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Entrevista a Jean Allouch

11/01/2001- Por Graciela Graham - Realizar Consulta

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Entrevista a Jean Allouch

Por Graciela Graham

Graciela Graham: ¿Qué cambio implica en su enseñanza, esta decisión, creo inédita de dictar su seminario en el marco de la Ecole Lacanienne de Psychanalyse simultáneamente en París y la Argentina?

 

Jean Allouch: ¿Dónde ve usted algo que merezca ser llamado "mi enseñanza"? No hay nada de eso. Yo intento otra cosa: interrogar a Lacan desde una posición ni adquirida, ni garantizada de alumno, en el mismo sentido en que un Wittgenstein fue un alumno de Russell. Para él, esto quería decir preguntar lo que este último decía, sin ninguna consideración por la persona de Russell. Es cierto que mi interrogación de Lacan (que además, no es tan solitaria, soy miembro de una escuela) terminó teniendo un cierto peso y que, desde hace algún tiempo, aquellos a quienes les molesta esta cuestión, intentan separarla de Lacan porque va en contra de sus facilidades, más precisamente de las facilidades que se toman con Lacan. Lo hacen, no sin malicia, poniendo mi nombre por delante. Tengo la debilidad de creer que es a Lacan a quien tienen en la mira, lo que resultaría cierto si se demostrara (está en ustedes juzgarlo) que le planteo a Lacan preguntas que se plantean en y con Lacan. Con lo cual se vería que yo, en esta materia no cuento en lo más mínimo, soy una no-persona. ¿Acaso no es así, por ejemplo en Marguerite, ou l'aimée de Lacan?

No hay nada personal en esta obra, ni tampoco en las otras (incluso cuando analizo uno de mis sueños en la Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca).

La decisión de proponer un seminario en Francia y simultáneamente en la Argentina fue en principio un asunto circunstancial. Lacan importa en Argentina y se me invita a presentar mis trabajos, pero la repercusión en Argentina fue diferente. ¿Con qué resultados? El tiempo lo dirá. Aunque ya hay algo que parece demostrado: cuanto más estrechos sean los lazos entre Francia y los países llamados latinoamericanos, cuanto más compacto sea el entramado, cuánto más numerosos y animados sean los intercambios y los contactos, más se notará que las preguntas hacia Lacan y el psicoanálisis no se presentan de un mismo ángulo aquí, en Francia y allá, en la Argentina. ¿Quiere un indicio? Seguramente yo como ningún francés, nunca hubiera podido escribir El idioma de los lacanianos de Jorge Baños Orellana y él nunca hubiera podido escribir Marguerite ou l'aimée de Lacan.

 

G.G.: El título de su seminario es una cita del seminario "El revés del psicoanálisis". Lacan viene de decir que la clave no es que el sujeto se coloque como agente en el discurso, la clave es la cuestión sobre lo que hay del goce. Por esto, a pesar de la confortabilidad de la sociedad, existe "esa obsesión sadomasoquista que caracteriza nuestro amable ambiente sexual". La clave no es entonces el sujeto ni una teoría sobre él ¿Por qué entonces el sadomasoquismo sería una obsesión?

 

J.A.: hay una dificultad considerable y casi insoluble en la traducción al castellano de la palabra "hantise", que utiliza Lacan. En francés, una casa "embrujada" ("hantée") (del germano Heim, de donde proviene el unheimlich de Freud) no es una casa "obsesionada", lo que por otra parte no se dice. Si hubiera podido tomar en cuenta a tiempo que "hantise" sólo podía traducirse por obsesión, palabra a la que no puede sustraérsele radicalmente uno de sus sentidos, el del síntoma obsesivo, hubiera elegido otro título justamente para tratar de tener el mismo de ambos lados del Atlántico, de una lengua a otra. Pero este error tuvo su interés, ya que nos dimos cuenta de que los hispano parlantes no conocen plenamente la "hantise" (¡si no, tendrían una palabra específica para ello!). Finalmente quizás gracias a Lacan, pronto estarán ellos también "hantés".

¿De qué se trata? De determinar el estatuto, la función, el alcance del sadomasoquismo en la erótica occidental actual. Hablando de una "obsesión sadomasoquista", Lacan sugiere que el sadomasoquismo es un rasgo del ambiente erótico contemporáneo ¿Sería contingente? Leyéndolo podemos entrever que no. Aún falta demostrarlo. Y, de allí, intentar alcanzar lo que la afirmación freudiana, validada por Lacan, afirma sobre el carácter esencialmente masoquista del goce.

G.G.: Freud en sus "Tres ensayos para una teoría sexual" postula una teoría sexual ¿Qué diferencia habría entre plantear una teoría sexual para el psicoanálisis y plantear el psicoanálisis como una erotología? ¿La teoría del coger que usted encuentra en el seminario de la angustia es parte de la erotología?

 

J.A.: Postular, fabricar una teoría sexual, no tiene ni mas ni menos importancia que lo que hacen los niños con sus propias teorías. No pretendo decir que Lacan produjo otra cosa. Simplemente, su teoría del coger no ha sido hasta hoy despejada, explicitada. Curioso ¿verdad? Yo estoy trabajando en esto no por el placer, la aplicabilidad o la utilidad eventual de disponer de otra teoría sexual más de la infancia (y no infantil), sino por varias razones entre las cuales las dos más importantes son: una de doctrina y la otra de práctica. Para la doctrina, no puede entenderse en todo su alcance la aserción cardinal "no hay relación sexual" si se sortea la teoría del coger tal como va armándose en el seminario "La angustia" que es el verdadero punto de partida de esta aserción. En cuanto a la práctica, el hecho de no coger aparece en este ejercicio erótico que es el análisis, como un dato constitutivo de su dispositivo. ¿Cómo actúa, en este dispositivo, este no coger? ¿Esta abstención enciende el amor o más precisamente lo que Lacan llamaba l'hainamoration? Si, por ejemplo, el orgasmo, como sostiene Lacan, es una "angustia acabada", ¿qué resulta de un vínculo erótico que se instala sobre la base de la exclusión del acabamiento?

