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El síntoma en la psicosis

09/12/2013- Por Lujan Iuale - Realizar Consulta

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A partir de tomar la definición que Lacan dio sobre el síntoma como "lo analizable", la autora se propone situar una interrogación válida acerca del síntoma en las Psicosis. Nos recuerda, que si bien los síntomas permiten a veces orientar un diagnóstico, no son necesariamente "lo analizable", y que en las Psicosis su especificidad estará dada por aquello que no se dialectiza. Por último, nos propone una interesante "segunda vuelta" donde, desde la última enseñanza de Lacan, será tomado el síntoma como "acontecimiento de un cuerpo"; es que en palabras de la autora " El síntoma enlaza lo real de lalengua con el cuerpo, hace cuerpo" también en Las psicosis.

 

 

 

 

 

Lo analizable

 

  Me convoca en esta oportunidad la interrogación acerca del estatuto del síntoma en la psicosis. Pero hay una cuestión preliminar a la posibilidad de delimitar a qué llamamos, en psicoanálisis, síntoma psicótico, y es partir de la interrogación por la conceptualización de síntoma desde la cual haremos pie.

  En una serie de textos Lacan definió al síntoma como lo analizable. Hallamos esa referencia en el Seminario 5, en “La significación del falo” y el Seminario 12. Dice: “Llamo aquí síntoma, en su sentido más general, tanto al síntoma mórbido como al sueño o a cualquier cosa analizable. Lo que llamo síntoma, es lo que es analizable” (1).

  Luego en  “La significación del falo”  vuelve a este mismo punto y sostiene que cuando hablamos de “los síntomas en el sentido analítico del término, queremos decir de lo que es analizable en las neurosis, las perversiones y las psicosis” (2).

  En “El psicoanálisis y su enseñanza” insiste en discernir lo analizable y dice: “El síntoma psicoanalizable, ya sea normal o patológico, se distingue no solo del indicio diagnóstico, sino de toda forma captable de pura expresividad en que está sostenido por una estructura que es idéntica a la estructura del lenguaje. Y con esto no diremos una estructura que haya que situar en una semiología cualquiera pretendidamente generalizada que hay que sacar de su limbo, sino la estructura del lenguaje tal como se manifiesta en los lenguajes que llamaré positivos, los que son efectivamente hablados por masas humanas” (3).

  Antes de ir al Seminario 12,  se torna crucial resaltar la distinción del síntoma como indicio diagnóstico, del síntoma analizable. En sintonía con esta distinción podemos volver a la Conferencia 17 (4), a propósito de los síntomas neuróticos, Freud ponía el acento en las particularidades de lo que llamaba “síntomas típicos”, como aquellos que en todos los casos son más o menos semejantes y en los cuales, las diferencias individuales desaparecen o se reducen de forma tal que resulta difícil conectarlos con el vivenciar  individual. Pero, dice Freud, “Sobre este trasfondo de un mismo tenor, los enfermos singulares engastan sus condiciones individuales, sus caprichos, podría decirse, que en los diversos casos se contradicen directamente unos a otros” (5). “Estos síntomas típicos parecen resistirse a una fácil reconducción histórica, y al mismo tiempo, mediante estos síntomas típicos nos orientamos para formular el diagnóstico” (6). 

  Conviene  situar entonces que lo típico del síntoma orienta el diagnóstico, pero no es necesariamente lo analizable. Otro tema será a qué llamamos analizable en la psicosis, pero allí entraríamos en el terreno del manejo de la transferencia, de los modos en que operamos, de las particularidades que cobra allí la posición del analista.  Y por otro lado en la última cita a la que hicimos referencia, está la articulación del síntoma con la estructura del lenguaje. En este punto es que podemos leer la afirmación de Lacan en su escrito “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, cuando dice a propósito de la psicosis que “en ningún sitio el síntoma, si se sabe leerlo, está más claramente articulado en la estructura misma”(7).

  Todo el esfuerzo del Seminario 3 se centra en demostrar cómo se pone en juego en el fenómeno psicótico el retorno en lo real de un significante forcluído en lo simbólico. En ese seminario Lacan distingue claramente creencia y certeza. Dice que en verdad el psicótico no cree en la realidad de la alucinación, pero no duda de que eso le concierna. En este punto la certeza constituye lo típico de la psicosis, y por ende lo no analizable o al menos lo que claramente no dialectiza. Es precisamente ese núcleo duro, incurable. Puede variar la forma de presentación del fenómeno psicótico, puede atemperarse, pero lo que no cede es la certeza de que eso le está dirigido. Este es un punto inquebrantable. Se abre así una doble dimensión del síntoma, presente en los distintos tipos clínicos: el síntoma analizable, y el síntoma incurable. El primero más cercano a la primera clínica, aunque Lacan no lo abandona, el segundo como efecto de la última enseñanza. Podríamos decir entonces que el síntoma psicótico típico es la certeza y como tal orienta el diagnóstico, pero que eso no es el síntoma analizable en la psicosis.

