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Entrevista a Paula Sibilia

21/11/2014- Por Emilia Cueto - Realizar Consulta

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El presente reportaje a Paula Sibilia constituye un fragmento de la video entrevista realizada con motivo de las I Jornadas de elSigma: "El estadio del screen. Incidencias de la virtualidad en la constitución del lazo social". A partir de sus estudios sobre la transformación de la subjetividad en contacto con las tecnologías, de los modos de ser y estar en el mundo en la transición de los siglos XIX y XX a la contemporaneidad, desarrolla con claridad y profundidad las causas que dieron paso a la expansión vertiginosa de la tecnología digital, la forma en que esto incide en el lazo social y el desplazamiento del eje "en torno al cual construimos lo que somos". La crisis de la Modernidad, las redes sociales, el cuerpo, el discurso del psicoanálisis y las neurociencias, son solo algunos de temas que Sibilia, antropóloga argentina, que reside en Brasil desde 1994, aborda en estas páginas.

 

 

                      

 

Las mutaciones del sujeto, la “descorporificación” y la intimidad como espectáculo

 

 

- Desde tu criterio, desde tu lectura, ¿qué ha dado paso a la expansión tan vertiginosa de la tecnología digital?

 

- Desde mi perspectiva las tecnologías digitales son fruto de una transformación histórica. Si consideramos las tecnologías digitales de información y comunicación como los celulares, la Internet, la computadora y las tecnologías analógicas de comunicación como por ejemplo los libros impresos, los lápices, los cuadernos, las cartas y comparamos un grupo de tecnologías con el otro, podemos pensar en una transformación muy importante que ocurrió a lo largo todo el siglo XX pero con un énfasis a partir de los años 60 y 70 y una aceleración en las últimas décadas del siglo XX y en la década y media del siglo XXI. Los cambios son muy complejos, no hay solo factores tecnológicos, estrictamente tecnocientíficos, si no también socioculturales, económicos, políticos, e indican una transformación incluso a nivel moral de los valores, transformaciones en los modos de vida que afectan también la subjetividad. Mutaciones en los modos de ser y estar en el mundo. Estas tecnologías que hoy usamos tanto -los celulares con acceso a Internet y con cámaras embutidas serían el símbolo de este conjunto de tecnologías- responden de una manera mucho más eficaz a los modos de vincularnos con los otros, a la forma de construir la subjetividad hoy en día. Creo que inventamos estos aparatos y se fueron depurando cada vez más, haciéndose más compatibles con estas nuevas formas de relaciones. Relaciones marcadas por una serie de características que las diferencian de las de los siglos XIX y XX, que tienen que ver con la cantidad de contactos que tenemos hoy en día a partir del uso de estas tecnologías. Contactos permanentes con mucha gente, mezclando también el ámbito público y privado, profesional y afectivo sin límites de espacio y de tiempo; las redes funcionan todo el tiempo y en cualquier lugar. Marcados por la velocidad, son mensajes más cortos. Hay toda una serie de características que tienen que ver con estas tecnologías y los dispositivos son más adecuados para tener ese tipo de relaciones. A veces se dice que debido al uso de estas tecnologías tenemos este tipo de relaciones, pero yo creo que es más bien al revés, es una causalidad compleja. Lo que enfatizo es el movimiento contrario, por ciertas transformaciones históricas. En función de esas transformaciones inventamos estas tecnologías. Ahora es más fácil tener este tipo de relaciones porque tenemos estas tecnologías y ellas nos ayudan a tener estos vínculos. Creo que las tecnologías digitales de información y comunicación son sintomáticas de una serie de transformaciones históricas más allá de lo tecnológico.

 

- ¿Cuáles son algunas de esas transformaciones históricas que destacarías?

