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Entrevista a Esthela Solano-Suarez

26/01/2010- Por José Ioskyn - Realizar Consulta

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La entrevista a Esthela Solano-Suarez realizada por José Ioskyn recorre distintos aspectos del dispositivo de pase formulado por Lacan: el momento de pase, la demanda de pase y sus diferentes lógicas, la emergencia del deseo del analista, la disyunción entre pase y final de análisis o “el objeto analista que acepta condensar para el analizante el enigma de su plus de goce” y los efectos de padecimiento cuando se produce un deslizamiento de ese lugar, padecimiento que según señala la entrevistada no es solo sufrir, son algunos de los temas abordados. También el destino del amor luego de un análisis finalizado será abordado en estas páginas.

Un nuevo modo de existir

 

Entrevista acerca del pase

 

 

-Cuando Lacan lee su Proposición del 9 de octubre, realiza un recorte "clínico" al seleccionar el "momento del pase", una instancia diferenciada dentro del análisis. ¿Podrías contarnos acerca de este momento del pase, previo a la demanda de pase?

 

-La Proposicion del 9 de octubre es, como su nombre lo indica, una proposición. Lacan propone a los analistas de la Escuela fundada por él solo tres años antes, un nuevo concepto: el concepto de pase.

Se trataba de dar una solución analítica al difícil problema de la validación del estatuto de analista. La propuesta de Lacan se fundamenta en la idea según la cual la posición analítica no se puede homologar a un mero ejercicio profesional. En este sentido, es dificilmente concebible que la posición analítica sea “otorgada” por una suerte de jurado profesional. Esto es lo común, lo que ocurre cuando un profesional es reconocido por el colegio de sus pares, despues de la obtención de un diploma universitario. ¿Qué diploma puede garantizar las competencias analíticas de un analista? Ninguna formación universitaria es apta para conducir a un sujeto a ocupar una posición que consiste en “ser la causa de deseo” para el analizante. Causa de deseo muy singular. Causa de deseo de descifrar el síntoma.

Por esta razón Lacan concibió que el analista sólo puede surgir como consecuencia de un análisis. Es decir que un análisis conducido hasta su término da lugar a un cambio de posición subjetiva, y que este cambio de posicion puede tener como consecuencia que el analizante devenga analista. En este sentido el analista es un resultado, que se deduce del “analizado”.

La Proposición da cuenta de la lógica del proceso analítico, centrado en la transferencia, es decir en el Sujeto supuesto Saber. Se definen ahí los términos  conceptuales de la función del analista y del trabajo que debe realizar el analizante. Se demuestra que las posiciones del analista y del analizante no son recíprocas ni intercambiables. Se considera  que la experiencia analítica no esta abierta al infinito. Es un proceso que tiene un comienzo, un desarrollo y un final. El final esta determinado por la forma en que se comienza. Al final se produce una “ruptura de posición”, cuando el analizante concibe el lugar de objeto que ocupaba el analista en su economía subjetiva. Esto sólo es posible cuando este objeto es cernido y puede “despegarse” de todas las creencias e ilusiones que éste sostenía. Tambien, fundamentalmente, cuando el analizante llega a saber qué secreta satisfaccion, es decir qué goce singular, condensaba ese objeto en su economía de sufrimiento sintomático. En principio, este cambio de posición subjetiva conlleva una elaboración o ganancia de saber en el lugar de la verdad y signa el final del recorrido analítico. Los partenaires se separan. Esta separación es decidida por el analizante que “deja caer” al objeto analista. La función del analista se torna innecesaria cuando el analizante, habiendo descifrado el enigma de su dolencia neurótica, se considera satisfecho y se marcha.

La separación, es decir el fin del análisis, es una conclusión lógica. Esta a su vez es la consecuencia de un largo proceso deductivo cuya elaboración tiene lugar en cada una de las sesiones, en cada uno de los encuentros.

