Ambos personajes conllevan un rasgo en común: aman lo que ellos mismos crearon, valiéndose de las posibilidades brindadas por la época que atraviesan.

 

  Mientras Theodore -protagonista de Her- busca la completud creando un sistema operativo denominado Samantha, sin cuerpo, Robert -protagonista de La piel que habito- inventa un cuerpo con una estética particular. Al tiempo que Theodore busca la contención afectiva, Robert prioriza la presencia física.

 

 

           Segundo flechazo

 

          Todos para uno... ¿y uno para todos?

 

  Retomando la definición de Lacan acerca del amor, se establece que para amar es necesario reconocer que hay algo que no tenemos. Hay una falta estructural, producto de que somos sujetos del lenguaje. El enamorado establecerá un vínculo amoroso desde esta falta, a la vez que su partenaire también. Todos dan lo que no tienen: nadie es.

 

  Por lo que hay algo del modo de amar que se conservará. El Otro simbólico introduce una falta y nadie quiere vérselas con ella. Se intentará desconocerla. El sujeto creará la ilusión que puede darlo todo y que el amado también puede hacerlo. Como nos canta Cultura profética “Lo que tienes me hace falta y lo que tengo te hace ser más completa”.

 

  A su vez, se puede pensar que los modos de desconocer dicha falta variarán según la época que se atraviese. Y los significantes que encuentren para colmarla. Toda modulación amorosa es producto de un recorrido social-histórico determinado.

 

  Siguiendo a Lacan plantea que "no hay relación sexual" (1972-73; p.73). No hay complementariedad entre los sexos. Las cosas no encajan. En relación con esto, Badiou (2011) afirma que amar de verdad es construir un mundo de a dos. Es sobrepasar al sujeto individual.

 

  Por fuera de su perspectiva, cabría preguntarse por el dos. ¿La relación sólo es posible de a dos? Mientras no haya un ensimismamiento en el uno, fundiéndose en la unificación y permutación de lo igual; no importaría si es dos, tres o diez.

 

  Siguiendo la línea de Badiou (2011), el amor se consumaría entendiendo que parte de dos singularidades diversas que construyen una experiencia en común. No se trataría de que el plato a servir y el vino a degustar sean una misma cosa, sino que será una cuestión de maridaje. Y la combinación perfecta -y subjetiva- no existe.

 

 

           A mi manera

 

  En ambos films se visualiza un rasgo común en el modo de establecer vínculo. Dos tipos de relaciones que buscan la completud -creyendo que es posible- intentando negar la propia falta. Crean vínculos imaginarios que introducen la posibilidad de establecer una relación sexual. Gestando así su propia ilusión fantasmática; cada uno de los protagonistas crea su objeto amado.

 

  En Her, Theodore, compra un sistema operativo que funciona con inteligencia artificial emulando el comportamiento humano acorde a los intereses del usuario, recopilando todos los datos de su historia informática. Theodore termina enamorándose de este sistema con el cual mantiene una relación cotidiana. Un vínculo con un objeto que todo lo sabe de él, sabiendo cómo actuar para satisfacerlo.

 

  Por otro lado, en el film La piel que habito, Robert también crea su objeto de amor. En este caso a través de sucesivas cirugías plásticas. Secuestró a un hombre que había abusado sexualmente de su hija, y a partir de una serie de intervenciones quirúrgicas lo transformó en una mujer con idénticos rasgos físicos a su difunta esposa. De esta manera, vemos cómo en ambas películas, los protagonistas crean su objeto amado a imagen y semejanza de ellos mismos. Funcionan como espejo.

 

  Tomando la definición de Freud (1911) el narcisismoes un estadio evolutivo intermedio entre el autoerotismo infantil temprano y la elección de objeto que finalmente conduce, acabado el período de latencia, al amor objetal” (p.56). En este caso, los protagonistas se ubicarían entre el autoerotismo y una elección de objeto propiamente dicha. Ya que si bien creen enamorarse de objetos externos, lo hacen de prolongaciones de su ser. De sus deseos nace su creación: el objeto de amor.

 

  En ambos films se observa que la invención de estos objetos se consumó luego de una pérdida. En el caso de Her, la mujer de Theodore decidió divorciarse tras varios años de relación. Y en La piel que habito, la mujer de Robert se suicidó tras haber sufrido un accidente automovilístico y no haber soportado reconocer su imagen en el espejo.

 

  En estos acontecimientos los personajes quedaron en una posición pasiva, ya que estos hechos se impusieron. Mediante la creación de sus objetos de amor -ya sea desde el quirófano o la inteligencia artificial- tramitan de forma activa lo vivido pasivamente, ahorrándose tener que sufrir un segundo duelo, siendo así los titiriteros que controlan sus hilos amorosos.

 

  Tomando el término de Badiou (2011), se podría concebir este tipo de vínculo como un amor securitano, donde lo que se busca es crear una relación amorosa que dé seguridad. Un amor a cero riesgos, a ser desechado apenas incomode. El amor como una mercancía más.

 

  Baumann (2005), por su parte, prefiere hablar de amor líquido. Menciona que en la actualidad hay una sensación de miedo a establecer relaciones amorosas duraderas, ya que esto supondría un exceso de compromiso que nos terminaría poniendo en peligro. Se termina optando por meras conexiones en las cuales los sujetos no se exponen en demasía, intentando evadirse del riesgo que supone el desencuentro amoroso con las frustraciones que esto conlleva. Una vacuna imaginaria contra la angustia.