 

- Es mucha la gente que está estudiando estos cambios desde distintas perspectivas. La cultura en la que estamos inmersos nos lleva a ser de determinada manera. Mi foco en general está puesto en el contacto de la subjetividad con las tecnologías, es decir en las transformaciones de la subjetividad. Lo que yo estudio en esa transformación tan grande y compleja son esos cambios en la subjetividad. Es decir cómo se transformó la subjetividad, como se transformaron los modos de ser y estar en el mundo en esta transición de los siglos XIX y XX a la contemporaneidad. Esto se podría resumir como un desplazamiento en torno al cual construimos lo que somos, es decir de ese eje que en los siglos XIX y XX se consideraba interior. La vida interior, la interioridad ‒y es una interioridad laica porque no es religiosa‒, no es la interioridad del cristianismo, ni tampoco del alma platónica, es una interioridad que fue transformándose y ha adquirido determinadas características en esos siglos. Es laica porque aunque es misteriosa, tiene algo enigmático, incognoscible, tiene elementos del romanticismo, pensemos en el psiquismo freudiano, como un ejemplo, una manifestación de esta interioridad. Hay elementos ahí misteriosos, enigmáticos, que ni uno mismo conoce. Si lo miramos con la mirada antropológica todo eso es fruto de una forma de pensar y autotematizarse que tiene ingredientes de la ilustración, del racionalismo, de la cultura moderna y también del romanticismo, estos elementos irracionales, lo incognoscible, las pasiones, todos esos elementos confluyen en una forma de comprender la condición humana como compuesta de esa base interior, una base esencial pero invisible a los ojos que se suponía que constituía al sujeto moderno de una forma más profunda y verdadera que las banas apariencias. Creo que eso se viene transformando a partir de una serie de resistencias, críticas que no son solo del plano político si no también filosófico, artístico, de los modos de vida y de relación. Habría un desplazamiento del eje que abandona ese núcleo interior para depositarse cada vez más en lo que se ve. Lo que mostramos a los demás, ya sea la apariencia física, estas apariencias que ya no son tan vanas, con todo el fenómeno del culto al cuerpo, de la importancia de la imagen. Todo esto que se fue desarrollando en las últimas décadas desde las cirugías plásticas, las gimnasias, los tratamientos estéticos, etc., serían manifestaciones de esta transformación, por la cual el aspecto físico, las apariencias ya no son tan vanas. Pero no se trata solo de eso, también las acciones, los comportamientos visibles, todo lo que hacemos y mostramos y que los demás ven, el desempeño se considera cada vez más valioso y más verdadero para definir quién es cada uno, para juzgar cuánto vale, más que esas esencias interiores que se consideran un tanto victorianas o anticuadas y que en definitiva nadie puede ver, ni juzgar de modo fehaciente. Esa transformación en el plano de la subjetividad podría sintetizarse así: hay un desplazamiento del eje en torno al cual se construye la subjetividad, del interior, de ese interior oculto y enigmático y que en definitiva solo era accesible a cada uno, en un diálogo, un drama interno que podía expresarse y mostrarse a los demás pero que el eje estaba adentro, eso se desplazó y cada vez más es en la visibilidad donde construimos lo que somos y los vínculos con los demás.

 

- En esta línea se podría pensar el tema de lo público y lo privado. La privacidad no es un atributo del ser humano per se, si no que es una construcción que se ha producido y que por otra parte no lleva tanto tiempo de construcción, esto también es algo que se ha ido modificando. ¿Se podría decir que estamos arribando o que lo hemos hecho, a una nueva forma de definir lo público y lo privado? ¿Qué esta forma binaria de pensar estos términos dará paso a nuevas categorías?

 

