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El niño, sus síntomas y la institución: Apuntes desde el psicoanálisis

01/03/2018- Por Fabián Yesid García Valenzuela - Realizar Consulta

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Este texto fue extraído de la ponencia titulada “Demanda del Niño ≠ Demanda del Otro”. Presentada en la jornada de estudio “El Niño Y El Cuerpo: Clínica Psicoanalítica Y Experiencias Institucionales” en Bogotá. El autor analiza como es interpretado el sujeto en la niñez para el psicoanálisis a diferencia de otras orientaciones, tomando las vertientes propuestas por Freud, Dolto, Klein, entre otras. Propone algunas preguntas que orientan la búsqueda: ¿Qué demanda un niño? ¿Qué estructura el síntoma infantil? ¿De quién proviene la demanda de un análisis en estos casos? ¿Qué lugar encarna el analista? ¿Cuál seria su función? ¿Cómo se enmarca este trabajo a nivel institucional?

 

 

 

       

 

 

  La pregunta por el lugar del psicoanálisis (PSA) dentro de la institución es una cuestión que atraviesa la disciplina psicoanalítica desde hace muchos años. Existe una incompatibilidad entre discursos, donde la institución mediante sus acciones, instaura un efecto de colectivización que borra la particularidad de cada sujeto.

 

  Por su parte el PSA mediante la búsqueda estructural y la escucha del significante, reconoce las modalidades de goce y deseo, sin intentar acallarlas de entrada, sino permitiendo conocer su causa y su accionar, para que así el sujeto se apropie y responsabilice de éstas.

 

  De esta forma, el sujeto del PSA no es acorde a la doctrina de la uniformidad, el control y la predicción; este sujeto se define en su singularidad, en defensa de su subjetividad. Esto pone en evidencia la posición de un sujeto en dos discursos -el discurso amo/universitario permeado por las lógicas del mercado y el discurso del PSA- que tienen una relación particular con el saber y la verdad (Lacan, J. 1969/70).

 

  Así desde la institución se asume una demanda sintomática y problemática por parte del “individuo”, esta demanda debe ser atendida con inmediatez, procurando su resolución; para nuestro caso vamos a asumir que este “individuo” es un niño. (1)

De esta manera se toma al niño cómo una “población” necesitada de algún tipo de ayuda educativa, económica o psicosocial. Sin embargo es necesario aclarar qué se entiende por niño.

 

  ¿Es acaso el niño un sujeto igual que el adulto? Para el PSA el niño no es un “individuo” pasivo. Como se mostrará más adelante, puede definirse con todas las letras como un sujeto completamente responsable de sus experiencias. (2)

 

  La niñez es un concepto utilizado en psicología, medicina, antropología, trabajo social, derecho y un sin fin de disciplinas. A lo largo de la historia se observa una evolución en el cómo se ha entendido la niñez, sobresaliendo concepciones donde se asume al niño como desamparado y vulnerable; pensado como un adulto pequeño, muchas veces tomado como ser asexual, provisto de inocencia.

 

  Para la psicología, la noción que predomina es la del niño Piagetiano, un niño pensado desde de la evolución cognitiva, donde su desarrollo corresponde a la superación de estructuras, tomando como base un sustrato biológico y ambiental (Rojas Paz Soldán, X. G., & Lora, M. E. 2008).

 

  El PSA piensa al niño desde otra vertiente. Freud logra romper con la brecha existente entre la “inocencia” infantil y la “maldad” adulta, inicialmente gracias a la formulación que propone en sus “Tres ensayos de teoría sexual” (Freud, S. 1905) donde presenta una noción del niño novedosa y a la vez polémica; allí habla sobre la existencia de la sexualidad infantil, exponiendo sus manifestaciones, hecho que hasta el momento había sido “descuidado” por los teóricos. Además sostiene la tesis que la sexualidad infantil se orienta por una disposición perversa polimorfa (Freud, S. 1905. Pág. 173).

 

 Esto permite de entrada ubicar al niño en lugar diferente en relación a sus experiencias sexuales tempranas y los posibles encuentros, des-encuentros e impases con las mismas. Pues es un hecho que muchos niños se ven de cara a la angustia y al malestar producto de estas experiencias; pero vale la pregunta ¿qué hace sufrir a un niño? Este interrogante ha generado el interés parte de muchos psicoanalistas, algunos quienes orientaron gran parte de su obra al trabajo con niños, como Anna Freud, Melanie Klein, Francoise Dolto, entre otros.

        

  Para continuar con la discusión sería pertinente agregar dos preguntas más: ¿Qué demanda un niño? ¿Qué estructura el síntoma infantil?

 

  Con este fin, es necesario precisar que el niño existe como sujeto gracias al deseo del Otro primordial, a sus padres, quienes lo inscriben en el mundo de lo simbólico, ya que el niño ha sido hablado incluso desde antes de nacer; siendo producto de los enredos simbólicos e Imaginarios de los padres, así es inscrito en el mundo del significante a través de la palabra y la acción del Otro.