Cada encuentro debiera estar gobernado por lo imprevisto. La sorpresa, el corte, están a cargo del analista. Su acto desencadena efectos de verdad. Estos, en su fulgurancia de relámpago, comportan en sí una suerte de subversión subjetiva. La temporalidad forma parte de la lógica en juego. Cada sesión abre hacia lo nuevo, hacia lo inédito. Hasta que un dia el corte es definitivo, y esta vez es el analizante quien lo determina y lo decide.

Cuando esto se produce como consecuencia lógica de un proceso que se termina, se experimenta una suerte de satisfacción feliz. El afecto propio de este momento de conclusión es la alegría y por qué no decirlo, una cierta certeza de la decisión justa y oportuna. Si por el contrario la “salida” deja un sabor amargo, un resentimiento, o cierta insatisfacción coloreada de duda, podemos estar seguros que la partida se suspendió por hartazgo, sin concluir.

La decision de testimoniar, es decir de demandar el pase a la Escuela es posterior, en la mayoria de los casos, al momento de decisión de dejar al analista.

 

Versiones agujereadas del pase

 

-Al pasar por las sucesivas instancias del pase, desde el momento de pase, la demanda de pase, etc, y luego los sucesivos testimonios, continúa un cierto trabajo de elaboración, de reducción o de reformulación de lo que ha sido el propio análisis. Lo que se describe es como si una vez dejado al descubierto el "hueso", se siguiera modelando al mismo. ¿Hacia donde se dirige esa reformulación que contínua durante y posteriormente al pase?

 

-Los momentos que usted menciona son diferentes y responden a lógicas diferentes. Son diferentes momentos de la temporalidad lógica. Puedo referirme a mi propia experiencia, que es al fin de cuenta la que mejor conozco. En el curso de mi análisis, cada sesión se transformó a partir de un cierto momento –cuando empecé a escuchar lo que yo decía– en un momento de pase. Es decir que el acto del analista me confrontaba a través de los equívocos de la lengua a escuchar en lo que decia “otra cosa” distinta de lo que había querido decir. Otra cosa radicalmente diferente a lo que vehiculiza la “intención de significación”. Esto sólo es posible si el acto del analista contraría la intención de significación. En este caso el acto analítico introduce al analizante a un proceso de lectura ya que sus dichos, su texto hablado, la consistencia de las significaciones, es agujereado por el acto analítico.

Al hacer agujero en el sentido común de la lengua, el acto analítico permite ceñir en la enunciación los significantes S1, es decir los significantes amos disjuntos del Otro significante que da sentido.

Esto se equipara a aislar los trazos de la letra en el cuerpo. Son momentos de sorpresa y por qué no decirlo de trauma. Se puede asi hacer la experiencia de la “lalengua” como traumática para el ser hablante.

Cuando la experiencia analitica se termina, no se sabe bien por donde se transitó desde que se comenzó hasta que los dos partenaires se separan. Se sabe que se terminó, se experimenta una satisfacción correlativa de un “despegue”, ya que ha cesado el sufrimiento del síntoma, se ha ganado terreno a la inhibición y se acalló la angustia.

Es como  acceder a un estado de sorpresa absoluta ante un nuevo modo de existir y de ser. Un nuevo modo que ya era, pero que estaba enredado. Es  acceder a poder hacer con lo que se es, lo cual es muy limitado y al mismo tiempo abre hacia lo posible, sabiendo exactamente lo que es imposible.

Cuando se demanda el pase a la escuela se quiere transmitir esta novedad. Ahora bien, el ejercicio del testimonio ante los pasadores es de naturaleza diferente al ejercicio del análisis. Ante los pasadores se trata de reconstruir la historia del análisis: se parte de los efectos de verdad que se produjeron en las sesiones, y por supuesto que hay que ganarle al olvido.

Mucho de lo que pasó en el análisis se olvida. Quedan restos, momentos memorables, significantes mayores aislados, trozos de saber. En definitiva lo que queda son como retazos de lo real. Con esos restos hay que construir un relato, definir su lógica. Se trata de una construcción après coup.