- Es muy complejo lo que está sucediendo, es una transformación que tiene incluso muchas contradicciones y que está sucediendo ahora, entonces es difícil mapear lo que está pasando, es más fácil pensar como era esta división en los siglos XIX y XX. Estaba la esfera pública, el espacio público, de las calles, los bares, los foros, donde se discutían las cosas importantes del ámbito público y por otro lado el espacio privado, definido como aquel separado, delimitado por paredes, puertas, ventanas, cerrojos, cortinas y también por el pudor y la discreción. Ese era el espacio en el cual tenía lugar la intimidad. Esta estructura fue bastante eficaz durante esos dos siglos, por lo menos el XIX y XX y el espacio público y el privado se definían por ser excluyentes, pero a partir de la transformación que tuvo su momento de eclosión a partir de los años 60 y 70 empezó a ser puesta en jaque e incluso criticada por sus límites, su moralidad tan rígida. Pensemos en los slogans de los 60 "lo personal es político" y como se fueron transformando los vínculos, las relaciones afectivas, como se fue transformando la familia. Todo eso tiene que ver con esa transformación, no es solo Internet y los celulares que probablemente pusieron esto en evidencia de un modo más claro. Pero tampoco creo que se trate de una disolución de las fronteras, ni de una indiferenciación, es más complicado que eso. El espacio público sigue existiendo y sabemos, por lo menos en sus casos más claros, de qué se trata, y el espacio privado también. Incluso en algún sentido podemos decir que hasta se reforzó la separación, por ejemplo con lo atinente a la inseguridad, toda esa problemática por la cual el espacio público pasa a ser definido como inseguro, del cual hay que protegerse. A partir de eso todas las tecnologías -incluso digitales- que se usan para proteger las paredes y reforzarlas: las cámaras de vigilancia, los barrios cerrados, las alarmas, todos esos sistemas que refuerzan la privacidad. En principio para proteger la intimidad, pero esto es también tramposo porque no se trata solo de eso, hay un movimiento de reforzar, pero por otro lado están las redes que atraviesan esas paredes, sin embargo lo hacen de un modo selectivo para, en muchos casos mostrar la intimidad, mostrarla públicamente en ese otro espacio público mediático y de las redes. No es en la calle exactamente pero también es un espacio que es público porque los otros tienen acceso y esto es muy complicado porque entonces pareciera que la intimidad dejó de existir. Formaba parte de la definición de intimidad el hecho de que los otros no tenían que verla, era limitado al círculo de los pocos seres que tenían un contacto muy próximo, muy cercano al sujeto moderno, en cambio ahora cualquier foto de mis vacaciones la pongo en Internet y es mejor si la ven millones de personas, cuantos más la ven mejor. También está ese ranking, esa valoración cuantitativa, cuanto más "me gusta", cuanto más comentarios, cuanto más gente la ve parece que tiene más valor y esto es muy contradictorio con la definición clásica de intimidad de los siglos XIX y XX, lo cual no quiere decir que haya dejado de existir, si no que se transformó porque sigue teniendo mucho valor. Para autodefinirse ahora importa mucho con quien vivo, qué me gusta, adonde me voy de vacaciones, el peinado que uso, es decir todo eso que sigue siendo de la esfera de la intimidad, pero ahora lo tienen que ver los demás. Por eso yo uso la palabra "extimidad" para tratar de nombrar a este nuevo fenómeno y esto se proyecta en el espacio público, que sigue siendo el espacio público y es importante que lo sea porque yo quiero que los otros me vean. Entonces hay una transformación muy complicada que está sucediendo todavía y que creo que tiene que ser mapeada con más atención y más cuidado.

No basta con que yo misma sepa cómo soy, lo que me gusta y lo que hice, si no que necesito la afirmación de los demás, hay una dependencia de la mirada ajena, que puede ser mayor o menor. No es que todos tiene el mismo grado de dependencia del "me gusta", hay distintas estrategias, pero creo que hay una tendencia en ese sentido.

 

- ¿Con qué se podría vincular esta mayor necesidad de que haya un otro externo que diga, que apruebe a través del "me gusta" y que tenga incidencia en la conformación de la subjetividad?

 

- Con estos cambios históricos. Justamente el hecho de que cada vez tenga menos peso esa ancla interior y que esto se haya desplazado hacia lo visible, provoca -no sé si necesariamente, pero me parece que está sucediendo eso- una mayor vulnerabilidad con respecto a la mirada del otro. Se busca esa mirada para confirmar los propios actos e incluso la propia esencia.

 

- ¿Esto puede tener que ver con la caída de los grandes relatos, entre ellos la religión donde antes los sujetos encontraban o buscaban respuestas al ser, y que esto ahora se busque en aquellos otros que van a decir, que van a aprobar las acciones, los actos de cada uno?

