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El Phylum de los psicoanalistas. Jacques Lacan, a 120 años de su nacimiento, siempre joven

19/04/2021- Por Amelia Haydée Imbriano - Realizar Consulta

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Hoy todavía el nombre del psicoanalista francés es una alusión directa al campo abierto por el descubrimiento del inconsciente y la praxis consecuente, que lleva la marca de Sigmund Freud. Él supo retornar a ella, con una lectura a porfía, y a ella recondujo a sus discípulos… ¿Los psicoanalistas, hoy, nos preguntamos, si “el retorno a Freud” fue acaso el impulso lacaniano necesario para la obra que nos ha legado? O, ¿seremos distraídos respecto de la falta de lectura de los principios que causaron su labor?

 

                     

 

 

“Lo que el psicoanálisis nos enseña, cómo enseñarlo? Qué es ese algo que el análisis nos enseña que le es propio, o lo más propio, propio verdaderamente, verdaderamente lo más, lo más verdaderamente?”

 

                Jacques Lacan, 1957. El psicoanálisis y su enseñanza

 

 

  Utilizamos ese epílogo de Lacan, en el día del aniversario de su natalicio, esperando despertar resonancias. Consideramos que sin ellas no habría posibilidad para que “eso que le es propio, eso propio verdaderamente…” consuene en lo más íntimo del Kern unseres Wessen, lugar que suena y resuena en la experiencia psicoanalítica.

 

  Hoy todavía el nombre del psicoanalista francés es una alusión directa al campo abierto por el descubrimiento del inconsciente y la praxis consecuente, que lleva la marca de Sigmund Freud. Él supo retornar a ella, con una lectura a porfía, y a ella recondujo a sus discípulos.

 

  ¿Los psicoanalistas, hoy, sabemos retornar a las marcas, volver a Lacan? ¿Volver a Freud? Considero que es muy buena ocasión –el día de su natalicio– para pensar en retornar a las marcas que nos ha dejado, y desde sus últimas teorizaciones volver a leer su tesis doctoral de 1932.

 

  ¿Los psicoanalistas tenemos hoy la paciencia de una lectura a porfía? Por ejemplo, todos quienes se dicen lacanianos ¿se toman el trabajo y se otorgan el tiempo de ir a sus referencias? tales como los filósofos griegos incluidos los presocráticos,  Descartes, Kant, Hegel, Heidegger, Marx (en filosofía); a Mauss y Levy Strauss (en antropología), Marc Bloch (en historia), Ferdinand de Saussure, E. Benveniste, L. Hjemslev (en lingüística) y B. Russel y Couturat (en matemáticas), y muchísimas referencias de muy variadas áreas disciplinares.

 

  A algunas generaciones nos transmitieron gran curiosidad. A sabiendas de que la época está tomada por el discurso de la inmediatez, la aceleración y el percipiens, ¿qué haremos para despertar a las nuevas generaciones?

 

  Quienes son gustosos en tratar de descubrir a Lacan en sus orígenes, conocen su tesis de doctorado en medicina “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad” –magnífico estudio clínico del amor cuando es llevado al extremo: la cuchillada que dio Aimée–.

 

  Desde ese momento hasta su muerte (9 de Septiembre de 1981) su actividad fue muy prolífera en la producción para el psicoanálisis, en donde él incluyó necesariamente a sus discípulos. Siempre su nombre alude a un trabajo decidido por la reconquista del campo freudiano.

 

  ¿Los psicoanalistas hoy sabremos transmitir esa decisión a las nuevas generaciones? O, ¿consentiremos a lo “ready made” de la época? y ¡mejor una compilación que se inspire en un párrafo de su obra!

 

  El psicoanálisis ha inaugurado una ruptura epistemológica inaugurada por S. Freud, quizás sin saberlo. Luego del fallecimiento del maestro vienés, Jacques Lacan toma la posta y continúa con una prolija revisión de las condiciones de su surgimiento, siendo su consecuencia, la emergencia de un nuevo modo de conceptualizar.

