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Entrevista a: Julio Granel

29/02/2012- Por Emilia Cueto - Realizar Consulta

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La entrevista al Dr. Julio Granel nos acerca a un tema muy presente en cualquier medio de comunicación: los accidentes. El entrevistado desarrolla sus teorizaciones producto de más de 30 años de seguimiento de casos de accidentes, conceptualizaciones que por momentos se alejan del pensamiento psicoanalítico ortodoxo. El lugar que –siguiendo a Bion- le da a la intuición y la premonición será una de estas vías. Otro punto interesante será la articulación que realiza entre accidentarse y perversión o accidentarse y psicosis.

 

 

 

 

- Usted es médico, psiquiatra, psicoanalista en función didacta en APA, ¿en qué momento surgió su interés por el estudio de los factores inconscientes de los accidentes?

 

- En realidad desde que hacía medicina. Más allá de la atención que tenía que brindar porque estaba en un servicio de guardia, de la parte de la asistencia médica y traumatológica, siempre me interesó mucho lo que pasaba en la mente del accidentado. Me parecía muy extraño que una persona mientras manejaba se hubiese distraído o hubiera mirado para otro lado como para chocar, y me dio la impresión de que eso también era una enfermedad: que no solamente se trataba del hueso roto, sino que algo pasaba en esa persona que la llevó a un acto que no tiene que ver ni con los gérmenes, ni con las hormonas, ni con la presión arterial, si no con algo que le sucede a la persona. Ahí me empezó a interesar, después estudié psiquiatría, psicoanálisis y empecé entonces leyendo Freud.

 

- Cuando desarrollaba su profesión de médico en los servicios de guardia,  ¿tenía idea de qué orientación, qué especialidad iba a seguir?

 

- Siempre estudié medicina para ser psiquiatra, pero mientras me desempeñé en el servicio de guardia atendía heridos, traumatizados, quemados o cuadros agudos. Era medico y era fundamental saber eso, pero siempre con la curiosidad... luego entré en una sala de clínica médica donde había un médico que había venido de Estados Unidos, que me enseñó también el abordaje psicológico de los pacientes con trastornos somáticos. Después ingresé en un sanatorio psiquiátrico, el Sanatorio Flores, del profesor Gonzalo Bosch, uno de los grandes psiquiatras argentinos de aquellos años. Seguí el curso de médico psiquiatra y fui medico interno de ese sanatorio, y después ya entré en la Asociación Psicoanalítica Argentina y me especialicé como psicoanalista.

 

- ¿En que año ingresó a la APA?

 

- Yo me recibí en el año 1951 y en el 59-60 entré a APA.

 

- Usted sostiene que los accidentes no son casuales ni azarosos, si no que son la respuesta ante una “Crisis de Cambio” que el sujeto “no puede afrontar ni resolver”. ¿Por qué los vincula con una “Crisis de Cambio”?

 

- Yo lo sostengo, pero me baso en Freud. Estudiando psicoanálisis encontré que Freud tiene un libro que se llama “Psicopatología de la vida cotidiana”, donde estudia los errores de la vida, es decir: olvidos, olvidos de la memoria, de objetos, errores y también incluye accidentes. Sitúa varios casos de personas accidentadas que él, justamente, tiene el acierto de no llamar accidentes. Porque como decimos: en realidad “los accidentes no son accidentes”. Si tomamos la definición filosófica, aristotélica, de que el accidente es algo que le pasa a la persona por fuera de ella, es algo en lo que no tiene nada que ver esa persona, esos no son los accidentes. Entonces Freud los llama con un nombre alemán: Vergreifen, que significa “trastocar las cosas confundido”. O sea que el accidente es el trastrueque de las cosas de un estado de confusión. Freud será quien dice que no son accidentales, que no son azarosos y que están determinados por el inconsciente. Y sobre esta base teórica freudiana yo me he valido para seguir estudiando y caracterizar un poco más, en nuestra teoría, que es lo que le pasaría a esa persona. Lo que nosotros sostenemos es producto de reflexiones y de observaciones en pacientes accidentados que son personas con crisis de cambio. Ésta es una teoría, por consiguiente puede ser refutada, puede ser ampliada.

 

- Pero ¿por qué particularmente crisis de cambio?