 

- Creo que tiene que ver con una crisis de la Modernidad en general, de muchos elementos del proyecto moderno. Claro que hay muchas continuidades y que mucho del proyecto moderno permanece y muchas de las instituciones básicas de la modernidad todavía articulan nuestro modo de vida, desde la democracia, el capitalismo, la familia, en fin todo eso. Sin embargo hay algunas transformaciones que me parecen muy importantes, por eso suelo enfatizar la ruptura. No es que exista solamente ruptura, hay también continuidades, pero el hecho de que se hayan producido una serie de modificaciones importantes, tal vez nos permita hablar de un cambio de régimen de modos de vida. Tal vez no seamos ya exactamente modernos si no otra cosa, algunos autores le llaman posmodernos, en fin hay muchos nombres posibles para eso. Esto de la caída de los grandes relatos tiene que ver con esa transformación, de hecho es el eje de las teorías posmodernas, la idea de que ahora estaríamos en otro tipo de sociedad, ya no exactamente moderna si no contemporánea, creo que es la palabras más neutra para nombrar lo que está pasando, pero dentro de poco contemporánea no va a servir más, contemporáneo es lo que pasa ahora.

 

- Si mal no recuerdo en el Hombre posorgánico, hacés un cuestionamiento respecto del concepto de hombre, hombre en términos generales, planteando que este sería un concepto a revisar a la luz de todos estos cambios. Me pareció sumamente interesante ese interrogante que planteás en la introducción y que sostenés y retomás al final.

 

- Nada más y nada menos que la categoría de hombre. Ahí retomo autores como Nietzsche y como Foucault que pensaron estas cuestiones incluso en una época que ahora llamaríamos la era moderna, y ya cuestionaban estas categorías como siendo históricas, fruto de ese proyecto. Un proyecto que empieza con el renacimiento, que pone al hombre en el centro de la escena, saca a Dios, a la naturaleza y a lo sagrado y se pone al comando del mundo y de la historia. Tal vez, un posible cuestionamiento es que con estas transformaciones ese proyecto también está en crisis. Todo esto está asociado también a la idea de progreso, vinculado con la tecnociencia y a la evolución. El hombre comanda un proyecto modernizador para el cual una de las principales herramientas es la tecnociencia, el saber científico, la democracia también e incluso el mercado, pero sobre todo la tecnociencia en el sentido de que es una herramienta que va a ayudar a mejorar las condiciones de vida de la humanidad y que solamente podría ser ascendente, es decir que cada vez estaríamos mejor. Este obviamente no es cualquier hombre, este hombre del proyecto moderno es el sujeto masculino europeo, blanco, en fin con todas las características que fueron desmentidas como siendo exactamente la humanidad, sobre todo a partir de los años 60 y 70.

Uno de los elementos que contribuye a que caiga esta idea del humanismo es la crisis de la idea de progreso, porque hoy sabemos que la tecnociencia no solucionó los problemas de la mayoría de la población, e incluso comparado con otras épocas la contemporaneidad avanzó en ciertos ámbitos que antes estaban vedados y la competitividad se hizo muchos más cruda. Hay toda una serie de elementos históricos que llevaron a que ahora mucha gente quede fuera del proyecto modernizador y que esto no se cuestione como solía cuestionarse hace unos años porque ahora se trata del mercado; es el mercado el que tendría que solucionar el problema y no tanto los estados nacionales con proyectos modernizadores, educativos, etc. Nos encontramos con una escuela también en crisis, junto a todas estas instituciones que fueron incuestionables durante el siglo XIX y XX, o poco criticadas porque estaban destinadas a mejorar ascendentemente las condiciones de vida de la población y del planeta. En este sentido la ecología sería otra prueba de que este proyecto fracasó. Si pensamos hace 100, 150 años esto no se cuestionaba en absoluto, el progreso, la tecnociencia tenía que conquistar la naturaleza y de todas maneras la naturaleza se pensaba en algún punto inconquistable, iba a permanecer más allá de lo que el hombre hiciera y hoy en día todo este proyecto es discutible desde innumerables puntos de vista, mencioné ahora solo algunos. El proyecto del humanismo está en cuestión desde la pregunta básica de quién es ese hombre, que se atribuyó a sí mismo la capacidad  de comandar este proyecto y aniquilar todo lo que no era occidental y modernizador en nombre de este progreso, de esta superioridad. El proyecto humanista puede ser criticado desde muchos puntos de vista.

