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Algunas reflexiones sobre la clínica de las adicciones y la cultura

08/04/2017- Por Alberto Álvarez - Realizar Consulta

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En nuestra cultura actual, influyen en el consumo generalizado de tóxicos o de juegos de azar o tecnológicos, la caída de los ideales, la entronización del individualismo, y hedonismo, la banalización del sin sentido de la muerte, la pérdida de ritos en relación a los duelos, la existencia abrumadora de los nadie, con el auge de la cultura mediática y del espectáculo. Cada uno de estos ítems son posibles maneras de accesos a la droga o a algún tipo de adicción, aún sin sustancia tóxica. Para adquirir entidad y protagonismo, cada uno organiza por sí mismo, individualmente su posibilidad de salvación, su propio goce, su propio reino, su propia manera de consumir.

 

 

 

                            

 

 

Las adicciones y la cultura

 

  Lacan agregó a los cuatro discursos, que en un primer momento nombra (del Amo, de la Histérica, del Universitario y del Analista), un quinto discurso. Es el discurso que domina la época, el llamado “discurso capitalista”. El quinto de los discursos que propuso y escribió. Este discurso, que es el contemporáneo, tiene gran incidencia sobre la subjetividad y se vincula estrechamente a los síntomas de nuestro tiempo y entre ellos –tal vez de manera más patente– al consumo de drogas de la época –que son productos/objetos del mercado–, de esta “toxicomanía de masas” como la llama A. Ehrenberg, compilador del texto Individuos bajo influencia. Lacan lo denomina un seudo-discurso, porque no hace lazo social, y además genera angustia. Y es una angustia particular, una angustia nueva con la cual tenemos que arreglárnosla, sin muchas demarcaciones simbólicas, porque es una angustia que se abre ante una nada.

  Lo que sí encontramos son los efectos de este seudo discurso y lo que se ve, son como efectos hipnóticos de respuesta a la orden de consumir, no importa que: marcas, comidas, amores, objetos tecnológicos, juegos, y transformamos el placer de jugar, de divertirnos en una patología, una actividad compulsiva, donde el jugar ya es otra cosa, se convierte en una apuesta a recuperar algo que ya está perdido. Esto muestra como para cualquier tipo de compulsión o adicción no es tanta o definitoria, la sustancia en sí, si no aquello a lo que viene a sustituir, en vez ¿de qué está? o que suple.

  El otro imperativo de este seudo discurso es el imperativo de ser feliz.

  Lacan y Freud en distintas épocas del psicoanálisis se ocuparon de la felicidad. En Freud mis referencias son “El porvenir de una Ilusión” y “El malestar en la cultura”. En estos dos textos freudianos hay citas referidas a la obra de Voltaire Cándido, que no lo voy a tomar ahora pero sí hay otra obra poética, que es Un mundo feliz del escritor británico Aldous Huxley (1894-1963), que tal vez nos describa de una manera más cruda algunos de los aspectos con que la cultura actual nos enfrenta.

  En el último capítulo sobre su investigación del malestar en la cultura Freud va a arribar a una conclusión: que él denomina la conclusión final. Y dice: “el precio del progreso cultural debe pagarse con el déficit de felicidad”. Entonces cual es el precio que debemos pagar hoy, con este nuevo pseudo discurso imperante, para conseguir algo de esa felicidad. Alguna respuesta ya la da Aldous Huxley en su novela, de 1932. Cuando en ese año se publica Un mundo feliz (Brave new world) muchas de las profecías allí narradas podían parecer muy osadas y pertenecientes al campo de un mero ficcionalismo utópico.

  Su interés por el desarrollo del capitalismo, unido al interés histórico por el uso que los seres humanos han hecho de las drogas, lo llevaron a pensar la función del fármaco en la sociedad futura. Se perfilan así una serie de problemas éticos que el escritor supo enmarcar: cómo la tecnología y el consumo podrían incidir en la subjetividad moderna, así como sus alcances en tanto medio de control y adormecimiento narcotizante a escala masiva. Pero también como se afectarían las relaciones de filiación con la introducción de la ciencia en el campo de la reproducción.

  En el libro que nos ocupa, el amor a la servidumbre se logra por una revolución de cuerpos y mentes, mediante la manipulación genética, el condicionamiento postnatal (la sugestión) y algo a destacar con el uso generalizado de una droga, el “Soma”, todo ello logrado por el trabajo de un Amo: la ciencia y fundamentalmente el uso masivo de una lógica que denominamos: de la mismidad.   Se observa así que la ciencia sabe cómo generar un individuo, pero al hacerlo en realidad lo forcluye como sujeto. En Un mundo feliz dicha forclusión se produce por el uso del Soma, la cual es una “droga perfecta” que asegura la felicidad y permite tomarse unas vacaciones de la realidad; es una droga eufórica, narcótica, estimulante, que no produce resacas, “el cristianismo sin lágrimas” tal como la define Huxley.