 

  Aquí hay un primer momento que es posible calificarlo de traumático, pues el niño es inscrito sin pedirlo, en un mundo de lenguaje, de palabras. El problema radica en que estas palabras del Otro no solo desean sino también piden, demandan; dejando en evidencia que a ese Otro primordial le hace falta algo.

 

  Al niño sólo le queda por suponer que la única forma de responder al enigma del deseo del Otro y a la insistencia de su demanda, es ubicándose él como objeto de su satisfacción, siendo así la metonimia del deseo del falo materno (Lacan, J. 1956/57).   

  Aquí debe aparecer la operación del Nombre-del-padre en la metáfora paterna, haciendo de la madre una mujer no toda, enfrentándola a su castración. Esto es lo que se conoce como la significación fálica; Rabinovich (1988) profundiza al respecto:

 

“Ya sea bajo la forma del ser o del tener, el falo deviene el objeto universal del sujeto en tanto que su deseo es deseo del Otro, apareciendo la significación fálica como respuesta a la pregunta acerca del deseo del Otro. El falo se vincula así primordialmente con el ser del sujeto en su relación con el deseo del Otro, dado que el sujeto debe competir con el falo para llegar a situarse como objeto de deseo del Otro” (Rabinovich, D. 1988 Pág. 134).

 

  Este procedimiento que pone al niño frente a las diferentes formas de la falta, lo obliga a renunciar a este goce, permitiendo así dar lugar a su definición subjetiva, todo esto en el estadio del Edipo.

        

  Con todo esto, se ve cómo el niño responde con su síntoma a las imposiciones del Otro cuando intentan ubicarlo como objeto, Lacan (2012) en un corto texto titulado “Nota sobre el niño” logra sintetizar este hecho, afirmando que “el síntoma del niño se encuentra en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar” (Lacan, J. 2012 Pág. 393), donde este puede representar la verdad de la pareja familiar. Ahora la pregunta se desplaza un poco ¿qué hacer como analistas con esta respuesta del niño?

 

  No se trata de condenar a los padres por canalizar su goce desproporcionado sobre la figura del niño, pero es claro que el trabajo desde el PSA debe ir en dos vías que permitan una separación de este goce: por una lado, el analista pone en juego y encarna la falta en el Otro, lo que hará posible para el niño la construcción de un síntoma(3) y un modo de goce propios, orientados por un deseo advertido, de los cuales el niño podrá ser subjetivamente responsable.

 

  Este cometido exige al terapeuta hacer uso de estrategias dinámicas que permitan movilizar la asociación libre, por medio del juego, el dibujo, el cuento, entre muchas otras. Este largo proceso le permitirá al niño des-identificarse de las demandas del Otro, siendo lo que no se espera de él; construyendo un fantasma propio y atravesándolo (Roizin, S. 2017).

 

  Como es de suponer, ningún niño toma la iniciativa por cuenta propia de consultar a un psicólogo, un psiquiatra o un psicoanalista, siempre está demanda proviene de un tercero, un Otro parental o institucional, es aquí donde se introduce la segunda vía de trabajo.

 

  En cuanto a los padres, se hace necesario involucrarlos en el proceso, al menos en el caso de la consulta particular, son ellos los que sostienen el análisis del niño. De esta forma será indispensable escucharlos en su momento y en el mejor de los casos, lograr que inicien su propio análisis, sea con el mismo analista por medio de alguna remisión. Así se espera que lleguen a ser concientes del papel que protagonizan en la novela familiar, comprendiendo que el niño es síntoma de los padres.

        

  Ahora ¿cómo enmarcar este trabajo en el ámbito institucional? Como se mostró al comienzo del presente ensayo, pareciera imposible realizar estas acciones analíticas en el ámbito institucional, mientras el niño, su cuerpo y su subjetividad sigan anulados por la misma.

 

  Muchas veces como practicantes del psicoanálisis nos vemos enfrentados con obstáculos puestos por las demandas en relación a los discursos de la efectividad y la eficacia, los cuales buscan siempre una mayor optimización del tiempo y los recursos.

 

  Lo anterior se refleja en la constante disminución de los tiempos de las sesiones, disminución en la oportunidad de cita, la estandarización de las técnicas, la exigencia de resultados medibles, el ceñimiento a protocolos y procedimientos administrativos, etc.

 

  Bajo este panorama el PSA pareciera destinado al fracaso y la desaparición en la institución, por fortuna muchos analistas problematizan este fenómeno y ofrecen maniobras argumentativas y prácticas muy útiles para el profesional; entre estos trabajos sobresale la labor Sotelo, M. y colaboradores (2012) quienes siguiendo a Freud afirman que la eliminación del síntoma no representa la curación del mismo, incluso el PSA se vale de ellos para generar un cambio en la economía libidinal del sujeto. (Sotelo, M. 2012)

        

  Por su parte la clínica evidencia que el discurso del sujeto está orientado por un tiempo que difiere al tiempo cronológico, un tiempo del inconsciente, orientado por un proceso primario (Freud, 1900) donde se entrelazan las vivencias pasadas -infantiles- y las experiencias de la vida presente del sujeto.