 

- ¿La virtualidad ha generado cambios en los lazos sociales?, y de ser así, ¿cuáles destacarías?

 

- Sin duda es un ingrediente nuevo que está ahí creando mundo, está creando nuevas formas de relacionarse, nuevos elementos, y es innegable que está afectando nuestras vidas. Ahora, cómo las está afectando es más complicado de decir. En principio destacaría una no diferenciación muy clara entre la virtualidad

y lo real. Las relaciones que tenemos por Internet o por medio de las redes sociales son tan reales como las relaciones que tenemos cara a cara. Virtual no se contrapone a real, son relaciones sociales y afectivas y tampoco creo que sean de intensidad diferente, uno puede tener relaciones muy intensas con esas tecnologías o mediadas por esas tecnologías y también puede tener relaciones banales tanto de esa forma como presenciales. No creo que sea una cuestión de intensidad, si creo que tienen otras características y eso sin dudas está contribuyendo a transformar las formas en que construimos nuestra  subjetividad y nos relacionamos con los otros, así como son fruto de esas mismas transformaciones, como señalaba antes. Hay varios elementos que se podrían pensar, no creo que sea muy fácil responder a esa pregunta. Podríamos pensar en uno de ellos que es el de la "descorporificación", el hecho de que cuando uno se comunica con alguien a partir de estos aparatitos, uno sabe que ese alguien está en algún lugar y que de hecho está comunicándose con alguien, pero está en realidad en contacto con un aparato. Ese cuerpo está virtualizado, hay una descorporificación. Esa persona existe y está presente de alguna manera aquí y en esta relación pero no está en este momento, está en otro lugar, entonces ahí hay un componente de virtualización, de descorporificación. Que eso afecta nuestra vida no tengo la menor duda, no puede ser que no la afecte, pero para saber cómo la está afectando creo que necesitamos de tiempo para entender que está pasando.

En ese sentido la película Ella, Her, que se estrenó el año pasado, en 2013 planteó eso de una forma muy interesante.

 

- ¿Cómo definirías la "descorporificación"?

 

- Es muy simple, uso esta palabra por nombrarlo de alguna manera pero en realidad me estoy refiriendo a algo muy simple que es el hecho de que la persona no está aquí conmigo. Creo que una de las audacias de la película es no haber utilizado imágenes, porque la nuestra es una cultura muy atravesada por la imagen y por la verdad de la imagen, de lo que se ve, la visibilidad, la construcción en la visibilidad, la foto, los medios de comunicación audiovisuales, el hecho de que haya una imagen le da una cuota de verdad adicional y en la película es solo una voz. Sin embargo está cargada de afecto al punto de la persona se puede llegar a enamorar, y no solo él, pero no voy a contar el final de la película.

 

- En La intimidad como espectáculo destacás que las fuerzas históricas imprimen su influencia en la conformación de cuerpos y subjetividades, ¿cuáles son las marcas en los cuerpos de nuestra época?, ¿qué diferencias podrías situar respecto de otros períodos históricos?

 

- Podríamos pensar en el fenómeno del culto del cuerpo, este énfasis que se le da ahora a la apariencia física, las dietas, la comida sana, los ejercicios físicos, el formato corporal con las cirugías plásticas y los tratamientos de belleza, la valorización de la juventud, la importancia de la imagen personal, creo que todas estas son manifestaciones de la subjetividad y un desplazamiento del eje tal como describía anteriormente.