 

- Primero por hechos de observación. En la mayoría de los accidentados que hemos observado, que hemos estudiado en hospitales –los alumnos de CIPEA hacen trabajos, pasantías en hospitales– encontramos este hecho: que el paciente se mudaba, o se casaba, o se divorciaba, o tenía una pérdida de familiares, es decir vivía una situación de crisis. Esa es una teoría. De acuerdo a los epistemólogos de la ciencia una teoría puede encontrar una causa, que siempre va a ser provisoria, si hay un hecho consecuente con dicha causa, después eso se puede perfeccionar o refutar. Si nosotros encontramos que la mayoría de los pacientes dicen: “ahora justo que me mudaba”, “ahora justo que viajaba”, tenemos todo el derecho filosófico, epistemológico, a decir “bueno, este es un hecho con esta consecuencia, por ahora vamos a estudiarlo así”. Como digo, más adelante puede aparecer otra cosa, pero la base de nuestra teoría es esa. Ahora, ¿por qué desde un punto de vista psicológico? Es porque en las crisis de cambio es donde más se sacude la persona, más se conmueve la personalidad. Todos nosotros, usted, yo, todos, estamos preparados para vivir –digamos– las contingencias de la vida; pero cuando son fuertes, súbitas y uno no está preparado, el aparato psíquico se resiente, el cuerpo… la psique y el soma se resienten, tiene que ajustarse todo el funcionamiento neurológico, hormonal, psicológico. Y ese momento es un momento de crisis, es como un punto débil, convengamos en términos de tráfico es una “esquina peligrosa”.

 

- ¿Qué lugar ocupan las fantasías inconscientes?

 

- Las fantasías inconscientes ocupan un lugar primigenio, generando la situación, pero nosotros pensamos que siempre se van a articular con algo externo. Por supuesto que si el cambio le hizo estar afectado es por un problema interno, el problema externo es el elemento superficial para indagar: se estaba mudando entonces viene lo otro. ¿Cuáles son las raíces inconscientes del sentido de la mudanza?, ¿por qué ese cambio le afectó tanto como para accidentarse? La fantasía inconsciente es fundamental como generadora, pero tiene un activador, un desencadenante que es el hecho externo de cambio que desencadena un conflicto entre cambiar y no cambiar. Lo que nosotros consideramos que es fundamental es el conflicto interno entre cambiar y no cambiar. Si el sujeto decide cambiar seguramente es más difícil que se accidente, si decide no cambiar también, el problema es: si está en la duda, entonces tiene la angustia ante el cambio, no lo comprende, niega que está nervioso por el cambio; vemos que a la persona le parece que todo anda bien cuando todo cambio genera angustia, normalmente genera angustia. Aparece un dilema. Un dilema son dos lemas: cambio o no cambio, me mudo o no me mudo, me divorcio o no me divorcio, me caso o no me caso, voy a tal lugar o no voy. Cuando eso tiene tal fuerza que no lo puedo resolver, el conflicto se convierte en trauma. Entonces al convertirse en trauma el inconsciente entra en una tensión, se conecta con fantasías internas y el accidente es como una salida, un intento penoso por resolver ese conflicto, para evitar que eso se quede adentro porque, según nuestra idea, si eso se queda adentro y tiene mucha carga energética la persona se va a enfermar, puede ser que se enferme de cáncer. Hemos visto casos de personas que han dicho “si no me accidentaba me hubiese infartado”. Siempre el accidente es una búsqueda de llevar hacia afuera el problema. Como tiene un choque entre lo nuevo y lo viejo, choca contra un auto, digamos, para decirlo en términos muy elementales.

 

- Lo que usted plantea es que el accidente es como una salida, un “intento de salida”.

 

- No digamos “una salida” porque parece que entonces priorizamos el accidente. Es un intento de salida, es la búsqueda de salida a una situación interna muy traumática donde el sujeto puede sentir que esa situación lo va a matar. Que se va a morir, como comentaba antes, especialmente respecto de un cuadro somático. Entonces, como está sacudido por todo eso y se siente muy mal por ese conflicto y no sabe que se siente tan mal -por eso es inconsciente- el accidente le permite llevarlo para afuera y dramatizar afuera esa colisión interna que tiene entre lo nuevo y lo viejo.

 

- Y siguiendo a Freud ¿podrían ser pensados como actos sacrificiales en relación al superyó?

 

- Bueno, pero es una parte del concepto de Freud. En algunos casos sí se puede aceptar mientras que en otros no, pero hay que ver cada caso. No obstante juega un papel fuerte el Super yo, no cabe duda.