  Recuerdo una paciente que llegó a consulta a los 30 años. Cuenta que “todo cambió desde el momento en que se recibió de abogada”. Decide ponerse un estudio y abandonar su trabajo de administrativa. Cuenta que en determinado momento advierte que le han hackeado la cuenta de mail, y que a partir de allí nota que la siguen. Se atrinchera en su casa y pasa días enteros encerrada espiando por la ventana. En un barrio cercano, matan a un empresario y me cuenta que “eso fue claramente un mensaje para ella”. No sabe por qué le están haciendo eso, ni quienes son; pero constata una y otra vez su presencia. Llega un día desesperada diciendo que después de 20 años se han puesto a arreglar la calle donde vive: “dejaron un montículo de piedras, con una más grande arriba, mirando hacia mi casa. ¿Sabés que era? Una lápida”. En el transcurso del tratamiento decide “colgar el título” (en términos de no dedicarse a la profesión), frase que bien podía utilizarse para habilitarse en el ejercicio de una profesión. Las intervenciones se mantuvieron en la vía de alojar el delirio, pero apuntando a relativizar a ese Otro que todo lo podía ver y escuchar, así como también a avalar su decisión de no ejercer la profesión. Eso y la medicación (estaba con una dosis mínima) hicieron su efecto en términos de reducción progresiva del delirio que abarcaba toda su vida. En un momento dado me dice que está mejor, que se da cuenta que no podía ser que se hubiesen metido en la computadora, pinchado la líneas, etc. Llega a decir: “estaba loca”. Pero, agrega, “lo de la lápida era para mí, a mí nadie me saca eso de la cabeza”.

  Esta paciente era una paranoica, y tal como señala Lacan en el Seminario 12, “no solo recibe signos de algo” (…) Lo que recibe “es el signo que en alguna parte se sabe lo que quieren decir esos signos, que él no conoce” (8).Y antes había señalado que “Hay siempre en el síntoma la indicación de que él es cuestión de saber”. Habla de la psicosis y dice que “sabe que existe un significado, pero en la medida en que no está segura de él en nada”. Y agrega algo central: el síntoma analítico incluye al analista. Toma el ejemplo de la presentación de enfermos para distinguirla de la clásica presentación que hacía la psiquiatría, afirmando que no habría síntoma acabado sin ese diálogo entre dos. Y por último dirá que “el síntoma es algo que se señala”. “Como un sujeto que sabe que eso le concierne, pero que no sabe lo que es” (10).

  Saber, certeza y creencia son los tres de Wittgenstein, al final de su vida. Si bien no nos vamos a explayar en este punto, vemos resurgir esta tríada en Lacan respecto al síntoma psicótico: el psicótico no sabe por qué es víctima del Otro; no cree necesariamente en la realidad de su alucinación; pero tiene certeza de que eso le concierne.

 

Una segunda vuelta: el síntoma como acontecimiento de cuerpo

 

  La última parte de la enseñanza de Lacan está atravesada por la división del registro simbólico: lalengua materna como lo que hace trauma, inyecta un goce del que hay que desprenderse  e introduce la desregulación en el viviente. El lenguaje en cambio, opera como aparato de goce, y por ende un tratamiento posible éste. Para Lacan no hay organismo, y el trauma es leído como el haber sufrido una lengua entre otras. Lalengua deja trazas que podrán o no borrarse, que podrán o no volverse letra. Cuando ello no acontece el significante permanece en su cara real, y el efecto sobre el cuerpo se verifica en la cadaverización, puesto que el objeto a tiene que constituirse como un objeto inanimado para que el cuerpo se anime (11). Así todo ser hablante está afectado por lalengua, desregulado en su goce. De eso se desprende la aserción de Lacan de que el ser hablante no es un cuerpo, tiene uno, y ese cuerpo dice puede levantar campamento en cualquier momento. A lo largo de su obra es posible rastrear la ajenidad del cuerpo, y como la neurosis vía la sutura con el nombre propio y las identificaciones, cree que es ese cuerpo que porta. Wittgenstein en Sobre la certeza dice: “Si alguien dice “Tengo un cuerpo”, se le puede preguntar ¿quién habla por esa boca?”(12). Denuncia de este modo la discordia que impera entre el cuerpo y el sujeto de la enunciación. Pero no solo eso, sino que da un paso más para interrogar además a quién va dirigido eso que se dice. Se pregunta: “¿A quién dice alguien que sabe una cosa? A sí mismo o a otra persona. Si se lo dice a sí mismo ¿cómo se distingue de la constatación de que tiene la certeza de que las cosas son así? No existe ninguna seguridad subjetiva de que yo sepa alguna cosa. La certeza es subjetiva, pero no el saber” (13) Y luego agrega: “Si alguien me dijera que dudaba de tener un cuerpo, lo tomaría por loco. Pero no sabría que querría decir convencerlo  de que lo tenía. Y si le hubiera dicho alguna cosa que hubiera eliminado su duda no sabría ni cómo ni por qué” (14) “No sé cómo se ha de utilizar “Tengo un cuerpo” (15).