 

  Lacan (1945) reconoce cómo en el análisis se pone a prueba un tiempo diferente al cronológico, un tiempo de orden lógico, el cual se estructura tres momentos cruciales para el sujeto: un instante de ver, un tiempo para comprender y un momento para concluir. Es necesario tener presente esta indicación clínica cuando se intente desplegar el dispositivo analítico en la institución.

 

  Todo esto deja entrever que el PSA puede hacerse un lugar en la institución, mientras no deje de lado sus principios; tal vez tendrá que ajustarse a ciertos parámetros y requisitos, que permitirán desplegar la transferencia en el sujeto. Seguramente no es el escenario ideal para la puesta en marcha del dispositivo analítico, pero sí para establecer un trabajo clínico de orientación analítica, donde sea posible escuchar y responder al sujeto desde otra posición, esta vez, no como un Otro demandante (en falta) o un Otro del saber (fálico), sino como un semblante (a) que podrá otorgar un lugar a la particularidad del sujeto.

 

 

Citas:

 

1-     Cuando se utiliza la palabra niño se hace referencia a aquel menor de sexo masculino o femenino, entre los 0 a 10 o 12 años, previo al periodo de la adolescencia. El trabajo con adolescentes y jóvenes en PSA se acerca mucho al trabajo con adultos.

2-     Este término de responsabilidad debe leerse apoyándose en su raíz etimológica responsum, proveniente del latín, que significa Responder. El PSA le interesa conocer cuál y cómo es la forma en la que el sujeto responde ante la significación, el deseo y la demanda del Otro;
esta concepción de Responsabilidad encierra una amplia discusión ética de fondo. Una presentación ampliada de esta tesis puede consultarse en Rengifo, F. (2005)

3-     Entendido éste como una formación de compromiso, que evidencia el fracaso de la represión ante las exigencias pulsionales, que se comprueba en su repetición incesante

  

 

Bibliografía:

 

-Freud, S. (1900 [1899]) LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS. En Obras Completas. Volumen IV. Buenos Aires/Madrid: Amorrortu Editores.

-Freud, S. (1905) TRES ENSAYOS DE TEORÍA SEXUAL. En Obras Completas. Volumen VII. Buenos Aires/Madrid: Amorrortu Editores.

- Báez, Jairo; (2011). EL PSICOANÁLISIS Y LA INSTITUCIÓN (El eterno des-encuentro). Tesis Psicológica, Noviembre-Sin mes, 236-243.

-Lacan, J. (1945). El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma. Escritos. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008, I, 193-208.

-Lacan, J. (1956/57) LA RELACIÓN DE OBJETO, El Seminario, Libro 4, Ed.Paidós, Bs.As., 1999.

-Lacan, J. (1969/70) EL REVERSO DEL PSICOANÁLISIS, El Seminario, libro 17, Paidós, Barcelona, 1992.

-Lacan, J. (2012) NOTA SOBRE EL NIÑO. Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires. Págs. 393-395

-Piaget J. (1965) EL LENGUAJE Y EL PENSAMIENTO DEL NIÑO PEQUEÑO. Editorial Paidós, Buenos Aires.

-Rengifo, F. (2005). LA RESPONSABILIDAD DEL SUJETO. Desde el Jardín de Freud - Revista de Psicoanálisis, 0(5), 144-154.

-Rabinovich, D. (1988) EL CONCEPTO DE OBJETO EN LA TEORÍA PSICOANALÍTICA: SUS INCIDENCIAS EN LA DIRECCIÓN DE LA CURA, Volumen 1. Ediciones Manantial. Buenos Aires. 2003

-Roizin, S. (2017) EL TIEMPO DEL SUJETO-NIÑO DEL INCONSCIENTE. Recuperado de http://www.forumlacan.com/es/2015/08/04/el-tiempo-del-sujeto-nino-del-inconsciente/ Consultado en Julio 2017

-Rojas Paz Soldán, X. G., & Lora, M. E. (2008). EL NIÑO COMO SUJETO DESDE EL PSICOANÁLISIS. Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP, 6(2), 108-124.

-Sotelo, M. Inés, Belaga, Guillermo, Rojas, María Alejandra, Miari, Antonella S., Cruz, María Alejandra, Paturlanne, Emilia, Vigil, Mariela, & Coronel, Marta. (2012). VARIACIONES DE LA NOCIÓN DE TIEMPO: PSICOANÁLISIS E INSTITUCIÓN. Anuario de investigaciones, 19(2), 155-160.

 

 


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