 

- En 1992 presentó en CIPEA un artículo acerca de la relación entre psicoanálisis y perversión, para lo cual realiza un estudio de la novela Crash de James Ballard, ¿qué puntos fundamentales destacaría de ese texto?

 

- Esa novela es interesante porque trata de un grupo de personas que se especializan en estudiar accidentes pero para gozar perversamente de eso. Ellos se enteran por la policía que hay un accidente y van a estudiarlo, a verlo, pero no lo estudian como nosotros para dilucidar las causas, sino para ver –por ejemplo– si en ese accidente hubo heridos, una mujer herida. Y sobre esta base, buscan una prostituta que hace el papel de la herida y con esa persona que representa a la herida ellos gozan. Eso es una perversión, eso es lo fundamental. Nosotros tomamos eso como un indicio de que en cada accidente hay una dosis de perversión. En esa novela, el personaje principal que se llama Ballard –igual que el autor– también choca y ese choque es con una pareja. El hombre muere y él edipicamente se enamora de la mujer y después se excita teniendo relaciones sexuales con la viuda en el auto chocado. Todo eso es perverso desde el punto de vista psicoanalítico y psiquiátrico. Entonces consideramos que en cada accidente, si bien cumple un gran papel en el conflicto la pulsión de muerte, también los instintos están de alguna manera retrogradados a situaciones perversas, como formas de incesto, por ejemplo.

 

 

- ¿Por qué piensa el incesto desde la perversión y no por la vía edípica?

 

- Si el sujeto representa lo edípico buscando excitarse con una mujer a la que ha chocado, lo edípico está teñido de perversión. Se enamora de esa mujer justamente porque está herida. Entonces, ahí se agrega a lo edípico un componente perverso.

 

- ¿Su planteo apunta al sadomasoquismo, en relación a las heridas, el dolor, el goce por el dolor del cuerpo?

 

- El personaje de la novela a la que aludíamos estaba internado en el hospital y gozaba de sus propias heridas. Esto nos sirve de modelo para algunos casos. En cada caso, en cada accidente interviene una regresión sadomasoquista, sino tampoco habría accidente, el sujeto se contendría. En esa regresión sadomasoquista aunque haya un incesto, es un incesto muy primario, muy arcaico y muy perverso. Sin ser eso una cosa fundamental

 

- No se trataría necesariamente de una perversión como estructura, lo que usted señala es que hay componentes perversos.

 

- Componentes perversos, exactamente. El gusto de chocar, el placer de chocar, el placer de asesinar a alguien, está ligado a eso.

 

- En Teoría psicoanalítica del accidentarse destaca que “no hay accidente sin que haya un funcionamiento psicótico momentáneo en la persona que lo padece o lo produce” ¿A qué se refiere con este planteo?

 

- En el caso de una persona con una crisis de cambio que no tolera, ésta ha realizado una desmentida de su crisis, ese retiro de catexis de su crisis es un acto psicótico, semejante, parecido a la decatexis que tienen los esquizofrénicos, sin ser esquizofrénico. Si el sujeto no desmiente su conflicto, no teme la angustia que le produce el cambio, si el sujeto la carga y concientemente la tiene conciente y padece el cambio, no se accidenta. El que se accidenta es quien negó el cambio, el que hizo la desmentida interna y externa de la crisis de cambio, con lo cual hizo un desmantelamiento de su mundo interno porque tuvo que quitar la libido a todos los contenidos positivos y negativos del cambio y eso es un acto psicótico, es un funcionamiento psicótico, no es que sea psicótico. Los esquizofrénicos quizás empiezan por hacer una decatexis de sus representaciones, le quitan la carga, luego la fragmentan, después en lugar de fragmentar un auto o un brazo fragmentan un objeto interno: ya son esquizofrénicos. El camino es distinto después, pero el núcleo tiene mucho en común.

 

- ¿El accidente guarda relación con el pasaje al acto?