 

  En “Joyce el síntoma”, Lacan insiste en que el hombre tiene un cuerpo y nombra al síntoma como “suceso de cuerpo, ligado a lo que se tiene” (16) Y agrega que tener es poder hacer con lo que se tiene algo” (17) Dice además que hay en la escritura de Joyce un goce opaco, por quedar precisamente excluido del sentido. Este punto es interesante para pensar dos vertientes: una es la de la perturbación que lalengua introduce a nivel del goce, otra es la respuesta por la vía del síntoma como acontecimiento de cuerpo. El síntoma enlaza lo real de lalengua con el cuerpo, hace cuerpo. Hacerse un cuerpo, subjetivar el cuerpo, he ahí el corazón del parlêtre. La psicosis no está excluida de esta dimensión, aunque los modos de hacerse un cuerpo difieran del anudamiento que constatamos en las neurosis. Por eso “… el síntoma es la particularidad, es lo que nos hace a cada uno un signo diferente de la relación que tenemos, en tanto seres hablantes, con lo real” (18).

 

 

Bibliografía:

 

1. Lacan, Jacques: El Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Paidos. Bs. As.  P 332

2. Lacan, Jacques: “La significación del falo” Escritos II. Siglo XXI. P 665

3. Lacan, Jacques: “El psicoanálisis y su enseñanza”. Escritos I. Siglo XXI. P 426

4. Freud, Sigmund: “17° Conferencia. El sentido de los síntomas” En OC. Tomo XVI. AE. 1990

5. Op. Cit. 248

6. Op. Cit. 248

7. Lacan, Jacques: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis” En Escritos II. Siglo XXI, p 519

8. Lacan, Jacques: Seminario 12. Problemas cruciales del psicoanálisis. Inédito. P 127

9. Lacan relaciona a la psicosis con el lekton: “El Significado (λεκτόν: lektón, en plural lektá): es “el ente mismo indicado o revelado por el sonido que aprehendemos  como subsistiendo junto con [o sea, en] nuestro pensamiento”. Literalmente λεκτόν significa “lo que está significado o mentado”. Lo mentado cuando se habla sobre lo percibido es una cierta afirmación acerca de un cuerpo, llamada por algunos “afirmación”, “proposición” o “aserción”. Otra definición de lektón ofrecida por los estoicos es: “Aquello que subsiste en conformidad con una representación racional”. Es lo que no se “aprehende” cuando no se entiende el idioma en el que el signo es expresado. Siguiendo nuestro ejemplo, los sonidos emitidos al decir “el carro anda” expresan en el español lo mismo que en el inglés “the car runs” y en el alemán “der Wagen fährt” pero si no conocemos alguno de estos idiomas no nos representaremos el lektón. Los Lektá se subdividen a su vez en dos:

1.1.3. Completos: su enunciación es completa en sí mismos, se diferencian dos subclases:

1.1.3.1.  Proposiciones, es la subclase más importante de ellos, éstas son lektá completos que son asertóricos (susceptibles de ser verdadero o falso) en sí mismos. 

1.1.3.2. Completos que no son asertóricos, tales como: las preguntas, saludos, imperativos, sugerencias, ruegos, etc.

1.1.4. Deficientes: su enunciación es incompleta, por ejemplo “anda”, es incompleta puesto que no se sabe quién. Divididos en dos:

1.1.4.1. Sujeto: para designar nombres propios o nombres de clase.

1.1.4.2. Predicado: –no es signo ni objeto físico–, para designar verbo. Es un lektón deficiente que se combina con un sujeto para formar proposición”. Fragmento extraído de www.logica1.wikispaces.com/file/view/Lógica+de+los+Estoicos.docx‎.

10. Op. Cit. 128

11. Lacan, Jacques: Discurso de clausura a las jornadas sobre la infancia alienada.

12. Wittgenstein,Ludwig: Sobre la certeza. Gedisa. España. 2003 p 245

13. Op. Cit. Pp245-46

14. Op. Cit. P 264

15. Op. Cit. P 264

16. Lacan, Jacques: “Joyce el síntoma II” En Uno por Uno. N° 45. Año 1997 p 13

17. Op. Cit. P 10

18. Lacan, Jacques: Respuesta al comentario de André Albert sobre la regla fundamental. Ficha de la cátedra de Clínica de adultos. UBA. Facultad de psicología.

 

 

 

 

 

 

 


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