Se trata de explicar a partir del estado inicial que condujo a la experiencia de un análisis, por donde se pasó luego para que se produjera un resultado de tal tipo. O mejor dicho, a partir del resultado se trata de leer las torsiones que se produjeron para resolver el problema inicial.

Solo desde el final se puede leer de qué modo se aisló el nudo del síntoma sobre el cual reposa una posición subjetiva. Es como aislar en un enredo de hilos y de nudos la trenza  de una posición subjetiva, la cual se estableció así desde que se aprendió a hablar la lengua que nos fue hablada.

En el testimonio se trata de dar cuenta de la escritura que se leyó en el análisis, como escritura de la “lalengua” en el cuerpo, que hace síntoma. En este sentido en el pase se testimonia del estatuto de “hablante ser”, en su singularidad, el cual se anuda para cada uno como respuesta a lo imposible que proviene de lo real.

Esta version puede recibir en el transcurso del tiempo nuevas aportaciones. porque no es una version completa, se trata siempre de una versión agujereada. No hay última palabra que diga todo lo que se analizó y todo lo que se supo.

Me ocurre, a veces, en los momentos difíciles que la vida me presenta, de poder sacar nuevas enseñanzas de mi análisis, sobre aspectos que no había aún vislumbrado. Es decir que en cada momento en que se encuentra, o que se topa con un trozo de lo real, se trata de leer de nuevo, de leer otro aspecto, porque siempre que aparece lo real, sin ley y sin sentido, queremos darle sentido. Pero nuestra empresa tiene un límite. Lo real siempre triunfa.

No podemos saber ni sobre nuestra  muerte que un dia nos dará la sorpresa última, ni sobre la fórmula que nos abriera hacia el encuentro sexual regulado y armónico como el de los pingüinos.

Para ellos la armonía, para nosotros la contingencia y los malentendidos.  Quizá el análisis abre hacia un estado amoroso que no se anuda a la necesidad del objeto. No sé si respondi a su pregunta. Quiza mi respuesta es “no toda”.

 

 

-En la literatura producida por los miembros de los carteles del pase, surge que de los testimonios se deducía una importante transmisión de una serie de cuestiones: beneficio terapéutico del psicoanálisis, formalización del síntoma, efectos de despegue del fantasma, etc. Pero algunos mencionan cierta debilidad en cuanto a la transmisión de lo más específico, el corazón del pase, que es la descripción de la emergencia del deseo del analista y su conceptualización. ¿Es algo de difícil transmisión en sí mismo, o a qué obedecería este déficit en los testimonios, si es que concordás con este criterio? En todo caso, ¿cómo describirías a esta emergencia del deseo del analista?

 

-El deseo del analista no se puede declarar. Es indecible. Del deseo del analista solo puede testimoniar el analizante que fue causado por este deseo en su análisis. En el pase el deseo del analista puede ser leído por el cartel a través del testimonio del pasante. Y esto se deduce, en el recorte que el pasante hace en su lectura, de los sesgos ilusorios de sus deseos. El deseo es siempre deseo del Otro. Cuando se leen todos los artificios y los engaños a través de los cuales el sujeto se “defendió” del deseo del Otro, o de la interpretación que él hizo del deseo del Otro, es posible concebir la estrategia neurótica ante el deseo. El Otro en juego es siempre una suerte de artificio gozoso. Se hace existir un Otro ante el cual el sujeto despliega una política del deseo.

Pero el análisis conduce hacia la aceptación de que ese Otro no existe, y que es el Uno solo que se pasea por el mundo con un Otro a su medida. Ese Otro está fabricado con el plus de goce de cada uno. Es con el objeto a, voz, mirada, desecho anal o seno, que el sujeto hace consistir el Otro que no existe porque  es un puro agujero. Esta dislocación permite acceder a una suerte de responsabilidad ante el deseo, por que no hay ningún Otro que responda en el lugar del sujeto. En esas condiciones se puede aceptar que se quiere lo que se desea.  Poder resolver el enredo del deseo, desgarra al deseo del circuito de la demanda. El neurótico quiere que le pidan para desear, como tambien cree que como no le dan no puede avanzar en el camino de su deseo.