 

- Sí, es un pasaje al acto. Eso depende de la orientación ideológica. Porque algunos autores separan el acting del pasaje al acto. Yo no estoy muy de acuerdo con eso, porque sea o no un pasaje al acto tiene contenido. Con la idea de que el acting es interpretable y el pasaje al acto no, no estoy de acuerdo. Si el sujeto choca, ese pasaje al acto, el símbolo del accidente, el motivo por el que se accidentó, la forma de accidente es interpretable. Entonces no sostengo esa separación. Habrá que ver en el futuro, pero por el momento no la sostengo. No considero el pasaje al acto como un acto que no es interpretable, que no tiene contenido porque es acto puro, porque aunque sea acto puro un contenido tiene: se transformó en acto. Eso es lo que desarrollo en todo el libro, como en el capítulo sobre la representatividad: si el sujeto tiene un conflicto entre mudarse y no mudarse porque la casa representa la madre y porque el mudarse representa alejarse, y él no lo puede decir en palabras o no lo puede representar, va a representar al chocar en la mudanza, pero lo está representando siempre, esa es la idea. Así haga el acto, no esta exento de una representación aunque sea en acto.

 

- También señala que hay un aumento de los accidentes en todas partes del mundo constituyendo una verdadera pandemia y que esto delata un malestar de nuestra sociedad. Siguiendo a Freud podríamos decir que el malestar es inherente a la cultura. Más allá del desarrollo tecnológico el hecho de que ahora haya más autos y que vayan a mayor velocidad, por ejemplo ¿qué elementos toma en cuenta para señalar que en este tiempo el malestar adquiere esta forma de manifestación de manera preponderante?

 

- Creo que habría que estudiarlo bien, pero pienso que de la misma forma que actualmente hay más pacientes borderline que neuróticos, porque ha disminuido cierto control de la pulsión –que a veces patológicamente ha dado la neurosis– la gente mueve más la agresividad y la sexualidad en forma de acting. Entonces está más predispuesta a expresarse bajo la forma del accidente. Primero porque –como usted dice– tiene la tecnología a su servicio, porque en el año 1600 hubo un solo accidente de un carro que se volcó. Pero de alguna manera la tecnología tendría que venir paralela con la maduración del hombre y no es así. Si el hombre tiene disminuida la capacidad de regular y sublimar sus pulsiones tanto eróticas como agresivas, el auto o cruzar la calle le brindarán una oportunidad mucho mayor de accidentarse, pero ello corresponde a un momento actual donde predomina la acción, predominan las técnicas de acción por encima de la neurosis, digamos tradicional. Hay más capacidad de actuar que de reflexionar. En todas partes se juzga a una persona más bien por su capacidad de acción que por su capacidad de dudar. Se considera a la duda como una enfermedad o algo negativo para la persona quien aprende que no tiene que dudar de nada. Por ende si al tener una crisis de cambio duda y piensa: “yo quiero cambiar pero dudo”, ahí podríamos decir está en una posición anti accidente. Pero si el sujeto dice: “yo no tengo que dudar, tengo que cambiar, no tengo que cambiar” la duda queda adentro, luego la duda no elaborada -en términos psicológicos y en representaciones- se convierte en un accidente.

 

-Recién menciono que hoy en día se juzga más a las personas por sus actos que por sus reflexiones.

 

- Me parece, es una opinión, por supuesto

 

-Tomando en cuenta sus conceptualizaciones en relación a los factores subjetivos intervinientes en los accidentes ¿cuál es a su criterio el aporte más importante que propicia su corriente de pensamiento en el ámbito judicial, sobre todo en lo concerniente al aspecto penal, en tanto responsabilidad del hecho?

 

- Bueno, a nivel judicial no sé. Es discutible, es complicado porque la justicia tiene sus leyes y si una persona se accidenta o choca, desde el punto de vista legal puede ser juzgado o no juzgado según las condiciones, y eso es un poco independiente de si conscientemente quería chocar, porque podríamos decir que el sujeto no quería accidentarse pero sí lo está haciendo inconscientemente. Cómo lo maneja la justicia es cosa aparte. Pero hemos tenido y tenemos actualmente algunos abogados que siguen nuestros cursos y esperamos en un futuro que puedan contestar su pregunta

 

- De hecho en los últimos años en el ámbito judicial ha empezado a tener un mayor espacio lo concerniente al aspecto psicológico e incluso lo inconsciente. A partir de las figuras de Daño Psíquico y en ciertos puntos Daño Moral muchos jueces toman en cuenta los informes de las pericias psicológicas.

 

- Pero en el caso de un accidente si la persona porque estaba perturbada por el cambio y no sabia, aprieta el acelerador y va a mucha velocidad no puede ser juzgada…

 

- No lo desresponsabiliza.