El tipo de cuerpo que se construye hoy en día o cuya construcción se estimula, es bastante distinto de los cuerpos de mediados del siglo XIX, e incluso de principios del siglo XX en varios aspectos. Lo que yo me dediqué a estudiar más es lo concerniente al cuidado de las apariencias, que de alguna manera parece contradictorio con toda la tendencia a la virtualización, con la descorporificación de la que hablábamos antes y también en otros planos como el de la ciencia de la vida, la genética y las neurociencias. Todas estas ideas novedosas, de la segunda mitad del siglo XX, acentuadas en las últimas décadas del siglo pasado y principios de este, como la idea de que la vida consiste en información y que la esencia de cada uno ya no sería más esa interioridad etérea y romántica, si no que según la definición de las neurociencias y la genética, lo que constituye la esencia de cada uno es algo etéreo pero constituido por otra materia que es la información. La idea de que nuestras células contienen información, entre ellas la información genética, que ahora el cerebro -desde las neurociencias- puede ser visualizado usando tecnologías digitales y puede ser visto en funcionamiento. Todas estas máquinas lo que extraen del cuerpo es información y esa información se supone que define la esencia de cada individuo y también de las especies, como el genoma humano. Desde una mirada antropológica estos también son relatos cosmológicos que explican que es ser humano, en qué consiste la vida, que empezaron a configurarse en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Entonces a la pregunta de qué tipo de cuerpo se configura ahora, podemos decir que es un tipo de cuerpo al que por un lado se le rinde culto como apariencia, entonces se lo trabaja en la epidermis, se lo trabaja para pulirlo como imagen y para proyectarlo como una imagen codificada por un medio de comunicación con una serie de códigos estéticos, y se hace todo un esfuerzo inédito en ese sentido y por otro lado se lo define como si su esencia fuera etérea, virtual, intangible. Una información que es etérea pero que está alojada en la carne, en las células, en el cerebro, entonces es biológica. Es una interioridad etérea pero biológica al mismo tiempo.

 

-Desde esta perspectiva, ¿cómo pensás el lugar de lo inconsciente?

 

-El inconsciente es un concepto o una idea que también es histórica. Cuando se postula lo hace como siendo universal, pero surge en determinado momento, entonces desde la mirada antropológica lo ve como un relato histórico. Es un tipo de autotematización, de relato cosmológico, una explicación de cómo funciona el ser humano que tiene fecha y lugar de nacimiento, de desarrollo y de éxito como narrativa, que fue en el pasaje del siglo XIX al XX y a lo largo del siglo XX. Este otro relato de la información que podemos centrar en las neurociencias y que me parece que es un buen contrapunto para este otro relato, se propone todavía como más universal que el del psicoanálisis y también es histórico, surgió en el siglo XX, obviamente en la cultura occidental, globalizada y cada vez más expandida y única, pero además tiene un ingrediente que lo lleva a expandir su universalidad un poco más, que es el hecho de que se basa en verdades científicas  demostrables y eso en nuestra cultura de principios de siglo XXI tiene un peso muy fuerte. Acá otra vez podemos recurrir al tema de las imágenes: esto es verdad, miren, acá está.

 

 

-En nombre de elSigma te agradecemos el presente recorrido claro e intenso que brinda nuevas vías de pensamiento de los fenómenos que atraviesan al sujeto, y nos posibilitan una aproximación conceptual a tus postulados que se han constituido en referentes de peso para diversos campos del conocimiento.

 

 

 

Paula Sibilia estudió Comunicación y Antropología en la Universidad de Buenos Aires donde también se desempeñó como docente e investigadora. Es Magíster en Comunicación de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, Doctora en Salud Colectiva de la Universidad del Estado de Río de Janeiro y Doctora en Comunicación y Cultura de la misma universidad. Actualmente es profesora de Estudios Culturales y Medios en la Universidad Federal Fluminense.

Sus investigaciones se ocupan del estatuto del cuerpo y de sus imágenes, de las nuevas prácticas corporales y de las transformaciones en la subjetividad contemporánea. Es autora de El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales (2005, 2009) y La intimidad como espectáculo (2008), ambos editados por el Fondo de Cultura Económica.
De reciente aparición Redes O Paredes? La escuela en tiempos de dispersión (Tinta Fresca)

 

 

 

Nota: el presente material es producto de la video entrevista realizada en Buenos Aires, con motivo de las Jornadas recientes de elSigma en el marco del I Congreso mundial virtual presencial "El estadio del screen. Incidencias de la virtualidad en la constitución del lazo social". Ha sido proyectado el sábado 18 de octubre a las 10 45 hs. en el Salón de Actos de la Facultad de Económicas de Buenos Aires. El video estará próximamente a disposición y anunciado en nuestras páginas.

 

 

 

 

 


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