Si no hay Otro que de o que no de, entonces se puede acceder a la dimensión del deseo en acto. La solución del enredo del deseo abre hacia la disposición del acto. En el acto no hay Otro que de permiso, o que acompañe. El acto impone la soledad radical del sujeto. El acto abre hacia la lógica de las consecuencias: solo se es responsable de las consecuencias del acto. La lógica de las consecuencias supone una ruptura con la lógica de la intención: querer hacer el bien nos lleva siempre hacia lo peor.

Un testimonio de pase da indicios sobre la posicion ética del sujeto con respecto a su goce, al deseo y a la posibilidad de disponer del acto analitico.

Poder sostener la posicion ética que comporta la función deseo del analista supone no hacer valer ninguno de los deseos que indexan toda concupicencia, ya sea esta la carnal, la de tal o cual avaricia, la de tal o cual orgullo, la de tal o cual sublime caridad, bondad, belleza, sabiduria o excelencia narcisista. Una posicion deseante que no se funda en ningun objeto plus de goce abre hacia una cierta santidad. ¿Sera por eso que Lacan dijo en Television que el analista, cuando opera en el acto analítico, es un santo ?

 

 

Saber hacer con la lengua

 

-Si el inconciente se reduce a la letra, ¿cuáles son los efectos de esta lectura?

 

-Los efectos de lectura. Por una parte, la pasión de descifrar el propio inconsciente, llegado un momento, al final del análisis, se agota. Es como una suerte de cierre, no definitivo, por supuesto. En cierto modo, el análisis simplifica las formaciones del inconciente, permitiéndonos de percibir que casi siempre nos cuentan el mismo cuento.

No obstante, en ciertas circunstancias de la vida, por alguna contingencia se reaviva una suerte de cicatriz del sujeto. Yo entiendo por esto una suerte de talón de Aquiles de cada sujeto, que es la marca que resulta del malentendido singular entre un hombre y una mujer del cual cada uno proviene. Es en esos momentos donde me ocurre que me encuentro metida en algun desacierto o bévue, una suerte de yerro que me enrieda y cuyos efectos son ciertos afectos desagradables. Solo salgo de ahí poniendo en claro para mi misma, es decir leyendo, los términos de la confusión en la que me enredé según ciertas circunstancias en la relación con los demas. Y remite siempre al mismo punto, a la misma fragilidad. En este sentido este principio de lectura participa de un saber hacer con los efectos de la lengua, porque son siempre las palabras que nos juegan alguna mala jugada, tanto las palabras dichas, como las escuchadas, o también las que quedan sin ser proferidas, encerradas en un silencio que se pone a gritar.

 

Amor y femineidad

 

-¿Cuál es el destino del amor luego de un análisis finalizado?

 

-Un estado amoroso que prescinde de la necesidad, sería como acceder a una dimension del amor sin reclamo de repeticion. Un amor que se satisface del instante, como puro instante de vida y de don. En esta suerte de nueva dimensión amorosa es como si el amor se depurara de una corte de afectos que lo parasitan: el reproche, el chantaje, la posesividad narcisista que es demanda al servicio de la adoración del ego, la culpa, y por que no decirlo, su compañero principal, o si se quiere, su reverso, que es el odio. Me parece que el análisis pone orden en las pulsiones y le da la posibilidad al amor de desligarse de la pulsión de muerte y de funcionar al servicio de las fuerzas de vida, si hablamos en términos freudianos.

 

-En uno de sus artículos encontré la siguiente frase, iluminadora por su precisión y que, quizás, designe no solo a su tercer analista: “Supo convertirse en el objeto propicio para que yo pudiera tratar no sólo eso increíble, sino, también, para que pudiera vencer mi incredulidad inicial”.¿No es esta la posibilidad paradigmática del discurso analítico y la posición del analista, ser un objeto propicio para tratar lo increíble?