G.G.: ¿El psicoanálisis al psicopatologizar la sexualidad podría haber adherido al discurso de la bionorma (como lo indica Foucault)? ¿En qué medida los estudios gays y lesbianos fuerzan al psicoanálisis a revisar críticamente sus postulados?

J.A.: Un cierto número de lacanianos, y no sólo en Francia, se basan en un pretendido "orden simbólico" (promovido por Pierre Legendre) para dar su apoyo al discurso dominante, aunque relativamente cuestionado, de la bionorma. Por ejemplo, en la plaza pública argumentan contra la perspectiva de un casamiento gay o contra la crianza de los hijos por parejas gays o lesbianas, que un niño debe tener un papá-hombre, una mamá-mujer, que un niño precisa de la diferencia sexual (como si esta diferencia existiera en cualquier lado, como si esta diferencia no fuera también el nombre de una relación sexual). Sin esto, amenazan directamente, este niño, profetizan, será psicótico. No les pregunten cómo saben si su propio papá es un hombre de verdad, su mamá una mujer de verdad, no les pregunten si tienen conocimientos clínicos suficientes para poder entender cómo se construye una psicosis, los pondrían en aprietos. Confórmense con suponer que lo saben. Sin embargo, eso es lo que los estudios gays y lesbianas dejaron de aceptar. En junio de 1998, en la Gay Pride tenían como slogan pregonado en las calles de París " ¡Qué nos importa el orden simbólico, pelearemos hasta el final!" No estoy sólo en la lucha contra la etificación del psicoanálisis.

G.G.: Usted ha dicho: "El psicoanálisis será foucaultiano o no será". Hay quienes dicen "el psicoanálisis será el malestar en la cultura o no será". ¿Encuentra alguna relación entre estas dos afirmaciones?

 

J.A.: Vale la pena leer lo que viene inmediatamente después de esa declaración que es: "además siempre lo fue". Dicho de otro modo: Freud, cuando inventó el psicoanálisis, era foucaultiano. ¿Qué quiere decir? No se trata sólo de las posiciones sostenidas por Foucault como la mala jugada llamada "humanismo", o la resistencia contra el encierro de la locura en una mirada o su denuncia del psicoanálisis como heredero de la scientia sexualis cristiana (una crítica a la que prácticamente ningún lacaniano respondió). Se trata de este movimiento, de este gesto según el cual es inútil pensar si no es con este efecto de desprenderse de sí mismo. Foucault lo formuló mejor que nadie, pero no hay duda de que es aplicable Freud (piense sólo en la introducción de la pulsión de muerte) y en un estilo diferente, igualmente aplicable a Lacan. Lacan no era un teórico, nunca (o en todo caso una sola vez, en el artículo Los complejos familiares) "construyó un sistema de pensamiento", como lo proclama su biógrafa que lo perjudica gravemente. Pero no se quedan atrás los que sugieren que tal sistema existe sin más y punto. Realizan una operación que no les demanda mucho esfuerzo; les basta con leer a Lacan lo suficientemente de lejos para enseñar por ejemplo que, según Lacan el sujeto está dividido. ¿Lacan no pronunció estas dos palabras "sujeto dividido" cientos de veces? Sólo fíjense que en cuanto intenta escribir esa división como en el seminario "La angustia" no funciona. Entonces aquí estamos frente a nuestras propias responsabilidades, no idénticas a las de Lacan cuando vivía. ¿Qué teoría del sujeto vamos a adoptar? ¿La intersubjetividad? ¿El sujeto representado por un significante? ¿El sujeto del anudamiento? ¿Vamos a adoptarlas o nos dispensaremos de demostrar que estas tres versiones son compatibles o incompatibles? En realidad, alguien como Lacan no nos dispensa, todo lo contrario, de tomar posición. Uno no puede como él decía, "más que poner de sí" (mettre du sien) (fíjese en el equívoco, ya que mi nulidad, así como la de cualquiera, está allí). En Lacan, como en Foucault y en Freud, nada funciona completamente y son justamente estos obstáculos que son enseñanza y no así las tesis que durante un tiempo, tienen un doble valor: el de desasnar y el heurístico (de allí que las introducciones, manuales, diccionarios, tratándose de alguien como Lacan, no sólo no sirven para nada sino que por el contrario, desvían su enseñanaza y se desvían de su enseñanza).

Lacan estaba en permanente desfasaje con él mismo, y sobre todo con la imagen que de él le ofrecían los lacanianos. Foucault lo expresó mejor que nadie (Lacan escondía a menudo su juego) y es ante todo en estas declaraciones que yo pensaba cuando escribía esa frase que me alegra que no haya pasado inadvertida.

En relación con la cultura y su malestar. ¿Me creería si le digo que no tengo la cultura en el diván? El psicoanálisis es una experiencia limitada, metodológicamente regulada, cuyo dispositivo ha sido establecido por un Freud incitado por algunas jóvenes que desde luego estaban inmersas en una cultura, pero esta misma cultura las rechazaba, y las transformaba en parias. Otro punto en común con Foucault: el psicoanálisis se pierde si no se acerca a los parias.


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