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Arqueología de lo adolescente

09/05/2021- Por Rodrigo V. Abínzano - Realizar Consulta

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Freud comparó el proceder del analista al del arqueólogo, el cual se caracteriza por investigar, analizar y describir a los discursos en sus escansiones, articulaciones y discontinuidades. ¿Cómo se podrá aplicar este análisis arqueológico a la clínica con sujetos adolescentes?

 

                              

                           “Los arqueólogos” (1926) Óleo de Giorgio de Chirico* 

 

 

  Dentro de las múltiples analogías con las que Freud comparó el proceder del analista, la del quehacer arqueológico es una de las más célebres, especialmente porque el trabajo del analista “muestra vastas coincidencias con el del arqueólogo que exhuma unos hogares o unos monumentos destruidos o sepultados.”[1]

 

  Si el arqueólogo extrae y restablece grandes palacios desde los restos ruinosos de un muro, el analista recolecta jirones de recuerdo o asociaciones para establecer sus hipótesis y conclusiones. De allí que también uno de los pensadores más gravitantes del siglo pasado, M. Foucault, construyera su “método arqueológico”[2], el cual se caracteriza por investigar, analizar y describir a los discursos en sus escansiones, articulaciones y discontinuidades.

 

  Muchas veces el azar orienta la búsqueda arqueológica; un encuentro inesperado funciona como una brújula hacia lo sepultado. En nuestro caso fueron los posibles retazos subyacentes de una concepción de lo adolescente en la obra freudiana. El aporte realizado es fragmentario y mucho menor al que un Hiram Bingham o un Howard Carter han hecho en sus expediciones arqueológicas. Fueron ciertos matices de la traducción los que no solo evidenciaron el extravío de coordenadas sugerentes para nuestro interés, sino que también fueron el motor de inicio para nuestra expedición.

 

  Es menester aclarar que el término “adolescente” (Heranwachsende)[3] no está excluido en las traducciones que se han realizado de la obra freudiana al castellano, si bien tampoco está exento de ciertos tropiezos. Hay al menos veinte menciones de éste, siempre en referencia al adolescente como sustantivo, como sujeto de la oración.

 

  El principal problema radica en que prácticamente todos los casos en que “adolescente” funciona como adjetivo (heranwanchsende), los traductores han optado por diversas opciones, priorizando la expresión “en crecimiento”. Cabe la pregunta ¿Es lo mismo referirnos al individuo “en crecimiento” que al individuo “adolescente”? Porque técnicamente un niño o un adulto también son individuos “en crecimiento”. Vale el esfuerzo de devolverle la dignidad terminológica a lo adolescente.

 

  Comencemos por uno de los ejemplos más célebres. En “La novela familiar de los neuróticos”, Freud comienza el texto con la siguiente oración:

 

“En el individuo que crece, su desasimiento de la autoridad parental es una de las operaciones más necesarias, pero también más dolorosa, del desarrollo.”[4]

 

  El carácter difuso que señala ese “que crece” en relación con el individuo, se esclarece cuando se releva lo escrito en el texto original: Die Ablösuns des heranwaschsende Individuums von der Autorität des Eltern[5]. El desasimiento de la autoridad parental es del individuo adolescente. La imagen idealizada del Otro todopoderoso y omnisapiente entra en ocaso en la adolescencia.

 

  En esa Titanomaquia, los Dioses de la infancia son derrotados por los “Dioses de la adolescencia”[6], creados en ese período para hacer el relevo en esa reconfiguración de la realidad. En dicha batalla el adolescente pulsa por su salida exogámica, donde es necesario ingresar a lo que Winnicott denominó “la fantasía de asesinato en el proceso adolescente”[7], en absoluta consonancia con la argumentación freudiana.

 

  En serie con lo mencionado, localizamos que en “Tótem y tabú” se omite el hecho de que los hijos que son expulsados de la horda paterna sean adolescentes. Cabe recordar ese pasaje:

 

“Hay ahí un padre violento, celoso, que se reserva todas las hembras para sí y expulsa a los hijos varones cuando crecen; y nada más”[8].

 

  ¡Cuán sensible es la imprecisión en dicha afirmación! Si vamos al original, los hijos son adjetivados como adolescentes, heranwachsenden Söhne[9]. La relación dialógica de estas dos referencias hace justicia al estatuto de lo adolescente tanto para el desasimiento de la autoridad como a la conformación de la exogamia.