 

-La posicion del analista es una cuestion crucial. Que un analista pueda ofrecerse como objeto supone que él mismo se haga “el crédulo” del funcionamiento de la transferencia, sin sacar otro partido que el de la posibilidad para el analizante de hacer un analisis. No implica que el analista  se coloque en el lugar de un objeto común ya que en este caso sería un masoquista y no un analista. El objeto analista es el que acepta condensar para el analizante el enigma de su plus de goce. Es una suerte de arte del semblante que conlleva una posicion subjetiva imposible, que es la de no ocupar el lugar de los efectos de división del sujeto. Cuando esto ocurre, cuando el analista se desliza de su lugar y los afectos del discurso analizante lo colocan en el lugar de sujeto, entonces no está en condiciones de operar, sino de padecer. El padecer no es sólo sufrir, el analista puede padecer tambien de los efectos de seducción o de los efectos hipnóticos de la palabra analizante y puede dejarse sugestionar y creerse algunos cuentos. En principio la posición  del analista, cuando es acertada, abre aún en los sujetos incrédulos hacia el lugar de la creencia que es el basamento del sujeto supuesto saber. Bueno, hay que decir que hay incrédulos e incrédulos. La increencia radical  caracteriza, como ya nos los enseño Freud, una posicion subjetiva forclusiva, en función de la cual no es atinado andar desencadenando la división del sujeto.

 

-Ud. comenta la decisión de realizar su tercer análisis, luego de que se abriera, posteriormente a la nominación como AE, un “agujero existencial”, aquel que para la feminidad se articula a un goce innombrable. Sin duda está contenido aquí el arduo e histórico problema de los destinos posibles de la sexuación femenina. ¿Cómo se ha resuelto para usted? ¿Se podría indicar aquí algo de orden general?

 

-Cuando me decidí a hacer el pase fue diez años despues de terminar mi análisis. Es decir que me tomé mi tiempo, claro que no sin relación con la historia de los acontecimientos que atravesó en esa época la institución analítica, después de la desaparición de Jacques Lacan. Durante esos diez años me beneficiaba de todos los efectos positivos de mi análisis. Fue un periodo muy fecundo en mi vida en sentido propio y figurado: di a luz dos bellas hijas, me ocupé de ellas plenamente, con una alegría inmensa, sin dejar en ningún momento de consagrarle simultáneamente a las actividades psicoanalíticas toda mi energía y mi pasión. En ese tiempo yo, como otros, éramos los “jóvenes” de la Escuela. En ese período aprendí a escribir, a leer, gracias a la enseñanza de Jacques Alain Miller.

Cuando hice el pase y fui nombrada A.E., quizá como efecto de la nominación, se produjo en mi una suerte de despertar y se me hizo patente lo que no había querido aceptar, que era una suerte de soledad inconmesurable, que estaba ya ahí. 

El pase vino a poner en evidencia la soledad radical del sujeto. Y como soy mujer, esa soledad no es una soledad que se circunscribe en un Uno que hace excepción para que el sujeto pueda abrigarse en el “como Todos”. Es una soledad sin excepción que hace agujero en cualquier Uno en el que se sustentan los nombres con los que se ata lo simbólico y lo real. Había que sostener responsablemente las consecuencias de esta experiencia subjetiva.  Hay que hacer con eso, sabiendo que no hay, para una mujer, ningún Nombre del Padre y ningun semblante fálico que otorgue una subsistencia permanente a su demanda de existencia. Ella ex-siste cuando se siente la única en el deseo y el amor de un hombre. Es siempre una circunstancia. Bueno, ¡hay circunstancias que pueden durar toda una vida para algunos!

 

 

 

Pase y final de análisis

 

-Usted ha transmitido la prueba acabada de la disyunción entre el pase y el final del análisis, ya que ha retomado un tercer análisis luego de su pase. ¿Cómo debería entenderse esta disyunción, ya que es común la colusión de ambos conceptos?