 

- A eso vamos. La responsabilidad y la culpa es un problema de la justicia, no nuestro.

 

- ¿Tiene el mismo estatuto el accidente que padece alguien que se traslada como pasajero en un vehículo digamos un tren, micro o avión que el de aquel que va conduciendo ese transporte?

 

- Bueno, ese es un punto también a investigar.  Yo diría que sobre todo si la persona es el acompañante ahí sí, porque a veces el acompañante acerca una temática conflictiva y perturba al conductor. O el acompañante mismo está animado de un pulso agresivo intenso y lo expresa según la forma cómo se dirige al conductor. En los casos grandes, de personas que están a bordo de un avión, es más difícil hablar de eso. De cualquier manera que sea, como elemento de investigación, si una persona está a bordo de un tren, colectivo o avión y tiene un accidente y la persona consulta después, nosotros vamos a asociar ese accidente con su vida, sin llegar al atrevimiento de decir que él tuvo que ver con el accidente. Pero hay fenómenos vitales, incógnitas en la vida muy grandes: por algo ese sujeto estaba en ese ómnibus y se salvó. Si se salvo vamos a trabajar mucho cómo hizo para salvarse. Por ejemplo tenemos casos de gente que se ha sentado apropósito, temiendo un accidente, en un lugar adecuado. Nosotros tenemos una curva que señala casos de accidentes donde se observa claramente la determinación inconsciente y otros donde parece aparentemente que el factor externo es muy importante, pero en este último caso si la persona viene a la consulta no podemos decirle: vos te salvaste por casualidad o porque fuiste vivo. Es necesario interrogar: “¿qué le pasó? ¿Cómo fue ese accidente?” tomarlo como algo que forma parte de su vida, que él tiene algo que ver con eso, poder explicarlo científicamente. Siempre solían preguntarnos: “¿y si se cae un avión en una casa?” Un día leímos en el diario sobre una chica que se encontraba en su casa y a pesar de la caída de un avión –el Concord- se salvó, y se salvó porque tuvo mecanismos especiales: en cuanto sintió un ruido largó el teléfono, estaba hablando con la hermana -ella estaba en París y la hermana estaba en Londres- y dijo: “tengo que salir”, y saltó por la ventana y corrió, corrió y dijo: “no tengo que pensar, ni tengo que mirar”. Esto lo relato en el libro, en el articulo Los que se salvan. Ahí vemos como a veces los reflejos son más adecuados. Si hubiese mirado los que sucedía … ahí sonó. Se comportó como los animales primitivos que unen la corteza motora con la perceptiva y con la sensorial y ante un estimulo disparan. Ella disparó y se salvó. Bueno, eso es para estudiarlo: ¿qué pasó?, ¿cómo reaccionó?, ¿cómo tuvo esa capacidad de reacción y otros no la tienen? Así que también en accidentes externos depende de la persona salvarse o no. Nos comentaba una persona que tuvo un accidente de aviación que había quienes tuvieron la capacidad de tomar al compañero y saltar, y otros que se quedaron quietos, inmóviles y se murieron. Siempre la ecuación personal está. Si el sujeto se salvó podemos estudiar su ecuación personal, cómo hizo con ese accidente y qué significado tiene para su vida. Usted sabe que en el accidente en el que murió Carlos Gardel se salvo un muchacho joven que era su secretario. Este hombre murió hace pocos años, tenía más de 90 años y era un símbolo viviente. Vivía en Barcelona y consiguió un trabajo como secretario de Gardel porque sabía ingles y mientras Gardel estaba en Nueva York, tenía que actuar y no sabía nada de ingles. Entonces lo contrató para que hiciera las veces de intérprete. Se hicieron muy amigos. El joven le enseño ingles y fueron juntos a Medellín, donde se cayó el avión. Este muchacho cuando se ubicó en el avión, se colocó cerca de la puerta de salida. Le preguntaron por qué y dijo “porque esta cerca de los baños”, pero no era así. Él tenía la sensación que podía pasar algo y quería escapar, los otros en cambio facilitaron el accidente. Según leímos en la biografía de Gardel el piloto dijo: “tiene que salir ahora porque se avecina una corriente de viento terrible dentro de unas horas”, y ni Gardel, ni sus compañeros quisieron partir, estaban jugando a los naipes, siguieron jugando y fue ahí donde se embromaron. Este se salvó. Salió herido, tuvo quemaduras importantes pero quedo vivo y contando su historia. Así que bueno, cada uno tiene su historia, su personalidad, y para cada uno el accidente significa algo distinto y significa algo que unos se salven y otros no.

