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                                               Muralista: Banksy*

  El siglo XXI trae consigo una confrontación radical de la forma de vida y decisiones del ser humano. El paso del Holoceno al Capitaloceno está fuertemente sostenido por la amenaza a la especie humana producto del afán de conquista, riqueza y acumulación desproporcionada del capital.

  En lo que va del 2021 estamos frente a un exterminio paulatino de lo conocido. Lo viejo y lo nuevo ni siquiera son conceptos o definiciones capaces de ser incorporadas. En esta situación, lo que es realmente importante es la crisis ecológica mundial, producto de la desesperación de la elite económica por producir, acumular y dominar.

  Recapitulando, el escenario político mundial luego de los estallidos sociales desplegados por diferentes rincones del globo tal como una plaga en países como Chile, España, Italia, Francia, Hong Kong, y, por supuesto, otras tantas latitudes, nada podría advertir que llegaría una peste mucho más letal para la economía mundial que el necesario despertar social que se vivía en diferentes latitudes y, desde diferentes escenarios, perspectivas u objetivos de lucha.

  A mediados del recientemente concluido 2020 la crisis económica en el mundo parecía ser inminente, el Banco Mundial afirmaba que las implicancias económicas en América Latina y el Caribe, en específico, en el Cono Sur Americano serían catastróficas, incrementándose aún más los índices de pobreza. Cuestión similar parecía presagiarse para buena parte del globo. Sin embargo, de forma casi inverosímil, las economías de un grupo menor incrementaron, la riqueza de los super ricos que fuertemente fueron impulsadas por la crisis sanitaria. El covid-19 fue un aliado de la acumulación del capital.

  Procesos tales como la recolección de fruta, comercio ambulante, centros comerciales, compañías de viajes y otros espacios se vieron fuertemente afectados sobre todo los “micro-empresarios” o “emprendedores”.

  Los pobres, una y otra vez sintieron el peso de lo duro que es vivir. A inicios del 2021 la movilidad, apertura de fronteras, distribución de la vacuna, ofertas de viajes, y retorno a una confusa y compleja nueva normalidad eran parte de ese devenir social que aseguraba un nuevo por-venir. La realidad supera la ficción.

  Es cierto, la verdad es que es muy cuestionable hablar sobre una “nueva normalidad”, no se trata de que sea una nueva normalidad más amena, el concepto “normalidad” en las Ciencias Sociales cuenta ya con una carga negativa. Pero hablar de un regreso a lo viejo no existe como posibilidad, es una ilusión vacía.

  Además, como si fuera poco, vivir en medio de un modelo capitalista con una ideología dominante que valora todo menos la vida asegura que la transformación siga en la misma dirección actual, en la cual la elite económica, sigue incrementando su riqueza mientras los pobres cada vez son más y mueren en condiciones inhumanas. Es posible esperar que la nueva normalidad que estamos co-construyendo sea sin humanidad y, es menester aclarar que, sin naturaleza.

  En el documental de Netflix estrenado este 2021 titulado “Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta” de David Attenborough y el científico Johan Rockstrom, estudian el colapso de la biodiversidad, de la naturaleza y de la vida misma tal y como la conocemos. Aquí, la economía e intervención del ser humano es evidenciado como una amenaza para la supervivencia de la especie. El mensaje que aquí nos envían es solo uno: estamos en un punto de inflexión, estamos en un límite donde hay que decidir entre la vida o la muerte.

  Dentro de la información expuesta en este documental, encontramos el experimento del Profesor Carlos Nobre, Institute of Advanced Studies University of Sao Paulo, que en el año 1988 inicio la mayor investigación científica que se ha hecho en el Amazonas, instalaron grandes antenas para saber cómo crear su mismo clima, dentro de los descubrimientos encontramos que hay grandes áreas de la selva que se secan producto del calentamiento global y de la degradación forestal o cualquier tipo de actividad humana, como la ganadería.

  Los procesos naturales se han alargado 6 días por década, desde la década del 80, ¿qué significa esto? que si la temporada seca dura mucho más, los arboles de la selva comienzan a morir y se reemplazan por sabanas, este proceso de sabanización es letal para la especie y la frecuencia creciente de esta condición, anuncia que dentro de los próximos 30 años, la Amazonia podría liberar 200 millones de toneladas de dióxido de carbono.