 

  ¿Los psicoanalistas, hoy, nos preguntamos, si “el retorno a Freud” fue acaso el impulso lacaniano necesario para la obra que nos ha legado? O, ¿seremos distraídos respecto de la falta de lectura de los principios que causaron su labor? 

 

  El retorno a la obra freudiana y sus fundamentos, la revisión de sus conceptos elucidando los “fundamentales”, muestra en forma ejemplar una metodología rigurosa –sin tratarse de rigoris mortis– cuyos desarrollos se sostienen lógicamente, devolviendo al curso del psicoanálisis no solo un marco disciplinar, sino principalmente, su orientación ética.

 

  “Si siempre volvemos a Freud es porque él partió de una intuición inicial, central, que es de orden ético. Creo esencial valorizarla para comprender nuestra experiencia, para animarla, para no extraviarnos en ella, para no dejar que se degrade”. Lacan, J. (1988 [1959-60]) El Seminario de Jacques Lacan. Libro 7, pág. 50. Buenos Aires: Paidós)

 

  ¿Haremos un reality-show que a modo de opereta traicione las fuentes del psicoanálisis? Todos los analistas sabemos que sin recuerdo hay repetición. ¿Estaremos entre los olvidadizos?

 

  Si bien coincido plenamente con Juan Carlos Volnovich, en su conferencia “Psicoanálisis y Pandemia” (24-03-21) respecto que los argentinos debemos apropiarnos de lo que hemos producido en psicoanálisis, y así espero, también considero que será muy triste que no transmitamos el reconocimiento por las obras señeras de Jacques Lacan…

 

  Y, en Buenos Aires quizás no haya “conciudadanos” que soliciten a la municipalidad la colocación de alguna placa memorial –en alusión a La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis” (Escritos 1, pp.384. Buenos Aires: Siglo XXI).

 

  Cuando patentizo la velocidad con la cual los jóvenes buscan una síntesis –en cambio de alegrarse por las referencias– pienso que estamos frente a nuevos modos de Hybris, Antífrasis y Némesis, las tres figuras con que Lacan denuncia al psicoanálisis neoyorquino. Siempre la excusa es la misma: la falta de tiempo que parece haber en la vida actual. Y, ¿el deseo? ¿Cuál es el tiempo para los efectos del deseo?

 

  “Lo que el Psicoanálisis nos enseña, ¿cómo enseñarlo?

Pregunta ofrecida al recuerdo para que resuene y consuene. Solo se sostendrá el porvenir del psicoanálisis si la misma es re-editada, si cada vez se la vuelve a inventar, como si con ella dijéramos –“lo cual nos vuelve al punto de partida” (Lacan, J. La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos 2, pp.572. Buenos Aires: Siglo XXI).

 

  Lacan nos enseñó que la metapsicología freudiana refleja un pensamiento ético, la ética de la experiencia analítica.

 

  Otra pregunta que siempre aconsejamos realizar, a los psicoanalistas que a veces están en la universidad, es: ¿Cómo atravesar esa hiancia entre, el psicoanálisis en tanto que un saber determinado por la estructura de la experiencia analítica, y en tanto que saber expuesto? Y los años realizan su juego y pasan.

 

  Muchas nociones –no conceptos– los hemos podido pensar en forma diferente, pero respecto de la mencionada pregunta nos encontramos pensando igual que en 1988 –por mencionar una fecha de publicación–: el saber psicoanalítico solo puede ser el saber de la transferencia, es decir, el “saber supuesto” que en el curso de la experiencia analítica se vuelve transmisible por otras vías y por otros efectos. La transferencia es donde se constituye la clínica analítica y el psicoanalista.

 

  El trabajo del analítico lo implica y su máxima implicancia será: explicitar su saber des‑suponiendolo, o sea, desprendiéndolo del lugar que le tocó en la experiencia. Es obvio, por ende, que la Universidad no forma analistas; éste pasaje se efectúa en un análisis, en la medida que allí se engendra el deseo del analista.

Finalizo con una exhortación: ¡Aceptemos el phylum!

 


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