 

- Usted le da un lugar importante a la intuición.

 

- Sí.

 

- Que dentro de la psicología y del psicoanálisis sobre todo, es un concepto controvertido, cuando no muchas veces descalificado. ¿En qué se sustenta para sostenerlo?

 

- Primero, en observaciones basadas en el relato de personas, como en el caso al que hacía referencia anteriormente. También en otros casos que describo en mi libro. Por ejemplo el de una chica que estaba con un grupo de amigos festejando que el novio se había recibido de bachiller. El novio estaba con un amigo e iban a dar un paseo en auto y ella no quiso subir. Nunca tuvo una intuición explicita, nunca dijo porqué. Pero lo cierto es que ella dijo: “no es que yo dude del que maneja, ni nada, pero no quiero” y se salvó, y uno de los muchachos murió. Hay actos de este tipo donde uno tiene la obligación de pensar como hipótesis que existe una función intuitiva. También, hay conductores de vehículos que dicen que sienten que por la otra esquina viene un auto, esto es una intuición al servicio de no chocar. Después está el sujeto que busca el encuentro para chocar, hay una intuición negativa al servicio del accidente. Eso por un lado, como hecho de observación para discutir y analizar. Por otro lado, yo sigo muchos pensamientos psicoanalíticos modernos, como el de Bion que es un estudioso posterior a Freud que habla de que existe la intuición; no se explica todavía cómo, pero dice que hay personas que tienen una capacidad de percibir algo que no está presente en forma inmediata, que se percibe sin elaboración de algo. Entonces me apoyo en ello para incluir ese fenómeno intuitivo y queda abierto para estudiar.

 

- En Teoría psicoanalítica del accidentarse dedica un apartado a la premonición y relata situaciones que considera son el derivado de ese fenómeno.

 

- Si, el chico que se queda en la casa…

 

- Justamente ese caso me llamó particularmente la atención. Usted relata que unas familias salían de viaje y el papá un tanto autoritario y despótico –según su descripción- no tenía ganas de elegir ese destino de vacaciones; sin embargo va y en el trayecto se produce el accidente, dado que el padre –quien conducía- lee erróneamente las señales del vehículo que venía por el carril contrario y choca. Este hecho produce la muerte de uno de sus hijos, la amiga del matrimonio y los dos hijos de ésta. Pero lo que me interesa destacar es lo que consigna en relación a uno de los hijos que decidió no participar del viaje a raíz de haber visto en televisión un accidente de autos donde hubo un muerto. Esto usted lo ubica como una premonición y agrega que el hijo “se salvó del accidente porque SE NEGÓ a viajar con su padre. Quedó en Buenos Aires expresando que en estas circunstancias de viaje él corría peligro”. ¿Podría haber precipitado esto cierta inculpación paterna por los propios impulsos hostiles hacia el hijo ocasionando el accidente?

 

- No me parece. Yo creo que el hijo tuvo una premonición. Una premonición es un paso antes de la intuición. La intuición se desarrolla más y él no quiso viajar. Percibió todo lo que estaba pasando en la familia, no porque lo haya dicho.

 

- También lo que usted relata es que había una situación de malestar en la familia, y el hijo podría haber interpretado que el padre por sus características iba a viajar nervioso o al menos no en las mejores condiciones.

 

- Si, pero parece que no. Según los que estudiaron el caso el chico no llegó a eso. Por eso es que es más una premonición intuitiva. No es que dijo: “no voy porque mi padre esto o aquello”. Él tomó el ejemplo de ese accidente visto en la televisión. Lo mismo que la chica del caso anterior, ella no dijo “yo sé que fulano maneja mal”, sino “no sé porqué me quiero quedar”. Entonces es un acto menos explicativo, menos explícito que la reflexión ya conciente, es más emocional. La intuición está más dentro de ese nivel. Por ahora hablamos de intuición, después habrá que seguir estudiando. Pero yo no podía dejar de presentar en mi libro esas cosas: por qué los automovilistas, los accidentados, todos cuentan fenómenos así… no les llama la atención, no saben la parte científica, pero saben que hay fenómenos de este tipo: el que está acostumbrado en la ruta siente una sensación de “algo va a venir”.