 

-El final del analisis y el pase son dos momentos distintos. Puede hacerse el pase antes de terminarse el análisis, hay experiencias que testimonian de esto.  En mi caso no tengo ninguna duda de que había terminado mi análisis. Pero despues del pase acudí a un analista, otro analista, para releer mi prueba, en el sentido de la prueba escolar. Quería saber, en función de las nuevas circunstancias que estaba viviendo, si habia algún término que quedó en la sombra o si era sólo un efecto de la vida que se imponía a mi. El tiempo me demostró que se trataba más bien de lo segundo. Pero claro, un análisis se puede terminar, es decir haber tocado el punto de finitud y despues la vida nos confronta con nuevas pruebas. Lacan decía al final de su enseñanza que un análisis produce efectos, que solo duran un cierto tiempo.

 

-Si bien Jaques-Allain Miller retoma la idea lacaniana de que lo real es sin ley, por otro lado el sinthome pareciera constituirse en un orientador. No sólo un saber hacer con, sino una certeza que orienta al sujeto. ¿Es un contrapeso, la orientación del sinthome versus el fuera de sentido de lo real? Si es así, ¿un analizado podría dar cuenta de esta oscilación entre fuera de sentido y orientación?

 

-El sinthome es lo que queda del síntoma despues de haberlo analizado. Es el síntoma sin su padecimiento mortificante. El sinthome es como el ombligo del síntoma, en el sentido que le daba Freud al ombigo del sueño. 

Una vez que se han producido los S1 que condensan el “goce-sentido” (jouis-sens) del síntoma, lo que queda es como el resto disecado de lo que fue el síntoma. Es una suerte de modo de hacer, de modo de ser fundamental. 

¿Por qué el síntoma es una brújula? Porque nos orienta sintomáticamente en nuestro embrollo, en nuestro no saber hacer con lo real.

¿Cómo hacemos ante el sin sentido? Respondemos haciendo lo que podemos, de manera sintomática. Cada uno a su manera. Seguramente que nos orienta mal, porque no hay una ley en lo real para que podamos encontrarle la vuelta de una vez para siempre. Por esa razón damos vueltas en redondo, y cuando creemos que ya salimos y que estamos afuera, nos encontramos que todavia estamos adentro!

Me parece que un analizante en su análisis despeja el sentido unilateral de su desorientación, y la razón de la imposibilidad  para  el ser hablante de acceder a un saber hacer sin yerros ni fallas. Esta razón hace que la culpa no sea de nadie, que ya no hay más excusa, y que cada uno es responsable de la forma singular en la que se equivoca.

Pero poder apoyarse en el sinthoma nos simplifica mucho la vida porque se puede saber que no hay otra cosa en la bolsa, que es como nuestro único haber; y porque sabiendo cuan limitados somos, podemos encontrar el modo de que sea posible, cada día, de empujar un poquito el límite.

 

-Entonces, si tomamos la referencia de la sustitución Joyce/Freud, ¿no serían esperables menos referencias edípicas en los testimonios de pase, y más ficciones singulares que representen este factor de invención sinthomática?

 

-El Edipo es una ficción, un sueño de Freud como dijo Lacan. Es una ficción que responde del imposible de la estructura. Hablar del padre y de la madre es una pasión. Tiene que ver, según Lacan, con el hecho de que el lenguaje, o mejor dicho la “lalengua”, nos fue transmitida por ellos. Así, se les atribuye a estos personajes insignes de la novela familiar los efectos que son propios a la lengua. La experiencia analítica nos lleva hasta el punto en que podemos considerarlos como siendo o habiendo sido tal tipo de hombre o tal tipo de mujer, resultado de una cadena de generaciones, en la que se transmitió o no, es decir quedó excluído, un cierto saber, una articulación de saber. Poder amarlos como son, o como fueron, sin reproches, sin culpa, es un efecto formidable del análisis. Se puede consentir al hecho de que ellos tampoco sabían hacer, y hacían con su síntoma y se enredaban en su fantasma.

Me parece que muchos testimonios dan cuenta de esta suerte de subversión. Lo interesante es poder concebir como cada sujeto salió de tal matriz sintomática familiar y encontro un modo, único, de inscribirse en una suerte de ruptura que no deja de lado la continuidad, pero que patenta una solución.

 

 

 


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