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Lo complejo: su riqueza y su incertidumbre

20/04/2021- Por Victoria Arrarás - Realizar Consulta

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Lejos de la pretendida neutralidad de la escuela tradicional, las escuelas abordan la complejidad. Escenarios inéditos, discursos en tensión, abordajes variables. Si la educación es una apuesta a construir un lugar más inclusivo se vuelve necesario el trabajo en conjunto, la flexibilidad y el armado de preguntas para las que no tenemos una respuesta.

 

                               

 

                                         Óleo de Joan Miró*

 

 

  Este escrito busca articular una viñeta que extraigo de una supervisión que realicé dirigida al Nivel Inicial. El pasaje a describir muestra cómo las normas institucionales, los trámites de las obras sociales, las demandas escolares, se entrecruzan en una lógica en la que el sujeto puede quedar anulado, en donde se generaliza un comportamiento y se establece un modo de abordaje sin contemplar lo individual o lo propio.

 

  Esto anterior se asimila al enciclopedismo en el que la diferencia, lo singular, no tienen posibilidad de existencia. Amerita aclarar que ciertas apuestas, a veces aquellas menos elaboradas, producen efectos subjetivos. La escuela, atravesada por la Ley de Educación y de Inclusión, debe permanecer permeable, mutable y con movilidad, para no transformarse en una máquina autómata que transmite conocimiento sin mirar a su público.

 

 

  L es una niña de sala de cinco años que presenta un diagnóstico de T.G.D. (Trastorno Generalizado del Desarrollo). Completó su trayectoria en dicho nivel sin movimientos significativos, contaba con los soportes de Acompañante Externo y de M.A.I., esta última figura era encarnada por dos maestras Integradoras ya que se había decidido, para compensar las trabas en cuestiones administrativas, que tiempo era equivalente a calidad, en lugar de apostar al lazo con una de ambas y considerarlo como un proceso único y complejo.

 

  L no mira al otro, ni a sus semejantes, presenta una mirada perdida, una sonrisa permanente, siempre se muestra cansada y hay un único par de ojos que la convocan tras los lentes, los de Verónica, su acompañante. Ella trabaja con la niña desde la sala de tres años, se conocen, se buscan, se quieren, tienen dentro del jardín de infantes un espacio construido, Verónica hace marca en ella. La acompañante sabe cuándo tiene un mal día, en qué momentos necesita descansar, qué juguetes le gustan. Ella habla por L y la violencia que esto implica hacen de esa niña un sujeto.

 

  En un primer momento, la labor de Verónica es cuestionada: cómo no se puede despegar de L, por qué es tan entrometida, pero luego de observar varios días las salas, pienso que sin Verónica, L no estaría. La función de acompañamiento permanece en una tensión entre los tiempos y las reglas institucionales que la rigen.

 

  Cuando ingresaron las M.A.I. le propusieron correrse, hacer lugar a nuevas caras, en tiempos alternados. Sin quererlo pretendían borrar algo elaborado, un algo muy especial, un lazo, un vinculo. Verónica esperaba a L en junto con la madre a la salida, la sostenía en las escenas colectivas con pares, se alejaba y se acercaba cuando era necesario.

 

  Verónica se angustiaba al pensar e interrogarse qué haríamos en el paso a la primaria, ya que los padres se oponían fuertemente a la permanencia en la sala. Lo único que pude aconsejar en ese entonces, fue solicitarle a Verónica que ella permanezca, ya que el mobiliario iba a fluctuar, las clases se desarrollarían sin una Maestra referente sino con varias y debería responder en distintos soportes.

 

  Las cuestiones pedagógicas a L no la convocaban, no accedía a hacer trazos ni grafismos, a veces no toleraba sostener el lápiz en la mano. Desde ya que mi intervención no fue muy aprobada institucionalmente. Nos encontrábamos en un sin salida.

 

  Los padres sostenían su pedido con el argumento de que L reconocía a su grupo. Pero, ¿L tenía un grupo?

 

  Dado lo difícil de la situación se decide contemplar mi recomendación. Verónica sostiene el espacio, la sostiene a ella y esa vista de los otros es una mirada a partir de su Acompañante. Las docentes de grado y sala acompañan mucho, aportan siempre para que algo suceda, otorgando los tiempos necesarios. L no presenta autonomía para ir al baño, le ponen pañales.