 

- ¿Al hablar de intuición desligada de la memoria y el deseo estaría sosteniendo que el inconsciente en su atemporalidad pueda captar cosas que aún no han acontecido?

 

- Sí, exactamente. Eso es psicoanalítico, bioniano, freudiano. Sí, por supuesto. Cuanta más memoria y más deseos concientes usted tiene, más ocupado. Entonces está más opacada la percepción y la intuición. Esto mismo dice Bion. Es decir que el ideal es que el analista tiene que trabajar sin memoria ni deseo. No que no tenga deseo, sino que el deseo no esté por encima del paciente. Que la memoria, por ejemplo, no haga que yo ubique al paciente porque es un histérico y porque ayer me dijo esto o aquello. Bion dice que si uno puede tiene que desligarse de eso, abrirse totalmente y dejar que venga el paciente.

 

- La atención flotante…

 

- Claro, es la forma más extrema de atención flotante. Él lo llama el réverie, que es más extremo todavía que la atención flotante. Esto se consigue por un entrenamiento, por lo menos a través de la enseñanza. Que no esté pensando siempre en características psicopatológicas. Por ejemplo “este dice esto porque es un histérico”… eso no es psicoanálisis, todos lo hemos hecho, todos lo hacemos también. Pero se trata de subordinar el caso a lo que presenta el paciente, no encasillarlo. Y lo mismo la memoria, no depender de lo que el paciente dijo ayer o anteayer, el paciente puede hablar de los padres la semana anterior de una manera y ahora de otra. Tenemos que tomar lo que está trayendo ahora, no querer con la memoria decir “No, pero vos me dijiste tal cosa”. No es fácil, pero es una idea. Eso lo dicen también los escritores, los artistas. Hablan de la intuición del pintor, del escritor, que tiene que estar desligado de ciertas cosas actuales que lo invaden para poder escribir un personaje o poder hacer una pintura. La mente tiene que estar en un estado particular de creatividad. El estado de creatividad especial tiene que estar un poco más independiente de ciertos contenidos que obstruyen la mente.

 

- ¿Estas premisas guardan relación con los conceptos de sincronicidad del inconsciente, de inconsciente colectivo de Jung?

 

- Algo sí, no totalmente. Hay que estudiarlo. El concepto de sincronicidad está más en relación al hecho cuando uno piensa que se pusieron todos de acuerdo en un accidente inconciente, ahí hubo una comunicación. Digamos, una correlación de los inconscientes. Ahí sí tiene mucho que ver con la sincronicidad.

 

- ¿Qué plantea el concepto que usted desarrolla?

 

- Que los inconscientes de las personas entran en contacto, más de lo que uno cree. Entonces se comunican y hay acuerdos. Acuerdos para ciertos actos. Puede ser para pensar, para actuar, puede ser para el bien, para el mal, para lo que sea. Se produce una especie de sistema coordinado, sincrónico… eso estaría unido con lo que dice Jung, para llegar a tener un efecto.

 

- ¿Pero usted está hablando de personas que se conocen entre si?

 

- En general de personas que se conocen. Jung va más allá, pero en general yo hablo de un grupo, una familia. Es más fácil pescarlo ahí.

 

- Sus planteos resultan por momentos osados respecto de las teorizaciones que estamos más habituados a conocer.

 

- Los que no saben psicoanálisis entienden todo el libro. Tengo amigos remiseros, taximetreros a los que les parece muy bien todo lo que desarrollo, porque no están teñidos por la memoria y el deseo del que hablábamos anteriormente. En su lectura  no interfieren teorizaciones que van por otro lado, cuando lo que decimos es más bien simple.

 

- En nombre de elSigma le agradezco su participación en este espacio, mediante las conclusiones a las que ha arribado como efecto del estudio y seguimiento de casos por más de treinta años, sobre una temática tan presente en la vida actual.

 

 

Julio Granel es Médico Psiquiatra y Psicoanalista. Full Member de la Internatiomal Psycho-Analytical (I.P.A). Miembro titula en función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (A.P.A.). Fundador y presidente de CIPEA (Centro de Investigaciones Psicológicas para el Estudio y la Prevención de los Accidentes). Ha presentado numerosos artículos y trabajos científicos en Congresos Internacionales y Nacionales. Autor de: Teoría Psicoanalítica del Accidentarse. Editorial Letra Viva. Buenos Aires, 2009.

 

 

 

 

 

 

 


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