 

  La revisita del narcicismo también tiene lugar en nuestro recorrido arqueológico. En este caso, lo adolescente siempre ha sido aludido por la metamorfosis que Freud plantea para la pubertad[10], ya que en ese “ir más allá de la forma” que la pubertad le exige a la causa formal del estadio del espejo, el narcicismo se ve obligado a revisitar y transformar lo especular. Y aquí ya no tenemos una imprecisión de traducción sino directamente una exclusión:

 

“El pleno amor de objeto según el tipo del apuntalamiento es en verdad característico del hombre. Exhibe esa llamativa sobrestimación sexual que sin duda proviene del narcicismo originario del niño y, así, corresponde a la transferencia del narcicismo sobre el objeto sexual”[11].

 

  La exclusión a la que hacíamos referencia es que luego de “del niño” reza (und Heranwachsenden)[12]. En este punto, se hace esencial el valor que se le otorga a esa revisita libidinal del narcicismo, con el agregado de delimitar un narcicismo originario también para el tránsito adolescente.

 

  La fantasía no está excluida de contar con partes del terreno ocultas. En este caso la traducción optó directamente por traducir Der Heranwachsende (El adolescente)[13] por “el adulto”. Si vamos al texto:

 

“el adulto deja, pues, de jugar; aparentemente renuncia a la ganancia de placer que extraía del juego {…} Así, el adulto, cuando cesa de jugar, sólo resigna el apuntalamiento en objetos reales; en vez de jugar, ahora fantasea.”[14]

 

Es el adolescente quien deja de jugar para fantasear, en consonancia con la apertura exogámica, la revisita al espejo y el desasimiento de la autoridad.

 

  Debemos dejar en este punto los humildes hallazgos de nuestra investigación. Enfatizamos en la posibilidad de apertura para otras expediciones en búsqueda de los sedimentos que nos permitan relanzar incesantemente nuestros interrogantes sobre los fundamentos. Dejamos ahora las rasquetas y piquetas en mano de quienes se aventuren en adentrarse en los cimientos arqueológicos en búsqueda de otros fragmentos; alea iacta est.

 

 

Arte*: Giorgio de Chirico, pintor oriundo de Volos, Grecia. (10 de julio de 1888 – Roma 20 de noviembre de 1978). De Chirico es reconocido entre otras cosas por haber fundado el movimiento artístico Scuola metafisica. Incursionó en el cubismo, el neo barroco, el surrealismo.

 

        

        



[1] Freud, S. (1937). “Construcciones en el análisis”. Obras Completas, vol. XXIII. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, p. 261.

[2] Véase especialmente sobre este punto Foucault, M. (1969). La arqueología del saber. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002.

[3] Todas las referencias en alemán se extraen de Freud, S. Essays. Berlin: Verlag Volk und Welt. Österreichische Bibliothek, 1988 y Freud, S. (1890-1939). Gesammelte Werke. CreateSpace Ind. Publishing Form, 2016.

[4] Freud, S. (1908). “La novela familiar del neurótico”. Obras Completas, vol. IX. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, p. 217.

[5] Freud, S. (1908). “Der Familienroman der Neurotiker. Essays”, I. Berlin: Verlag Volk und Welt. Österreichische Bibliothek, 1988, p. 257.

[6] Freud, S. (1927).” El porvernir de una ilusión”. Obras Completas, vol. XXI. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, p. 24. Si bien la referencia a los “Dioses de la adolescencia” es literal, más adelante en el mismo texto (p. 51) se traduce “el individuo en crecimiento” en una referencia de una línea argumental similar.

[7] Winnicott, D. (1971). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa, 2009, p. 186 y sigs.

[8] Freud, S. (1913). “Tótem y tabú”. Obras completas, vol. XIII. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, p. 143.

[9] Freud, S. (1913) “Totem und Tabu. Essays”, I. Berlin: Verlag Volk und Welt. Österreichische Bibliothek, 1988, p. 492.

[10] Freud, S. (1905). “Tres ensayos de teoría sexual”. Obras Completas, vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, pp. 109-222

[11] Freud, S. (1914). “Introducción del narcicismo”. Obras Completas, vol. XIV. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, p. 85.

[12] Freud, S. (1914). “Zur Einführung des Narzizmus. Essays“, I. Berlin: Verlag Volk und Welt. Österreichische Bibliothek, 1988, p. 559. 

[13] Freud, S. (1890-1939). “Der Dichter und das Phantasieren. Gesammelte Werke. CreateSpace Ind.” Publishing Form, 2016, p. 1075.

[14] Freud, S. (1908). “El creador literario y el fantaseo”. Obras Completas, vol. IX. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, p. 128.

 


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