 

  Los primeros días de la primaria fueron difíciles, ella completaba el horario de la jornada, Verónica la acompañaba en los recreos, allí pueden reírse y jugar.

 

  Llega la pandemia y el aislamiento y se ven muy poco a través de una plataforma, esta vez me relata un encuentro mediado por una pantalla, el padre atraviesa un duelo, la niña deja los pañales y acude sola al baño. Se reúnen proponiendo un ritmo y aclarando que los tiempos serán respetados.

 

  L sobre la falda de su mamá nos mira un rato y se va, los padres hablan, y nosotros escuchamos, Verónica no es convocada a dicho encuentro.

 

  Freud al hablar de la práctica de enseñar la plantea como un oficio imposible, este imposible en la escuela de hoy podemos articularlo a la dificultad que generan los diversos discursos que la atraviesan.

 

  El legal, con la burocracia que suele complicar situaciones vinculares y decisiones subjetivantes, ya que genera un escudo ante el encuentro con el otro; el psicológico, que haciendo un mal uso de sus herramientas el sujeto puede quedar etiquetado en un diagnóstico; el médico, ligado a la lógica del trastorno y la medicalización de la infancia; el pedagógico, proveniente de la escuela tradicional, en el que la fantasía de la homogeneización permanece presente y alerta.

 

  Se produce una tensión entre dichas posiciones. En las circunstancias planteadas, la tarea del pedagogo queda tan obstruida como el lugar del niño o niña en cuestión.

 

  La estructura libidinal de la escuela no es sin su historia, algo de la escuela tradicional va a ser una marca difícil de mover, en la historicidad de las instituciones educativas nos encontramos con valores como la normalización, un ideal de enseñanza que apunta a un “todos somos iguales” inhabilitando rasgos subjetivos, que se pueden presentar como singulares dentro de lo colectivo.

 

  A partir de lo anterior se habilita y vislumbra una educación posible y viable que tienda a deconstruir estas construcciones rígidas. Una educación necesariamente flexible para los tiempos que corren.

 

  Para esto debemos transformar el aula, la comunicación, los métodos, los contenidos. Es un trabajo permanente, en un ensayo-error, que solo es posible en el intercambio de los distintos agentes escolares, las familias, el niño/a, y sus pares. Y es sobre esta impronta que el abordaje puede despegarse de lo tradicional y sus repercusiones.

 

  La educación en la actualidad es un fenómeno complejo. La atraviesan diversos saberes como el médico, el psicológico, el legal, el económico, el cultural, el pedagógico, esto provoca dinámicas enriquecedoras así como, a veces, dificulta la trayectoria escolar de las y los educandos.

 

  Abordar desde la complejidad no es equivalente a practicar intervenciones subjetivas. Me refiero a que el otro sea un sujeto, que el/la niño/a sea un sujeto al cual mirar, en quien pensar, al cual apostar. Alguien singular. Pareciera que las diferencias fuesen una entidad ligada moralmente a lo negativo, excluyendo que el rasgo diferencial es lo más propio de cada quien.

 

  En las escuelas generamos dispositivos, redes, construimos instancias de encuentro virtuales, incorporamos agentes intervinientes para pensar y repreguntarnos cuestiones del aula hoy.

 

  Les docentes, pueden encontrarse impotentes ante tanta demanda y como lo muestra el caso N, suele comandar el “deber hacer” antes de el “cómo, el por qué y el para qué” de cualquier movimiento.

 

  Considero importante señalar que se trata de apuestas, de situaciones que generan angustia, felicidad, incertidumbre, al no tener un “modo de…”, la construcción está sujeta a ensayo y error, y esto que supone algo de la improvisación, suele ser aquello que finalmente provoca una marca, un cambio.

 

  Retomando a Freud hay cierto punto de encuentro entre el educar y el psicoanálisis, por un lado los une “un imposible”, pero también se encuentran desde la pregunta y no desde la certeza.

 

 

Arte*: “Mujer, pájaro, estrella” (Homenaje a Pablo Picasso), de Joan Miró (1966-73) Técnica: óleo sobre lienzo. Obra finalizada el día de la muerte de Picasso.

En museoreinasofia.es

 

 

Bibliografía

 

Freud, Sigmund: Prefacio a “Juventude Desamparada”  Obras Completas. Traducao direta do alemano por Luis López- Ballesteros. Madrid: Biblioteca Nueva, 1995.

 

 


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