  Otro de los datos realmente relevantes a considerar en este contexto de soltar el Holoceno y saltar al Capitaloceno, son los datos entregados por la Dra. Anne Lariguaderie del Intergovermental Platform on Biodiversity and Ecosystem Service, quien señala que un 1.000.000 de animales y plantas de un total estimado de 8.000.000 están en peligro de extinción. Esto es relevante para la especie porque nuestras sociedades y su continuación se sostienen por la biodiversidad, en la medida en que especies se van extinguiendo también procesos se ven alterados.

  Si destruimos ecosistemas en la tierra, en el cielo o en el mar, también vamos reduciendo el piso o espacios que tenemos para movernos como humanidad. Necesitamos agua, humedad, tierra, hielo, animales, arboles, calor, y un amplio etcétera pero deben continuar co-existiendo de forma natural, mientras la mano del hombre extermine sus espacios, también vamos limitando nuestra forma de vida.

  Llama la atención como la humanidad parece “Despertar” a propósito de los límites, en situaciones realmente extremas. Esto ocurrió cuando se descubrió un agujero en la capa de Ozono en la Antártida, la ciencia ayudo a que las acciones políticas rápidamente tomaran lugar.

Desde aquí conviene articular algunas preguntas ¿La situación actual del mundo hará que las autoridades, gobiernos e instituciones despierten nuevamente frente a la extinción de especies, expansión demográfica, contaminación ambiental? ¿Es necesario llegar a un punto de inflexión sin retorno y que traiga consigo consecuencias desastrosas para que el medio ambiente, la biodiversidad y la vida de la especie humana sea valorada? ¿Cuál es el porvenir y la nueva normalidad a la que podemos apelar si las cosas continúan así?

  Los debates que puedan existir a propósito del devenir de una nueva normalidad, son antagónicos, y conllevan dentro de sí aspectos diferentes a considerar. La cuestión central, es que el acento en la economía y en la acumulación del capital ha dejado de lado el significante naturaleza, quiera aceptársela o no, ese es el proceso que tiene lugar en la actualidad, una nueva normalidad donde todo parece estar en constante transformación, pero una transformación que amenaza la vida y lo humano.

  Marx y Engels en su clásico texto “La Ideología Alemana” plantearon lo siguiente:

“Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico” (Marx y Engels, 1932, p. 26).

  Conviene preguntarnos por cuál es esa relación invertida que los hombres mantienen, empero, lo interesante es ese “proceso histórico de vida” al cual hacen alusión en relación con los objetos. La noción de ideología toma lugar en este fragmento principalmente por los vínculos que hay en la triada consumo-objeto-hombre, ¿no es esta permanencia en el tiempo lo que logra hoy acaparar buena parte de esa “nueva normalidad” a la que muchos se sienten resistentes, y con justa razón?

  Freud en 1926, escribía que “en el futuro, el psicoanálisis en cuanto ciencia de lo inconsciente superará desde luego en importancia a su significado terapéutico” (G.W. XIV p.301), por esto mismo a la luz de lo que venimos observando, tenemos la posibilidad de utilizarlo para pensar que no debemos confundir “modernidad tecnológica” con “progreso humano”, sino ir más a los motivos psíquicos en juego.

  Ya en “El malestar en la cultura” Freud hizo explícita su concepción del mundo, subrayando el sometimiento de la civilización a las necesidades económicas y también describió al menos tres fuentes de sufrimiento: el propio cuerpo y su decadencia, el mundo exterior y su eventualidad implacable, y las relaciones con los semejantes. ¿Cuántas de estas proposiciones operan en la crisis que enfrentamos hoy?

  Si antes las civilizaciones se encargaban de dejar huellas, objetos tallados, rastros que eran capaces de trascender, mantenerse y dejar un legado, algo a las generaciones futuras, ahora, los objetos con su escasa utilidad, su mala calidad y su preparación de consumo rápido y fácil han arrasado con buena parte de lo que es esa co-construcción de lo por-venir.

  ¿Nuestro legado será el exterminio de la vida tal y como la conocemos?

Arte*: Banksy (1974) es el seudónimo de un artista urbano británico (Identidad más probable: Robert Gunningham). Sus metáforas urbanas visuales trascienden las barreras del lenguaje.