  En nuestra cultura actual como vengo planteando, influyen en el consumo generalizado de tóxicos o de juegos de azar o tecnológicos, la caída de los ideales, la entronización del individualismo, y del hedonismo, el borramiento de las prácticas de ritos iniciáticos, la banalización del sin sentido de la muerte, la pérdida de ritos en relación a los duelos, la existencia abrumadora de los nadie, con el auge de la cultura mediática y del espectáculo. Es en ese sentido que básicamente cada uno de estos ítems son posibles maneras de accesos a la droga o a algún tipo de adicción, aún sin sustancia tóxica. Para adquirir entidad y protagonismo, cada uno organiza por sí mismo, individualmente su posibilidad de salvación, su propio goce, su propio reino, su propia manera de consumir.

  Así como Huxley, misteriosamente, se adelanta décadas a ficcionar hechos que ahora son actuales, y esto ocurre con los poetas y la literatura, ahora me referiré a una novela actual argentina, Electrónica, y a comentarios de una entrevista que el autor, Enzo Maqueira dio en el diario La Nación (4 de mayo de 2016). Novela editada en 2014, que describe con pormenores una historia de amor que relata con maestría el perfil de una generación adicta a fiestas como la Time Warp. Hace solo un año, en una de estas fiestas, murieron cinco jóvenes, por consumo de drogas sintéticas y por falta de cuidados esenciales de los organizadores privados y fallas en los controles del Estado. Nos hemos olvidado y este es otro efecto de nuestra cultura actual, estos desastres también se consumen, es en ese sentido que la vida no tiene valor. Nos hemos olvidado como padres, educadores, transmisores, de algo imprescindible, de la posibilidad de un futuro de nuestra humanidad. Nos hemos olvidado. Me refiero al cuidado por la vida, propia y ajena, es una función que se trasmite, se aprende y no se puede delegar. Tal vez en las circunstancias actuales sea también un imposible, a la manera de los imposibles freudianos, pero por lo menos no lo demos por inexistente.

  Para el autor el motor de su novela es producto del nacimiento, apogeo y caída de fantasías que en la Argentina nos vendieron en los años ‘90. Aparece la prédica del consumo alimentada por los medios y el atravesamiento generacional de un mundo analógico a un mundo digital. Relata la crisis existencial de una generación que hoy tiene alrededor de 30 años y la generación siguiente de alrededor de 20 años, inmersa en la búsqueda desesperada de la felicidad, unida a una espiral de consumo imparable, dice el autor: “escribí Electrónica, para responder cual es nuestra crisis existencial”.

  Relata dos perfiles de habitúes a estas fiestas, que coinciden con los personajes de la novela que pasan por experiencias diferentes, los más jóvenes asisten y consumen drogas como un intento fallido de un viaje iniciático, los otros de más de 30 años por desencantamiento al no encontrar la felicidad prometida, se resisten a dejar ese ámbito, por no aceptar el paso de los años.

  La novela trata de dar claves para entender la música electrónica, no solo como un fenómeno o una moda si no como algo que define una nueva época, acompañada de internet, las redes sociales y el celular, como prótesis de extensión de nuestro cuerpo. Y nos alerta sobre los efectos del imperativo de este nuevo pseudo discurso del capitalismo que ordena ferozmente gozar.

  Aparecen así los nuevos sujetos, jóvenes, dice el autor “que salen a buscar a Dios en el único templo que levantó nuestra sociedad de consumo: el de la tecnología y el de la felicidad química”.

  Ahora bien sí es una nueva cultura, remarquemos también algo vital que aporta: “es la cultura, de la diversidad sexual, de la igualdad y la solidaridad, nos dice el autor, y la que recupera el baile colectivo, como modo de conectarse con algo más allá del propio ego,… es una forma más igualitaria de ver el mundo”. Nos recalca, “la electrónica es una cultura inclusiva, solidaria y basada en una percepción emocional del mundo”.

  En el que vivimos, no es un mundo feliz, tampoco una fiesta continua, pero sí estoy seguro que el porvenir de nuestras ilusiones, depende de lo que cada uno de nosotros pueda transmitir en sus lazos sociales, corrernos un poquito de esa ilusión de mismidad. Entonces esta manera de gozar, a pesar de todo indica que se goza con el cuerpo, ahora bien creo que es claro que lo que se hace ahora con los cuerpos es bien diferente de lo que se hacía hace 50 o 70 años y lo que cambia es la presentación de lo real, o sea las presentaciones del gran Otro como supuesto y es importante mantener este supuesto.

 

 

Bibliografía:

 

Alemán Jorge: “Capitalismo sin padre”, Página 12, (18 de junio 2015)

Álvarez Alberto: “La felicidad en urgencia” (2007)

Ehrenberg Alain: Individuos bajo influencia, compilador, Nueva Visión (1994)

Ferreyra Norberto: Entrevista, La lengua Nro. 23 “Convergencia Freud Lacan” (2015)

Freud Sigmund: “El malestar en la Cultura” (1929)

                        “El porvenir de una ilusión” (1927)

Huxley Aldous: Un mundo feliz, (1932) Edhasa, “Colección Diamante” (2007)

Kameniecki Mario: El malestar en la época. El discurso capitalista (2014)

Lacan Jacques: Seminario Xll, “El envés del psicoanálisis” (1970)

           “Del Discurso psicoanalítico”, Conferencia en Milán (1972)

 

Maqueira Enzo: Electrónica, Editorial Interzona, (2014)


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