 

  Se puede pensar como paradójico el hecho de que los sujetos pidan seguridad en los vínculos amorosos en un medio tan fluctuante. Buscar la seguridad en el objeto amoroso es creer que el otro puede funcionar como garante de una vida inmunizada. Si cupido pudiera vender seguros de amor a todo riesgo, probablemente repartiría más flechas de las que vemos.

 

 

           Contrato (a)moroso

 

  Podemos establecer que toda relación amorosa conlleva un intento por constituir ciertas pautas. Un intento por enmarcar el vínculo en un contrato.

 

  Freud (1930), en el texto “El malestar en la cultura”, establece que el sujeto debe renunciar a parte de su satisfacción pulsional en pos del progreso cultural. En este sentido, se puede pensar que en las relaciones amorosas el enamorado también debe ceder algo del bienestar personal para ganar otro tipo de satisfacción, en este caso por un beneficio contractual. Se piensa en términos de renuncia pulsional en pos de una satisfacción mayor.

 

  Se puede relacionar con la noción de contrato social abordada en filosofía de derecho, por Rosseau (1762), que establece que para vivir en sociedad los seres humanos pactan un contrato social tácito que les otorga ciertos derechos a cambio de renunciar a la libertad de la que dispondrían en un estado de naturaleza.

 

  El contrato implica una renuncia y, a su vez, crea la ilusión de un acercamiento al otro. Lo enlaza. Cuando no hay renuncia, no hay lazo. Cuando no hay noción de que el otro es otro, distinto a uno, se da lugar a que se instale el germen de la violencia. En estos actos singulares acampan sigilosos actos de violencia de mayor envergadura. Si se desconoce al otro no hay norma cultural que nos resguarde.

 

  Con relación a esto, es posible pensar que en las películas abordadas los protagonistas no ceden a su satisfacción pulsional. No establecen ningún tipo de contrato con nadie más que con ellos mismos. Es un contrato de una sola firma. Buscan los beneficios del amor sin las consecuencias del contrato. Recibir sin dar nada a cambio. Si en una relación amorosa se establece lazo social, estos personajes crean lazo consigo mismos. Pueden ahogarse en-lazados en sí mismos. El precio de desconocer al otro trae sus consecuencias.

 

 

           Confi(n)ados en su creación

 

  En ambos films se ubica cómo el objeto amado termina tomando la iniciativa y abandonando a su inventor. En la película Her, el sistema operativo, Samantha, caduca y abandona a Theodore. A su vez, en la película La piel que habito, de Almodóvar, Vera mata a su creador, Robert. En este caso, en el momento en que ella está por matarlo él le dice: “pero si teníamos un trato, me prometiste que no lo harías”. Ella le responde: “pero te mentí”. Aquí se destaca lo ilusorio de las firmas del contrato. No hay seguro a todo riesgo. El contrato es moroso por estructura.

 

  En estos casos se revelan los objetos de amor que ellos mismos habían creado. Y en esas acciones, impensadas por los protagonistas, se devela que las cosas no encajan. Que tanto Eva como Samantha son otro, distintas a quienes sus creadores habían ilusionado. En estas acciones se denuncia que no hay previsión posible en el amor y que el otro, como otredad, siempre se escapará de las manos de la presunción.

      

       

          Tercer flechazo

 

  Vemos que todo lo tejido confluye en un punto nodal: el sujeto en el amor, como en los otros ámbitos de su vida, trabaja para no vérselas con lo que no tiene. El significante introduce la falta en los sujetos. Impone lo que no se puede dar y abre el camino de lo posible. Nos hace creer en el amor, como en tantas otras cosas más. Ubicarse alrededor de la falta, motoriza. Es ese no el que genera la dialéctica de lo posible, de lo que se puede dar, permitiéndonos desear. Impulsa a enamorarnos, a a(r)marnos y des a(r)marnos.

 

  Nuestra época indica que el amor es un bien descartable. Desde el psicoanálisis contraatacamos: el amor cotiza en bolsa y es un valor constantemente en alza.

 

 

Bibliografía

 

·                   Badiou, Alain (2011). Elogio del amor. Buenos Aires, Argentina. Paidós.

·                   Bauman, Sygmunt (2005). Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Madrid, España: Fondo de cultura económica.

·                   Freud, Sigmund (1911). Obras completas. Volumen XII. “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia”. (Dementia Paranoides) Descrito autobiográficamente. Buenos Aires, Argentina. Amorrortu editores.

·                   Freud, Sigmund (1930). Obras completas. Volumen XXI.El malestar en la cultura y otras obras”. Buenos Aires, Argentina. Amorrortu editores.

·                   Rousseau, Jean Jacques (1762). Contrato social. Madrid: Espasa Calpe.

·                   Lacan, J. (1958). El Seminario. Libro V: Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires, Argentina. Ediciones Paidós. 1999.

·                   Lacan, J. (1972-1973). El Seminario. Libro XX: Aun, Buenos Aires, Argentina. Ediciones Paidós. 1981.

 

 


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas

La Tercera: Asistencia y Docencia en Psicoanálisis

Programa de Formación Integral en Psicoanálisis
Leer más
Realizar consulta

Del mismo autor

No hay más artículos de este autor

Búsquedas relacionadas

» amor
» “Her”
» “La piel que habito”
» Spike Jonze
» Pedro Almodóvar
» ilusión de completud
» amor líquido
» “El malestar en la cultura”
» falta